¿A ti no te ha pasado alguna vez que
tienes muchas ganas de leer un libro y, sin embargo, por las causas que sean al
final lo vas dejando, lo vas dejando… y te sorprendes años después sin haberlo
leído? Eso me ha pasado a mí con Eugenia Rico.
La conocí (literaria y
físicamente) en octubre de 2008, al hilo de los Cursos de Otoño que cada año
organizan en Guadalajara la Universidad de Alcalá y la Diputación. Iba a
moderar la primera mesa redonda del ciclo “La igualdad como meta”, en la que
también participaban la actriz Irene Visedo (la primera Inés de “Cuéntame”) y
la directora de cine Gracia Querejeta y en la que debatieron sobre la
creatividad artística desde la perspectiva de la mujer. Por aquel entonces
estaba a punto de ver la luz su novela Aunque
seamos malditas y, aprovechando la coyuntura, la entrevisté y hablamos
tanto de la mujer como de la escritora y, por supuesto, de su libro. No pude
leerlo antes de la entrevista porque aún no estaba publicado, pero lo
que me contó me puso los dientes largos.
El caso es que tres años y medio
después, por fin la he leído. Tenía cierta predisposición a que me gustara, la
verdad, porque la autora me cayó muy bien entonces, porque la tengo agregada a
Facebook y me gusta lo que cuenta y lo que enlaza y porque en este tiempo he
leído otra de sus novelas, El otoño del
alemán, y me encantó. Y lo ha hecho. Me ha gustado y me ha sorprendido.
Me ha gustado por varias razones.
En primer lugar, porque la historia que cuenta es diferente. En realidad son
dos: la de Selene, una comadrona perseguida por la Inquisición, y la de Ainur,
una joven que, tras ganar en los tribunales un caso por acoso sexual y laboral,
se ve obligada a desaparecer para sobrevivir. Una historia que recuerda al
famoso caso Nevenka, por el que el alcalde de Ponferrada fue condenado por
acoso sexual.
En segundo lugar, porque la manera
de contarla es distinta: las dos historias se van cruzando y se dan la mano al
final, en el momento más dramático del relato de ambas protagonistas, fundiendo
pasado y presente.
En tercer lugar, porque mezcla
géneros (novela histórica, sentimental, fantástica, realista, recortes de prensa, testimonios periodísticos…) pero el resultado es
una obra coherente, rica y unitaria.
Y también me ha gustado porque no
hay personajes de luz, todos están llenos de sombras y oscuridad, pero aún así
(o quizá por ello) resultan extremadamente humanos, entrañables, verdaderos. Todos
tenemos taras, parece querer la escritora, pero debemos aprender a vivir
con ellas de la manera más humana posible.
Y me ha sorprendido por la hábil
manera de conjugar todos estos elementos, por conseguir hacer una unidad de tal
cantidad de recursos diferentes, porque la historia consigue atrapar y porque
compara con éxito los tiempos de la Inquisición con los actuales; tiempos en
los que las sotanas y los crucifijos han sido sustituidos por la telebasura y
sus inquisidores.
Y, lo más importante, me ha hecho pensar. Pensar en muchas cosas, como en la soledad y el aislamiento, las persecuciones que todos sufrimos de vez en cuando por diferentes causas, los sambenitos que nos imponen, la predisposición de algunos a aceptarlos y de luchar, en el caso de otros; el papel actual de los medios de comunicación o, al menos, de una parte; el chismorreo, esas personas que hacen de meterse en la vida de los demás su auténtica vocación; de las contradicciones personales, la importancia del amor, las cargas con las que todos completamos el viaje de nuestras vidas, el peso del pasado, la incertidumbre ante el futuro...
Me ha gustado tanto la novela que
he releído la entrevista de la que hablaba al principio del post. Y creo
que aporta tanto sobre el libro, sobre la autora y sobre la literatura que he
decidido recuperarla para este blog. Esta es la entrevista que le hice a
Eugenia Rico en octubre de 2008 para su publicación en la revista Osaca, que
editaba el grupo empresarial en el que se ubicaba La Tribuna de Guadalajara. El
texto es mío y las fotos, de una profesional como la copa de un pino (y mejor
persona): Yohana Agudo. Espero que os guste.
EUGENIA RICO. ESCRITORA
“Todas las novelas del mundo y todas las palabras que
decimos son manifiestos contra la muerte”
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Foto de Yohana Agudo |
Enfrascada en la vorágine que conlleva sacar al
mercado una nueva obra nos atendía Eugenia Rico, una de las voces más
sorprendes de la actual literatura española. Ovetense de 1972, esta joven
autora cuenta casi tantas novelas como premios; su primera
novela, Los amantes tristes, le granjeó el apoyo unánime de la crítica; La
muerte blanca se convirtió en el Premio Azorín de 2002, La edad secreta fue
finalista del Premio Primavera de Novela 2004, el ensayo En el país de las
vacas sin ojos recibió el Premio Espiritualidad 2005 y El otoño alemán
recibió el Premio Ateneo de Sevilla 2006. Además, el conjunto de su obra ha
recibido la Beca Valle-Inclán de la Real Academia de España en Roma. El listón
está muy alto.
* A pesar de estos buenos antecedentes, está usted
nerviosa...
* Sí, la verdad es que se han dicho de mí
cosas muy buenas, que espero merecerme.
Pero en el momento previo a publicar un libro hay que tener mariposas en
el estómago y el que no las tenga es que no se juega nada. Y un escritor
siempre se lo tiene que jugar todo. También he sido afortunada con los premios
sí, pero mi mayor premio es hacer amigos lectores. El último premio fue el
Ateneo de Sevilla, que me emocionó mucho porque antes lo habían ganado autores
de la talla de Caballero Bonald, Juan Marsé... te impresiona más por la gente
que lo ha ganado antes. Pero el mayor premio es que alguien lea tu libro y que
a alguien tu libro le diga algo y le cambie la vida. Y hay gente que me lo ha
dicho. Eso te emociona.
* Aunque
seamos malditas, su última novela, recién salida del horno, es su obra más
ambiciosa, tanto en preparación como en extensión. ¿Es también la mejor?
* Yo creo que
sí. Es una novela en la que llevo trabajando mucho tiempo, porque tiene mucha
documentación histórica. Ahora mismo estoy como niña con zapatos nuevos. Yo
creo que sí es mi mejor novela, la más ambiciosa. Sale con 50.000 ejemplares y
estoy muy contenta con la forma literaria que tiene, es muy larga, tiene 480
páginas, como todas mis otras novelas juntas (risas)
* ¿Quiénes
son las malditas?
* Entre otras
cosas, Aunque seamos malditas es la historia de dos mujeres: una mujer en el
presente, que sufre abuso laboral, que tiene que escapar para salvarse, porque
nadie le da trabajo y la persigue alguien misterioso que ella sospecha que
tienen que ver con esos jefes que la acosaron y que encuentra dos tipos de
refugios, un refugio físico, en un pueblo, del norte, rodeado de un precipicio,
donde todo el mundo es cojo, un sitio un poco extraño, y un refugio mental, en
acabar su tesis sobre una comadrona del pasado a la que quemaron por bruja. Y
ésta es la segunda mujer de la historia. Estos dos refugios van a entrañar
grandes peligros y a ocultar secretos y nos van a meter en camisas de once
varas a todos, porque vamos a descubrir que el hombre nunca llegó a la luna, se
van a poner en duda muchas verdades universales, y un poco entre la filosofía,
las grandes cuestiones de la humanidad, los anónimos (empiezan a aparecer
anónimos y animales muertos) y son fundamentales también los libros, sobre todo
uno, libros que no son lo que parecen.
* Libros
que pueden cambiar la vida...
* Efectivamente.
Es una historia sobre los perseguidos, sobre los acosados, a todos nos han
perseguido y nos han acusado aunque no tengamos culpa o aunque sea por pequeñas
cosas y es una especie de vuelta de tuerca. No es una novela histórica pero se
parece, no es una novela policíaca pero
tiene parte de ella, habla sobre la caza de brujas, de las curanderas que
fueron quemadas por brujas, de las mujeres que quisieron ser libres y también
fueron quemadas por brujas. Es un libro muy coral, que juega mucho con el
lenguaje, con diferentes estilos.
* Un
libro muy coral que tiene personajes tan curiosos como un farero sin faro.
* Sí, sí. Es
un hombre que busca en las basuras cosas que nadie quiere y las transforma en
cosas maravillosas porque también se ha hecho a sí mismo con los defectos que
otros consideraron virtudes. Es un hombre al que acusaron de una violación que
no cometió y aunque luego se demostró que era inocente, digamos que no pudo
sobrevivir al juicio mediático, que a veces es una inquisición más terrible que
la del pasado.
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Foto de Yohana Agudo |
* La
obra también indaga en esos inquisidores del día a día, en quienes se creen
dotados con algún don superior que les permite juzgar a quienes les rodean.
¿Quiénes serían esos nuevos inquisidores?
* La
prensa lo puede ser: aunque es
maravillosa y da a conocer muchas cosas que necesitamos saber, pero también
puede hacer un juicio paralelo mediático y luego no se preocupa en deshacer el
mal que ha hecho, ha ocurrido a veces. Aunque a veces puede ocurrir lo
contrario, puede salvar a un inocente. También hay un inquisidor dentro de nosotros
mismos, y también en tu vecino. Aunque seamos malditas habla mucho de esos
inquisidores que hay en los pueblos, y cómo acaban destrozando la vida de la
gente, con pequeños comentarios. El gran hermano nos vigila a todos y esa
vigilancia se puede convertir en una inquisición.
* ¿Internet
puede ser también un tipo de inquisición?
* Puede
llegar a serlo, aunque a mí me ha servido, por ejemplo, para cosas tan
maravillosas como entablar relación con mis lectores. Tengo
página web, pero pido disculpas porque desde hace unos meses está colapsado el
servidor y no puedo contestar a los lectores. Yo contesto a todo el mundo... y
me han dicho cosas increíbles. Es el mejor premio. Además a lo mejor tengo la
suerte de que la gente a la que le ha gustado es la que viene a decírtelo. Es
una cosa que te pone la piel de gallina. Yo estoy en la literatura gracias a
que mis libros les han gustado a muchos y la verdad es que tengo que dar las
gracias a mis lectores, que yo creo que son todos maravillosos, les estoy muy
agradecida.
* ¿Qué
pesa más para un escritor, la opinión de la crítica, de los lectores o la suya
propia?
* Pues
deberían importarle las tres y, a la vez, ser independiente de las tres. El
escritor tiene que ser muy autoexigente, entonces tiene que oírlo todo un poco
como cantos de sirena, caminar entre elogios y críticas. Las tres opiniones
tienen que ser muy importantes pero también es verdad que hay escritores que en
su tiempo fueron muy poco considerados, mientras que hay otros que son
considerados ahora. Pero, en cualquier caso, a un escritor lo que más feliz le
hace es la opinión de los lectores. Y lo que quizá más necesitas es la opinión
de la crítica. Y lo que le hace escritor es su propia opinión, su
autoexigencia. O sea, que las tres.
* Han
dicho de su estilo que es limpio, que no le sobra ni le falta una palabra... lo
han definido como prosa poética... ¿cómo lo define usted?
* Yo lo que
intento es buscar nuevos caminos para la novela. En España, y en todo el mundo,
somos herederos de la gran novela del XIX, pero ya estamos en el siglo XXI,
hemos vivido las vanguardias, la ‘noveau roman’ y tenemos que buscar nuevos
estilos para la novela. Mi estilo intenta ser cervantino y también innovador.
De todos modos, me resulta difícil hablar de mi propio estilo, siempre prefiero
que lo definan otros. Yo creo en las palabras honestas y bien colocadas.
* El
amor tiene mucho peso en su obra... ¿es, quizá, lo que más importa, también, en
la vida real?
* O su
ausencia. A veces todos nos enamoramos de quien nos hace daño, es una costumbre
de la que me estoy quitando. Pero el amor, o la falta de él, es junto con la
muerte, o la lucha contra la muerte, los dos temas más importantes en cualquier
vida. En cualquier caso, hay muchos tipos de amor, también la maternidad es
otro tipo de amor que te descubre cosas de ti misma que antes no conocías. Pero
yo creo que en mis libros los personajes no han encontrado la manera de ser
felices, y siguen buscándola.
* La
muerte también es una constante en sus libros. ¿La siente como amenaza, como
refugio, como algo que llegará queramos o no?
* Todas
las novelas del mundo y todas las palabras que decimos son manifiestos contra
la muerte.
* He
leído que antes de dedicarse por entero a la literatura vivió en diferentes
países, trabajó como secretario y modelo, escribió guiones de cine y hasta
vendió rosas y pegatinas... ¿le falta a usted algo por hacer?
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Foto de Yohana Agudo |
* (Risas). Es
verdad, es verdad. Me faltan muchísimas cosas que hacer. He tenido un hijo, he
escrito un libro y he plantado un árbol, aunque muy pequeño (risas). Me faltan
muchas, muchas cosas por hacer y el día que no diga esto será preocupante.
* ¿Ha
encontrado inspiración para escribir en
todas estas actividades?
* Sí...
aunque uno puede escribir desde la experiencia, desde la decepción y también
desde la observación. Yo creo que tanto viajar como escribir son las mejores
maneras de gozar y sufrir mucho en muy poco espacio de tiempo.
* ¿Y
cuándo decide que sí, que quiere ser escritora de forma profesional, si es que
eso es posible?
* Dice mi
madre que a los cinco años que quería ser escritora, aunque yo creo que no
sabía lo que decía, lo dije pero a lo mejor pensaba que era como ser
astronauta. Luego gané a los 6 años un concurso de redacción. Luego siempre me
he presentado a muchos premios... Yo creo que nunca quise ser escritora, sólo
escribía. Para mí escribir es como respirar. Yo no creo que haya sido una
decisión. Es más una forma de explorar el mundo. Más que una forma de
vivir es una forma de sobrevivir.
* Toca
todos (o casi todos) los palos de la escritura: novela, poesía, artículos
periodísticos, crítica, ensayo...
* Son todos
los rostros de la literatura. En literatura hay muchos géneros, pero la esencia
es la misma. A mí me gusta mucho citar a un escritor que ya ha muerto,
Quiñones, que decía que si la literatura fuera whisky, la novela es el whisky
con agua, el cuento es whisky con hielo, la poesía sería el whisky solo... Lo
que quiero decir es que todos los géneros son buenos y válidos si están
contando una verdad. Y la novela, que es el género que más he practicado, es
el arte de mentir para decir la verdad.
* Aún
le queda mucho por contar... ¿verdad?
* Hombre, eso
espero. Aunque ahora, después de escribir las casi 500 páginas de ‘Aunque
seamos malditas’, no sé... (risas)
En este tiempo, Eugenia Rico ha seguido escribiendo y hace muy poquitos meses publicaba su nueva obra El fin de la raza blanca, un puñado de cuentos que tienen muy buena pinta. Cuando los lea, os cuento.
Nos seguimos leyendo.