Título: Respirar por la herida
Autor: Víctor del Árbol
Editorial: DeBolsillo
Género: Novela negra, misterio, suspense
Páginas: 528
Publicación: Mayo 2014
ISBN: 9788490329245
Una macabra y desgarradora historia sobre el amor, la pérdida, la venganza y la tragedia. El nuevo libro de Víctor del Árbol creará una profunda huella en el corazón del lector. Para Eduardo la vida no tiene sentido desde que perdió a su esposa y a su hija en un trágico accidente de coche. A partir de entonces, pasa los días inmerso en un estado depresivo, incapaz de cerrar la profunda herida que le atormenta. Abandonó la pintura y pasó de ser un artista respetado a convertirse en víctima del alcohol y la autocompasión. Pero su vida da un nuevo giro cuando recibe un encargo insólito. Gloria Tagger, una famosa violinista, le pide que pinte el retrato de Arthur Fernández, un rico empresario responsable de la muerte de su hijo y de otra niña. Él, tanto como Gloria, necesita comprender qué se esconde tras su rostro; averiguar qué siente, qué piensa y si se arrepiente. A cada pincelada, y a medida que cobra forma la obra, más supura la herida de Eduardo. Ha iniciado un viaje del que tal vez no podrá regresar...
La verdad es que me cuesta mucho abordar esta reseña. Sobre todo porque no quiero destripar nada de la tela de araña que Víctor del Árbol va tejiendo, en la que los personajes ejercen como nudos que van uniendo el entramado y en la que es fácil que el lector se quede pegado, como una inocente mosca que desconoce que la araña está al acecho, dispuesta a devorarla. Una araña que, en este caso, podría ser la tristeza, la reflexión sobre la maldad humana, sobre la venganza, el dolor de la pérdida, la muerte, la explotación, los baches de la vida que se vuelven insalvables o el rincón más oscuro y despiadado del alma humana. Una araña, pues, voraz capaz de dejar el corazón el lector seco, triturado, devorado, despanzurrado, desangrado... roto.
El universo que dibuja Del Árbol es tan oscuro que no es fácil ni entrar en él al principio de la novela ni salir de él cuando llegas al punto final. Pero lo bueno es que, en el camino, la novela muta, cambia, se transforma: lo que empieza siendo una historia de encuentros y desencuentros teñida de la terrible tristeza que provocan las heridas que siguen supurando (que supurarán para siempre) se convierte, a medida que avanzan las páginas y se va enredando la trama, en un angustia trepidante en la que todo va cobrando sentido. Y me refiero a un sentido literario: según vas leyendo descubres el entramado que ha orquestado el autor, el trabajo casi de orfebre que ha llevado a cabo para construir las piezas, pulir las aristas, enmarañar los nudos y hacer que, finalmente, todo encaje.
El otro sentido, el sentido que se refiere al significado de lo que ocurre, a su trascendencia, a su porqué creo que es imposible de aprehender. ¿Por qué el ser humano es como es? ¿Por qué esas ansias de poder, de romper límites, ese defender causas perdidas, no ver lo que está delante de sus ojos, amar hasta la locura, perder la razón y hacer perder la dignidad? ¿Por qué?
Y poco más puedo decir sobre la novela. Creo que Víctor del Árbol se ha convertido en uno de mis autores favoritos pero uno de los que más me cuesta reseñar. Como ya me ocurriera con La tristeza del samurái, no sé hasta dónde contar para no desvelar la puesta en escena que el autor ha ideado para sorprender al lector. Porque el trabajo literario de Del Árbol va más allá de crear unos personajes de carne y hueso, unos acontecimientos sobrecogedores, una trama perfectamente armada y de sembrar en el lector dudas o preguntas sobre la naturaleza humana. Víctor no solo escribe una obra que pasa ante los ojos del lector como la mejor película. Víctor también monta las butacas cómodas, la iluminación perfectamente regulada y la temperatura ideal. Sus novelas dejan ver que el trabajo literario del autor puede ir más allá de unos personajes y una historia, que incluye una trama que puede enredarse hasta el infinito (si está bien sustentada, por supuesto) y que puede contar con las emociones, sentimientos, reacciones, recuerdos, pensamientos y reflexiones del lector como materia prima para construir el significado global de la novela, su sentido último.
Todo ello sin olvidar el estilo bello, lleno de pensamientos valiosos y de frases para dejar anotadas; las descripciones tan vívidas que te meten de lleno en la acción (¿quién no ha estado dentro del coche con Eduardo en el momento del accidente?) y una narración tan templada como medida y hermosa.
En definitiva, Del Árbol vuelve a hacer un regalo al lector: una joya quizás envenenada, llena de preguntas sin respuesta y de aristas que le morderán la conciencia mientras lee, pero perfectamente pulida, brillante y mágica.
Nos seguimos leyendo.
Incluyo este libro en los siguientes retos:
- Reto100 libros: 66/100
- Reto Negro y Criminal: 15/15
- Reto Encuentra al personaje: 23/24
En esta novela he encontrado al personaje de origen asiático que pedía el Reto Encuentra al Personaje: se trata de Who, uno de los personajes principales, un chino adoptado y criado en España del que, en el capítulo 4, se dice:
Se sentó en ropa interior frente al escritorio y rebuscó en los cajones hasta dar con los cigarrillos chinos de nombre impronunciable y de sabor demasiado fuerte que fumaba desde que Chang le había contado que esa era la marca que fumaban los chinos de verdad. Y el señor Who había decidido ser un auténtico chino, costara lo que costara.