Hace 25 años, Eva Ortiz, la directora de la biblioteca
de Azuqueca pensó que tenía que hacer algo para acercar a la gente a los
libros. Creyó que si le hablaba a la gente de juntarse para leer, su propuesta
no iba a tener mucho éxito, sobre todo teniendo en cuenta que por aquel
entonces Azuqueca aún no había experimentado el boom poblacional que la
llevaría a alcanzar los 35.000 habitantes que el padrón le atribuye actualmente
(no he encontrado el dato de 1988, pero en el 92, Azuqueca tenía algo más de
12.000 habitantes). Así que pensó que lo mejor sería organizar un curso para
hacer labores y que de ahí saliera lo que los participantes quisieran. Al
principio, las mujeres (que sentían que esa tarde a la semana era una
liberación, un tiempo para ellas mismas) sí hacían punto mientras hablaban de
sus cosas pero los libros empezaron a cobrar protagonismo hasta que un día,
casi sin darse cuenta, nadie tocó el punto durante toda la reunión. Así nació
el primer Club de Lectura, al que luego se unirían más y que se convertiría en
una celebración cultural variada: no solo se leía y se comentaban las lecturas,
también organizaban recitales de poesía, guiñoles, cuentacuentos,
representaciones teatrales, excursiones culturales… y encuentros con los
autores, una cita muy enriquecedora que tanto escritores como lectores
agradecen.
Para celebrar el vigesimoquinto
aniversario de los clubes de lectura, la Biblioteca organizó un amplio programa
de actividades que tendría su punto culminante el 23 de abril, con la reunión
de los integrantes de todos los clubes y de clubes de otras poblaciones de
Castilla-La Mancha, diversas actividades y, como broche final un encuentro con
la escritora más querida de Azuqueca: Almudena Grandes. Tan querida es que la
biblioteca lleva su nombre y, tal y como anunció el alcalde al final de dicho encuentro,
una calle del municipio también hará lo mismo.
Almudena viene con tanta frecuencia a
Azuqueca, que todos sus libros ya han sido destripados, analizados y desarmados
por el derecho y por el revés. Por eso, y aunque se habló de muchos otros, el
gran protagonista del encuentro fue su última novela: El lector de Julio Verne.
Una historia que, como explicó la autora, nace de una visión. “Mis novelas
siempre nacen de una imagen y el niño formaba parte de esa imagen inicial de la
novela. Una imagen que prometía una historia”. Así, explicó que el origen del argumento
está basado en la historia personal y familiar de un amigo suyo, Cristino, hijo
de guardia civil, criado en un pequeño pueblo de Jaén. Almudena contó cómo su
amigo le había dicho en alguna ocasión lo impresionado que se sentía de pequeño
cuando oía cosas que no tenía que oír, como los gritos de los detenidos en las
noches de redada. Esas noches, intentaba que los niños más pequeños del cuartel
no escucharan sus voces e inventaba canciones, cuentos, teatrillos… cualquier
cosa que captara su atención y la alejara de las celdas.
Entre esas cosas que no debería haber
oído estaban algunas de las conversaciones de sus padres, muy preocupados
porque el niño no crecía. Si no estiraba, no daría la talla para ser guardia civil y eso era un problema. En un intento por arreglarle la vida, pensaron que
sería bueno que aprendiese a escribir a máquina, así podría trabajar en la
Diputación o en el Ayuntamiento y recibir el tratamiento de don. Así, mientras
sus amigos jugaban al fútbol, él aprendía a escribir a máquina. Lo que ocurría
es que era tan bajito que le tenían que poner un tomo de la Espasa y un cajón
debajo del trasero para que llegara a la mesa. Con tanta elevación, claro, los
pies se le quedaban colgando. Y esa imagen, precisamente, esos pies colgantes
del niño que aprendía a escribir a máquina fue la que dio origen a El lector de
Julio de Verne.
Almudena reconoció que no hubiera podido
escribir la misma historia, una trama contextualizada en uno de los momentos
más duros de la Historia de España, si el protagonista no hubiera sido un niño.
“Los niños son los únicos testigos veraces de la realidad. Los adultos tenemos
herramientas para transformarla, pero los niños aún no las han adquirido”,
explicaba, al tiempo que confesaba que el niño salvó la novela de la
truculencia: “es una novela muy sangrienta. Si el protagonista no hubiera sido
un niño, no podría haberla escrito porque yo odio la truculencia, pero vista a
través de sus ojos, la realidad no parecía tan truculenta”.
Animada por las preguntas del auditorio,
la escritora fue hablando de los diferentes personajes de la novela, como esa
maestra que guarda el mayor tesoro imaginable: 300 libros metidos en cajas de
fruta. O Pepe el Portugués, “uno de mis personajes mimados. Saldrá en todas las
obras”, adelantó la autora. Ambos ofrecen al protagonista modelos y actitudes
diferentes de los que ve en casa. “La novela es un gran homenaje a la literatura
y a la novela de aventuras pero también a la educación, a ese hilo mágico que
se establece entre quien tiene conocimiento y quien no lo tiene”, señaló
Grandes.
Unos personajes de los que habló con la
ternura y la compasión de una madre. “No es que sea madre de mis personajes, es
que son yo. ¿Cómo no les voy a querer? Cuando me invento un personaje solo le
puedo dar cosas mías. Solo sé qué es el amor o la amargura para mí. No sé cómo
son para ti. Así que es lo único que les puedo dar. Y les quiero, claro que les
quiero. Y sufro mucho cuando sé que les va a pasar algo malo. ‘Hijo mío, lo que
te voy a hacer…’, le digo”, apuntó. Del mismo modo, explicó (al hilo de una
pregunta sobre Julio Carrión, uno de los personajes de El corazón helado) que “a
mí lo que me interesa es la ambigüedad. Los malos malísimos no dan miedo,
porque son una caricatura, no te los encuentras así en la vida real, se ven
venir. Pero la ambigüedad moral está en todos: todos los malos tienen un lado
luminoso y todos los buenos tienen un lado oscuro. Y en eso es en lo que me
interesa profundizar. De hecho, mientras escribía 'El corazón helado', hasta me
daba rabia a mí misma que Julio Carrión me cayera tan bien”.
Almudena analizó su propia obra
explicando que ha hecho el recorrido al revés: “los epílogos de mis últimos
novelas acaban donde empiezan mis primeras novelas. 'Los aires difíciles' sería
la novela bisagra, la que marca un cambio de rumbo”.
Una
lectora puso el dedo en la llaga al señalar que los hombres de su entorno no
leían a Almudena porque consideraban que eran novelas para mujeres. La autora
reconoció que esa había sido su gran cruz durante buena parte de su carrera
pero que El corazón helado sirvió para que muchos hombres se acercaran a su
narrativa y la descubrieran (como la gran escritora que es, añado yo), géneros al margen.
Del mismo modo, también habló de su
experiencia con el cine, de las películas basadas en sus libros que se han realizado
(unas con más éxito que otras) y reveló que, en realidad, Inés y la alegría fue
concebida como guión de cine. “Luego fue novela y luego volví a reescribir el
guión. En el proceso me he dado cuenta de la carnicería que es escribir un
guión, el tajo que hay que dar. Me ha costado hacerlo a mí, que soy la
escritora… así que no quiero ni pensar en los que adaptan mis novelas para
convertirlas en guiones de cine”. Crítica y sin pelos en la lengua, Almudena ya
adelantó que Inés y la alegría no será llevada a la gran pantalla (al menos de
momento) porque para que así fuera “haría falta que en este país hubiera cine”.
La referencia a Inés y la alegría dio
pie a que la autora explicara el porqué de la saga, de estos Episodios de una
Guerra Interminable en los que se ha embarcado actualmente: “mis libros tienen
una razón literaria y un impulso moral. En este caso, el impuso moral era
destapar todo lo que tiene que ver con lo que la Democracia ha tapado. La
Democracia ha sido tremendamente injusta con la Resistencia, cuando, si no
hubiera existido, no hubiera sido posible una transición pacífica. Este país
tiene una enorme deuda con la Resistencia. Pero esto también tiene su cálculo
literario egoísta: se ha contado tan poco sobre todo esto, que vivimos sobre
una mina de oro literaria, una mina irresistible para una novelista”. Y
continuó ofreciendo ejemplos del olvido al que han sido relegados los miembros
de la Resistencia contra Franco, la primera que se alzó contra el Fascismo en
toda Europa. “Tu vida actual se la debes a esa gente de la que no sabes nada”,
señaló.
“En 'El lector de Julio Verne', nada es lo
que parece porque hay un protagonista que lo domina todo pero que está oculto:
el miedo. Y el miedo deforma la realidad”, explicó, sin querer desvelar los
giros y vericuetos de la obra. “Hace tiempo que decidí que yo no iba a explicar
quiénes son los buenos y quiénes los malos. Lo que me interesan son las
historias personales, cómo vivió la gente en un bando y en otro”, apuntó cuando
le preguntaron por la herida aún no cicatrizada que la Guerra Civil dejó en la
sociedad española.
El encuentro con los lectores también
dejó lugar para la crítica política. “Somos un país anormal y nunca hemos
querido analizar nuestras anormalidades. Hemos vivido la fantasía de una estabilidad
falsa”, señaló aludiendo a la actual coyuntura económica. “Muchas de las crisis
actuales están pasando por cómo se hizo la transición. La transición, como su
nombre indica, tenía que ser transitoria, pero aquí se instaló para quedarse”,
criticó. Los recortes culturales, el fracaso de la industria del cine, los cánones
a las bibliotecas y la muerte de la cultura también fueron objeto de la mirada
crítica de una autora siempre comprometida.
Un encuentro que dejó el mismo sabor
dulce en la boca de los lectores que en el de la propia autora. “El intercambio
con los lectores es importantísimo para mí. Los lectores son mi libertad, son
lo único que garantiza a un escritor poder seguir escribiendo. Yo escribo para
la lectora que soy, procuro leerme con la exigencia con la que leo a los demás.
Pero cuando escribo, estoy sola. Un libro es como una isla desierta y los
lectores son los habitantes que la colonizan. A partir del momento en el que ve la luz, el libro es suyo, no mío. Y, para mí, es muy importante comprobar
que el milagro de la literatura existe y que hay gente que no me conoce y que
ha leído lo que he escrito justo como yo quería que lo leyera”, señaló. Y
concluyó explicando que los encuentros literarios también contribuyen a desmitificar
la figura del escritor: “Los escritores somos gente normal. Escritor y lector
formamos parte de la misma comunidad”. Una comunidad muy unida en el caso de Almudena
Grandes y sus seguidores. Una comunidad unida y llena de respeto, admiración y
cariño.
Qué buenos recuerdos, y no sólo de este día del libro sino de lo que cuentas de ese principio del club de lectura.
ResponderEliminarMe encanta esta biblioteca porque está viva.
Que emocionante! ;D que bien te lo pasas chica! de autor en autor ;D yo debería ponerme con la autora ya! Besos y gracias por la crónica
ResponderEliminarEs genial en lo que han derivado aquellas reuniones de mujeres que se querían regalar un rato, si es que a los amantes de la lectura pocas cosas se les ponen por delante. Menudo lujo de encuentro. Me alegro que lo disfrutases. Un beso.
ResponderEliminarMagnífica crónica del encuentro! Muchas gracias por compartirlo con nosotr@s y permitirnos vivirlo en primera persona a través de ti!
ResponderEliminarMe alegro mucho, por ti, por esos maravillosos momentos que compartes con esos grandes escritores, gracias a lo cuales disfrutamos de maravillosas lecturas!
Un besazo, y enhorabuena, de nuevo, por este magnífico post. ;)