Me encanta Joaquín Sabina. Es algo superior a mis fuerzas. Por eso, cuando Ediciones B publicó esta biografía no dudé ni un segundo en pedirla para reseñarla en Anika entre Libros. Me gustó mucho. Me atrajo, especialmente, descubrir al hombre detrás del personaje o al hombre que sigue siendo personaje también en la intimidad; las curiosidades, las anécdotas, las historias menos recordadas... Si eres fan de Sabina, no te lo puedes perder. Y si no, quizá después de este libro empieces a serlo.
Argumento:
En primera persona, el periodista y cantautor Joaquín Carbonell reconstruye la imagen pública y privada de Joaquín Sabina.
A través de sus propios recuerdos y conversaciones con el compositor y
cantante, de entrevistas con quienes han estado a su lado a lo largo de
los años y de numeroso material documental (testimonios de webs
personales, letras de canciones, poemas, reseñas, críticas, entrevistas
en prensa…) el autor pretende acercarnos, de una manera personal y
cercana, a uno de los mejores letristas de la historia de la música
española. Y lo consigue.
Opinión:
Probablemente no haya nadie en España ni en Latinoamérica que no sepa quién es Joaquín Sabina.
Casi tan pocos como aquellos que jamás hayan oído una de sus canciones.
Probablemente serán millones los que puedan, incluso, cantar alguna (o
varias) y otros tantos los que tengan alguno de sus discos. Y es que, te
guste más o menos, prefieras los discos del comienzo de su carrera o
los últimos, opines que esta canción es infinitamente mejor que esta
otra, juzgues que su personalidad debería ser de tal forma o que, como
persona, es un tal o un cual… lo cierto es que Joaquín Sabina es uno de
los grandes nombres de la música española. Y un buen puñado de sus
canciones forma parte de la banda sonora musical de muchos.
Pero más allá de sus canciones y de su
carrera estrictamente profesional, son muchos los rumores, chismes,
leyendas y verdades que completan la imagen pública de Sabina. ¿Hasta
qué punto son reales? ¿Es tan canalla, mujeriego y vividor como parece?
¿En qué se parece el personaje a la persona? ¿Cómo es en el trato
personal? Todas estas cuestiones encuentran respuesta en Pongamos que hablo de Joaquín,
una obra que aúna lo público y lo privado para completar el dibujo de
un gran artista que se ha ganado a pulso su puesto en la historia.
El autor, Joaquín Carbonell,
conoce a Sabina desde 1978. Es admirador, ha asistido a muchos de sus
conciertos, ha cantado con él, tomado copas con él, dormido en su casa…
Todo ello le permite hablar del Joaquín Sabina más
cercano, más personal, más doméstico (si es que Sabina pueda ser
considerado doméstico) y hacerlo en primera persona. A toda esa
experiencia personal, Carbonell suma una amplísima documentación que
incluye desde críticas, reseñas, reportajes o entrevistas en prensa
hasta testimonios extraídos de diferentes webs (como la Pancho Varona,
por poner un ejemplo). Además, el perfil de Sabina se completa con
entrevistas realizadas por el propio Carbonell a muchas de las personas
que fueron importantes para el cantautor en un momento determinado de su
vida así como por esbozos de otras que no aparecen directamente pero
que resultaron cruciales para la trayectoria del cantautor, como las
mujeres que se hicieron un hueco en su corazón. Asimismo, Carbonell
aporta un enriquecedor puñado de documentos gráficos compuesto por
fotografías a color, pases de conciertos, entradas, carteles
promocionales… que ayudan a situar la relación de los dos Joaquines a lo
largo del tiempo. Finalmente, el autor analiza algunas de las canciones
y poemas de Sabina, sobre todo aquellos que contestan a críticas
recibidas por el artista, provocaciones a las que suele responder con
sus rimas más sarcásticas (y ciertas).
El autor desgrana la imagen pública de El Flaco
(como se conoce a Sabina en Argentina), cotejándola con su obra y con
las aportaciones de quienes han estado cerca de él, desde Javier Krahe,
hasta su ex manager Paco Lucena, pasando por el profesor Francisco
Domínguez, de la Universidad de La Rioja (experto en la obra de Sabina) o
ex secretarias del artista, como María Ignacia Magariños. Completa así
su acercamiento (siempre personal, desde la admiración y el cariño) a la
figura de Joaquín Sabina, ofreciendo detalles poco conocidos sobre su
forma de relacionarse con los demás o su manera de componer.
Pongamos que hablo de Joaquín
se configura, así, como un gran compendio de
informaciones diversas, procedentes de muy diferentes fuentes, opiniones
y vivencias que arrojan luz sobre el artista de Úbeda, de quien
conoceremos, a lo largo de la obra, un sinfín de anécdotas, experiencias
y curiosidades que cumplen con el objetivo del libro: descubrir quién
es Joaquín Sabina.
Este exhaustivo recorrido por la vida
del cantautor está organizado con una cierta lógica cronológica, aunque
es inevitable que se produzcan saltos en el tiempo e incisos que avanzan
sucesos que se relatarán más tarde. En él, Carbonell
avanza desde un esbozo de su infancia en Úbeda hasta el Joaquín de hoy,
pasando por su estancia en Londres, sus primeros pasos en España, su
matrimonio, sus primeros éxitos, sus grandes canciones, su
reconocimiento internacional, su compromiso social y político y el ictus
que le cambió la vida en el verano de 2001. Todo ello narrado con un
humor y una ironía que se muestra de manera excepcional en los títulos y
subtítulos que van configurando el armazón de la obra.
Las diferencias con otras biografías del
cantautor publicadas están en que no está basado en entrevistas
personales con él (aunque Carbonell advierte que Sabina leyó la obra
antes de ser publicada y que le felicitó por ella), sino en vivencias y
experiencias compartidas y en encuentros con gente cercana y, en segundo
lugar, en la ingente cantidad de documentos de lo más variado que logra
recopilar.
Como admiradora de Sabina, he disfrutado
muchísimo la lectura de esta obra y me ha permitido conocer, no sólo
anécdotas personales del cantautor, sino también muchos datos que
ignoraba, como la mezcla de ingenio e intenso trabajo de
perfeccionamiento y corrección que aplica a todas sus creaciones (y que
contradice parte de su proyección mediática de vago y juerguista), su
inmenso bagaje cultural y literario o algunas de sus manías y rarezas
(como esa aversión por la tecnología que yo desconocía o que nunca haya
contestado una carta de un fan). Más allá de la imagen de canalla,
vividor y mujeriego (con un puntito misógino) que Joaquín Sabina trasmite con su vida y sus canciones, Pongamos que hablo de Joaquín me
ha permitido ahondar en la persona que hay detrás del personaje. Ambos
comparten muchas vivencias y características, pero la persona siempre
será más atractiva que la figura pública. Por mucho éxito y
reconocimiento que ésta consiga.
Ya somos dos admiradoras! me encanta
ResponderEliminarUn beso
Para mi el mejor!
ResponderEliminarVeo que Joaquín levanta pasiones, a mi también me gusta mucho, sus letras son poesía musical, su personalidad parece arrebatadora y todo lo que sea saber un poco mas de él es como descifrar un enigma, seguro que en el libro escribe una de sus perlas, de esas que tanta gracia me hacen.
ResponderEliminarSin duda lo tendré en cuenta!!!
Un besote Lidia :)
Wowww...!!! Amo la música de Joaquín Sabina!!!
ResponderEliminarHe crecido escuchándolo y cualquier momento del día o estado de ánimo me sirve de excusa para cantar sus letras!!!
Para mi... El Gran "Flaco" es Genio y Figura!!! Único!!
Gracias por tu reseña y recomendación Lidia!!! Besos!!!
Hay que reconocerle la calidad de sus canciones. Me gustan. Un beso.
ResponderEliminarEste tío es un fenómeno. Soy fan de Sabina desde que tengo memoria. Cuando vi el libro en la librería me costó dejarlo en su lugar, pero resistí la tentación. Me alegro de que una sabinera como tú lo haya disfrutado :)
ResponderEliminarUn beso shakiano!!
Veo que hay mucha fan de Sabina suelta... ¡¡¡cuánto me alegro!!! Algo más que compartimos ;)
ResponderEliminarBesos a todas!