Título: Cuentos mínimos
Autor: Pep Bruno
Ilustrador: Goyo Rodríguez
Editorial: Anaya
Género: microcuentos
Páginas: 64
Publicación: 30/04/2015
ISBN: 978-84-678-7137-1
Cuentos que primero fueron tuits, ¿o son tuits que quisieron convertirse en cuentos? En cualquier caso, una recopilación de historias condensadas en unas pocas líneas que harán volar la imaginación del lector mucho más allá de sus páginas y de la red social en la que nacieron.
"El abuelo pidió que sus cenizas fueran esparcidas por la casa. Desde entonces nos da no-sé-qué barrer o limpiar. Fue su mejor regalo".
Pep Bruno lleva cinco años escribiendo (todos los días, que se dice pronto) un microcuento a través de Twitter (es decir, ajustado al número de caracteres que la red social permite en cada mensaje, que ya es reto) con el hashtag #CuentoPB. Si no has tenido la oportunidad de leer ninguno, te recomiendo que busques ese tag en Twitter y lo hagas; te aseguro que la búsqueda va a merecer la pena. Y no solo porque sea curioso o complicado o alucinante que se pueda escribir un cuento diario de esas dimensiones sino porque, además, los microcuentos de Pep son fantásticos: bien escritos, contundentes, con su punto de humor o de sorpresa, con su mensaje y su poesía. Un trabajo de diez.
Fruto de ese esfuerzo es este librito (¡cómo me hubiera gustado que fuera más gordo!) publicado hace ya dos años en el que se recogen algunos de esos cuentos tuit. En ellos podemos ver todo lo que he dicho antes: la capacidad de Bruno para sorprender, para hacer pensar, para sugerir, para evocar, para permitirnos recordar, para imaginar, para conseguir esbozar una sonrisa en nuestras bocas, para construir poesía en 140 caracteres o para hacernos soñar. En definitiva, para lograr la magia de la literatura pero en un formato condensado más concentrado que las pastillas de caldo de pollo.
En total, el libro nos regala 50 historias, unidas de dos en dos por un mínimo hilo argumental, por alguna referencia, por el contexto, por el tema o por la ambientación pero, sobre todo, enlazadas gracias a la fabulosa labor de Goyo Rodríguez como ilustrador de unos cuentos tan maravilloso. Tampoco era fácil el reto de integrar dos microcuentos en una sola ilustración y él lo logra y lo hace, además, manteniendo el clima mágico que crea Bruno con sus cuentos. Aunque, para ser exactos (y aunque la ilustración vaya después del cuento en cuanto a su momento de creación), Rodríguez abre la puerta de la magia con sus ilustraciones (lo primero que vemos cada página) y Bruno nos lleva de la mano por ese mundo particular, bello, realista, onírico o poético creado por él a través de sus microrelatos.
Publicada por Anaya, la obra está recomendada para lectores de a partir de 10 años pero creo necesario advertir que no se trata de una creación infantil. Los cuentos de Bruno no tienen edad y pueden ser consumidos en cualquier etapa de la vida, aunque la editorial considere que a partir de los diez años es un buen momento para empezar a hacerlo.
En definitiva, una obrita espectacular que se degusta en nada pero a la que gusta volver de ver en cuando para paladear y para recrearse en la propuesta creativa y literaria que nos regala.
Nos seguimos leyendo.
Fruto de ese esfuerzo es este librito (¡cómo me hubiera gustado que fuera más gordo!) publicado hace ya dos años en el que se recogen algunos de esos cuentos tuit. En ellos podemos ver todo lo que he dicho antes: la capacidad de Bruno para sorprender, para hacer pensar, para sugerir, para evocar, para permitirnos recordar, para imaginar, para conseguir esbozar una sonrisa en nuestras bocas, para construir poesía en 140 caracteres o para hacernos soñar. En definitiva, para lograr la magia de la literatura pero en un formato condensado más concentrado que las pastillas de caldo de pollo.
En total, el libro nos regala 50 historias, unidas de dos en dos por un mínimo hilo argumental, por alguna referencia, por el contexto, por el tema o por la ambientación pero, sobre todo, enlazadas gracias a la fabulosa labor de Goyo Rodríguez como ilustrador de unos cuentos tan maravilloso. Tampoco era fácil el reto de integrar dos microcuentos en una sola ilustración y él lo logra y lo hace, además, manteniendo el clima mágico que crea Bruno con sus cuentos. Aunque, para ser exactos (y aunque la ilustración vaya después del cuento en cuanto a su momento de creación), Rodríguez abre la puerta de la magia con sus ilustraciones (lo primero que vemos cada página) y Bruno nos lleva de la mano por ese mundo particular, bello, realista, onírico o poético creado por él a través de sus microrelatos.
Publicada por Anaya, la obra está recomendada para lectores de a partir de 10 años pero creo necesario advertir que no se trata de una creación infantil. Los cuentos de Bruno no tienen edad y pueden ser consumidos en cualquier etapa de la vida, aunque la editorial considere que a partir de los diez años es un buen momento para empezar a hacerlo.
En definitiva, una obrita espectacular que se degusta en nada pero a la que gusta volver de ver en cuando para paladear y para recrearse en la propuesta creativa y literaria que nos regala.
Nos seguimos leyendo.
Incluyo este libro en los siguientes retos:
- Reto 100 libros: 84/100
- Reto Genérico: 36 (1/2 relatos)/40