Ficha técnica:
Título: El año en que me enamoré de todas Autor: Use Lahoz Editorial: Espasa Género: novela Páginas: 320
Publicación: 20/03/2013 ISBN: 978-84-670-2543-9
Sinopsis (editorial):
Esta es la historia de Sylvain Saury, un joven parisino adicto a la vida que se acerca peligrosamente a los treinta y que sufre el síndrome de Peter Pan. Tiene muchas virtudes: es sensible, bilingüe y sabe hacer amigos, pero también tiene grandes defectos: en cuestiones de amor no consigue pasar página, tiende a meterse donde no le llaman y el verbo ‘madurar’ le asusta.
Cuando recibe la propuesta de un trabajo mal pagado en Madrid no se lo piensa: prefiere vivir allí a salto de mata que hacerse adulto en París. Y, además, en Madrid vive Heike Krüger, su exnovia alemana, a quien no ha conseguido olvidar.
Mientras se instala, Sylvain va trazando el plan de reconquista de Heike, pero el inesperado hallazgo de un manuscrito cambiará sus planes y le abrirá una ventana a una historia emocionante, llena de sorpresas y casualidades. Esta lectura trastocará su brújula y le recordará la gran verdad oculta tras la frase con la que le despidió de París su amigo Michel Tatin: «El corazón está para usarlo».
No sé muy bien cómo empezar esta reseña porque no sé muy bien cómo me siento después de acabar el libro, galardonado con el Premio Primavera de Novela de este 2013. Quizá si empiezo a escribir y comentar mis impresiones, pueda ir sacando alguna conclusión.
Tal vez lo primero sea decir que el libro se lee bien, rápido y que hay partes con un estilo que me ha cautivado. Digo que hay partes porque Use Lahoz se vale de dos narradores en primera persona para contar esta historia. Por un lado, está Sylvain, el parisino afincado (en principio, temporalmente) en Madrid que lleva la voz cantante del relato. Por otro lado, Metodio Fournier, pastelero, cuyo relato vital encuentra Sylvain de forma casual y lee con avidez e interés. Las diferencias entre una voz y otra aparecen marcadas claramente mediante el cambio de tipografía pero también hay particularidades estilísticas bien claras. La narración de Sylvain es la que da cuerpo a la novela. Hay en ella narración, diálogo, saltos temporales, historias colindantes... mientras que el relato de Metodio es, permíteme el juego de palabras, un relato más metódico, más clásico; una narración en la que también hay saltos temporales y algunos diálogos aunque la manera de contar es más clásica, más cuentística, más "había una vez un niño...". Da la impresión de ser más ordenada: Metodio quiere llegar a un sitio y nos lleva a él, con algunos saltos temporales, pero hacia él caminamos; en cambio, la narración de Sylvain es más desordenada, más irregular, más sucesión de situaciones que relato ordenado de acontecimientos. Además, los capítulos en los que se oye la voz de Metodio son mucho más literarios, mucho más poéticos, en general, mientras que los de Sylvain (aunque también tienen sus toques brillantes) mantienen un lenguaje más coloquial y una forma de expresarse más cotidiana e informal (en términos generales). Aunque ambas salen de la mano de Lahoz, sí hay, pues, diferencias estilísticas marcadas que nos hablan acertadamente del carácter de estos dos personajes principales: Metodio conoce sus objetivos, es dulce, apasionado y entregado mientras que Sylvain es indeciso, se deja llevar por las circunstancias, no se decide, no lucha por quien se supone que debe luchar, picaflorea aquí y allá... .
Ambos cuentan sus historias personales (más que historias habría que decir amores) y las de sus familiares. Metodio hace arqueología familiar para llevar a su relato los amores de sus abuelos y sus padres, hasta llegar a su gran amor, su mujer. Sylvain recoge, por su parte, algunas de sus aventuras amorosas hasta la fecha (sobre todo, la protagonizada por Heike Krüger, motivo por el que recala en Madrid) y también las de su madre. Entre los dos ofrecen al lector un catálogo de amores posibles e imposibles que dan una buena idea de la variabilidad del corazón humano y su inmensa capacidad para romperse, repararse y seguir latiendo. En este sentido, mención honorífica merece el que me ha parecido el personaje más mágico y entrañable de la novela: Monsieur Tatin, el único capaz de arreglar lo mismo un enchufe que un corazón roto.
Ese catálogo de amores es, también, un catálogo de familias, familias que, en muchos casos, cuentan con miembros añadidos. Y la reflexión que el autor propone a partir de la descripción de todas estas familias me ha encantado. Porque en la novela encontramos las típicas agrupaciones de mamá-papá-hijo pero también conocemos familias con padre ausente en las que el hueco es cubierto por una sucesión de hombres de tránsito que nunca llenarán el vacío dejado por el que debería haber sido el cariño del padre (y este guiño me parece muy interesante porque habla de situaciones muy frecuentes para muchos hijos de padres separados, por ejemplo, y describe dinámicas muy reconocibles para muchos de los lectores); familias generosas en las que siempre es bienvenido uno más; familias irresponsables en las que no se asumen las tareas asignadas; familias sin lazos sanguíneos pero con vínculos más estrechos que otras en las que sí hay consanguinidad; familias rotas por la enfermedad y por la muerte; familias felices, familias tristes... y hasta esas familias que todos nos creamos en ese momento de la vida en el que los amigos ocupan más espacio en nuestro tiempo y nuestro corazón que nuestros padres o hermanos. Este inventario de familias me ha parecido muy atractivo porque, sin entrar a juzgar cuál es mejor o cuál es peor (si es que hay alguna mejor o peor) el autor dice mucho a cualquier lector interesado en el tema (como es mi caso).
También me ha gustado mucho el juego metaliterario que se propone en la novela, que más que juego metaliterario es una matrioska de juegos metaliterarios. Porque al habitual recurso de la novela dentro de la novela (el relato escrito por Metodio que Sylvain encuentra y lee), el autor añade el recurso del protagonista escritor (periodista, en este caso, que también trae hasta la novela algunos de sus artículos) y el recurso del "como me ha pasado todo esto que es interesantísimo, ahora escribo un libro en el que lo cuento... y me forro", amén del compañero de piso fantasma que también es escritor. Total, que crea un mundo de ficciones interconectadas que, particularmente, me resulta muy atractivo, aunque tampoco se trate de ninguna novedad novedosísima.
Sin embargo, hay un gran pero en esta novela, por lo menos así ha sido para mí: el propio Sylvain. No he acabado de simpatizar con él, no he empatizado con sus problemas y ni siquiera he llegado a comprender muchas de las cosas que ha hecho (o que ha dejado que ocurrieran). Me ha parecido un poco superficial, poco centrado, nada resolutivo. Quizá sea por el momento de cambio en el que le encontramos... pero no ha llegado a conectar conmigo. Y si el gran protagonista de una novela no conecta contigo... pues al final la sensación que queda es la que yo tengo en este momento: sí, deja un buen sabor de boca, pero por el camino ha habido momentos en los que le hubiera dados dos (o alguna más) buenas collejas al insulso de Sylvain.
Y otro gran pero (insisto, para mí) es que no creo que coincidan la expectativas que te crea el título o la portada o la definición de "comedia romántica" que aparece en la contraportada con el contenido del libro. Creo que el título está elegido para llamar la atención (aunque al final lo explica, aunque no va por donde crees que va) y no da una idea acertada de lo que vas a encontrar en sus páginas. De igual modo, la portada (que me encanta), da la sensación de que vas a encontrar una comedia divertida, fresca, chispeante (no sé, a mí me recuerda a la cartelera de una peli de Almodóvar)... y tampoco es así. No es un drama, obviamente, pero tampoco utiliza el humor, o la ironía, como recursos literarios.
Total, que sigo con mis sentimientos contradictorios respecto al libro. Es una novela que está bien escrita, ágil, fácil de leer, con una combinación de estilos muy acertada, con una forma de expresión general muy cálida y acogedora... así que casi será mejor que juzgues por ti mismo.
Nos seguimos leyendo.
Tal vez lo primero sea decir que el libro se lee bien, rápido y que hay partes con un estilo que me ha cautivado. Digo que hay partes porque Use Lahoz se vale de dos narradores en primera persona para contar esta historia. Por un lado, está Sylvain, el parisino afincado (en principio, temporalmente) en Madrid que lleva la voz cantante del relato. Por otro lado, Metodio Fournier, pastelero, cuyo relato vital encuentra Sylvain de forma casual y lee con avidez e interés. Las diferencias entre una voz y otra aparecen marcadas claramente mediante el cambio de tipografía pero también hay particularidades estilísticas bien claras. La narración de Sylvain es la que da cuerpo a la novela. Hay en ella narración, diálogo, saltos temporales, historias colindantes... mientras que el relato de Metodio es, permíteme el juego de palabras, un relato más metódico, más clásico; una narración en la que también hay saltos temporales y algunos diálogos aunque la manera de contar es más clásica, más cuentística, más "había una vez un niño...". Da la impresión de ser más ordenada: Metodio quiere llegar a un sitio y nos lleva a él, con algunos saltos temporales, pero hacia él caminamos; en cambio, la narración de Sylvain es más desordenada, más irregular, más sucesión de situaciones que relato ordenado de acontecimientos. Además, los capítulos en los que se oye la voz de Metodio son mucho más literarios, mucho más poéticos, en general, mientras que los de Sylvain (aunque también tienen sus toques brillantes) mantienen un lenguaje más coloquial y una forma de expresarse más cotidiana e informal (en términos generales). Aunque ambas salen de la mano de Lahoz, sí hay, pues, diferencias estilísticas marcadas que nos hablan acertadamente del carácter de estos dos personajes principales: Metodio conoce sus objetivos, es dulce, apasionado y entregado mientras que Sylvain es indeciso, se deja llevar por las circunstancias, no se decide, no lucha por quien se supone que debe luchar, picaflorea aquí y allá... .
Ambos cuentan sus historias personales (más que historias habría que decir amores) y las de sus familiares. Metodio hace arqueología familiar para llevar a su relato los amores de sus abuelos y sus padres, hasta llegar a su gran amor, su mujer. Sylvain recoge, por su parte, algunas de sus aventuras amorosas hasta la fecha (sobre todo, la protagonizada por Heike Krüger, motivo por el que recala en Madrid) y también las de su madre. Entre los dos ofrecen al lector un catálogo de amores posibles e imposibles que dan una buena idea de la variabilidad del corazón humano y su inmensa capacidad para romperse, repararse y seguir latiendo. En este sentido, mención honorífica merece el que me ha parecido el personaje más mágico y entrañable de la novela: Monsieur Tatin, el único capaz de arreglar lo mismo un enchufe que un corazón roto.
Ese catálogo de amores es, también, un catálogo de familias, familias que, en muchos casos, cuentan con miembros añadidos. Y la reflexión que el autor propone a partir de la descripción de todas estas familias me ha encantado. Porque en la novela encontramos las típicas agrupaciones de mamá-papá-hijo pero también conocemos familias con padre ausente en las que el hueco es cubierto por una sucesión de hombres de tránsito que nunca llenarán el vacío dejado por el que debería haber sido el cariño del padre (y este guiño me parece muy interesante porque habla de situaciones muy frecuentes para muchos hijos de padres separados, por ejemplo, y describe dinámicas muy reconocibles para muchos de los lectores); familias generosas en las que siempre es bienvenido uno más; familias irresponsables en las que no se asumen las tareas asignadas; familias sin lazos sanguíneos pero con vínculos más estrechos que otras en las que sí hay consanguinidad; familias rotas por la enfermedad y por la muerte; familias felices, familias tristes... y hasta esas familias que todos nos creamos en ese momento de la vida en el que los amigos ocupan más espacio en nuestro tiempo y nuestro corazón que nuestros padres o hermanos. Este inventario de familias me ha parecido muy atractivo porque, sin entrar a juzgar cuál es mejor o cuál es peor (si es que hay alguna mejor o peor) el autor dice mucho a cualquier lector interesado en el tema (como es mi caso).
También me ha gustado mucho el juego metaliterario que se propone en la novela, que más que juego metaliterario es una matrioska de juegos metaliterarios. Porque al habitual recurso de la novela dentro de la novela (el relato escrito por Metodio que Sylvain encuentra y lee), el autor añade el recurso del protagonista escritor (periodista, en este caso, que también trae hasta la novela algunos de sus artículos) y el recurso del "como me ha pasado todo esto que es interesantísimo, ahora escribo un libro en el que lo cuento... y me forro", amén del compañero de piso fantasma que también es escritor. Total, que crea un mundo de ficciones interconectadas que, particularmente, me resulta muy atractivo, aunque tampoco se trate de ninguna novedad novedosísima.
Sin embargo, hay un gran pero en esta novela, por lo menos así ha sido para mí: el propio Sylvain. No he acabado de simpatizar con él, no he empatizado con sus problemas y ni siquiera he llegado a comprender muchas de las cosas que ha hecho (o que ha dejado que ocurrieran). Me ha parecido un poco superficial, poco centrado, nada resolutivo. Quizá sea por el momento de cambio en el que le encontramos... pero no ha llegado a conectar conmigo. Y si el gran protagonista de una novela no conecta contigo... pues al final la sensación que queda es la que yo tengo en este momento: sí, deja un buen sabor de boca, pero por el camino ha habido momentos en los que le hubiera dados dos (o alguna más) buenas collejas al insulso de Sylvain.
Y otro gran pero (insisto, para mí) es que no creo que coincidan la expectativas que te crea el título o la portada o la definición de "comedia romántica" que aparece en la contraportada con el contenido del libro. Creo que el título está elegido para llamar la atención (aunque al final lo explica, aunque no va por donde crees que va) y no da una idea acertada de lo que vas a encontrar en sus páginas. De igual modo, la portada (que me encanta), da la sensación de que vas a encontrar una comedia divertida, fresca, chispeante (no sé, a mí me recuerda a la cartelera de una peli de Almodóvar)... y tampoco es así. No es un drama, obviamente, pero tampoco utiliza el humor, o la ironía, como recursos literarios.
Total, que sigo con mis sentimientos contradictorios respecto al libro. Es una novela que está bien escrita, ágil, fácil de leer, con una combinación de estilos muy acertada, con una forma de expresión general muy cálida y acogedora... así que casi será mejor que juzgues por ti mismo.
Nos seguimos leyendo.
Agradezco a Espasa que me haya facilitado este ejemplar.
Incluyo este libro en los siguientes retos:
- Reto 13.000 páginas: 320/13.000
- Reto Genérico: 4/5 narrativa contemporánea
- Desafío100 libros: 30/100
- Reto Sumando: 33/2013
- Reto 25 españoles: 25/25
No me llamaba mucho la atención y creo que no me he equivocado
ResponderEliminarBesos
Aixxx me acabas de dejar "chof".... Tenía muchas expectativas puestas en esta novela y tras leer tu opinión se han reducido considerablemente.... Ya te contaré cuando la lea...
ResponderEliminarMuchas gracias por tu reseña! Besos
Hola Lidia. Es verdad que si el protagonista no te llega del todo, al final el resultado no es satisfactorio cien por cien.
ResponderEliminarMe ha gustado tu reseña. Pero quizás por tu indecisión no me atrae especialmente.
Besos
Ay...que la paso por encima, solo he leído..."no sé muy bien como empezar" y he visto esas solo tres estrellas....que lo estoy leyendo...esta semana lo terminaré..y te digo que me pareció.Saludos
ResponderEliminarNo me atraía mucho esta novela, tal vez porque el propio título y la portada me daban la impresión de lectura superficial. Ahora, con esos "peros" que le pones haces que aún me lo piense más, hasta el punto de casi, casi no tenerla en cuenta, más que nada por las lecturas pendientes y tal vez más atractivas que tenemos por ahí.
ResponderEliminarPor cierto, Lidia, con las reseñas tan curradísimas que haces y con la pluma que tienes escribiendo, no me explico cómo no tienes el triple o más de seguidores. Aún hay detalles en la blogosfera que no acierto a entender.
Un beso!
Estoy deseando que llegue a mi poder y así leerla. Creo que te has encontrado al Sylvain que quería Use, por lo que dijo en la presentación a mi me lo parece de lo que él comento y lo que tu señalas. Un beso.
ResponderEliminarHola!! Pues no me llamaba mucho, y con tus sentimientos encontrados al leerla, creo que la dejaré pasar de momento. Un beso!
ResponderEliminarHe visto el libro en los escaparates y no me decía gran cosa; ahora después de leer con atención tu reseña mi pálpito se confirma.
ResponderEliminarBesos
Cuando la vi me atrajo la cubierta y la portada pero luego al leer la sinopsis, no sé.. algo me dejó fría. Ahora veo que no andaba descaminada. Besos
ResponderEliminarOtra novela galardonada y que no termina de llamar... la verdad es que esperaba más. La sinopsis pinta muy bien ha sido una desilusión ver que no es para tanto.
ResponderEliminarBesitos.
a mi también me ha desilusionado y eso que me llamó mucho la atención cuando la ví por primera vez...ahora ya no se si leerla o no...
ResponderEliminarSaludos!
No me llamaba demasiado la atención y con tu gran reseña tengo claro que no es una lectura que me apetezca.
ResponderEliminarBesos
Me parece que lo dejo pasar, que ese pero que señalas pesa mucho.
ResponderEliminarBesotes!!!
Pues no sé qué hacer.
ResponderEliminarMe llama la atención el título y la trama, pero no sé yo...
Besotes
Pues a mí en principio no me llamaba, pero tu reseña, aunque no super entusiasta, me ha hecho dudar. Me lo seguiré pensando.
ResponderEliminarEs una pena que no hayas podido conectar con el prota.
Mucho no me he aclarado yo tampoco, aunque me sigue apeteciendo este libro
ResponderEliminarUna pena que no conectaras con el protagonista... A mí me pasó todo lo contrario. Creo que muchos de los que hoy estamos en la edad del protagonista nos vemos identificados constantemente.
ResponderEliminarLa leí volando... Y creo que en tu reseña no dedicas el espacio que merece el personaje de Monsieur Tatin, al que sólo mencionas. No recuerdo un personaje tan mágico y entregado. A mí esta novela me dejo un sabor estupendo, del que uno lleva consigo los días sucesivos.
Gracias por compartir tus comentarios Lidia!