BBF#87
Debía de tener unos cinco años cuando los Reyes Magos me regalaron el Cinexin. A mí, a mi hermano y a todo el vecindario, pues en aquella España de finales de los setenta los bienes infantiles solían ser comunales, como la muchacha que llevaba consigo al pueblo el alcalde de Amanece, que no es poco. El Cinexin era un artilugio de propiedades seudomágicas por mucho que sus rudimentos llevaran inventados más de ochenta años. Aquel objeto de plástico azul tenía un cargador para cintas, que encajabas a tientas. De su cuerpo sobresalía una manivela cuyo giro, y en combinación con una bombilla interior, generaba sobre la pared una animación del Pato Donald o de Mickey Mouse haciendo cabriolas. El plan te apañaba tardes enteras: invitabas a un par de vecinos, hundías la habitación en el misterio profundo de la oscuridad y una intensa luz se lanzaba contra la primera superficie sólida que le salía al paso. El ratón simpático rebotaba contra un muro o se descolgaba con un tirabuzón. Flipábamos. (“Libro de cine para regalar”, Michi Huertas)
La verdad es que me estoy sintiendo reflejada en algunas cosas de las que cuenta. Y además, Michi cuenta esas cosas muy bien, así que estoy disfrutando mucho del libro. Ya te daré más detalles en la reseña.
Nos seguimos leyendo.
Con este, entre otros dos, estoy yo también.
ResponderEliminarMe está gustando mucho
Besos
Tiene muy buena pinta, ya nos contarás, que recuerdos el cinexin!!
ResponderEliminarBesotes
Yo creo qur lo leeré este fin de semana
ResponderEliminar