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viernes, 11 de mayo de 2018

"La vieja tierra", de Dörte Hansen: una novela para viajar a la Alemania más desconocida

  Tenía aún por publicar la reseña de este libro que me sorprendió muchísimo y que reseñé en Anika entre Libros hace ya unos cuantos meses, así que aprovecho para traerla hasta el blog ahora.

https://www.maeva.es/colecciones/exitos-literarios/la-vieja-tierraTítulo: La vieja tierra
Título Original: (Altes Land, 2015)
Autor: Dörte Hansen
Editorial: Maeva

Copyright:
© Albrecht Knaus Verlag, un sello de Verlagsgruppe Random House GmbH, Múnich, Alemania, 2015
© Maeva Ediciones, 2017
Traducción: Laura Manero Jiménez
Edición: 1ª Edición: Marzo 2017
ISBN: 9788416690428
Tapa: Blanda
Etiquetas: familia, Alemania, naturaleza, costumbrista, mujeres, literatura alemana, novela, sagas familiares, vida rural, refugiados, matriarcado, infidelidades, maternidad, envidia, tradiciones, madres e hijas, maldad, migraciones
Nº de páginas: 280


Argumento:

  Dos mujeres, que siempre se han sentido diferentes y hasta inferiores a los que les rodean, encuentran en una vieja granja de la Vieja Tierra una zona fértil de la Alemania limítrofe con Hamburgo, lo que siempre han buscado: un hogar, una familia. Su lugar en el mundo.

Opinión:

  Lo primero que me atrajo de esta novela fue el subtítulo descriptivo y enigmático que aparece en la portada: "Dos mujeres, dos épocas, una antigua casa". A partir de él me monté mi propia novela antes de leerla. Pero lo que yo había previsto, mi horizonte de expectativas respecto a esta, la primera novela de la periodista y lingüista Dörte Hansen, no tiene nada ver con lo que realmente ha sido la lectura de la obra. Así que he de decir que me ha sorprendido. Y que lo ha hecho gratamente.
  Yo me esperaba una historia mucho más convencional y con una estructura de la que (lo confieso) empiezo a estar un poco harta: dos líneas temporales diferentes, que van apareciendo en la novela de forma alternativa y que se corresponden a los dos momentos históricos anunciados en la portada. Y sí, hay algo de eso (sobre todo al principio) pero la autora no se queda ahí (afortunadamente).
  De hecho, yo no limitaría el resumen de esta novela a dos mujeres. En el fondo, la obra nos habla de hasta cinco mujeres: Vera y Anne, las dos a las que se refiere la portada, pero también campean por estas páginas la fría Hildegard, madre de Vera; Ida Eckhoff, la dueña de la granja en la que se refugian Hildegard y Vera tras huir de la guerra en Polonia; y Marlene, la hija que Hildegard tuvo cuando se marchó de la Vieja Tierra, hermanastra, por tanto, de Vera y madre de Anne. Y todas ellas son enigmáticas, atrayentes y con una historia detrás que merece la pena descubrir.
  Así pues, en realidad, Hansen nos da cuenta de una saga familiar matriarcal, lo que permite hablar de diferentes modos de ser madre, de afectividad o de cuidado, y de la renuncia a la maternidad, consciente o inconsciente. Nos presenta, así, diferentes tipos de madres (frías o cercanas, afectivas o sobreprotectoras, rotas por dentro o recompuestas a fuerza de voluntad) que mueven a la reflexión sobre las relaciones que establecemos las mujeres entre sí y los tópicos que nos acosan y que nos llevan desde el incondicional apoyo que nos prestamos entre sí hasta la creencia de que no somos capaces de llevarnos bien porque las envidias y la maldad siempre acaban haciendo acto de presencia.
  Este contexto familiar sirve a la autora para hacer carne de uno de los dichos que más se repiten en la obra: las granjas de las zonas no son de quienes las poseen sino que estos simplemente las cuidan para sus descendientes. Pero Vera, sin descendientes, ha dejado que su granja vaya poco a poco viniéndose abajo, aterrorizada por la superstición de que la casa se defiende de cualquier cambio provocando desgracias en la familia que la habita si esta se atreve a cambiar el más mínimo detalle.
  Las cuitas de las mujeres protagonistas de la obra son interesantes y, aunque ya digo que los personajes son un poco peculiares, es fácil empatizar con ellas, preocuparse por sus devenires vitales y preocuparse por sus dolores y sus heridas.
  Pero si algo me ha gustado especialmente de esta novela es su ambientación. Hansen consigue trasladar al lector hasta esa extraordinaria Vieja Tierra, llena de árboles frutales y tierra fértil. De hecho, esa exuberancia aparece ya en la portada (gracias al estornino y la cereza que se repiten en las guardas, lo que hace que este libro sorprenda nada más abrirlo) y en el primer capítulo, con la escena de los niños haciendo ruido entre las hileras de cerezos para espantar a los pájaros que se quieren comer los dulces y rojos frutos).
  Una ambientación que sirve a la autora para reflexionar también sobre el neorruralismo, sobre esas familias que, cansadas de las grandes ciudades, deciden regresar a lo sencillo, a lo natural, al pueblo. Contrapone, así, la vida y las costumbres de las ciudades y los pueblos pero, también, (y esta parte me ha gustado especialmente) las de los habitantes rurales de toda la vida y esos nuevos colonos con sus nuevos hábitos y sus particulares formas de aprovechar lo que la tierra les ofrece.
  Así, el debate entre la tradición y lo moderno, entre lo nuevo y lo viejo, se convierte en una constante en la novela y es abordado tanto desde la reflexión sobre el neorruralismo como desde la trama protagonizada por la familia.
  Finalmente, otro de los aspectos que más me ha gustado de la novela es el intento de la autora de captar la esencia de la zona no solo en cuanto al paisaje o las costumbres, sino también respecto a la propia manera de hablar de los habitantes de Vieja Tierra. Se nota el amor de Hansen por la lengua y, así, hay un intento de reproducir las variedades dialectales de la comarca y su peculiar manera de expresarse.
  Así pues, Dörte Hansen nos ofrece una novela con una temática diferente, llena de reflexiones interesantes y con el sabor intenso de una zona de Alemania que rezuma fertilidad, tradición y belleza.
    Enlace a la reseña original.
   Nos seguimos leyendo.



sábado, 5 de mayo de 2018

"El mapa de las prendas que amé", de Elvira Seminara: una propuesta sorprendente

 Me sorprendió mucho esta novela que reseñé para  Anika entre Libros, así que ahora la traigo hasta el blog. A ver qué te parece a ti.
https://www.megustaleer.com/libros/el-mapa-de-las-prendas-que-am/MES-078721#

Título: El mapa de las prendas que amé
Título Original: (Atlante degli abiti smessi, 2015)
Autor: Elvira Seminara
Editorial: Lumen Colección: Lumen Narrativa


Copyright:
© Elvira Seminara, 2015
© Giulio Einaudi Editore, S.p.A., 2015
© Penguin Random House Grupo Editorial, S.A.U., 2017
Traducción: Ana Ciurans Ferrándiz
Edición: 1ª Edición: Junio 2017
ISBN: 9788426403322
Tapa: Blanda
Etiquetas: intimista, literatura italiana, novela, reflexiones, relaciones personales, París, parejas, pasado, vecinos, condición humana, madres e hijas
Nº de páginas: 208


Argumento:

Eleonora escribe desde París una larga carta (que es, al mismo tiempo, diario e inventario de sus vestidos) a su hija Corinne, que está en Italia y que hace tiempo que no quiere saber nada de su madre. Palabra a palabra, Eleonora irá descubriendo su alma, sus errores y las condenas que ha tenido que pagar por ellos al mismo tiempo que le describirá la rutina de su edificio y de la zona parisina en la que vive y, lo más importante, le irá enseñando auténticas lecciones de vida y comportamiento a través del catálogo de vestidos que lega a su hija.

Opinión:

  La sobriedad, el minimalismo y el toque entre poético y romántico que transmiten la portada de este libro fueron lo primero que me atrajo de él. Y, una vez terminado, creo que todas esas impresiones que me produjo su parte externa se corresponden a la perfección con lo que la novela me ha ido generando a medida que ido leyendo.
  Elvira Seminara tiene una pluma envidiable. Su novela es poética, evocadora, tierna y certera al mismo tiempo. Solo con las escenas (que son casi casi meras impresiones más que una narración pura y dura) que va plasmando la protagonista en primera persona en esta suerte de carta/diario, la autora es capaz de retratar no solo el paisaje externo de Eleonora sino también su mundo interior. Y, lo mejor, al ser un relato construido a base de retazos, de la mezcla entre lo que cada vestido ha supuesto para la narradora y lo que le va ocurriendo en su día a día, el lector tiene un papel fundamental a la hora de ir reconstruyendo el pasado de la protagonista. E, incluso, su presente.
  El inventario de vestidos vertebra el relato y, al mismo tiempo, se convierte en una guía de vida que Eleonora lega a su hija Corinne, con quien no tiene muy buena relación desde hace años. La narradora habla de prendas de vestir, sí, pero esos comentarios se convierten en metáfora de la vida, del comportamiento de los seres humanos, de nuestras relaciones con los demás. Me ha encantado esta doble lectura y me ha hecho pensar en la poca importancia que le damos a las prendas que habitan nuestro armario cuando son parte esencial de nuestras vidas y están llenas de las emociones y las vivencias que experimentamos cuando nos vestían.
  En este sentido, cabe decir que en toda la novela hay una cierta reivindicación de los objetos que nos rodean, de todo lo material que está a nuestro alrededor y que tanto nos facilita la vida pero a lo que tratamos con desprecio o indiferencia. En algún momento, Eleonora también reflexiona sobre cómo podríamos trasladar la forma en la que tratamos a nuestros objetos a la manera en que nos relacionamos con los demás.
   Y eso, la reflexión, es una de las grandes bazas de esta novela que, en su desarrollo, viene a contar simplemente un periodo de la vida de la narradora, el que pasa en un piso de París. Obviamente, nos va presentando episodios de su pasado a través de flashbacks que nos permiten saber qué hace ahí en ese momento y qué pasó con su hija, pero tras cerrar el libro, sería incapaz de contar de principio a fin la vida de Eleonora. Nuevamente, solo sería capaz de reunir una serie de impresiones, de episodios sueltos que me sirven para entender lo que ha pasado.
   Lo que sí se me quedan dentro son algunas de las frases de Seminara y muchas de las reflexiones que plantea en la novela. Reflexiones sencillas sobre nuestro día a día y cómo nos comportamos con los demás que me han hecho pensar mucho sobre la forma de ser de los seres humanos. Y, por supuesto, el afán por las listas y por ordenar el mundo que tiene Eleonora.
  En definitiva, una novela impresionista, intimista y reflexiva que pone frente a los ojos el valor de los objetos y de nuestra ropa como metáfora de la relación que mantenemos con los demás y con nosotros mismos.
    Enlace a la reseña original.
   Nos seguimos leyendo.

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