Ficha técnica:
Título: En la cocina con la drama mamá Autora: Amaya Ascunce
Editorial: Planeta Género: humor Páginas: 192Publicación: 30/04/2013 ISBN: 978-84-08-11446-8
Sinopsis (editorial):
Un día abrí un blog metiéndome con mi madre —que se llamaba Cómo no ser una drama mamá—; Planeta me publicó un libro, con el mismo título, que resulta que vendió muy bien. Entonces mi editora me propuso hacer un libro de recetas de mi madre. A mí me dio un ataque de risa, me atraganté, y le dije que lo único que teníamos en común una cocina y yo es que las dos existimos en el mundo.
Pero al cabo de unos días empecé a darle vueltas; podía ser un recuerdo maravilloso: que mi madre me enseñara a cocinar de verdad y poder contarlo. Pensé que era una afortunada, porque no sabía si aprendería a freír un huevo, pero tendría un libro para mi madre y para mí solitas. Iba a tener la mejor excusa del mundo para reírnos, y una editorial la iba a encuadernar, le iba a poner tapas, y en la Biblioteca Nacional habría un volumen en cuyas páginas mi madre, la drama mamá, me enseñaría que la cantidad justa de aceite es la clave para que un gazpacho salga rico.
¡Y me iban a pagar por eso! La leche.
Luego las cosas se torcieron un poco…
Un puñado generoso de la sabiduría que da tomarse la vida con humor, una
pizca de paciencia, una cucharadita de capacidad crítica y toneladas y
toneladas de amor. Esta parece ser la receta perfecta para provocar
risas a borbotones. O, al menos, eso es lo que me ha pasado a mí mientras leía (devoraba, debería decir) la segunda entrega de esta drama mamá y su hija que ya son un poco como de mi propia familia.
He de confesar que abrí el libro sabiendo qué me iba a encontrar o, mejor dicho, con quiénes me iba a reencontrar... y me moría de ganas de volver a tenerlas entre mis manos. Después de lo que me divertí leyendo la primera entrega y de ir desgranando las nuevas entradas en el blog a medida que se iban publicando, descubrir que había una segunda parte me dio un subidón de alegría y ni me lo pensé. Y no me equivoqué: destapar el libro y oler el familiar aroma que despedía su cocción a fuego lento fue como volver a casa. O mejor, como invitar a dos viejas amigas a cenar una noche a casa para echarnos unas buenas risas. Aunque, esta vez, el plato lo prepararon ellas. ¡Ya me hubiera gustado a mí que me dejaran echarles una mano en la cocina!
Porque de eso, precisamente, va esta segunda entrega. No es una mera recopilación de recetas. Es mucho más: es una lección de cocina. Pero no una lección cualquiera, una con la drama mamá en el papel de maestra cocinera y la Nena, en el de pinche poco afortunada en eventos gastronómicos (hasta la fecha. Y no es que lo suponga yo, es que ella misma lo confiesa en el prólogo -o lo que sea- de la obra. Por cierto, sus aventuras culinarias internacionales no tienen desperdicio, aviso). Así que uno no tiene más que ponerse frente a ellas y dejar que el espectáculo comience: discusiones, consejos, broncas, dudas y humor, sobre todo, mucho humor van salpimentando las medidas, ingredientes y utensilios (Nena, estoy con tu madre: sin utensilios adecuados no hay buena cocinera) necesarios para preparar las 21 recetas que madre e hija prepararon (aunque fuera telefónicamente) para servir en bandeja esta divertidísima obra.
Y no solo eso: Amaya también incluye la narración de la propia historia del libro, de sus idas y venidas, sus dudas y su esfuerzo por sacar cocina y obra adelante. Todo ello regado con una buena ración de anécdotas que, como el buen vino, siempre mejora cualquier reunión y alegra el corazón de los comensales.
Y de postre, la Nena se pone seria (al menos, un poco) para hablar, con inmenso cariño y gratitud del secreto mejor guardado de su guiso familiar: la extraordinaria educación que recibió (y sigue recibiendo, como bien se ve en el libro) de sus padres. Y es que, como le decían cuando era pequeña, "la educación es lo único que te dejaremos en herencia". Ojalá muchos padres lo entendieran así también.
En definitiva, una obra realmente divertida, con su dosis práctica (las recetas), su pizca de emoción (la que despierta el enorme cariño que se ve entre madre e hija, dramas al margen) y su buen chorrito de ejemplaridad (el que se puede extraer de la forma de educar a sus hijas de los padres de Amaya. Una educación que dio sus frutos. A las pruebas me remito). Una obra totalmente recomendable.
Nos seguimos leyendo.
He de confesar que abrí el libro sabiendo qué me iba a encontrar o, mejor dicho, con quiénes me iba a reencontrar... y me moría de ganas de volver a tenerlas entre mis manos. Después de lo que me divertí leyendo la primera entrega y de ir desgranando las nuevas entradas en el blog a medida que se iban publicando, descubrir que había una segunda parte me dio un subidón de alegría y ni me lo pensé. Y no me equivoqué: destapar el libro y oler el familiar aroma que despedía su cocción a fuego lento fue como volver a casa. O mejor, como invitar a dos viejas amigas a cenar una noche a casa para echarnos unas buenas risas. Aunque, esta vez, el plato lo prepararon ellas. ¡Ya me hubiera gustado a mí que me dejaran echarles una mano en la cocina!
Porque de eso, precisamente, va esta segunda entrega. No es una mera recopilación de recetas. Es mucho más: es una lección de cocina. Pero no una lección cualquiera, una con la drama mamá en el papel de maestra cocinera y la Nena, en el de pinche poco afortunada en eventos gastronómicos (hasta la fecha. Y no es que lo suponga yo, es que ella misma lo confiesa en el prólogo -o lo que sea- de la obra. Por cierto, sus aventuras culinarias internacionales no tienen desperdicio, aviso). Así que uno no tiene más que ponerse frente a ellas y dejar que el espectáculo comience: discusiones, consejos, broncas, dudas y humor, sobre todo, mucho humor van salpimentando las medidas, ingredientes y utensilios (Nena, estoy con tu madre: sin utensilios adecuados no hay buena cocinera) necesarios para preparar las 21 recetas que madre e hija prepararon (aunque fuera telefónicamente) para servir en bandeja esta divertidísima obra.
Y no solo eso: Amaya también incluye la narración de la propia historia del libro, de sus idas y venidas, sus dudas y su esfuerzo por sacar cocina y obra adelante. Todo ello regado con una buena ración de anécdotas que, como el buen vino, siempre mejora cualquier reunión y alegra el corazón de los comensales.
Y de postre, la Nena se pone seria (al menos, un poco) para hablar, con inmenso cariño y gratitud del secreto mejor guardado de su guiso familiar: la extraordinaria educación que recibió (y sigue recibiendo, como bien se ve en el libro) de sus padres. Y es que, como le decían cuando era pequeña, "la educación es lo único que te dejaremos en herencia". Ojalá muchos padres lo entendieran así también.
En definitiva, una obra realmente divertida, con su dosis práctica (las recetas), su pizca de emoción (la que despierta el enorme cariño que se ve entre madre e hija, dramas al margen) y su buen chorrito de ejemplaridad (el que se puede extraer de la forma de educar a sus hijas de los padres de Amaya. Una educación que dio sus frutos. A las pruebas me remito). Una obra totalmente recomendable.
Nos seguimos leyendo.
Incluyo este libro en los siguientes retos:
- Reto Genérico: 1 humor
- Desafío100 libros: 44/100
- Reto Sumando: 75/2013
No he leído la primera entrega, y la verdad es que esta segunda me atrae mucho más que la anterior. Además, lo cuentas tan bien... Es imposible resistirse. Lo tendré muy en cuenta para cuando vuelva a comprar libros, que ahora estoy peleándome con la montaña de libros pendientes.
ResponderEliminarBesos
Me alegro de que lo pasaras genial, es uno de los blogs que sigo desde hace mucho tiempo y te mueres de la risa con esta dramamama ;D
ResponderEliminarNo lo conocía, pero el otro día, leyendo vuestros comentarios en twitter, me picó la curiosidad y ya me hice seguidora de su blog ;) y está claro que me leeré, el, los libros ;)
ResponderEliminarMuchas gracias por tu reseña ;)) Besos
genial la reseña, le tengo muchas ganas, es fantástico el sentido del humor de esta chica. Un beso!
ResponderEliminarNo conocía a Amaya y a su drama mama y de no ser por un pequeño "lío" vía e-mail y que mi hija se siente atraída por todo lo que huele a cocina, nunca la hubiera descubierto y hubiese sido una pena. Me he convertido en una seguidora incondicional. Un beso.
ResponderEliminarNo lo conocía (el primero sí), pero tengo que ir a echarle un ojo, me has abierto el apetito!! Besos
ResponderEliminarYo leo todos sus post y me encantan!
ResponderEliminarNo he leído ninguno de los dos libros pero tengo intención de hacerlo; la cuestión es cuando...
Besos
Me apetece mucho leerlo, este y el primero.
ResponderEliminarBesos!!
Jo que ilusión de post. Muchas muchas gracias. Así da gusto publicar libros ;)) se lo he mandado a la mismísima drama mama. Un beso
ResponderEliminarLa nena
Qué ganitas de leer este libro! Y sí, la educación no es que sea lo único, es lo mejor que nos pueden dar en herencia.
ResponderEliminarBesotes!!!