¡Por fin se hace Don Quijote con su añorado yelmo de Mambrino! O, bueno, lo que él cree que es el yelmo de Mambrino, aunque en realidad sea una bacía de barbero de purito latón. Pero para el caballero es de oro puro, así que no hay más que hablar. Solo decir 1) que menos mal que esta vez la aventura no le costó ningún diente o costilla rota y 2) que hay que alabar, una vez más, a Cervantes por la manera de ridiculizar a los protagonistas y tópicos de la literatura de caballería, aunque sea a través de su pobre Don Quijote, que suma sobre su escueto esqueleto ridículo tras ridículo.
Acabada la aventura, Sancho Panza da muestras de que, aunque no lo parezca, el hombre piensa. Y le hace ver a su amo que con lo poco que están sacando de esta forma de ser caballero, buscando la aventura tras cada esquina, que a lo mejor podían reconvertirse en caballeros de los que hacen la guerra para algún señor de bien, de esos que ganan un sueldillo fijo por aventura. A lo que Don Quijote responde que, claro, antes de eso hay que ganarse la fama (a poder ser increíble y por todo el universo, como esa a la que aspira nuestro protagonista), dicho lo cual... se deja llevar por su hiperfértil imaginación y nos hace partícipes de una historia caballeresca tradicional donde las haya. Y al pobre Sancho se lo vuelve a ganar soñando con él en hacerle conde.
Es interesante la referencia a las dos formas de abrirse camino en la vida de las que habla Don Quijote: naciendo en el nido adecuado para ello o labrando con esfuerzo cada paso que uno da en el camino. Contrapone, así, el modelo del que hereda sus cargos y títulos al de quien se los gana a fuerza de espada, como hizo el Cid.
Y dos reflexiones finales más que se me han pasado por la cabeza mientras leía el capítulo. La primera (es que como estoy compaginando la lectura de El Quijote con la de Juego de Tronos... pues me surgen puntos de confluencia cada dos por tres): el mérito que tiene George R. R. Martin al convertir la figura del enano, ridícula en toda la literatura de tipo medieval y en las novelas de caballería, como hemos visto en este capítulo, donde se hace mención del enano-bufón, en todo lo contrario, en el cerebro más brillante de toda la Corte, si no de los Siete Reinos. Una transgresión que me gusta. Y mucho.
Y dos, al hilo de la última frase del capítulo: Cervantes era un maestro de lo que hoy llamamos cliffhanger, de esos finales que nos dejan al borde del precipicio, con la curiosidad picándonos hasta hacernos caer... y seguir leyendo. Si es que está todo inventado...
Nos seguimos leyendo.Acabada la aventura, Sancho Panza da muestras de que, aunque no lo parezca, el hombre piensa. Y le hace ver a su amo que con lo poco que están sacando de esta forma de ser caballero, buscando la aventura tras cada esquina, que a lo mejor podían reconvertirse en caballeros de los que hacen la guerra para algún señor de bien, de esos que ganan un sueldillo fijo por aventura. A lo que Don Quijote responde que, claro, antes de eso hay que ganarse la fama (a poder ser increíble y por todo el universo, como esa a la que aspira nuestro protagonista), dicho lo cual... se deja llevar por su hiperfértil imaginación y nos hace partícipes de una historia caballeresca tradicional donde las haya. Y al pobre Sancho se lo vuelve a ganar soñando con él en hacerle conde.
Es interesante la referencia a las dos formas de abrirse camino en la vida de las que habla Don Quijote: naciendo en el nido adecuado para ello o labrando con esfuerzo cada paso que uno da en el camino. Contrapone, así, el modelo del que hereda sus cargos y títulos al de quien se los gana a fuerza de espada, como hizo el Cid.
Y dos reflexiones finales más que se me han pasado por la cabeza mientras leía el capítulo. La primera (es que como estoy compaginando la lectura de El Quijote con la de Juego de Tronos... pues me surgen puntos de confluencia cada dos por tres): el mérito que tiene George R. R. Martin al convertir la figura del enano, ridícula en toda la literatura de tipo medieval y en las novelas de caballería, como hemos visto en este capítulo, donde se hace mención del enano-bufón, en todo lo contrario, en el cerebro más brillante de toda la Corte, si no de los Siete Reinos. Una transgresión que me gusta. Y mucho.
Y dos, al hilo de la última frase del capítulo: Cervantes era un maestro de lo que hoy llamamos cliffhanger, de esos finales que nos dejan al borde del precipicio, con la curiosidad picándonos hasta hacernos caer... y seguir leyendo. Si es que está todo inventado...
Comentarios de otros capítulos:
- Capítulo I: Que trata de la condición y ejercicio del famoso hidalgo Don Quijote de La Mancha
- Capítulo II: Que trata de la primera salida que de su tierra hizo el ingenioso Don Quijote
- Capítulo III: Donde se cuenta la graciosa manera que tuvo Don Quijote de armarse caballero
- Capítulo IV: De lo que le sucedió a nuestro caballero cuando salió de la venta
- Capítulo V: Donde se prosigue la narración de la desgracia de nuestro caballero
- Capítulo VI: Del donoso y grande escrutinio que el cura y el barbero hicieron en la librería de nuestro ingenioso hidalgo
- Capítulo VII: De la segunda salida de nuestro buen caballero Don Quijote de La Mancha
- Capítulo VIII: Del buen suceso que el valeroso don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento, con otros sucesos dignos de felice recordación
- Capítulo IX: Donde se concluye y da fin a la estupenda batalla que el gallardo vizcaíno y el valiente manchego tuvieron
- Capítulo X: De lo que más le avino a Don Quijote con el vizcaíno y del peligro en que se vio con una turba de yangüeses
- Capítulo XI: De lo que le sucedió a Don Quijote con unos cabreros
- Capítulo XII: De lo que contó un cabrero a los que estaban con Don Quijote
- Capítulo XIII: Donde se da fin al cuento de la pastora Marcela, con otros sucesos
- Capítulo XIV: Donde se ponen los versos desesperados del difunto pastor, con otros no esperados sucesos
- Capítulo XV: Donde se cuenta la desgraciada aventura que se topó Don Quijote en topar con unos desalmados yangüeses
- Capítulo XVI: De lo que sucedió al ingenioso hidalgo en la venta que él imaginaba ser castillo
- Capítulo XVII: Donde se cuentan las razones que pasó Sancho Panza con su señor Don Quijote, con otras aventuras dignas de ser contadas
- Capítulo XIX: De las discretas razones que Sancho pasaba con su amor y de la aventura que le sucedió con un cuerpo muerto, con otros acontecimientos famosos
- Capítulo XX: De la más visto ni oída aventura que con más poco peligro fue acabada de famoso caballero en el mundo, como la que acabó el valeroso Don Quijote de La Mancha
No hay comentarios:
Publicar un comentario