Título: Leyendas de la Tierra Límite II: las Tierras Oscuras
Autora: Ana González Duque
Editorial: Autoeditado
Género: novela fantasía, aventuras
Páginas: 336
Publicación: Abril 2016
ASIN: B01DO75KYG
"Flamia tiene la luz de vida desde que nació. Por lo tanto, nadie cuestiona su destino como sanadora mayor. Nadie, salvo la propia Flamia. Lo de sanadora mayor le queda grande por todos lados. No oye a la naturaleza como el resto de sus compañeras. Si le dan un libro se olvida del mundo. Y no solo eso: perdió a su mejor amigo porque cometió el error de enamorarse de él. Menudo desastre de sanadora mayor que está hecha.
Cuando el rey de los dragones le pide que rompa el Aura, Flamia se siente superada por el encargo. Si el Aura se rompe desde el lado de las Tierras Blancas, las sanadoras gobernarán las Tierras. Si lo hace por el de las Tierras Oscuras, serán las seheyilth —a las que ella siempre ha conocido como “los Oscuros”— las que lo dominarán todo.
Pero, para romper el Aura, hacen falta dos cosas: luz de vida y sangre de dragón. Y las seheyilth no tienen ninguna de las dos. ¿O sí?"
Después del éxito de "Las Tierras Blancas" (con nueve ediciones vendidas en un año), Ana González Duque vuelve a la Tierra Límite, catorce años después del final de la anterior novela, para cerrar esta bilogía de Fantasía juvenil romántica.
Me encantó Las Tierras Blancas, así que cuando Mónica Serendipia propuso un nuevo sorteo+lectura conjunta con la continuación de la fantástica (en ambos sentidos: es fantasía pero también es fabulosa) novela de Ana González Duque, no me lo pensé. Probé suerte, la tuve y pude disfrutar del cierre de una bilogía que me ha encantado.
En mis clases de escritura creativa siempre pongo a González Duque como ejemplo de cómo debe comenzar (según mi criterio, claro está) una novela de fantasía (y, me atrevería a decir, casi cualquier novela): con acción. Es la manera de conseguir que el lector se pegue a lo que cuentas desde la primera página. Ya le contarás luego qué pasa en ese mundo raro en el que te has metido sin darte cuenta o, como es el caso de esta segunda entrega, qué ha pasado en los 14 años que han transcurrido desde que cerramos el libro anterior.
Así que González Duque vuelve a lograr una novela llena de acción, trepidante, repleta de emociones y reflexiones y muy muy entretenida.
Como ocurre muchas veces en las obras de fantasía, en el fondo lo que se cuenta, o los personajes que se retratan, son metáforas o trasuntos de la realidad. Así, la lucha entre el bien y el mal es siempre una fuente inagotable de inspiración para este género. Y lo mejor es que funciona. Sigue funcionando. O al menos lo hace en esta novela. La batalla entre el poder absoluto del mal y el poder absoluto del bien es librada aquí de una forma interesante y, sobre todo, diferente. Porque Ana González Duque no plantea un bien y un mal simplemente contrarios. El espejo en el que convierte a los personajes principales (repletos de cualidades buenas en un lado y de reprobables en el otro) nos hace pensar en esa parte buena y esa parte mala que todos llevamos dentro, en la pugna diaria que se da en nuestro interior, en las veces que triunfa el bien y en las que nos dejamos arrastrar por lo peor de nosotros mismos.
A pesar de representar al bien o al mal, los personajes no se quedan en simples seres simbólicos que muestren esta sempiterna pugna. Ana González Duque les da vida, corazón, sentimientos, deseos, ambiciones y capacidad para amar (y para odiar). Y eso se convierte en el motor de la novela: la lucha entre el bien y el mal pero mediatizada por los sentimientos humanos, por las taras y los dones de los seres humanos. Otra cuestión para reflexionar y mucho: ¿existe el bien y el mal como tal o somos los seres humanos los que les hacemos perdurar?
Y que conste que esto no es un cuestionamiento (ni desde esta reseña ni desde la novela) a los sentimientos. Más bien al contrario. De hecho, en la propia obra, la autora nos pone frente a seres sin sentimientos o seres en los que la parte sentimental no es prioritaria. Y sí, tienen un montón de cualidades pero... Se quedan cortos, fríos, demasiado lejanos.
Porque si algo consigue González Duque es que el lector empatice con los personajes. Con los buenos pero también con los malos, diría yo. Conoces el contenido de sus corazones, conoces sus razones y acabas comprendiendo sus acciones, aunque no las compartas. Todo ello, creo yo, también transmite una sensación general de humanidad que le sienta muy bien a una novela fantástica.
Y es que hay mucha reflexión sobre la condición humana en la novela. El lector se ve atrapado por una trama trepidante, bien tramada y que te va llevando sin remisión de página en página pero, al mismo tiempo, va notando al fondo de su conciencia cómo surgen preguntas y respuestas sobre la naturaleza humana. Y, para mí, este es uno de los mejores puntos de la novela: que no se quede hueca. Que entretenga pero también tenga chicha.
Finalmente, no puedo dejar de mencionar una técnica literaria que me ha encatando encontrar en la novela: en un momento dado, se dosifica la información de tal manera que el lector la percibe de fuentes diferentes: cada personaje la recibe a través de su propio informante y como consecuencia del desarrollo de su subtrama. Y esta técnica crea una sensación de simultaneidad muy lograda y que, además, incide en ese juego de puzle por armar que siempre son las novelas para el lector: ha de ir haciéndose con las piezas que permitan ver el conjunto e ir encajándolas con paciencia y voluntad.
En definitiva, una novela que me ha encantado tanto por contenido, como por forma y reflexiones, que me deja con ganas de más Ana González Duque. A ver con qué nos sorprende la próxima vez.
Nos seguimos leyendo.
Agradezco a Mónica Serendipia que organizase el sorteo en el que me tocó este ejemplar y a la autora que me lo enviara con una preciosa dedicatoria.
En mis clases de escritura creativa siempre pongo a González Duque como ejemplo de cómo debe comenzar (según mi criterio, claro está) una novela de fantasía (y, me atrevería a decir, casi cualquier novela): con acción. Es la manera de conseguir que el lector se pegue a lo que cuentas desde la primera página. Ya le contarás luego qué pasa en ese mundo raro en el que te has metido sin darte cuenta o, como es el caso de esta segunda entrega, qué ha pasado en los 14 años que han transcurrido desde que cerramos el libro anterior.
Así que González Duque vuelve a lograr una novela llena de acción, trepidante, repleta de emociones y reflexiones y muy muy entretenida.
Como ocurre muchas veces en las obras de fantasía, en el fondo lo que se cuenta, o los personajes que se retratan, son metáforas o trasuntos de la realidad. Así, la lucha entre el bien y el mal es siempre una fuente inagotable de inspiración para este género. Y lo mejor es que funciona. Sigue funcionando. O al menos lo hace en esta novela. La batalla entre el poder absoluto del mal y el poder absoluto del bien es librada aquí de una forma interesante y, sobre todo, diferente. Porque Ana González Duque no plantea un bien y un mal simplemente contrarios. El espejo en el que convierte a los personajes principales (repletos de cualidades buenas en un lado y de reprobables en el otro) nos hace pensar en esa parte buena y esa parte mala que todos llevamos dentro, en la pugna diaria que se da en nuestro interior, en las veces que triunfa el bien y en las que nos dejamos arrastrar por lo peor de nosotros mismos.
A pesar de representar al bien o al mal, los personajes no se quedan en simples seres simbólicos que muestren esta sempiterna pugna. Ana González Duque les da vida, corazón, sentimientos, deseos, ambiciones y capacidad para amar (y para odiar). Y eso se convierte en el motor de la novela: la lucha entre el bien y el mal pero mediatizada por los sentimientos humanos, por las taras y los dones de los seres humanos. Otra cuestión para reflexionar y mucho: ¿existe el bien y el mal como tal o somos los seres humanos los que les hacemos perdurar?
Y que conste que esto no es un cuestionamiento (ni desde esta reseña ni desde la novela) a los sentimientos. Más bien al contrario. De hecho, en la propia obra, la autora nos pone frente a seres sin sentimientos o seres en los que la parte sentimental no es prioritaria. Y sí, tienen un montón de cualidades pero... Se quedan cortos, fríos, demasiado lejanos.
Porque si algo consigue González Duque es que el lector empatice con los personajes. Con los buenos pero también con los malos, diría yo. Conoces el contenido de sus corazones, conoces sus razones y acabas comprendiendo sus acciones, aunque no las compartas. Todo ello, creo yo, también transmite una sensación general de humanidad que le sienta muy bien a una novela fantástica.
Y es que hay mucha reflexión sobre la condición humana en la novela. El lector se ve atrapado por una trama trepidante, bien tramada y que te va llevando sin remisión de página en página pero, al mismo tiempo, va notando al fondo de su conciencia cómo surgen preguntas y respuestas sobre la naturaleza humana. Y, para mí, este es uno de los mejores puntos de la novela: que no se quede hueca. Que entretenga pero también tenga chicha.
Finalmente, no puedo dejar de mencionar una técnica literaria que me ha encatando encontrar en la novela: en un momento dado, se dosifica la información de tal manera que el lector la percibe de fuentes diferentes: cada personaje la recibe a través de su propio informante y como consecuencia del desarrollo de su subtrama. Y esta técnica crea una sensación de simultaneidad muy lograda y que, además, incide en ese juego de puzle por armar que siempre son las novelas para el lector: ha de ir haciéndose con las piezas que permitan ver el conjunto e ir encajándolas con paciencia y voluntad.
En definitiva, una novela que me ha encantado tanto por contenido, como por forma y reflexiones, que me deja con ganas de más Ana González Duque. A ver con qué nos sorprende la próxima vez.
Nos seguimos leyendo.
Agradezco a Mónica Serendipia que organizase el sorteo en el que me tocó este ejemplar y a la autora que me lo enviara con una preciosa dedicatoria.
Incluyo este libro en los siguientes retos:
- Reto 100 libros: 60/100
- Reto Libros Autoeditados: 2/6
¡Fantástica reseña! La mía saldrá en breve. Yo también estoy encantada con este libro y con la narrativa y fantasía de su autora. Nos leemos. ;)
ResponderEliminarPues es verdad, Lidia, una de las claves de los personajes de Ana es que consiguen la empatía del lector, tienes toda la razón. Yo creo que cuando cierras un libro y echas de menos a los personajes eso dice mucho del talento del autor para crearlos. Gracias por animarte a participar en el sorteo y por acompañarnos en la lectura de Las Tierras Oscuras. Un beso.
ResponderEliminarAys, cómo me has tentado...
ResponderEliminarBesotes!!!