Ficha técnica:
Título: Limpieza de sangre (Las aventuras del Capitán Alatriste, 2) Autor: Arturo Pérez-Reverte Editorial: Alfaguara Género: novela, novela histórica, novela de aventuras Páginas: 264
Publicación: 16/10/1997 ISBN: 9788420483597
Sinopsis (editorial):
A punto de incorporarse a su antiguo tercio en Flandes, Diego Alatriste se ve envuelto por mediación de su amigo don Francisco de Quevedo en otra peligrosa aventura. Una mujer ha aparecido estrangulada en una silla de manos frente a la iglesia de San Ginés, con una bolsa de dinero y una nota manuscrita: Para misas por su alma. El enigma se complica con los sucesos misteriosos que ocurren tras las paredes de un convento, cuando Alatriste es contratado para rescatar de allí a una joven novicia. En el azaroso y fascinante Madrid de Felipe IV, entre lances, tabernas, garitos, intrigas y estocadas, la aventura pondrá en juego la vida de los amigos del capitán, haciendo surgir del pasado los fantasmas de viejos enemigos: el pérfido secretario real Luis de Alquézar, el inquisidor fray Emilio Bocanegra y el siniestro espadachín italiano Gualterio Malatesta.
Dos partes de acción, otras dos de intriga y una de reflexión. Esa puede ser la receta mágica que haga de esta saga un éxito seguro, la poción que mantiene al lector pegado al libro mientras disfruta de las aventuras del capitán Alatriste y de su protegido, Íñigo Balboa, mientras, de paso, aprende algo sobre la España del siglo XVII, sobre cómo era la sociedad del momento, cuáles eran sus costumbres y preferencias, cuáles sus preocupaciones y cómo era la política o literatura de esa España que va perdiéndolo todo.
Esta segunda entrega comienza casi como una novela policíaca, con una asesinada en extrañas circunstancias sobre la que hay que averiguar identidad y motivo de la muerte. No será el capitán quien ejerza de investigador, claro está, aunque la sangre de la fallecida acabará, cómo no, salpicándole. A él y a su fiel Íñigo, narrador de la saga y cronista, pues, oficial de las aventuras de Alatriste, que esta vez se convertirá en protagonista de la acción, en vértice de la intriga, tras toparse con lo más sagrado: la Santa Inquisición.
Pérez- Reverte aprovechará la acusación de judaizante a la que se enfrenta Íñigo para hablarlos de las limpiezas de sangre, el odio a los judíos y musulmanes, la intolerancia religiosa y las mentiras, traiciones y maquinaciones entretejidas en este clima de desconfianza y fanatismo. Pero, al mismo tiempo, hablará el lector de la falsa religión y la falsa religiosidad y de los clérigos pícaros y codiciosos (cuando no abiertamente delincuentes) que recoge con detalle: “sacerdotes amancebados y con hijos, confesores que solicitaban a las mujeres, galanes de monjas, conventos donde se ocultaban amoríos, lances y escándalos, eran el pan, y no precisamente bendito, de cada día”.
La cita permite ver que en esta segunda entrega volvemos a encontrarnos con ese narrador irónico, crítico, descreído, de vuelta de todo, capaz de ver los defectos de la sociedad en la que vive, de sus costumbres y sus hábitos. Un Íñigo, que por aquel entonces tiene 13 años, pero rememora sus vivencias con Alatriste desde la madurez, el alejamiento y la sabiduría que dan los años, aunque esa narración de recuerdos le hace moverse en el tiempo y adelantar sucesos que están por ocurrir y que no tendrán lugar ni siquiera en esta entrega (“Pardiez. Siempre ando a vueltas con digresiones y saltos en el tiempo que me alejan del hilo de mi historia”, dice como disculpándose ante el lector, al que interpela directamente en ocasiones). Un Íñigo al que he estado a punto de aplaudir por algunas de sus reflexiones y consejos (“desconfíen siempre vuestras mercedes de quien es lector de un solo libro”, recomienda al hilo de la religión pero con una frase que da pie a varias lecturas, extrapolable a cualquier fanatismo ideológico, político, religioso o cultural) y que deja en el lector el poso amargo de descubrir qué poco ha cambiado España en los casi cuatro siglos que nos separan del momento en el que suceden los hechos narrados -1623- o qué capacidad tiene Pérez-Reverte para extraer las críticas a un pueblo y elevarlas por encimas de todos los tiempos. Porque es imposible no pensar en 2013 (cambiando, quizá un espectáculo por otro: una buena hoguera por un partido de fútbol, por ejemplo) cuando una lee aseveraciones como éstas:“Aquella España desdichada, dispuesta siempre a olvidar el mal gobierno, la pérdida de una flota de Indias o una derrota en Europa con el jolgorio de un festejo, un Te Deum o unas buenas hogueras, oficiaba una vez más de fiel a sí misma” o “los envidiosos, los cobardes y los canallas suelen encubrirse unos a otros. Dios nuestro señor los crió a todos, y éstos vinieron juntándose desde siempre, y bien a su gusto, en nuestra infeliz España”.
O seré yo, que me dejó embaucar fácilmente por las artes narrativas de Íñigo y las críticas de Pérez-Reverte.
En cualquier caso, Limpieza de sangre es una novela maravillosa, digna de su saga, que vuelve a unir historia, política, literatura y sociedad para ofrecernos un relato lleno de intrigas (de los polvos de la primera entrega vienen estos lodos), escaramuzas y tensión y que nos permite descubrir la profunda humanidad y compromiso que esconden los ojos glaucos del Capitán Alatriste.
Nos seguimos leyendo.
Esta segunda entrega comienza casi como una novela policíaca, con una asesinada en extrañas circunstancias sobre la que hay que averiguar identidad y motivo de la muerte. No será el capitán quien ejerza de investigador, claro está, aunque la sangre de la fallecida acabará, cómo no, salpicándole. A él y a su fiel Íñigo, narrador de la saga y cronista, pues, oficial de las aventuras de Alatriste, que esta vez se convertirá en protagonista de la acción, en vértice de la intriga, tras toparse con lo más sagrado: la Santa Inquisición.
Pérez- Reverte aprovechará la acusación de judaizante a la que se enfrenta Íñigo para hablarlos de las limpiezas de sangre, el odio a los judíos y musulmanes, la intolerancia religiosa y las mentiras, traiciones y maquinaciones entretejidas en este clima de desconfianza y fanatismo. Pero, al mismo tiempo, hablará el lector de la falsa religión y la falsa religiosidad y de los clérigos pícaros y codiciosos (cuando no abiertamente delincuentes) que recoge con detalle: “sacerdotes amancebados y con hijos, confesores que solicitaban a las mujeres, galanes de monjas, conventos donde se ocultaban amoríos, lances y escándalos, eran el pan, y no precisamente bendito, de cada día”.
La cita permite ver que en esta segunda entrega volvemos a encontrarnos con ese narrador irónico, crítico, descreído, de vuelta de todo, capaz de ver los defectos de la sociedad en la que vive, de sus costumbres y sus hábitos. Un Íñigo, que por aquel entonces tiene 13 años, pero rememora sus vivencias con Alatriste desde la madurez, el alejamiento y la sabiduría que dan los años, aunque esa narración de recuerdos le hace moverse en el tiempo y adelantar sucesos que están por ocurrir y que no tendrán lugar ni siquiera en esta entrega (“Pardiez. Siempre ando a vueltas con digresiones y saltos en el tiempo que me alejan del hilo de mi historia”, dice como disculpándose ante el lector, al que interpela directamente en ocasiones). Un Íñigo al que he estado a punto de aplaudir por algunas de sus reflexiones y consejos (“desconfíen siempre vuestras mercedes de quien es lector de un solo libro”, recomienda al hilo de la religión pero con una frase que da pie a varias lecturas, extrapolable a cualquier fanatismo ideológico, político, religioso o cultural) y que deja en el lector el poso amargo de descubrir qué poco ha cambiado España en los casi cuatro siglos que nos separan del momento en el que suceden los hechos narrados -1623- o qué capacidad tiene Pérez-Reverte para extraer las críticas a un pueblo y elevarlas por encimas de todos los tiempos. Porque es imposible no pensar en 2013 (cambiando, quizá un espectáculo por otro: una buena hoguera por un partido de fútbol, por ejemplo) cuando una lee aseveraciones como éstas:“Aquella España desdichada, dispuesta siempre a olvidar el mal gobierno, la pérdida de una flota de Indias o una derrota en Europa con el jolgorio de un festejo, un Te Deum o unas buenas hogueras, oficiaba una vez más de fiel a sí misma” o “los envidiosos, los cobardes y los canallas suelen encubrirse unos a otros. Dios nuestro señor los crió a todos, y éstos vinieron juntándose desde siempre, y bien a su gusto, en nuestra infeliz España”.
O seré yo, que me dejó embaucar fácilmente por las artes narrativas de Íñigo y las críticas de Pérez-Reverte.
En cualquier caso, Limpieza de sangre es una novela maravillosa, digna de su saga, que vuelve a unir historia, política, literatura y sociedad para ofrecernos un relato lleno de intrigas (de los polvos de la primera entrega vienen estos lodos), escaramuzas y tensión y que nos permite descubrir la profunda humanidad y compromiso que esconden los ojos glaucos del Capitán Alatriste.
Nos seguimos leyendo.
Incluyo este libro en los siguientes retos:
- Reto Capitán Alatriste: 2/7- Desafío100 libros: 39/100- Reto Sumando: 18/2013
Solo el leído el primero y me llevé una grata sorpresa. No era lo que esperaba así que este caerá con el tiempo.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con todo lo que cuentas, especialmente en ese parecido razonable entre 1623 y 2013; ¡qué poco hemos cambiado!
ResponderEliminarbesucus
Tengo pendiente este autor...es un pecado, lo sé... :(
ResponderEliminarMe leí el primero y no me gustó...no conecté ni con el personaje ni con la historia...y guardo en mi mente un recuerdo tan tedioso....y encima la peli tampoco me gustó que no crea que me anime a leer ninguno más.
ResponderEliminarUn beso!
Hace tiempo leí los tres primeros de Alatriste al que tengo abandonado y algún día retomaré. Yo también debo ser de las que se deja embaucar fácilmente por las artes narrativas de Pérez Reverte. Un beso.
ResponderEliminarMe gustó mucho este libro. Bueno, de esta saga me gustan todos, que la forma de enseñar y entretener al mismo tiempo que logra el autor con estos libros me tiene enganchada.
ResponderEliminarBesotes!!!
Me ha gustado más esta novela ahora en una segunda lectura que la primera vez que la leí.
ResponderEliminarA mi me ha pasado lo mismo que a Pedro, me ha gustado incluso más que la primera... Muy buena reseña, Lidia!
ResponderEliminarAprovecho para disculparme por el retraso en los comentarios, He estado alejada de la blogosfera pors asuntos familiares y ahora estoy intentando ir poniéndome al día. Aún tengo pendiente la reseña de esta novela, por ejemplo...
Besines,