Ficha técnica:
Título: 1Q84 Autor: Haruki Murakami
Editorial: Tusquets Género: novela Páginas: 744 (libros 1 y 2) + 416 (libro 3)Publicación: Libros 1 y 2: febrero 2011; 3: octubre 2011 ISBN: 978-84-8383-296-7 (libros 1 y 2)
978-84-8383-355-1 (libro 3)
Sinopsis (editorial):
En japonés, la letra q y el número 9 son homófonos, los dos se pronuncian kyu, de manera que 1Q84 es, sin serlo, 1984, una fecha de ecos orwellianos. Esa variación en la grafía refleja la sutil alteración del mundo en que habitan los personajes de esta novela, que es, también sin serlo, el Japón de 1984. En ese mundo en apariencia normal y reconocible se mueven Aomame, una mujer independiente, instructora en un gimnasio, y Tengo, un profesor de matemáticas. Ambos rondan los treinta años, ambos llevan vidas solitarias y ambos perciben a su modo leves desajustes en su entorno, que los conducirán de manera inexorable a un destino común. Y ambos son más de lo que parecen: la bella Aomame es una asesina; el anodino Tengo, un aspirante a novelista al que su editor ha encargado un trabajo relacionado con La crisálida de aire, una enigmática obra dictada por una esquiva adolescente. Y, como telón de fondo de la historia, el universo de las sectas religiosas, el maltrato y la corrupción, un universo enrarecido que el narrador escarba con precisión orwelliana.
Los tres libros suman 1.160 páginas, pero los he leído como su
fueran poco más de 200. Y eso que no es una novela que te tenga cogido por las
solapas, que te ate a sus páginas, pero la historia es tan curiosa, o extraña,
o surrealista, o inexplicable... que es imposible no dejarse envolver por ese
mundo excepcional y por unos personajes tan contradictorios como deliciosos.
Porque, siendo sinceros, los dos
protagonistas principales podrían ser considerados como mala gente, si no les
conociéramos tan bien, si no supiésemos de sus razones. Tengo (el protagonista masculino) miente, reescribe
una novela escrita por una extraña joven y engaña a todos los lectores y a la
industria editorial. Además, mantiene una relación con una mujer casada. Por si
fuera poco, se desentiende absolutamente de su padre, olvidado en una
residencia al principio y en coma, más adelante. Son tres razones que podrían
producir rechazo en lectores con determinadas concepciones del mundo, las
relaciones interpersonales y la familia. Ideologías personales al margen, Tengo
se hace querer. Poco a poco vamos conociendo sus razones (unas más claras,
otras más solventes, otras más personales) e implicándonos más con lo que le
sucede.
Lo mismo ocurre con Aomame, su contrapunto, la
coprotagonista, la otra cara de la misma moneda. Murakami la describe como una
mujer solitaria, que vive su vida de una manera liviana, sin atarse demasiado,
sin arraigar, con pocas posesiones materiales y menos aún sentimentales. Y sin embargo,
llega a implicarse tanto en la erradicación de la violencia de género que
acabará convirtiéndose en una erradicadora oficial de maltratadores. Esta
Dexter de los hombres que ejercen la violencia contra sus mujeres, que buscar arreglar con sus propias manos lo que ni la justicia
ni la sociedad arreglarán (al menos en mucho tiempo), se convierte en una fría
y eficaz exterminadora de esos hombres que no aman a las mujeres y que
entienden las relaciones sentimentales como relaciones de poder, de violencia y
de dominación, tanto física como sexual. Y, a pesar de todo lo dicho, Aomame es
un personaje entrañable. Es una niña que creció vinculada a una secta, que no
pudo o no supo hacer amigos, que cortó toda relación con su pasado, que busca
hombres de usar y tirar para calmar sus pasiones y que, en el fondo, va
perdiendo lo poco que la vida le va regalando.
Ambos son
personajes, pues, contradictorios, buenos y malos al mismo tiempo. Murakami los
presenta en su contradicción pero de un modo que conquistan al lector. Quizá
sea su manera de decirnos que todos somos blancos y negros, que todos cometemos
errores y conseguimos aciertos, que muy dentro de nosotros todos llevamos la
semilla del éxito y del fracaso, de la bondad y de la maldad.
Tengo y Aomame fueron juntos al
colegio. Y en un momento concreto se creó entre ellos un vínculo indisoluble.
Por eso, veinte años después, sigue recordándose y tal vez el mundo haya
cambiado sólo para que ellos encuentren. Murakami cambia un número por una
letra (en un juego de palabras, o de sonidos, propio del japonés) y transforma
una realidad cotidiana y conocida en un mundo paralelo en el que casi cualquier
cosa es posible: desde que la Little People salga de la boca de una cabra
muerta, hasta que el padre de Tengo, cobrador de la televisión nacional, toque
puertas y amenace a morosos desde su estado vegetativo, pasando por un cielo
con dos lunas o un punto del tiempo y del espacio donde Tengo y Aomame puedan
reencontrarse.
Los dos mundos (1984 y 1Q84, o el
mundo de una luna y el mundo de dos lunas) se superpondrán para algunos
personajes. Como si de un cambio de vías se tratara, el tren de algunos de los
personajes se desvía de su camino original y se adentra en 1Q84 sin que se sepa
muy bien cómo ni cuándo. A medida que vaya avanzando la novela, las
peculiaridades de este mundo con dos lunas serán cada vez más evidentes, cada
vez más inexplicables, cada vez más extrañas para un lector anclado en lo real.
No es, por lo tanto (creo yo), un libro que pueda gustar a quienes no disfrutan
con un realismo mágico muy cercano aquí ya a la ciencia ficción o a la
fantasía. Y tampoco satisfará a quienes amen los finales cerrados con todos sus
cabos bien atados. Murakami deja muchas preguntas sin respuesta, muchos
interrogantes flotando en el aire e, incluso, la posibilidad de que, en el
final de la trilogía, Tengo y Aomame no estén ni en 1984 ni en 1Q84, sino en otro
mundo diferente, quizá espejo del primero, quizá mezcla de ambos.
El narrador omnisciente va
centrando el foco en Tengo y en Aomame de forma alternativa durante los dos
primeros libros. En el tercero, se sumará la voz de Ushikawa, un investigador
contratado para dar con Aomame y que hallará el vínculo que la une con Tengo.
El foco narrativo centrado en un personaje distinto en cada capítulo ralentiza
el desarrollo del argumento e incide en una de las cuestiones que Murakami pone
sobre la mesa en esta novela: una reflexión sobre la linealidad del tiempo,
sobre si los acontecimientos ocurren de una forma determinada o somos nosotros
los que ponemos en orden en nuestro afán por entenderlo todo. Así, volvemos
atrás en la historia para vivir el mismo acontecimiento de la mano de otro de
los personajes, ampliando, contrastando o completando lo que sabíamos hasta el
momento sobre lo ocurrió. Esta alternancia también tiene su efecto en la
intriga, al aumentar el factor suspense de la novela: no conocemos el desarrollo
completo de lo ocurrido o su repercusión hasta que el narrador se centra en
otro personaje y nos lo cuenta. A pesar, como decía, de que la
propia historia ejerce de soporte de la intriga (el afán del lector por
comprender lo que está ocurriendo es lo que le mantiene en vilo, más allá de lo
que ocurre en cada capítulo), no es un libro que te envuelva en una vorágine de
sucesos, acciones y reacciones. Tiene sus momentos de acción, pero también
tiene muchos momentos de calma, de sosiego, de espera. En cierto modo, Murakami
asienta en el lector esa sensación de tensa calma que deben sentir los
protagonistas en determinados momentos de la trama, sobre todo en el tercer
libro. El autor te hace esperar por la resolución del conflicto, igual que
Tengo, Aomame y Ushikawa esperan dentro de sus respectivas tramas.
Así pues,
hay un paralelismo estructural (capítulos en los que se repiten acontecimientos),
un paralelismo argumental (los dos mundos superpuestos) y, también, un
paralelismo entre personajes o, al menos, entre determinadas situaciones que
viven algunos personajes: Tengo y Aomame tienen infancias infelices, con los
domingos dedicados a acompañar a sus padres en sus obligaciones (cobrar
facturas en el caso del padre de Tengo y captar acólitos en el de la madre de
Aomame); Fukaeri y Aomame crecen en el seno de dos sectas; Tengo mantiene una
relación con una mujer casada mientras que lo único que recuerda de su madre es
lo que él cree puede ser una aventura extramatrimonial… Paralelismos que
establecen conexiones entre personajes más allá de la trama y que ayudan a
reforzar el significado de determinadas elecciones literarias, de determinados
sucesos y situaciones. El uso reiterado de estos tres tipos de paralelismos
potencia también la reflexión sobre el tiempo, la percepción y la realidad, a la vez que ralentiza el desarrollo argumental.
1Q84 es, pues, un libro calmado, una novela que analiza y que reflexiona, que profundiza y que hace pensar. Murakami echa mano de descripciones minuciosas, en ocasiones casi cinematográficas, mediante las que el narrador centra el foco en una persona, un paisaje o un detalle y va conociendo mejor a un personaje o a un mundo. El juego que propone entre los dos mundos superpuestos permite al autor una intensa reflexión sobre la realidad, sobre si lo que percibimos es igual para todos, si todos percibimos lo mismo de la misma manera o hay distintas realidades según las distintas maneras de recibir lo que vemos y vivimos. Y mientras nos hace pensar sobre la verosimilitud de la realidad, de lo que vivimos, también nos habla de la verosimilitud en su obra y en la literatura en general.
1Q84 es, pues, un libro calmado, una novela que analiza y que reflexiona, que profundiza y que hace pensar. Murakami echa mano de descripciones minuciosas, en ocasiones casi cinematográficas, mediante las que el narrador centra el foco en una persona, un paisaje o un detalle y va conociendo mejor a un personaje o a un mundo. El juego que propone entre los dos mundos superpuestos permite al autor una intensa reflexión sobre la realidad, sobre si lo que percibimos es igual para todos, si todos percibimos lo mismo de la misma manera o hay distintas realidades según las distintas maneras de recibir lo que vemos y vivimos. Y mientras nos hace pensar sobre la verosimilitud de la realidad, de lo que vivimos, también nos habla de la verosimilitud en su obra y en la literatura en general.
Porque, si
algo está presente en esta novela, es la literatura universal. Murakami entabla
un fructífero diálogo con un sinfín de obras literarias, ya sea mediante la
referencia, la cita o el recurso al humor (como ocurre durante el tercer libro
con En busca del tiempo perdido, que acabará convirtiéndose en el gran eje
simbólico de la novela: Tengo y Aomame también andan en busca de su tiempo
perdido, no en el sentido proustiano de búsqueda de los recuerdos, del pasado,
de lo vivido, sino en su acepción literal. Buscan el tiempo que han perdido el
uno sin el otro, el vacío dejado por los días, los meses y los años que han
dejado pasar sin buscarse. Y así, en magistral juego metaliterario, el último
título de la heptalogía de de Proust se convertirá en el broche de 1Q84: Tengo
y Aomame tendrán su tiempo recobrado, recuperarán lo perdido en un presente
diferente).
La metaliteratura fluye por las páginas de esta novela no sólo a través de esta referencias sino también a través de la propio reflexión sobre la escritura y la forma de hacer literatura, reflexión propiciada por la profesión de Tengo y la corrección de la novela escrita por Fukaeri. Una novela, La crisálida de aire, que da pie a un tercer juego metaliterario: el de la novela dentro de la novela, la ficción dentro de la ficción, la realidad (literaria) que reproduce la ficción (doblemente literaria, se podría decir). La crisálida de aire, que no era más que una novela, se convierte en un auténtico manual para entender la nueva realidad, ese mundo de dos lunas.
La metaliteratura fluye por las páginas de esta novela no sólo a través de esta referencias sino también a través de la propio reflexión sobre la escritura y la forma de hacer literatura, reflexión propiciada por la profesión de Tengo y la corrección de la novela escrita por Fukaeri. Una novela, La crisálida de aire, que da pie a un tercer juego metaliterario: el de la novela dentro de la novela, la ficción dentro de la ficción, la realidad (literaria) que reproduce la ficción (doblemente literaria, se podría decir). La crisálida de aire, que no era más que una novela, se convierte en un auténtico manual para entender la nueva realidad, ese mundo de dos lunas.
Junto a la
literatura, el segundo gran trasfondo de 1Q84
es la religión, la espiritualidad, la búsqueda de lo trascendente. En este
caso, Murakami utiliza el retrato de la forma de entender la vida de
dos sectas diferentes (una religiosa, la Asociación de los Testigos, a la que
pertenece la familia de Aomame; y otra, en principio, no vinculada a lo
espiritual, sino a la ideología, que, sin embargo, va mutando a lo largo de la
obra: Vanguardia, la secta en la que se cría Fukaeri y que da pie a todo lo que
se narra en La crisálida de aire y,
por lo tanto, a lo que acaba ocurriendo en 1Q84) para reflexionar sobre esa
dimensión espiritual y la realidad de cada uno. Además, utiliza dogmas de
religiones reales, como la inmaculada concepción, para enredar aún más la
telaraña que une a los personajes en el complicadísimo mundo de las dos lunas.
Hay, pues, un recurso a lo simbólico, una conversión en símbolo de determinados
elementos, como las dos lunas o la propia crisálida de aire. Pero las claves
para desentrañar el significado de muchos de estos símbolos sólo se esbozan en
la novela. Será el lector el que tenga que buscar un sentido a lo leído.
1Q84 es una de esas novelas llenas de símbolos y
significados, esas que dicen algo diferente a cada lector y de la que cada uno
extraerá conclusiones y reflexiones diferentes. Esto es lo que yo he pensado y
he sentido leyéndola. Ni que decir tiene que me ha encantado tanta riqueza.
Pero no creo que sea una novela que pueda gustar a todo el mundo: hay
demasiadas conexiones, demasiadas referencias, demasiados guiños internos,
demasiadas situaciones extrañas, demasiados fenómenos que sea alejan de la
estricta realidad, demasiadas preguntas, quizá pocas respuestas. 1Q84, la novela, es casi tan extraña
como 1Q84, el mundo. Sólo cada lector podrá decidir si deja que su tren
culmine el cambio de vías… o no.
Nos seguimos leyendo.
Enlazo un artículo del propio Murakami en el que habla sobre la Realidad A y la Realidad B y sobre su obra en general y 1Q84 en particular.
Voy a ser un poco irregular en la inclusión de este libro en los distintos retos. En algunos casos los considero como libros independientes (puesto que están publicados como dos obras diferentes, con ISBN distintos) pero, en otros casos, los trato como si fueran una única obra, puesto que, en el fondo, es lo que son. No me parece justo, por ejemplo, sumarme dos obras de Murakami para el reto del autor, cuando, en realidad, es una única novela. Así que, en definitiva, incluyo este libro en los siguientes retos:
- Reto 13.000 páginas: 744+416/13.000- Reto Genérico: Narrativa contemporánea (2/5).- Desafío100 libros: 4-9/100- Reto Sumando: 18+13/2.013
- Reto autores A-Z : M- Reto Murakami: 1/5
Permíteme quitarme el sombrero ante tu reseña. No hace falta decir, creo, que esta novela es una de mis favoritas y que mi blog hace un guiño precisamente a ese mundo de las dos lunas que presiden el cielo de 1Q84 y que tantos buenos momentos literarios me hizo pasar. Me alegra mucho que también la hayas disfrutado.
ResponderEliminarBesos
Reseña completísima Lidia. Es un libro que sigo teniendo pendiente por o atreverme con él. Un besote!
ResponderEliminar¡Menuda reseña! Lo tengo pendiente desde hace tiempo, porque me lo recomendó una amiga, pero tras leerte, veo que de este año no puede pasar que me lo lea.
ResponderEliminarUn beso!
Ufff Lidia. ¡Te felicito por tu reseña!! Es increible como logras transmitir todo lo que yo he sentido y pensado al leer el libro. Y digo "el libro", porque he visto tantas reseñas negativas del tercero, que hasta ahora no me he animado con él, por miedo a la decepción. Y es que los dos primeros me dejaron tan buen sabor de boca...
ResponderEliminarComo tú dices, Murakami no deja indiferente y es de los que te encanta, te apasiona, o no pudes con él. Yo me encuentro entre los primeros.
Besos
Muy buena reseña impecable, me lo llevo al libre me parece interesante y has trasmitido todo lo que es
ResponderEliminarun beso Carmen
Menuda reseña, es magnifica. Con este libro me pasa una cosa curiosa. Es de esos por los que sientes cierta atracción pero que llegado el momento hay algo que te hace separarte de él. En alguna ocasión lo he tenido en mis manos para comprarlo y al final siempre lo he dejado. Creo que era algo premonitorio, porque después de leerte creo que no es un libro para mi, o quizás sí. ¿Lo ves? no me aclaro. De momento no va a ser de mis próximas lecturas. Un beso.
ResponderEliminarTengo creo que uno en casa...pero no sé qué parte será...creo y espero que la primera. Pero tengo que mirarlo bien que sino nunca me voy a animar a leerlo y creo que me va a gustar.
ResponderEliminarMuy completa la reseña me ha parecido que has explicado muy bien lo que se puede encontrar...más que nada porque no parece una novela común.
Un beso!
Es una autor que me gustaría leer en algún momento pero me da cierto "respeto" por no terminar de entenderlo. La reseña me ha encantado!!
ResponderEliminarBesos
Menuda reseña le has hecho.
ResponderEliminarNo he leído nada de este autor pero desde luego lo acabas de incluir en mi lista.
Besitos.
¡Fantástica, fantástica reseña! Es un autor que me tienta, pero al mismo tiempo me da su miedo, que no sé si lo disfrutaría... Pero tu reseña desde luego me anima a intentarlo.
ResponderEliminarBesotes!!!