Ficha técnica:
Título: La escritura necesaria Autor: Rubén Angulo Editorial: Siníndice Género: novela de suspense Páginas: 232 Publicación: Marzo 2013 ISBN: 978-84-940896-5-7
Sinopsis (editorial):
César se traslada a Logroño para trabajar en un encargo, una novela corta relacionada con el mundo del vino. En su lucha contra el pánico al papel en blanco, la vieja casa que alquila en el casco antiguo de la ciudad toma protagonismo: sucesos inusuales, una caja repleta de cartas y fotografías de antigüedad relativa. Trabaja en ellas con la esperanza de que le sirvan de arranque para su novela, pero un descubrimiento inaudito será acicate para profundizar en la investigación de la familia que habitó la casa antes que él. Las que en un principio parecían ser cartas sencillas, tienen un remitente fuera de lo común. Al mismo tiempo que César avanza en la escritura de la novela, trata de averiguar en lo posible la historia de la familia que habitó aquella casa. Los sueños se suceden como peldaños de una escalera, en un crescendo onírico que termina con la confluencia de lo personal y lo imaginado. ¿Es César, es el escritor, o es la casa la que trata de ejercer influencia? Al final, y gracias a la literatura, César alcanza el equilibro. En cambio el misterio de la casa se muestra insoluble, y sin embargo, de manera insólita, la vida del protagonista se entremezcla con la de la familia que habitó la casa, y así se nos desvela ‘La escritura necesaria’, una escritura sui generis que encierra en un círculo perfecto pasado, presente y futuro.
Rubén Angulo se puso en contacto conmigo hace unos meses para ofrecerme esta novela y eso de "un escritor, una obsesión, una tierra con nombre de vino" me gustó, así que acepté. Pero ya sabes que una propone y luego los compromisos más urgentes disponen, así que la fui retrasando hasta que Entre mis libros y yo propuso una lectura simultánea a través de Twitter. "Ahora o nunca", pensé y me apunté, aunque al final tuve que empezarlo unos días después de lo previsto. Pero bueno, lo importante es que ya está leído.
Y ahora empieza lo difícil: hacer la reseña. Porque este libro me ha dejado un sabor agridulce en la boca. Me ha gustado la historia de César, su bloqueo, cómo lo supera, los misterios de la casa, las cartas y su historia de amor con su esposa, ya fallecida. Creo que esa parte está bien construida y mantiene el interés y el toque sobrenatural le sienta muy bien a la historia.
Pero también hay aspectos que no me han encajado tan bien en ella. En primer lugar, las infinitas referencias sexuales que se incluyen. Cuando publiqué el BBF ya hablé de ellas y el autor dejó un comentario diciendo que no había tantas escenas sexuales. No hablo de escenas sexuales, sino de referencias. Y me explico. Sobre las escenas sexuales en sí (el sueño que abre la novela y las que, como bien explicaba el autor en ese comentario, aparecen a partir de la página 105) he de decir que me parece discutible que estén justificadas o no. Mi percepción es que no añaden nada a la historia. De hecho, creo que toda la subtrama relacionada con Sandra no aporta nada al esqueleto fundamental del argumento, el que sí me resulta interesante, y, es más, creo que hace que el lector se aleje de él y que, por lo tanto, ese eje fundamental pierda peso. La aventura con Virginia es otra cosa, sí tiene una justificación dentro de ese eje central. Y tampoco le veo mucho sentido a la escena sexual con la enfermera. Como golpe de efecto ya funciona bien cuando aparece, aunque sea una mera mención, así que no le veo mucho sentido a que, páginas más adelante, nos lo cuente con pelos y señales. En ese momento, me ha resultado más repetitivo que enriquecedor.
Pero no es de las escenas sexuales de lo que quería hablar sino de las referencias: constantemente el narrador (en tercera persona, pero que siempre cuenta la historia desde el punto de vista de César) nos explica cómo César mira y valora escotes, pantorrillas y traseros y nos describe las erecciones que esas miradas provocan. Además, diría que solo aparecen descripciones físicas de mujeres (o, al menos, esa es la sensación que me ha dado mientras lo leía) y que esas descripciones hacen especial hincapié en cómo la ropa destaca determinadas partes de la anatomía de las mujeres descritas (pongo un ejemplo: "La muchacha llevaba un abrigo de paño gris abotonado y apretado a la cintura que le subrayaba profundamente las caderas", en la página 172). La sensación final es que el 95% por cierto de las mujeres que aparecen físicamente en la novela (exceptuando a la hija y a la madre de César y a la vecina y sin contar, por supuesto, a las que aparecen solo como referencia o como nombres) son presentadas al lector con una pátina demasiado sexualizada, lo que me ha generado la impresión de que son tratadas como objetos sexuales y no como personas.
Soy consciente de que yo soy muy quisquillosa en este aspecto pero me gustaría saber si esta forma de presentar y tratar a los personajes femeninos es algo que el autor ha realizado de forma consciente o inconsciente. Y lo digo porque, como justo leí este libro durante mi visita a Valladolid y allí pasé bastantes horas con gente a la que le gusta la literatura y escribe literatura y escribe sobre literatura, así que fue inevitable que habláramos de lo que estábamos leyendo o de lo que habíamos leído hace poco. En ese contexto, yo comenté todo esto que estoy contando: la hipersexualización de los personajes femeninos, la cosificación de la mujer y la multiplicidad de referencias sexuales a lo largo del texto. Y Vicente Luis Mora (otro de los blogueros que formaron parte de la mesa en la que participé, pero que además de bloguero es crítico y escritor y tiene un blog super interesante que te recomiendo) me dijo que muchas veces ocurre que los escritores no se dan cuenta de la gran cantidad de referencias sexuales que incluyen en los textos o de la naturaleza de algunos de su comentarios (como, por ejemplo, la obsesión por el tamaño del pene de algunos, obsesión de la que no son conscientes), así que pensé que este podría ser el caso porque mi impresión es que esta realidad que el narrador muestra a través de los ojos del protagonista no solo no aporta demasiado a la trama central sino que, muy al contrario, me ha producido rechazo y ha conseguido que un personaje con el que empaticé en la primera página (verle preocupado por cómo conciliar su vida familiar y su trabajo me llegó al alma) comenzara pronto a resultarme francamente antipático. Y no estoy diciendo que todos los protagonistas tengan que ser simpáticos, pero no sé, en este caso creo que hubiera sido fácil ponerse en su lugar, comprenderle y acompañarle en este camino vital que hemos compartido durante la lectura de la novela. Y me ha dado hasta un poco de pena que me haya resultado tan antipático, la verdad.
En el lado contrario, me han encantado las referencias y juegos metaliterarios de la novela: el modo de escribir y abordar la escrituras, los relatos dentro de metarrelato en el que se convierte la historia de César o la parte mágica o desconocida que a veces actúa como resorte de una historia.
Finalmente, no puedo pasar por alto los errores de acentuación y puntuación, un imperativo mal escrito ("mirar qué vista bonita", en la página 53, en vez de mirad) y otro pasado mal conjugado, si no me equivoco ("colijo", en la página 16, en vez de coligió. Me sonó mal cuando lo leí y lo busqué en el conjugador de rae.es y, efectivamente, el pretérito perfecto simple de colegir es coligió -colegí, colegiste, coligió- mientras que colijo es la forma de la primera persona del presente de indicativo del mismo verbo).
En definitiva, un libro con sus pros y sus contras, cuya historia central resulta interesante pero que se pierde por derroteros sexuales que le restan peso.
Nos seguimos leyendo. Y ahora empieza lo difícil: hacer la reseña. Porque este libro me ha dejado un sabor agridulce en la boca. Me ha gustado la historia de César, su bloqueo, cómo lo supera, los misterios de la casa, las cartas y su historia de amor con su esposa, ya fallecida. Creo que esa parte está bien construida y mantiene el interés y el toque sobrenatural le sienta muy bien a la historia.
Pero también hay aspectos que no me han encajado tan bien en ella. En primer lugar, las infinitas referencias sexuales que se incluyen. Cuando publiqué el BBF ya hablé de ellas y el autor dejó un comentario diciendo que no había tantas escenas sexuales. No hablo de escenas sexuales, sino de referencias. Y me explico. Sobre las escenas sexuales en sí (el sueño que abre la novela y las que, como bien explicaba el autor en ese comentario, aparecen a partir de la página 105) he de decir que me parece discutible que estén justificadas o no. Mi percepción es que no añaden nada a la historia. De hecho, creo que toda la subtrama relacionada con Sandra no aporta nada al esqueleto fundamental del argumento, el que sí me resulta interesante, y, es más, creo que hace que el lector se aleje de él y que, por lo tanto, ese eje fundamental pierda peso. La aventura con Virginia es otra cosa, sí tiene una justificación dentro de ese eje central. Y tampoco le veo mucho sentido a la escena sexual con la enfermera. Como golpe de efecto ya funciona bien cuando aparece, aunque sea una mera mención, así que no le veo mucho sentido a que, páginas más adelante, nos lo cuente con pelos y señales. En ese momento, me ha resultado más repetitivo que enriquecedor.
Pero no es de las escenas sexuales de lo que quería hablar sino de las referencias: constantemente el narrador (en tercera persona, pero que siempre cuenta la historia desde el punto de vista de César) nos explica cómo César mira y valora escotes, pantorrillas y traseros y nos describe las erecciones que esas miradas provocan. Además, diría que solo aparecen descripciones físicas de mujeres (o, al menos, esa es la sensación que me ha dado mientras lo leía) y que esas descripciones hacen especial hincapié en cómo la ropa destaca determinadas partes de la anatomía de las mujeres descritas (pongo un ejemplo: "La muchacha llevaba un abrigo de paño gris abotonado y apretado a la cintura que le subrayaba profundamente las caderas", en la página 172). La sensación final es que el 95% por cierto de las mujeres que aparecen físicamente en la novela (exceptuando a la hija y a la madre de César y a la vecina y sin contar, por supuesto, a las que aparecen solo como referencia o como nombres) son presentadas al lector con una pátina demasiado sexualizada, lo que me ha generado la impresión de que son tratadas como objetos sexuales y no como personas.
Soy consciente de que yo soy muy quisquillosa en este aspecto pero me gustaría saber si esta forma de presentar y tratar a los personajes femeninos es algo que el autor ha realizado de forma consciente o inconsciente. Y lo digo porque, como justo leí este libro durante mi visita a Valladolid y allí pasé bastantes horas con gente a la que le gusta la literatura y escribe literatura y escribe sobre literatura, así que fue inevitable que habláramos de lo que estábamos leyendo o de lo que habíamos leído hace poco. En ese contexto, yo comenté todo esto que estoy contando: la hipersexualización de los personajes femeninos, la cosificación de la mujer y la multiplicidad de referencias sexuales a lo largo del texto. Y Vicente Luis Mora (otro de los blogueros que formaron parte de la mesa en la que participé, pero que además de bloguero es crítico y escritor y tiene un blog super interesante que te recomiendo) me dijo que muchas veces ocurre que los escritores no se dan cuenta de la gran cantidad de referencias sexuales que incluyen en los textos o de la naturaleza de algunos de su comentarios (como, por ejemplo, la obsesión por el tamaño del pene de algunos, obsesión de la que no son conscientes), así que pensé que este podría ser el caso porque mi impresión es que esta realidad que el narrador muestra a través de los ojos del protagonista no solo no aporta demasiado a la trama central sino que, muy al contrario, me ha producido rechazo y ha conseguido que un personaje con el que empaticé en la primera página (verle preocupado por cómo conciliar su vida familiar y su trabajo me llegó al alma) comenzara pronto a resultarme francamente antipático. Y no estoy diciendo que todos los protagonistas tengan que ser simpáticos, pero no sé, en este caso creo que hubiera sido fácil ponerse en su lugar, comprenderle y acompañarle en este camino vital que hemos compartido durante la lectura de la novela. Y me ha dado hasta un poco de pena que me haya resultado tan antipático, la verdad.
En el lado contrario, me han encantado las referencias y juegos metaliterarios de la novela: el modo de escribir y abordar la escrituras, los relatos dentro de metarrelato en el que se convierte la historia de César o la parte mágica o desconocida que a veces actúa como resorte de una historia.
Finalmente, no puedo pasar por alto los errores de acentuación y puntuación, un imperativo mal escrito ("mirar qué vista bonita", en la página 53, en vez de mirad) y otro pasado mal conjugado, si no me equivoco ("colijo", en la página 16, en vez de coligió. Me sonó mal cuando lo leí y lo busqué en el conjugador de rae.es y, efectivamente, el pretérito perfecto simple de colegir es coligió -colegí, colegiste, coligió- mientras que colijo es la forma de la primera persona del presente de indicativo del mismo verbo).
En definitiva, un libro con sus pros y sus contras, cuya historia central resulta interesante pero que se pierde por derroteros sexuales que le restan peso.
En esta novela he encontrado al personaje que participe en una pelea física que pedía el Reto Encuentra al personaje. Es César el que se lleva la peor parte del enfrentamiento que se describe en las páginas 211 y 212:Incluyo este libro en los siguientes retos:
- Reto100 libros: 42/100
- Reto Genérico: 29 (2 metaliterarios)/40
- Reto Encuentra al personaje: 17/24
No tuvo ocasión de esquivarlo. Se precipitó éste sobre César empujándolo contra la pared de enfrente. Seguidamente recibió un golpe, la mano abierta contra la cabeza, tan cerca de la oreja izquierda que le dejó un intenso pitido en el cráneo. No llegó a caer del todo, con una mano sobre el adoquín y la otra palpándose la oreja se incorporó resuelto, alerta. Por un instante, estuvo a punto de abalanzarse sobre el muchacho para devolver el golpe, pero dudó, error que le impidió esquivar con éxito el siguiente golpe, esta vez con el puño cerrado sobre la cara.
Lo tengo en casa esperando para leer, a ver que me parece a mi, pero he leído atentamente tu reseña :)
ResponderEliminarBesos!
Pues la verdad no se si me llama o no,de momento lo dejo a la espera, besotes
ResponderEliminarNo me llama la atención, además lo sobrenatural me asusta un poco... con tanto por leer y no estando en mi estantería lo dejo pasar
ResponderEliminarAunque tu opinión es la menos entusiasta de las que he leído, el libro en sí no me termina de llamar. Al menos no por el momento.
ResponderEliminarEn cuanto a lo de la hipersexualización en las novelas, no me había fijado nunca. No sé si en las novelas que he leído hay algo parecido.
Un saludo.
Suscribo palabra por palabra ¡qué bien te explicas! Mañana saldrá mi reseña.
ResponderEliminarGracias por participar. Besos
Dudaba algo este libro...pero viendo tu reseña sé que no me gusatrá y pasaré mal rato leyéndolo, así que de momento lo dejo pasar...
ResponderEliminarLo tenía en interrogantes este libro, pero por tu reseña, me parece que definitivamente lo voy a dejar pasar.
ResponderEliminarBesotes!!!
Ya hemos comentado personalmente lo que nos ha parecido esta novela y sabes que estoy muy de acuerdo con lo que aquí pones. Besos.
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