Título: El hombre que amaba a los perros
Autor: Leonardo Padura
Editorial: Tusquets
Género: novela, ficción histórica
Páginas: 584
Publicación: septiembre 2009
ISBN: 978-84-8383-136-6
En 2004, a la muerte de su mujer, Iván, aspirante a escritor y ahora responsable de un paupérrimo gabinete veterinario de La Habana, vuelve los ojos hacia un episodio de su vida, ocurrido en 1977, cuando conoció a un enigmático hombre que paseaba por la playa en compañía de dos hermosos galgos rusos. Tras varios encuentros, «el hombre que amaba a los perros» comenzó a hacerlo depositario de unas singulares confidencias que van centrándose en la figura del asesino de Trotski, Ramón Mercader, de quien sabe detalles muy íntimos. Gracias a esas confidencias, Iván puede reconstruir las trayectorias vitales de Liev Davídovich Bronstein, también llamado Trotski, y de Ramón Mercader, también conocido como Jacques Mornard, y cómo se convierten en víctima y verdugo de uno de los crímenes más reveladores del siglo XX. Desde el destierro impuesto por Stalin a Trotski en 1929 y el penoso periplo del exiliado, y desde la infancia de Mercader en la Barcelona burguesa, sus amores y peripecias durante la Guerra Civil, o más adelante en Moscú y París, las vidas de ambos se entrelazan hasta confluir en México. Ambas historias completan su sentido cuando sobre ellas proyecta Iván sus avatares vitales e intelectuales en la Cuba contemporánea y su destructiva relación con el hombre que amaba a los perros.
Fue uno de mis alumnos del taller de escritura, cubano, el que me habló de Leonardo Padura. Reconocí mi ignorancia y, viendo que sus libros me cuadraban con la Yincana Criminal, adelanté mi estreno con él. Y, la verdad, ha sido toda una experiencia. Después, justo nada más acabar el libro, le concedieron el Princesa de Asturias de este año, así que me alegro el doble de haber conocido a Padura. Ahora, me toca ponerme al día con el resto de su bibliografía.
Dicen que El hombre que amaba a los perros es su mejor novela. A mí, desde luego, me ha parecido una grandísima novela, casi casi enciclopédica, bien escrita y que mantiene la intriga a pesar de que el final es más que conocido, lo cual no me parece nada fácil, dicho sea de paso. Padura consigue meterte en esta historia que une a tres hombres que aman a los perros: Trostki, Ramón Mercader e Iván, escritor intermitente e irregular, con problemas de conciencia y, actualmente, veterinario a tiempo casi completo. Él es la voz narrativa a través de la que escuchamos tanto su propia historia como la de Trotski y la de Ramón Mercader: como bien se explica en la sinopsis, tras la muerte de su mujer, Iván decide escribir su encuentro con Ramón Mercader, asesino de Trotski, aunque él no lo supiera en un primer momento.
La estructura de la novela va, pues, entrelazando los capítulos protagonizados por cada uno de esos tres amantes de los perros que tienen en común más que su devoción por los animales. Si la historia de Iván está contada en primera persona, la de Mercader y Trotski está narrada en tercera persona omnisciente y con una pulcritud y una exactitud que parece un detalladísimo libro de historia en vez de una novela. La realidad y la ficción, la Historia y la literatura van, pues, de la mano en esta novela y mezclan sus caminos para dar lugar a una gran obra.
Precisamente esa historicidad de la novela, el carácter objetivo de la narración y su tono, natural pero solemne, sabedor de que está contando uno de los grandes hechos del siglo XX y descubriendo la vida de uno de los personajes más importantes del siglo pasado, me han llamado muchísimo la atención y creo que son una de las claves de la novela. Le concede una gran credibilidad y concuerda a la perfección con la trascendencia de los personajes y los hechos narrados.
Padura aprovecha la excusa de hablar del encuentro de estos dos amantes de los perros para ahondar (con gran acierto) en las grandes ideologías y en su perversión, en cómo a veces lo que suena bien en el papel se ensucia en la práctica, cuando hombres con virtudes y defectos lo llevan a la práctica. Así, reflexiona sobre el comunismo, cómo se vivió (o se sigue viviendo), cuáles fueron las diferencias entre distintos país (Rusia, España y Cuba), cómo han evolucionado a lo largo de los años y qué ha sido de sus premisas. Una interesantísima reflexión llena, en este caso, de sueños rotos, de órdenes cumplidas, de cierta dosis de cinismo, de mentiras y verdades a medias, de mucha crueldad (en algunos casos) y de una profunda desilusión.
El autor cubano profundiza, así, en el análisis de lo ocurrido durante buena parte del siglo XX en diferentes puntos geográficos y a distintos protagonistas pero que todos tiene en común tanto la ideología como su amor por los perros. Una buena metáfora de lo más grande y lo más pequeño, lo más trascendente y lo más trivial; opuestos con los que Padura juega a lo largo de toda la novela.
En definitiva, una novela con mucha enjundia y mucha reflexión, que recrea momentos cruciales de la historia, que une la ficción y la realidad, lo trascendente y lo cotidiano y que está tan llena de sentimientos como de razones. Un gran hallazgo, sin duda.
NOTA ACLARATORIA: me gustaría aclarar, viendo algunos de los comentarios que está recibiendo esta reseña, que no se trata de una novela negra. La incluyo en la Yincana Criminal porque, según sus organizadoras, "el único requisito ineludible es que en la trama de las novelas que reseñemos se produzca un crimen que afecte directa o indirectamente al argumento". En este caso, está claro que un crimen afecta directísimamente al argumento. De hecho, el argumento se construye en torno a ese crimen. Pero en ningún caso hay una investigación policial ni nada que se le parezca. Como digo en la reseña, es una novela más histórica que negra, una novela testimonial, una reconstrucción literaria de un hecho histórico.
Dicen que El hombre que amaba a los perros es su mejor novela. A mí, desde luego, me ha parecido una grandísima novela, casi casi enciclopédica, bien escrita y que mantiene la intriga a pesar de que el final es más que conocido, lo cual no me parece nada fácil, dicho sea de paso. Padura consigue meterte en esta historia que une a tres hombres que aman a los perros: Trostki, Ramón Mercader e Iván, escritor intermitente e irregular, con problemas de conciencia y, actualmente, veterinario a tiempo casi completo. Él es la voz narrativa a través de la que escuchamos tanto su propia historia como la de Trotski y la de Ramón Mercader: como bien se explica en la sinopsis, tras la muerte de su mujer, Iván decide escribir su encuentro con Ramón Mercader, asesino de Trotski, aunque él no lo supiera en un primer momento.
La estructura de la novela va, pues, entrelazando los capítulos protagonizados por cada uno de esos tres amantes de los perros que tienen en común más que su devoción por los animales. Si la historia de Iván está contada en primera persona, la de Mercader y Trotski está narrada en tercera persona omnisciente y con una pulcritud y una exactitud que parece un detalladísimo libro de historia en vez de una novela. La realidad y la ficción, la Historia y la literatura van, pues, de la mano en esta novela y mezclan sus caminos para dar lugar a una gran obra.
Precisamente esa historicidad de la novela, el carácter objetivo de la narración y su tono, natural pero solemne, sabedor de que está contando uno de los grandes hechos del siglo XX y descubriendo la vida de uno de los personajes más importantes del siglo pasado, me han llamado muchísimo la atención y creo que son una de las claves de la novela. Le concede una gran credibilidad y concuerda a la perfección con la trascendencia de los personajes y los hechos narrados.
Padura aprovecha la excusa de hablar del encuentro de estos dos amantes de los perros para ahondar (con gran acierto) en las grandes ideologías y en su perversión, en cómo a veces lo que suena bien en el papel se ensucia en la práctica, cuando hombres con virtudes y defectos lo llevan a la práctica. Así, reflexiona sobre el comunismo, cómo se vivió (o se sigue viviendo), cuáles fueron las diferencias entre distintos país (Rusia, España y Cuba), cómo han evolucionado a lo largo de los años y qué ha sido de sus premisas. Una interesantísima reflexión llena, en este caso, de sueños rotos, de órdenes cumplidas, de cierta dosis de cinismo, de mentiras y verdades a medias, de mucha crueldad (en algunos casos) y de una profunda desilusión.
El autor cubano profundiza, así, en el análisis de lo ocurrido durante buena parte del siglo XX en diferentes puntos geográficos y a distintos protagonistas pero que todos tiene en común tanto la ideología como su amor por los perros. Una buena metáfora de lo más grande y lo más pequeño, lo más trascendente y lo más trivial; opuestos con los que Padura juega a lo largo de toda la novela.
En definitiva, una novela con mucha enjundia y mucha reflexión, que recrea momentos cruciales de la historia, que une la ficción y la realidad, lo trascendente y lo cotidiano y que está tan llena de sentimientos como de razones. Un gran hallazgo, sin duda.
Incluyo este libro en los siguientes retos:
- Reto Genérico: 29 (1/3 histórico-pasado reciente)/40
NOTA ACLARATORIA: me gustaría aclarar, viendo algunos de los comentarios que está recibiendo esta reseña, que no se trata de una novela negra. La incluyo en la Yincana Criminal porque, según sus organizadoras, "el único requisito ineludible es que en la trama de las novelas que reseñemos se produzca un crimen que afecte directa o indirectamente al argumento". En este caso, está claro que un crimen afecta directísimamente al argumento. De hecho, el argumento se construye en torno a ese crimen. Pero en ningún caso hay una investigación policial ni nada que se le parezca. Como digo en la reseña, es una novela más histórica que negra, una novela testimonial, una reconstrucción literaria de un hecho histórico.