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viernes, 17 de febrero de 2017

"Los trabajos de Persiles y Sigismunda", de Miguel de Cervantes:

 Durante el año pasado, quise aprovechar el aniversario de la muerte de Cervantes para ponerme al día con su obra. Entre los títulos que leí estaba este, que reseñé para Anika entre Libros y hace unas semanas y que ahora traigo hasta el blog.


Título: Los trabajos de Persiles y Sigismunda
Título Original: (Los trabajos de Persiles y Sigismunda, 2016)
Editorial: Penguin Clásicos
Colección: Penguin clásicos
Copyright:
© Introducción, edición y apéndices: Isabel Lozano-Renieblas, 2016
© Penguin Random House Grupo Editorial, S.A.U., 2016
Edición: 1ª Edición: Febrero 2016
ISBN: 9788491051640
Tapa: Blanda
Etiquetas: aventuras, clásicos, amor, intriga, literatura española, novela, viajes, alegorías, novela bizantina
Nº de páginas: 496

Argumento:
Periandro y Auristela se hacen pasar por hermanos mientras viajan por medio mundo, corren aventuras y conocen a personajes de lo más singulares. Solo al final descubriremos quiénes son en realidad, cuál es el vínculo que los une y el porqué de todas sus peripecias.

Opinión:

Si con "El QuijoteCervantes escribió una novela de caballerías que superaba a todas las demás novelas de caballería y que utilizaba todos sus tópicos y convenciones para dinamitar el género desde dentro y crear una suerte de parodia mágica e inmortal, algo parecido hace con "Los trabajos de Persiles y Sigismunda": elige un género en el que enmarcar su obra y luego hace y deshace tópicos y códigos hasta conseguir una novela que supera a todas las demás de su género. Incluso, a todas las demás de su producción, al menos desde el punto de vista del propio autor que siempre consideró que esta, publicada en 1617, era su mejor obra.
Como bien explica Isabel Lozano-Renieblas en la introducción que abre la obra, Cervantes rehízo la novela bizantina o de aventuras para conseguir algo que va más allá de ella y que, por lo tanto, se ha leído de forma muy diferente a lo largo de los siglos. De hecho, más allá de las aventuras que corren y de los personajes con los que se van encontrando y cuyas historias van descubriendo a medida que avanza el viaje, se puede hacer una lectura alegórica, simbólica, llena de significados diferentesa lo explicitado en el  texto a lo largo de toda la obra.
El autor alcalaíno se sirve de convenciones propias del género, como la sucesión de peripecias, el viaje, los peligros, las pruebas, etcétera para crear una novela diferente, que tiene un hilo conductor subyacente (cuya intriga irá siendo desvelada poco a poco) pero que también mantiene una de las características más típicamente cervantinas: el hecho de que los protagonistas se vayan cruzando en su camino con toda suerte de personajes que les van contando sus historias, de manera que, en el fondo, la novela es una suerte de cuento enmarcado (de novela enmarcada, dada su amplitud) en el que la trama principal se va enriqueciendo con montones de subtramas que tienen interés e importancia desde que aparece el personaje que las protagoniza hasta que este desaparece.
Esta característica también da pie a otro de los elementos que más me han llamado la atención de la novela: las aventuras no son vividas, son narradas. Es decir, no vives la aventura con el personaje (algunas sí, pero muchas no) sino que es el personaje el que, a posteriori, cuenta la peripecia en la que se vio envuelto. De esta manera, se deja ligeramente a un lado la inmediatez y la tensión de lo que se está viviendo en el momento y se añade un poso de reflexión y análisis de lo ocurrido.

Así pues, Cervantes vuelve a ofrecernos una novela redonda, magnífica, intricada y llena de peripecias que demuestra su don como narrador y, sobre todo, como innovador literario. Una auténtica joya.

    Enlace a la reseña original.
   Nos seguimos leyendo.

jueves, 23 de octubre de 2014

"Los habitantes del bosque", de Thomas Hardy: pasión, razón y naturaleza

  Prometo que no ha sido algo intencionado, pero esta parece la semana de Impedimenta en mi blog. Claro que tampoco me importa, me parece que tiene tanta calidad lo que hacen... Si el martes reseñaba Max y Mortiz, hoy le toca a Los habitantes del bosque, reseña que elaboré para Anika entre Libros  que hoy traigo hasta mi blog.


Los habitantes del bosqueTítulo: Los habitantes del bosque Título Original: (The Woodlanders, 1887) Autor: Thomas Hardy Editorial: Impedimenta

Copyright:
© Editorial Impedimenta, 2012
Postfacio de Roberto Frías
Traducción: Roberto Frías Edición: 1ª Edición, Diciembre 2012 ISBN: 9788415130444 Tapa: Blanda Etiquetas: drama, novela dramática, época victoriana, literatura inglesa, novela, novela dramática, realismo, tragedia Nº de páginas: 452

Argumento:

Tras recibir una esmerada educación, Grace regresa a su pueblo, donde está esperando el hombre con el que su padre desea desposarla. Pero Grace tiene, ahora, poco que ver con el resto de los habitantes de su lugar de origen y siente que su formación intelectual la aleja demasiado de la rudeza de Giles, su enamorado. Por eso, fijará sus ojos en un joven doctor recién llegado, con el que sí cree tener más afinidades, sobre todo intelectuales. Sin embargo, no se puede poner riendas al corazón y la inteligencia o la educación no parecen ser los componentes primordiales en las decisiones y elecciones del ser humano.


Opinión:


  Si una novela pudiera definirse con un pequeño puñado de palabras, sin duda las que mejor retratarían ésta serían pasiones, razones y naturaleza. Porque Thomas Hardy nos habla de una vorágine de sentimientos y pasiones que cambian, viran y evolucionan enmarcadas en el entorno rural y natural que le brinda un bosque que llega a convertirse en un personaje más. Las pasiones y compromisos sentimentales que darán lugar a la tragedia (o las tragedias) aquí narradas comienzan mucho antes de que se inicie la novela, cuando el señor Melbury, padre de Grace, cortejó y enamoró a la que luego sería su primera mujer y madre de la joven, ganándose su afecto en detrimento del padre de Giles Winterborne. Melbury hace gala en toda la novela de unas convicciones morales y éticas que, no obstante, fluctúan y acaban desmoronándose tras los vaivenes sentimentales descritos a lo largo de las páginas de esta novela, inédita hasta el momento en España. Tales convicciones le dictaban que, para resarcir el daño que un día pudo causar al padre de Giles, debe permitir que éste se case con su propia hija. Pero el maderero ha invertido tanto esfuerzo, tiempo y dinero (algo en lo que hace hincapié en numerosísimas ocasiones) en la educación de Grace, que su convicción empieza a tambalearse y comienza a creer que ella es superior a él, que merece mucho más, que sobre los cimientos de su formación, Grace puede construir un edificio mucho mejor, más alto, más ambicioso, puede aspirar a más, incluso, a subir peldaños en un escalafón social constantemente presente y aludido en toda la novela. Ella misma dudará, una vez que regresa al pueblo, de la conveniencia del matrimonio con un hombre tosco y rudo, rural, que pese a profesarle un amor incondicional, no cumple con sus expectativas intelectuales.
  Las dudas del padre, la sumisión social y familiar de Grace hacia él y los cálculos en busca de un ascenso social conducirán a los personajes a una serie de acercamientos y alejamientos sentimentales que no pueden más que acabar en tragedia. Más bien, en tragedias, en plural, porque varios de los implicados no saldrán indemnes del envite del amor.
  Más allá de la trama presentada por el autor, llena de recovecos, de idas y venidas, de dudas, de compromisos rotos, de anhelos defraudados y de sentimientos volátiles, "Los habitantes del bosque" propone una reflexión sobre varios temas cuya visión ha ido cambiando a lo largo de las décadas, hasta el punto de que hoy pueden parecernos muy alejados de la realidad que vivimos actualmente (aunque, en cierta medida, continúen activos): el afán por el ascenso social, la rígida estratificación social, la rudeza del campo frente al refinamiento de la ciudad, la superioridad de quien recibe una determinada educación, la sumisión de la mujer o su concepción como bien transaccional… El hecho de que Hardy tratase algunas de estas cuestiones en la novela provocó el rechazo de la crítica en su época, tal y como explica Roberto Frías en un postfacio que habla de la literatura del autor, de sus obras, de lo defraudado que se sintió por la creación narrativa y de su viraje hacia la poesía, entre otras cuestiones de interés relacionadas con el libro.
  Todo este universo de sentimientos tan pronto correspondidos como repudiados se enmarca en un bosque ubicado en el territorio imaginario de Wesexx y que está constantemente presente en la novela, ya sea como contexto en el que se mueven los personajes, como medio de subsistencia de mucho de ellos, como objeto de contemplación, como refugio, como peligro… El bosque y sus habitantes son copiosamente descritos con precisión y variedad: el autor pinta con palabras, va añadiendo elementos, tonalidades y detalles hasta poner ante los ojos del lector el fresco que quiere que éste vea. Las descripciones, pues, abundan en la novela, retardando la acción en ocasiones o configurándose como parte fundamental de lo explicado, en otras.
   Los propios personajes son tratados, en muchos casos, como meros habitantes del bosque, asimilados en importancia con los animales y, sobre todo, con los árboles y la vegetación. Unos personajes, en cualquier caso, extraordinariamente bien dibujados, sobre todo en lo que a las fluctuaciones de su corazón y su cabeza se refiere, siendo paradigmático, en este sentido, el señor Melbury. Hardy echa mano de un peculiar recurso para referirse a los personajes cuando habla de ellos, sobre todo, en su primera aparición: en vez de hacer la presentación oficial al lector utilizando su nombre y apellido o su profesión o su relación con otro personaje ya conocido, el autor opta por mantener el misterio durante algunos párrafos, hablando de "una chica" o "un jinete" o "un hombre", fijando el foco de atención del lector en él pero retardando el momento de desvelar quién es y qué hace en ese momento.
  La misma técnica narrativa es utilizada, en ocasiones, para ralentizar la acción, para parar el desarrollo de los acontecimientos, incluyendo una nota de misterio que cautive al lector y mantenga su atención. En ocasiones, esboza algo que va a ocurrir y, acto seguido, cambia el foco de la narración o, incluso, adelanta hechos que ocurrirán bastante tiempo después. Otras veces, el narrador omnisciente cuenta el mismo acontecimiento desde diferentes puntos de vista (moviéndose en el tiempo, pues, a su antojo), completando la visión del lector sobre un mismo suceso y, por lo tanto, ofreciéndole todos los elementos necesarios para formar el puzle argumental final.
   El estilo literario del autor se completa con una inmensa cantidad de referencias de todo tipo (artísticas, mitológicas, literarias, científicas, filosóficas…) que complican la aprehensión global del texto. Para facilitar el camino al lector, Roberto Frías salpica la novela de útiles y ricas notas a pie de página que van explicando las referencias y alusiones incluidas en el texto. Estas referencias, junto con las numerosas descripciones y una prosa ampulosa en ocasiones, hacen que la narrativa de Hardy no sea fácil, pero consiguen que novelas como ésta sean una auténtica obra de arte, cuidadosamente labrada y finamente expuesta.
En definitiva, una obra exigente pero extraordinariamente elaborada, que ahonda en las pasiones del ser humano, la volatilidad de los sentimientos y la búsqueda de una felicidad que compagine mente y corazón.
  
   Enlace a la reseña original.
   Nos seguimos leyendo.

martes, 21 de octubre de 2014

"Max y Mortiz. Una historieta en siete travesuras", de Wilhelm Busch: un clásico alemán sorprendente

http://impedimenta.es/libros.php/max-y-moritz


Título: Max y Moritz. Una historieta en siete travesuras

Autor: Wilhelm Busch
Editorial: Impedimenta
Género: cuento, humor, clásicos
Páginas: 72
Publicación: Febrero 2012
ISBN: 978-84-15130-95-6

Max y Moritz está considerado uno de los cuentos más famosos y divertidos del mundo. Trufado de humor negro, y escrito en rimas en 1865, narra las siete fatídicas travesuras de los malvados Max y Moritz, antecedentes de todas y cada una de las parejas maléficas del cómic moderno, y precursores de la historieta literaria más gamberra. De la maldad del dañino dúo no se libra nadie. Viudas, maestros, gallos y gallinas, sastres, pasteleros y tíos carnales. Todos ellos caerán irremisiblemente bajo el tremebundo azote de sus crueles tropelías.
   "Mira, ven, que acabo de catalogar un libro que creo que te va a gustar". Esas fueron las palabras de Alejandra, mi recomendadora bibliotecaria de cabecera. Y esas fueron las palabras que abrieron un camino a una sensación a caballo entre el humor y el repelús que surgió en cuanto empecé a leer este librito que se termina en un suspiro y del que no quería dejar pasar la oportunidad de hablarte.
    Porque es un libro que impacta. Impacta porque las siete travesuras que promete en la portada tienen tela. Son macabras, algunas bastante gore y muy fuertes para una sociedad tan edulcorada como la que habitamos hoy en día. De ahí el repelús y el continuo gesto de boca abierta que mantuve durante toda la lectura. Max y Moritz son pillos... pero muy pillos y las travesuras que llevan a cabo podrían ser consideradas vandalismo hoy en día e, incluso, me atrevería a decir que delito.
    También impacta porque cuando lo estás leyendo es imposible que no pienses en el Lazarillo, por la parte pícara y por algunas de las travesuras, pero también en Zipi y Zape. Además, la propia estética de la obra original, con un gran número de ilustraciones, también la acerca mucho al cómic. De hecho, ha sido considerada como una de las obras precursoras del cómic y la historieta moderna. Y no solo por las ilustraciones, también por su humor gamberro y bastante negro.
    Impacta, asimismo, porque se trata de una traducción del alemán en verso que trata de mantener no solo la rima sino también el ritmo trocaico original. Un trabajo solo aptos para virtuosos que borda Víctor Canicio (qué poco reconocemos la labor de los traductores y cuánto se lo curran casi siempre. Desde aquí, mi aplauso y mi admiración perpetua).
    E impacta porque es un clásico (tótem de la literatura infantil en Alemania) que continúa despertando la risa, que sigue poniendo al lector en el brete de reír o sentirse repugnado por lo que lee y porque resulta francamente agradable de leer. Una obra impactante y sorprendente que recomiendo. Así que gracias, Alejandra, por este nuevo descubrimiento.
     Nos seguimos leyendo.
   Incluyo este libro en los siguientes retos:
  •  Reto 100 libros: 88/100 
  

jueves, 16 de octubre de 2014

"Odisea", de Homero: el germen de tantas cosas

 Hace tiempo que leí la Odisea y publiqué la reseña en Anika entre Libros. Este verano he estado refrescando ligeramente la obra con la lectura del Ulises de Joyce, así que ya que la he recordado, la traigo también hasta el blog.

http://www.planetadelibros.com/odisea-libro-47909.html

Título: Odisea
Título Original: (ódýsseia, siglo vii a.c. aprox.)
Autor: Homero
Editorial: Austral

Copyright: © Espasa Calpe
Traducción de Luis Segalá y Estalella
Edición e introducción de Antonio López Eire
1ª Edición, Marzo 1999 ISBN: 9788467034615
Etiquetas: autores, clásicos, criaturas, dioses, épica, escritores, fantasía épica, fantástico, griegos, literatura griega, mágicas, mitología, mitos, seres mágicos

Argumento:

Odiseo regresa a Ítaca tras la conquista de Troya. Pero la vuelta al hogar se prolongará, debido a que ha ofendido a Poseidón y éste le enviará toda suerte de adversidades. Sin embargo, Odiseo, con la ayuda de los dioses y de su astucia, conseguirá vencerlas todas hasta llegar a Ítaca, 20 años después, donde encontrará a un nutrido grupo de pretendientes que esperan a que su esposa, Penélope, tome una decisión sobre cuál de ellos será el elegido para celebrar una nueva boda. Cuando Odiseo vea lo que los pretendientes han hecho con su casa, sus posesiones y su reputación, ideará, junto a su hijo, Telémaco, una terrible venganza.
 

Opinión:


   Decía Lúkacs que “la novela es la epopeya de un mundo sin dioses”, contraponiendo así dos formas básicas de la narración a la lo largo de la historia: la poesía épica (forma narrativa más antigua) y la novela (género más vital en la actualidad). Y no sólo sin dioses. Según otros críticos literarios, ni siquiera quedan héroes, dando por sentado que el héroe como tal ha desaparecido de la novela actual, poblada por personas normales, con problemas normales y vidas normales.
   Visto así, la Odisea es todo lo contrario a la novela actual. Es una historia de aventuras, de adversidades, de héroes, de dioses, de seres extraordinarios (cíclopes, sirenas, ninfas…), de castigos y premios divinos, de lealtades y fidelidades, de fe, de confianza, de perseverancia, de amor...
   La historia es de sobra conocida: Odisea narra la larguísima vuelta a casa de Ulises, tras la conquista de Troya (contada en La Iliada). Son 20 años de batallas, de peregrinaje, de aventuras, de vencer tempestades, monstruos y tentaciones a base de argucias y astucia (como la que demuestra frente a Polifemo, por poner sólo un ejemplo muy clarificador) y con la ayuda de los dioses. Lo bueno de esta epopeya es que la narración no es lineal, no acaba la guerra de Troya y vemos cómo Odiseo regresa a Ítaca, sino que el autor introduce un buen número de saltos temporales que mantienen la atención y, en ocasiones, relajan y retardan la acción, creando mayor interés. Así, en muchas ocasiones, pone la narración de la historia principal en boca del propio Odiseo, que cuenta de dónde viene y a dónde va a quienes le van dando cobijo en su viaje. Esta alternancia de tiempos y lugares se hace aún más patente en Canto XV, en el que el narrador llega a simultanear (dentro de la linealidad que exige toda narración) acciones, contando al mismo tiempo (de forma alterna) los pasos que da Telémaco y los que da Ulises en un determinado momento.
    Mientras Odiseo regresa, Penélope espera en casa, historia que ya se ha convertido en tópico, no sólo literario, sino cultural. De sobra es conocida la estratagema de retardar la decisión de tomar nuevo esposo con la excusa de acabar un tapiz que estaba realizando, tapiz que tejía de día y deshacía de noche. Su paciencia y, sobre todo, su fidelidad, son ya arquetípicos y hasta llegaron a ser virtudes fundamentales de la mujer en la realidad.
    Por su parte, Odiseo encarna, como hemos dicho, la astucia, la inteligencia, la fe en los dioses, la confianza en ellos y en quienes le van dando cobijo, la responsabilidad por los hombres a los que guía (aunque Poseidón le gane esta batalla), la fuerza, la valentía, el coraje y la sangre fría en la venganza. Es el héroe que protegió a sus hombres de las sirenas, que venció a Polifemo, que sucumbió ante Circe y ante Calipso para poder regresar a casa y que una vez allí tuvo la templanza suficiente para evitar ser reconocido y poder descubrir así si los pretendientes eran tan indignos como le había anunciado y qué siervos seguían siendo fieles o cuáles le habían traicionado.
   Como hemos dicho, la descripción de las aventuras de Odiseo corre a cargo del propio Odiseo y del narrador de la historia. Un narrador que utiliza con profusión las llamadas fórmulas de la voz narradora, típicas de la épica y huella de la oralidad de la que proceden. Así, abundan los epítetos épicos, esos recursos que aparecen siempre de la misma manera para referirse a un determinado personaje (Penélope, la divina entre las mujeres; Atenea, la deidad de ojos de lechuza, la Aurora de rosáceos dedos…).
    Más allá de las dudas que aún presenta la Odisea (sobre su composición, sobre si es realmente obra de Homero o de varios poetas a lo largo de los siglos, es más, se duda sobre si realmente Homero existió, entre otras cuestiones), no se le puede negar su valor literario y el ser el origen de buena parte de la literatura (mejor, de la cultura) actual. Mucho de lo que hoy somos (de lo que hoy vemos, leemos o escuchamos) se lo debemos a esta obra. Su influencia se ha prolongado a lo largo de los siglos y aún hoy continúa siendo fuente de inspiración continúa. Y ello, a pesar de que los dioses ya no moran entre nosotros.
  
   Enlace a la reseña original.
   Nos seguimos leyendo.

jueves, 24 de enero de 2013

"El marido más firme", de Lope de Vega: la actualización de un mito inmortal

     El curso pasado, el máster me dio la oportunidad de relanzar mis lecturas clásicas, sepultadas durante años por la avalancha de novedades. Entre los muchos clásicos que pude leer estaba esta obra de teatro de Lope de Vega, basada en la mitología y que bebe de las fuentes de autores imprescindibles de la Antigüedad, como Virgilio y Ovidio. Una lectura que aproveché para reseñar en Anika entre Libros.

EL MARIDO MAS FIRME (Edición e-book 2011)
(El marido más firme, 1625)
Felix Lope de Vega y Carpio

Editorial Linkgua
Colección Teatro

E-Book
© Red ediciones, S.L., 2011
1ª Edición, 2011

Género y tags: Teatro, comedia del Siglo de Oro, mitología, literatura española
ISBN: 9788498977097
140 Páginas

   
Argumento:

     Orfeo no cree en el amor hasta que conoce a Eurídice. Eurídice busca la interpretación al oráculo de Venus sobre su matrimonio: “breve, gustoso y perdido”. Cuando ambos se conozcan, Orfeo descubrirá el amor de verdad y Eurídice deseará que su premonición se refiera a que iba a conocer a su marido en breve, que iba a ser muy gustoso y guapo y que iba a perder su soledad. Sin embargo, será la peor interpretación a tal oráculo la que, finalmente, se cumpla. 

Opinión:

   El mito de Orfeo es uno de los pasajes de la mitología más conocidos y con más largo recorrido literario y artístico a lo largo de los siglos. A pesar de que en la Antigüedad griega ya se conocía y difundía, la primera obra escrita en la que aparece que conservamos se la debemos a los romanos. De hecho, fueron Ovidio y Virgilio quienes (en las Metamorfosis y en las Geórgicas, respectivamente) fijaron el canon de la historia: Orfeo y Eurídice están felizmente casados pero ella es mordida por una serpiente y fallece. Desesperado, Orfeo bajará a los infiernos para convencer a los dioses del Hades de que le dejan regresar a la tierra con ella. Su música y la firmeza de su amor les convencerán. Sin embargo, ponen una condición a Orfeo: no debe mirar hacia atrás durante el ascenso, sólo puede ver a su Eurídice una vez que hayan finalizado el viaje. Esta espera será demasiado larga para Orfeo: se volverá a mirarla antes de acabar la escalada y perderá a su esposa, esta vez, para siempre. 
  Según cuentan los autores (que introducen leves variaciones en el desarrollo de la historia central), después de este episodio Orfeo se refugiará en la música y en la poesía (es el patrón de tales artes) y rechazará todo contacto con cualquier mujer. De hecho, esta actitud ha hecho que sea considerado como el precedente de la homosexualidad e, incluso, de la pederastia. Este rechazo hará que acabe sus días muerto a manos de las mujeres que tan despreciadas se sentían por él. 

    Sobre esta materia mítica básica (ampliamente conocida en su época), Lope construye una comedia ajustada a su tiempo y al molde del género que él creó. Así, mezcla tragedia y comedia (cuando el mito original era eminentemente trágico), elimina los pasajes relacionados con su muerte y toda mención a la homosexualidad o la pederastia, humaniza a Orfeo (su divinización podría chocar con la doctrina cristiana imperante en la época) y lo convierte en símbolo del amor, de la fidelidad matrimonial y de la firmeza. De ahí el título de la obra. 
    Además, introduce numerosos personajes, ligándolos a los tipos característicos de la comedia. Así, si Orfeo será el galán y Eurídice, la dama, Aristeo (personaje que aparece en Virgilio pero no en Ovidio, culpable de la muerte de Eurídice ya que ésta es mordida por la serpiente mientras huye de él) será el poderoso y Orfeo tendrá un criado (Fabio) que encajará muy bien con el gracioso o figura del donaire, uno de los personajes más exitosos de la comedia áurea. 
    Junto a ellos, Lope incluye un nuevo personaje, Fílida, sobre el que hará caer todo el peso de la muerte de Eurídice, puesto que ella (enamorada de Orfeo) será la que urda la trama que acabará con el fallecimiento de la dama. Lo hará con la colaboración de Aristeo, en esta obra locamente enamorado de Eurídice, príncipe de Tracia, que se hace pasar por pastor para conquistarla. 
   Lope  también suma tramas y subtramas que enriquecen y enredan el mito original, como la relacionada con los celos o el tema del honor, dos cuestiones que no pueden faltar en la comedia del Siglo de Oro. De igual modo, también cuenta los antecedentes del matrimonio, presentando a un Orfeo que rechaza todo amor lujurioso y a una Eurídice que busca la solución al oráculo de Venus. En esta búsqueda, acudirá a Orfeo, famoso por desentrañar premoniciones, y ambos caerán localmente enamorados.
    Lope introduce todos estos argumentos con la maestría que le caracteriza, ligándolos con solidez y coherencia, haciendo gala del buen hacer que le convirtió en uno de los mejores dramaturgos de la literatura española. 
    Sólo el final queda un poco inconsistente: tras el regreso de Orfeo del infierno, éste arregla las bodas entre Fílida y Aristeo y Fabio (que durante toda la obra había estado enamorado de Fílida) con Dantea, una pastora de Tebas. No podía haber final sin boda… aunque en este caso la solución parezca precipitada y poco justificada, tal y como se ha ido desarrollando la historia. 
    Pero ese final no resta ni un ápice de calidad al resto de la comedia, con grandes parlamentos referidos al amor, a las diferentes maneras de amar, al compromiso, a los celos… y también a la lucha por el amor no correspondido. En definitiva, un catálogo de sentimientos de lo más humano, alejados de los héroes y los dioses de la mitología original. 
    Lope adapta con talento y maestría un mito de todos los tiempos. Y lo hace humanizándolo, completándolo con los componentes característicos de la comedia que él creó y actualizándolo con giros y comentarios críticos o humorísticos referidos a su época hasta completar una obra que conserva la materia mítica original, pero que aporta más. Mucho más.
   Enlace a la publicación original en Anika entre Libros. 
   Nos seguimos leyendo.

jueves, 29 de noviembre de 2012

"La República", de Platón: una organización social diseñada hasta el más mínimo detalle

    Hoy recupero, de entre todas las reseñas que he ido escribiendo para Anika entre Libros, un clásico... pero clásico de verdad: La República de Platón. Era una de las lecturas obligatorias para una asignatura deel máster, teníamos que hacer un trabajo reflexivo sobre las organizaciones sociales y los grandes pensadores que habían aportado sus puntos de vista. Especialmente, teníamos que  establecer un estudio comparativo entre La República y Utopía, de Tomas Moro. Me encantaron las lecturas (aunque este lo leí en la playa y los alemanes me miraban un poco raro) y me gustó mucho hacer el trabajo. Esta es mi impresión sobre una gran obra.

LA REPÚBLICA O EL ESTADO
(Πολιτεία, Politeia,395-370 a.C.)

Platon


Editorial Austral
Colección Clásica

© Miguel Candel, 2011
© Patricio de Azcárate Corral, 2011
© Austral, 2011
Traducción de Patricio de Azcárate Corral
1ª Edición, Mayo 2011

Género y tags: Ensayo, política, estado ideal, organización social, utopía, filosofía, Antigüedad clásica, literatura griega

ISBN: 9788467036589

432 Páginas

 
 
Argumento:

    En La República, una de sus obras más importantes, Platón expone la organización social y política de lo que él considera que sería el Estado ideal. Partiendo del análisis de qué es la justicia y quién es más feliz, si el hombre justo o el injusto, Platón utiliza la clásica forma del diálogo para desgranar todos los aspectos que contribuyen a instaurar un régimen capaz de convertir a cualquier ciudad en la ciudad perfecta.

Opinión:

   Son muchos los autores que, desde una ideología u otra, en un momento histórico u otro, desde una perspectiva social, política, económica, etc. han buscado el diseño teórico de la ciudad perfecta. Una ciudad en la que reine la armonía, cada uno ocupe su lugar y en la que todos puedan ser felices. Platón lo hizo en La República, una de sus obras más importantes, en la que esboza las pautas principales capaces de configurar el Estado ideal.
     Nada escapa a la estructura social y política diseñada por Platón. En los diez libros que desarrollan su teoría sobre el Estado perfecto (la “ciudad saludable”, “ciudad feliz”, o “ciudad dueña de sí misma”, tal y como las irá denominando a medida que vaya avanzando su análisis), el filósofo va exponiendo la organización de todos los aspectos relacionados con la distribución social y política, la jerarquía de las ciencias, la configuración del sistema y currículo educativo… A través de la forma literaria del diálogo, conducido por Sócrates, Platón va dando forma a una ciudad en la que la felicidad es el fin. Pero no se trata de una felicidad individual, o una felicidad de todos y cada uno de los ciudadanos. Se trata de una felicidad general, colectiva, en la que algunos tendrán que sacrificarse por el bien de la comunidad.
     Platón estructura la sociedad dividiéndola en tres clases: los hombres de oro (los gobernantes), los de plata (auxiliares) y los de bronce y hierro (artesanos, labradores…). A pesar de la fuerte estratificación social, existe una cierta permeabilidad que permite pasar de una clase a otra. Por eso, dice Sócrates, los gobernantes tendrán que vigilar que si un niño con alma de plata nace en una familia de bronce (por poner un ejemplo) sea reconducido al lugar al que pertenece.
     Para Platón, el gobierno de la ciudad ha de quedar en manos de filósofos, quienes, por su formación, su alejamiento de los vicios, su amor a la verdad y a la esencia de las cosas y su eterno afán por aprender, pueden conducir de forma más correcta los designios de los ciudadanos. Aun así, Platón advierte que aquel filósofo que realmente lo sea, se negará, al menos en principio, a verse relacionado con la política.
     La base de toda la felicidad social se encuentra en la educación. Una buena educación evita un gran número de leyes, puesto que es capaz de moldear hombres íntegros que saben cómo deben actuar en cada momento. Por eso, Platón concede gran importancia al diseño de los planes educativos, estableciendo claramente qué disciplinas deben ser estudiadas y hasta configurando un calendario de estudio en el que cada ciencia tiene su edad idónea para ser aprendida. Así, por ejemplo, la dialéctica no debe ser enseñada hasta los 30 años. Como norma general, la educación debe desarrollar el cuerpo y la mente, de manera que la gimnasia y la música se convierten en dos áreas de aprendizaje fundamentales. En cuanto al método pedagógico, Platón apuesta por un enseñanza basada en el juego que ayude a los más pequeños a formarse de una forma que resulte atractiva para ellos.
     Para velar por el bien de toda la sociedad, Platón establece una clase social diferente, objeto de amplio estudio y debate durante la obra: los guardianes. Los guardianes pueden ser hombres y mujeres (tras un largo intercambio de opiniones, Sócrates y sus compañeros de diálogo llegan a la conclusión de que hombres y mujeres sólo difieren que unos fecundan y otras alumbran), deben poseer una amplia y específica formación (bien detallada en las páginas de la obra), no poseen nada (abogando por un colectivismo que deroga la propiedad privada y que evita cualquier tipo de conflicto en este sentido –tanto la riqueza como la pobreza corrompen el alma humana, sentencia Platón-), no pueden casarse (el matrimonio está prohibido entre ellos, las mujeres y los niños también forman parte de ese colectivismo, de tal forma que todos los niños son considerados hijos de todos y a todos compete su educación, vigilancia y formación como futuros guardianes) y su tarea fundamental será salvaguardar tanto la ley como la costumbre. Para el filósofo griego será fundamental preservar a los que sean genéticamente superiores. Por eso, aquellos guardianes que demuestren más coraje y valía no sólo obtendrán reconocimientos públicos sino que tendrán preferencia a la hora de elegir pareja.
     En la parte final de la obra, una vez trazadas las pautas que darán lugar al Estado ideal, Platón analiza otros regímenes políticos que no son sino una degradación de éste. Así, ni la timocracia o timarquía (régimen de los ambiciosos), ni la oligarquía (régimen de los ricos), ni la democracia, ni la tiranía constituyen buenas organizaciones políticas. Para Platón, la libertad es fuente de todo mal y no conduce más que a una esclavitud mayor. La libertad lleva al libertinaje, a la anarquía, al desenfreno y a la desvergüenza. Y es que, para el filósofo, todo lo que nace no puede por menos que corromperse, por lo que será vital la vigilancia del Estado y la organización milimétrica de sus componentes.
     Como puede verse, buena parte de los grandes temas de Platón aparecen en La República, obra de madurez del filósofo. Desde la relación de la justicia y la felicidad; el bien, la belleza y la virtud y la oposición entre ciencia y apariencia, hasta mitos tan conocidos como el de la caverna, la obra compendia gran parte del saber platónico.
    La detallada descripción de la organización social y política del Estado ideal enlaza esta obra con la literatura utópica, con la diferencia fundamental de que ésta no es una novela, sino una obra filosófica con unos planteamientos ideológicos que Platón consideraba debían hacerse realidad.
     Desde la perspectiva que aporta el paso del tiempo y la evolución histórica, política y social que hemos vivido desde la Antigüedad griega, la obra de Platón no deja de sorprender. Sorprende la vigencia de algunos de sus planteamientos casi tanto como lo obsoleto de otros tantos. La esclavitud o la negación absoluta de la libertad al ciudadano son propuestas intolerables en nuestra sociedad actual. Y sin embargo, su análisis de los regímenes políticos no puede poner menos de recordar, hoy, a tantas democracias que se hacen llamar así pero que en realidad ocultan otros sistemas de organización, en los que el dinero o la economía pesan más que las personas y su libertad.
   Enlace a la publicación original en Anika entre Libros. 

   Nos seguimos leyendo.

jueves, 25 de octubre de 2012

"Utopía", de Tomas Moro: dibujando el Estado perfecto

  Hoy rescato de la web Anika entre Libros la reseña de un libro clásico, sorprendente y todavía útil (al menos, en algunos aspectos). Y, desde luego, un buen puñado de temas relacionados con la organización social y la convivencia humana sobre los que reflexionar.

  UTOPIA (Sobre un Estado perfecto o sea la isla de Utopía)
(De optimo statu rei publicae deque nova insula Utopía, 1516)

Tomas Moro

Editorial Planeta
Colección BackList Clásicos

© Edición y traducción, Joaquim Mallafrè Gavaldà, 2011
© Planeta, 2011
1ª Edición, Marzo 2011

Género y tags: novela, utopía, renacimiento, estado ideal, organización social, política, economía, literatura clásica, literatura inglesa

ISBN: 9788408101062

224 Páginas


Argumento:

  ¿Puede existir un lugar idílico, donde todos sus habitantes sean felices y mantenga una organización social, política y económica perfecta? ¿Qué haría falta para que ello ocurriese? Estas dos preguntas se responden a lo largo de Utopía, una descripción minuciosa y detallada del sistema organizativo de la isla del mismo nombre, donde no existe la propiedad privada y nadie está desprotegido.

Opinión:

   Utopía no es un sueño, ni una quimera, ni un imposible. Utopía es la búsqueda de una organización social, económica y política que garantice la felicidad a todos los integrantes de una sociedad. Fue Moro el que inventó el término, precisamente, en esta novela, aunque a lo largo de los siglos se ha cargado de un sinfín de significados. Con esta obra, Moro también instauró la estructura de un tipo de novela que bebe de las fuentes clásicas (Platón principalmente, pero no sólo; Moro era un humanista que hacía honor a tal calificativo) y que daría lugar a una larga tradición literaria que también iría evolucionando: con el paso del tiempo, a la pura descripción social se le unió el viaje hacia el lugar descrito; o se degradó la condición de felices de sus habitantes en las llamadas contrautopías o distopías, entre las que se cuentan obras tan famosas como 1984 o Un mundo feliz.
     Utopía  se divide en dos libros diferentes. En el primero, Moro traza una contextualización ideológica, política y sociológica sobre su tiempo en la que no faltan numerosas críticas tanto a la política de la época (incipiente colonialismo, absolutismo, conquista de América…), a la religión (es el tiempo de la Reforma luterana), a la organización social, la justicia… En definitiva, a todo aquello con lo que Moro no estaba de acuerdo en su realidad histórica y que atacó a través de la ficción. En este primer libro se nos presentará a Rafael Hitlodeo, viajante portugués que conoce la isla de Utopía y que será el encargado de describirla con todo lujo de detalles en el segundo libro. También la forma literaria varía: el Libro I está escrito en forma de conversaciones (al más puro estilo del diálogo platónico, aunque en este caso no se trata de un maestro y sus alumnos) mientras que el Libro II es una narración novelada. Como curiosidad histórica cabe señalar que la obra originalmente publicada sólo contenía el segundo de los libros. El primero se añadió con posterioridad.
     Moro describe, a través de la narración de Hitlodeo, una sociedad totalmente diferente a la occidental, donde es posible otro sistema de organización y producción y que, además, da como resultado la felicidad de todos los habitantes. El orden y el dirigismo más absoluto parecen ser las claves para conseguirlo. Un dirigismo que dicta desde el modo de vestir (incluso el número de prendas que posee cada uno) hasta la distribución de las horas del día, el aprovechamiento del tiempo de ocio y hasta el número de miembros por familia.
     Curiosamente, tal dirigismo no necesita más que de un pequeño puñado de leyes básicas. Tanto es así, que se suprimieron los abogados, cada utopiense acude al juez cuando lo necesita y se defiende a sí mismo.
     La base de la economía en Utopía es la agricultura. Todos los habitantes se dedican a ella (menos los más capacitados para el estudio, que son exonerados de las labores físicas) y la aprenden desde niños. Además, pueden instruirse en uno o varios oficios más. Cada familia está especializada en un oficio hasta el punto de que si uno de los niños de una familia quiere aprender un oficio diferente, será cambiado de núcleo familiar. Si un ciudadano es capaz de desempeñar con éxito varios oficios, podrá elegir como profesión el que más le guste, siempre y cuando la colectividad no necesite otra cosa.
     En Utopía no hay propiedad privada, todo es de todos. No hay pobres, no hay ricos. Los enfermos están perfectamente atendidos en los hospitales (incluso está permitida la eutanasia), hay guarderías para los niños menores de cinco años y protección para las personas discapacitadas. La comida es colectiva, en grandes comedores, en los que se lee mientras se toma el alimento. Acabada la comida, se celebran gratificantes tertulias.
     Todos los ciudadanos son iguales en Utopía. No hay clases sociales, no hay diferencias de sexos (aunque, hombre de su época, Moro no puede por menos que señalar que la naturaleza de la mujer es más débil e, incluso, defiende que el hombre pueda castigar a la mujer en caso de adulterio), no hay dinero, ni falta que les hace. Cada familia lleva al mercado su producción y toma lo que necesita. No hay trueque ni intercambio. Cada uno consume según sus necesidades.
     Las relaciones prematrimoniales están prohibidas (el castigo puede ser el celibato perpetuo) pero el divorcio está permitido. Las calles están perfectamente trazadas y cada casa tiene su propio jardín/huerta.
     Todo está regido, organizado, normativizado en Utopía. No hay lugar para la libertad, causante de todo mal social y principio del libertinaje. Hay un príncipe, elegido por los representantes de las familias, vitalicio, pero no gobierna. Lo hace un senado, claramente descrito por Moro.
Éstos son algunos de los rasgos que caracterizan la organización de la isla, una organización siempre sorprendente, unas veces para bien y otras… no tanto.
    Más allá del relato literario, Utopía abre el camino a la reflexión política, social y económica. El dirigismo y el aislamiento recuerdan peligrosamente a los regímenes totalitarios y de hecho hay muchos aspectos del sistema utópico que hacen chirriar los dientes a una occidentalita del siglo XXI como yo. Sin embargo, también recoge algunas propuestas que podrían contribuir a mejorar un mundo, el actual, en el que el dinero parece valer más que las personas. Muchos son los movimientos políticos o sociales que, a lo largo de los años, han tomado ideas del género utópico. Su puesta en práctica no ha tenido, hasta el momento, réplicas para esa eterna pregunta del comienzo: ¿es posible la felicidad social sistemática? Quién sabe si el futuro nos regalará la respuesta.

   He dejado los enlaces de otros libros citados porque me parecía que podían completar la información y aquí está el enlace a la publicación original en Anika entre Libros. 
    Nos seguimos leyendo
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