Con gran dolor de mi corazón he llegado al fin de la saga protagonizada por Petra Delicado. He disfrutado tanto con ella y sus ocho novelas, que me da una pena terrible que no me quede nada pendiente con la inspectora. Menos mal que sí tengo mucho pendiente con su autora, a la que tengo intención de seguir leyendo, aunque no pueda retomarla hasta dentro de unos meses.
En esta última entrega, Alicia Giménez Bartlett vuelve a uno de los temas que más continuidad ha tenido a lo largo de la saga: lo religioso. Aunque en este caso el punto de vista adoptado es diferente. Si en Mensajeros de la oscuridad nos ofrecía una reflexión sobre la dimensión espiritual del ser humano, con un crítica hacia el fanatismo, el mundo de las sectas o la exageración de tales sentimientos y en Serpientes en el paraíso criticaba la parafernalia del cristianismo, las ocasiones en las que exhibe su fachada de Iglesia Católica por encima de las personas y, sobre todo, de quienes necesitarían de un dinero que se gasta en fastos, viajes y puro escaparate, ahora ahonda en la vida religiosa en sí, la que llevan los monjes y las monjas, con sus renuncias, sus alegrías y sus fracasos, sus éxitos y sus miserias. A pesar de que estas son las novelas en las que se habla de religión de manera predominante, lo cierto es que las reflexiones sobre esta cuestión han ido surgiendo a lo largo de toda la saga en distintos momentos y a través de diferentes personajes, como es el caso de la primera mujer de Fermín Garzón, una beatona infeliz que anteponía los mandatos religiosos a su propia vida y que acabo consiguiendo que el subinspector aborreciera todo lo que tiene que ver con el cristianismo. Las ácidas afirmaciones de unos personajes principales alejados de lo religioso han tenido, sin embargo, su contrapunto en todas aquellas ocasiones en las que Petra, harta de la vida que su profesión como policía le da, manifestó su intención (no sin cierta ironía o por lo menos paradoja, creo yo) de ingresar en un convento y vivir, por fin, en silencio, sola y feliz. Obviamente, nunca lo cumplió, aunque en esta última entrega volverá a pensárselo, al comprobar, de una vez por todas, la vida que se lleva en los conventos. Justamente será ese modo de vida el que hará que desista (¿definitivamente?) de su idea.
El caso comienza cuando la madre Guillermina hace llamar a Petra por medio de su nueva hijastra Marina (que acude al centro a completar su formación con conocimientos religiosos y, sobre todo, valores cristianos, a instancias de su madre) para comunicarle el asesinato del hermano Cristóbal, monje del monasterio de Poblet que se encontraba en el convento restaurando la momia del beato fray Asercio de Montcada. En el silencio del claustro de las corazonianas, Petra encontrará la horma de su zapato: la madre Guillermina. Entre ambas surgirán disputas y encontronazos pero también una admiración y un cariño mutuo y sincero.
La del tema religioso no será la única recurrencia que encontremos en esta octava entrega. Será porque los he leído todos seguidos, pero en este último he encontrado varios guiños hacia el resto de los libros de la saga, como el recurso a las notas anónimas como guía de la investigación policial (algo que ya ocurrió también en Mensajeros de la oscuridad), la preocupación por el modo de vida, la soledad y el abandono de los homeless (que ya apareció en Un barco cargado de arroz), la reflexión sobre la vida policial y los motivos para matar (una constante en toda la saga), la puesta en duda de la transparencia de las fundaciones (como ya hiciera también en Un barco cargado de arroz), la mutilación (que también apareció en Mensajeros de la oscuridad), además de ese tono burlón hacia todo, ese saltarse las convenciones, no tomar nada como sagrado (ni religión, ni profesión, ni amistad)... También, por supuesto, los guiños a la actualidad del momento (como la Ley Antitabaco), las referencias cultas y esa mezcla perfecta de lenguaje culto y cuidado y vulgar y chabacano, cargado de tacos e improperios, que hemos visto a lo largo de la saga.
Y, claro, después de su tercera boda, buena parte del argumento de esta octava entrega girará en torno a su nueva vida como casada, los acuerdos y desacuerdos con su marido Marcos, la relación con las ex de su esposo, la construcción de una nueva familia ("familiastra", como dice ella) con los cuatro hijos de él, los tiras y aflojas y, sobre todo, la felicidad, tranquilidad, consuelo y normalidad que tal familiastra traen hasta la agitada y solitaria vida de Petra. Esta trama permitirá, además, reflexiones sobre el matrimonio y las relaciones personales, los hijos, cómo afrontan y qué siente los hijos la separación de sus padres, etc. A Petra y a Garzón sus respectivos matrimonios les han cambiado la vida... y eso se nota en su manera de vestir, de comportarse y hasta de tratarse el uno al otro.
Finalmente, un último tema de reflexión, que irá dando forma a la trama a lo largo de la novela, será el pasado histórico de España, la Semana Trágica de Barcelona y, sobre todo, la Guerra Civil, lo que supuso y sus consecuencias en el presente.
En definitiva, una novela muy interesante que permite descubrir cómo el pasado sigue pasándonos factura, que no es oro todo lo que reluce y que a veces empezar de cero puede ser una buena manera de protegerte frente al mundo.
Nos seguimos leyendo.
Ficha técnica:
Título: El silencio de los claustros
Autor: Alicia Giménez BartlettEditorial: Destino Género: novela negra, policíaca, thriller, intriga Páginas: 464Publicación 05/03/2009 ISBN: 9788423341344
Yo no leí nada de la autora, y la verdad ayer no me diera cuenta que coges un autor y lo lees todo de él ;D es una buena forma ... me apunto estas novelas que cada vez me está gustando mas estas novelas policíacas. Saludos y buena semana
ResponderEliminarSí que me pasa a veces, sí. De todos modos, este tipo de sagas me gusta leerla (si puede ser) del tirón, porque así no tienes que andar recordando qué pasó en el último libro y no te pierdes nada del contenido. De todos modos, en las novelas de Petra no hay muchas referencias significativas a casos anteriores. Hay guiños, como digo, pero se pueden leer perfectamente sueltas o desordanadas y no te sentirías perdido.
EliminarBesos!
Tú acabas con la serie y yo todavía no la he comenzado. Pero es que una no da para todo...
ResponderEliminarBesos,
Ya, ya... es lo que pasa: hay demasiados libros y nuestro tiempo es limitado. En fin, si algún día te animas... ya me contarás qué te parece!
EliminarBesos
Madre mía, te has hecho una auténtica experta en Petra Delicado, y yo únicamente sé lo que vi por televisión, esa serie que protagonizaba Ana Belén, y es imperdonable que siendo la novela policiaca mi auténtica debilidad aún no me haya acercado a esta saga y más viendo tus magníficas reseñas. Besos.
ResponderEliminarUfff! Yo es que no recuerdo nada, absolutamente nada, de la serie. Sí recuerdo a Ana Belén y a Santigo Segura, claro, pero no me acuerdo si la serie es buena o mala (Ana Belén podría tener un pase como Petra pero, en mi opinión, a Santiago Segura no le pega para nada el papel de Fermín Garzón). He estado buscándola, por curiosidad... pero no la he encontrado. Así que no sé si son comparables.
EliminarA mí me ha parecido una saga de novela policíaca muy completa, con un buen desarrollo de la intriga y que aporta ese plus que da la reflexión sobre la sociedad en la que ocurren los crímenes. Todo ello al margen de la propia Petra, que me parece un personaje sublime jajajaj.
Besos!
Vaya notaza le has puesto!! =)
ResponderEliminarLo apunto =)
Besotes
Yo creo que no merecen menos nota, la verdad ;). Pero bueno, ya sabes que esto de la literatura es muy subjetivo. A mí me encanta que mezcle la trama con análisis social y reflexión... pero hay gente a la que eso le parece un peñazo, que ralentiza mucho la trama. Si te animas, espero tus comentarios.
EliminarBesos!