Además de la literatura, otra de mis aficiones (cada vez menos afición y más obligación, por desgracia) es la cocina. Así que no suelo dejar pasar la oportunidad de leer un libro que combina ambas. Las cenas contadas forma parte de la colección de Palabras del Candil que Pep Bruno me envió cuando aun trabajaba en La Tribuna de Guadalajara. No pude reseñarlos todos para el periódico, pero lo haré en este blog y en Anika entre Libros porque los que he leído, hasta el momento, me han parecido buenísimos. Empezando por este.
LAS CENAS CONTADAS
(Las cenas contadas, 2008)
Ignacio Sanz
Editorial Palabras del Candil
Colección Escrito en el aire
© Ignacio Sanz, 2007
© Palabras del Candil, 2007
1ª Edición, Enero 2008
Género y tags: Narrativa, cuentos, literatura oral, gastronomía, literatura española
ISBN: 9788461212439
198 Páginas
Argumento:
¿Te imaginas un restaurante donde, a la hora
de los postres, un comensal se levanta y cuenta una historia? Ésta es
la propuesta de esta sugerente colección de relatos en los que el
maridaje entre gastronomía y literatura libera placeres compartidos por
los contadores, los oyentes… y el lector.
Opinión:
Si la cabeza de Sherezade
dependía de los cuentos que cada noche tenía que narrar al rey, el
cocinero que lleva la voz cantante en Las cenas contadas
obsequia a sus comensales de los sábados por la noche con diversos
relatos que, al final, acaban convirtiéndose en todo un canto y un
homenaje tanto a la literatura como a la gastronomía.
Las cenas contadas propone un buen puñado de historias; algunas sensuales, otras
familiares, unas alegres, otras dramáticas, unas llenas de esperanza,
otras plenas de calor o de lluvia. O de las dos cosas. Algunas de ellas,
como confiesa el propio autor en los agradecimientos del libro, nacidas
de las voces de otros narradores. Y es que, al final, uno es lo que uno
escucha. Y si uno se dedica a sacarse historias de la chistera, las
raíces de ese cuento pueden enredarse en las de los relatos aprendidos,
oídos, leídos o imaginados por otros.
Bajo la premisa de que todos tenemos
materia novelable (o “cuenteable”, en este caso) en nuestras vidas (qué
menos que uno o dos episodios dignos de convertirnos en personajes
literarios), el narrador del cuento que da título a toda la obra
describe la forma en la que se desarrollaban aquellas veladas de cena y
cuento, las que estructuran la compilación de relatos del libro,
explicando que, tras los postres, comenzaban las historias y que se
aseguraba de tener dos o tres contadores apalabrados que, de alguna
manera, invitaban a los comensales más proclives a la palabra a rescatar
su propia fábula para el resto del auditorio.
En el fondo, la idea que subyace en el
espíritu de esta obra es rememorar esas sobremesas familiares donde cada
uno narra lo que le ha ocurrido desde la última vez que se vieron,
teatralizándolo o novelándolo más o menos (dependiendo del carácter de
cada cual). Sólo que aquí, a gran escala y con el añadido que supone el
placer (o quizá el vértigo) de la confidencia contada al desconocido,
con quien, a veces, desnudamos el alma con más facilidad que con quienes
nos quieren y a quienes queremos.
Además de las charlas familiares o la
confianza a la que a veces nos invitan los extraños, también encontramos
en estos relatos la transformación en cuento de ciertos procesos
mentales que operan en todos nosotros, como la estrecha ligazón entre
olores, sabores, sensaciones y recuerdos. Así, uno de los platos
servidos y degustados en la cena evoca en el comensal una vivencia. Y,
animado por el agradable clima de compañerismo y confidencia que brinda
este peculiar restaurante, acaba compartiéndola con los demás. El
relato, la experiencia, alguno de los sucesos descritos o la propia
forma de narrar puede despertar el recuerdo de otro comensal que también
se anime a compartirlo, formando una larga cadena de historias que
aderezan los postres y son capaces de dejar el mejor sabor de boca entre
quienes las presencian.
En definitiva, encontramos en esta obra
una apetitosa colección de cuentos que aúna dos de los que (para muchos)
son los mayores placeres de esta vida: el de las historias (contadas o
escuchadas) y el del buen comer.
No pinta mal, pero no estoy segura de apuntármela, no lo había visto nunca, de momento me espero, hay muchos pendientes...Besos
ResponderEliminarMe la apunto, que mezclar cocina y literatura es algo que también me gusta micho. Me alegro de que nos traigas este libro, porque, de otra manera, no lo hubiera conocido.
ResponderEliminarBesines
Lidia, con tu permiso me voy a apuntar este libro para el reto de relatos.. ¿¿encaja no??.. Me parece un libro muy ameno y además sería muy interesante montar un restaurante con estas características. Besos.
ResponderEliminarNo me sonaba... Tomo nota de tu opinión aunque de momento no es el tipo de lectura que se me pudiese antojar..
ResponderEliminarGracias por tu reseña!
Besos
No conocía este libro. No tiene mala pinta que esta combinación de literatura y cocina también me suele gustar. El problema es que tendrá que esperar, que tengo la estantería llenita de pendientes.
ResponderEliminarBesotes!!!