martes, 3 de junio de 2014

"Te quiero porque me das de comer", de David Llorente: una novela en la que cuesta entrar y de la que cuesta salir


http://www.alreveseditorial.com/fitxallibre.php?i=118

Ficha técnica: 


Título: Te quiero porque me das de comer   Autor: David Llorente  Editorial: Alrevés  Género: novela negra, thriller, experimental    Páginas: 320  Publicación:  Mayo 2014   ISBN: 978-84-15900-52-8

Sinopsis (editorial):


  La novela negra puede y debe romper algunos moldes: «Necesita dar un salto al vacío, y una extraña pirueta en el aire. El requisito es no tener ni vértigo ni miedo», dice David Llorente.
  No podemos estar más de acuerdo. La literatura noir necesita también de autores con propuestas atrevidas, arriesgadas y que miren el género negrocriminal desde nuevos puntos de vista.
  ¿Qué pasaría si la historia que se cuenta no es una sucesión de hechos consecutivos, sino simultáneos? La simultaneidad no parece patrimonio de la literatura, sino, más bien, de la pintura o del cine, pero si las palabras consiguen contravenir su propia naturaleza y transmitir esa sensación —la de que todo lo que sucede, sucede a la vez–, entonces surge un texto envolvente, casi tridimensional.
  Proponemos una lectura donde la brutalidad del asesino en serie se ve rodeada de una multitud de historias criminales que, al mismo tiempo que nacen, el narrador las hace desaparecer. No importa quién sea el criminal ni qué tipo de detective lleve a cabo la investigación. Lo que importa es que el asesino existe.

  Max Luminaria era un chico muy callado. Sacó la mejor nota de selectividad de toda España y decidió estudiar Medicina. Una vez más, fue el mejor en los exámenes; el mejor en las prácticas y el mejor en el quirófano. Se lo rifaban todos los hospitales. No hubo cirujano más preciso ni vecino al que más quisieran los habitantes de Carabanchel. Lo saludaban por la calle. Le daban las gracias. Todos tenían a un familiar al que el doctor Maximiliano Luminaria había salvado la vida.
  Su vida, fuera del quirófano, era diferente, ¿o a lo mejor no? La realidad es que no podrás, nunca más, sentirte aliviado porque se haya descubierto al asesino, porque, querido lector, los asesinos caminan entre nosotros.
  "Es un libro diferente, que no va a gustar a todo el mundo", me dijeron desde la editorial cuando me propusieron participar en un "experimento" con esta novela. ¡Genial!, pensé para mí. Creo que ya te habrás dado cuenta de ello leyendo mis reseñas, pero lo voy a decir una vez más: me gustan los retos, me gustan las obras diferentes, me gusta que me sorprendan, que me saquen de lo esperado, de las plantillas con las que parecen estar hechos algunos libros últimamente. Así que te puedes imaginar lo que he disfrutado con Te quiero porque me das de comer.
    Efectivamente, esta novela no le gustará a todo el mundo. Es exigente, porque cuesta meterse en su trama y por la peculiar manera en la que está redactado. Es duro, porque las historias que cuenta hablan de delincuencia, de odio, de venganza, de falta de sentimientos... Aunque es tremendamente adictivo y esa peculiaridad en su escritura consigue que aumente la intriga y que el lector se mantenga pegado a las páginas, esperando más, deseando saber qué pasa con Max y con Marcelo y con Susana y con Casimiro y con... las decenas de personajes que van desfilando por sus páginas. Porque Te quiero porque me das de comer es una novela con tres protagonistas con más peso que los demás pero en la que aparecen muchísimos personajes. Es una novela que se parece a un barrio, a Carabanchel, en el que caben todos sus vecinos y todos tienen su minuto de gloria dentro de la novela.
    Esta es una de las peculiaridades de esta novela: el número de personajes y su poca importancia, en realidad, para la trama principal (si es que tomamos la historia de Max, el asesino en serie más prolífico e inteligente del mundo, como trama principal. La trama principal también podría ser, perfectamente, el retrato de un barrio en una década concreta de su historia). Te quiero porque me das de comer recuerda a La colmena y a su intento por captar el vaivén social de un barrio: de la gente que camina, de la que sale de casa, de la que juega al mus en el bar, de sus yonquis, su gimnasio, sus zonas oscuras... Todo cabe en una novela en la que el lector se siente como si estuviera sentado en un banco en la calle viendo la vida del barrio pasar. Con la ventaja de que el narrador se mete en sus casas y nos deja mirar en sus corazones. En unos corazones que laten y deslaten y, sobre todo, que sufren.   


UNA NOVELA SIN PUNTOS Y APARTE


    Al desconcierto que puede crear en el lector la suma de personajes y su aparición y desaparición a lo largo de la novela hay que añadir el que le puede sorprender nada más abrir el libro: ¿dónde están los párrafos? Llorente nos propone el desafío de escribir una novela sin puntos y aparte y con una tremenda sobreabundancia de signos de puntuación que, normalmente, sirve para explicar o aclarar algo, como los dos puntos y los paréntesis. Jugando con lo gramaticalmente correcto, el autor nos propone un texto corrido para cada capítulo en el que todo se mezcla: las tramas, las aclaraciones, los comentarios...
   La novela está narrada en una tercera persona omnisciente que se sitúa en lo alto del barrio y va deteniéndose en unos u otros personajes para contarnos sus cuitas. A veces hace comentarios generales sobre el sentir general del barrio como cuando dice "tiene de malo que en Carabanchel las historias no suelen acabar así: acaban con que el diagnóstico es cáncer: con que los gitanos te quitan las zapatillas nuevas: con que efectivamente tu marido está con otra más joven y más delgada".
    La abundantísima utilización de paréntesis crea una sensación muy curiosa en el lector: sirven para explicar pero también, a veces, matizan o incluso corrigen, con ese matiz, lo afirmado anteriormente. Al leer el libro he tenido la sensación de que esos paréntesis abrían realidades alternativas a la que está reflejando el narrador, como si el autor quisiera abrir la puerta a las múltiples interpretaciones o valoraciones que se pueden realizar de un mismo acto. A veces, añaden un toque de ironía o un contrapunto muy interesante.
   Mezcladas con esta voz narrativa principal aparecen otras dos voces que comentan lo que se va contando: una que cuenta (y que podría ser ese mismo narrador del que he hablado) y otra que pregunta, que pide explicaciones, que exige que retome la historia de uno de los personajes. Estos diálogos aparecen, por supuesto, sin signos de puntuación que los diferencien del resto del texto, de esta manera: "¿Le pasó algo a Telma Gras? No, nada. ¿Y por qué no quería contar este final?". Creo que estos diálogos ponen un poco de color a una narración tan peculiar, abren el número de voces narrativas, aligeran el flujo narrativo y sirven, en muchos casos, para cambiar de protagonista del foco del narrador. En un plano más metaliterario, me parece que la voz que pregunta ejerce de una suerte de Pepito Grillo del quehacer literario, porque cuestiona constantemente las razones del narrador para abandonar a un personaje en un determinado momento y exige que las historias tengan un final, si no definitivo, sí al menos que pueda servir para calmar las ansias del lector por poner un cierre a cada historia.
    Y junto a ese juego de voces aparece otra de las peculiaridades de la novela: la amalgama de noticias, fragmentos técnicos referidos a la criminología o la medicina, referencias a la actualidad política, literaria, televisiva, etc. O listas de ingredientes. O listas de medicamentos, o de efectos secundarios, o de síntomas. Son como pedazos de realidad (de la realidad histórica de los años 90) que se cuelan en la ficción que crea Llorente creando así un juego de espejos, haciendo que el lector se cuestione los límites entre nuestra realidad y la ficción literaria.


UN BARRIO DESOLADOR


   Porque a veces resulta tristemente verdadero eso de que la realidad supera a la ficción. Leyendo la novela he tenido la sensación de que Llorente ha cogido los periódicos de los años en los que transcurre la novela, ha recortado frases y titulares y luego los ha ido pegando (dando cierta coherencia a las tramas pero sin orden ni concierto en otros momentos) hasta crear Te quiero porque me das de comer. Y, vistos así, todos juntos, los sucesos recogidos por los periódicos son tremendamente desoladores: robos, drogas, prostitución, venganzas, ataques de perros peligrosos, violencia machista, acoso escolar, asesinatos, fallecidas por abortos clandestinamente y mal practicados, mafias, pederastia, redes de extorsión de todo tipo...
    Llorente nos adentra en el Carabanchel de los 90 para hablarnos de su gente, de sus problemas y, sobre todo, de su delincuencia, que para eso es una novela negra. Una novela negra cuyo eje principal es, efectivamente, la trayectoria de un asesino especialmente prolífico y tan inteligente que la policía es incapaz de dar con él, de ni siquiera imaginarse quién puede ser el Asesino de la Moneda (cumpliendo la máxima de que el asesino puede ser cualquiera, quien menos te lo esperas o provocando la terrible reflexión de que podemos convivir con un asesino sin que ni tan siquiera lo sospechemos), pero que enreda en esa trama argumentos paralelos, simultáneos, que también se mueven en el oscuro mundo de la delincuencia, entendida en un sentido abarcador.
   Es tal el número de sucesos de todo tipo, de delitos de toda clase que quedan reflejados en la novela y es tal la cifra de delincuentes que, en un momento u otro, de una manera u otra, cometen algún tipo de falta, que al final te queda una tremenda sensación de decepción, de desesperanza, de falta de fe en el ser humano. No hay personajes buenos en esta novela. Quizá solo algunas víctimas. Todos los que hacen algo en este libro (los personajes activos, frente a esas víctimas que serían personajes pasivos) cometen algún acto moral o judicialmente reprobable durante sus páginas. 
    Al concentrar tantos hechos delictivos en una sola novela, en un solo barrio y al centrar el foco narrativo en tantos personajes con tantas sombras en su interior, la reflexión que surge en el lector es si cabe confiar en la bondad humana, si (efectivamente) el hombre es un lobo para el hombre y solo espera su oportunidad para clavar sus fauces en el de al lado, si todos llevamos un germen de maldad en nuestro interior que puede salir a flote si es suficientemente regado por las circunstancias.
    No puedo, por todo lo dicho, negar que Te quiero porque me das de comer me ha encantado. Que no es un libro que recomendaría a cualquiera o que regalaría con los ojos cerrados pero que a mí me ha dicho mucho, me ha hecho pensar mucho y me ha hecho disfrutar mucho con esos juegos o esas transgresiones literarios, gramaticales y expresivos que propone y con esa búsqueda de la simultaneidad que lleva a cabo. Una novela en la que cuesta casi tanto entrar como salir de ella, porque su propuesta es de las que dejan poso. A todos los niveles.
    Nos seguimos leyendo.  



   Incluyo este libro en los siguientes retos:
  •  Reto100 libros: 49/100
  •  Reto Autores de la A a la Z: LL 
  •  Reto Negra y Criminal: 12/15

12 comentarios:

  1. Tengo mucha curiosidad por hacerme,leer este libro, gracias por la reseña, besotes

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  2. Me llama mucho la atención el libro, y más después de leer tu reseña que, por cierto, me ha encantado.
    ¡Besos!

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  3. La sinopsis me llama, pero como he comentado en varios blogs, la forma de escribir me echa para atrás. No pude con el de Saramago y supongo que con este me pasaría lo mismo.

    Un saludo.

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  4. Tengo muchas ganas de leerlo, pero sé que ahora no es el momento, así que ahí está, esperando pacientemente :)
    Un beso!

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  5. No sé si la disfrutaría, ya sabes que leo en el transporte público y creo que no es el mejor sitio para meterse en una novela como esta. Besos.

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  6. Estoy totalmente de acuerdo contigo.
    Es posible que no guste a todo el mundo pero a la mayoría si, según vamos viendo en las reseñas.
    Besos

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  7. Hola.
    Muchas gracias por la reseña. Me parece que analiza la novela con mucho acierto y con mucha inteligencia.
    Inevitablemente, en una novela de estas características, la primera (o una de las primeras) referencia es Cela, pero no solamente por las posibles reminiscencias a La colmena, sino también por el peso del lenguaje (que llama a las cosas por su nombre) y la compasión hacia los personajes, por muy delincuentes que sean.
    Tienes toda la razón cuando comentas que el eje principal tanto puede ser la historia de Max como la historia de Carabanchel. De hecho, hay muchas similitudes en la construcción del espacio y del protagonista. Las dos (o más) caras de Carabanchel son las dos (o más) caras de Max.
    Podría hablar de esto hasta mañana, pero no hay nada peor que ser pesado.
    Tan sólo darte la enhorabuena por la reseña, por lo bien escrita que está y por la facilidad que tienes para comentar la literatura.

    David Llorente

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  8. Este libro está teniendo unos comentarios muy positivos. Me parece un planteamiento muy valiente por parte del autor. Lo leeré, aunque esperaré un poco a que pase este boom

    Besos

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  9. A mi me gustó aunque tuve que leerlo sin niñas alrededor

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  10. Me parece una apuesta valiente de la editorial ya que es consciente de que es un libro que no va a gustar a todo el mundo, yo soy una de las que no me atreveré a probar. Eso de no tener puntos y aparte me resulta agobiante.

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  11. He leído tu reseña y entiendo el porqué del premio. Felicidades!

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