Ficha técnica:
Título: La siesta de los Enormes Texto: Pep Bruno Ilustraciones: Natalie Pudalov Editorial: OQO Género: Álbum ilustrado, infantil (a partir de 8 años) Páginas: 56
Publicación: Febrero 2011 ISBN: 978-84-9871-308-4
Sinopsis (editorial):
Los Enormes fueron a pasar el día en la playa. Después de saltar las olas, hacer castillos de arena, buscar conchas y jugar con la cometa, llegó la hora de la comida. Los cinco se sentaron bajo la sombrilla y dieron buena cuenta de los bocadillos.
Entonces Padre dijo: —Niños, a dormir la siesta.
Grande, Mediano y Pequeño se tumbaron en las toallas.
Pequeño protestó: —No podemos dormir si no nos cuentas un cuento..
Hay libros que son como muñecas rusas: abres una pero dentro hay otra y otra y otra... hasta que llegas a la esencia. Este libro es así: abres una historia y dentro hay otra y luego empieza otra y luego otra y luego otra... y al final, hay mucho más de lo que cuenta.
Pep Bruno nos pone en contacto en esta obra con uno de los hábitos que más suelen gustar a los niños y que más deberíamos luchar por conservar y afianzar los padres: la hora del cuento. En este caso, el autor traslada ese rato de fantasía, previo, aquí, a la siesta, hasta la orilla del mar. Esa elección le dará pie a que los cuentos que Padre cuenta a sus hijos Grande, Mediano y Pequeño para lograr que el sueño les visite estén inspirados en el mundo marino. Pero no es el mundo marino que todos conocemos, es un mundo marino mágico, habitado por gigantes que son amigos de la familia Enorme y capaz de guardar secretos tan inaccesibles para el común de los mortales como cómo se fabrican las olas o por qué los peces son de colores.
Pep Bruno no sólo inventa las historias que Padre cuenta a sus hijos, sino que nos ofrece a los padres con minúsculas un buen método para idear y contar cuentos: si el cerebro de los niños es un baúl mágico que atesora ideas y preguntas nacidas de la ignorancia, de la inocencia, la mirada limpia y de una imaginación que aún no conoce límites, aprovechémonos de esos cerebritos y viajemos con ellos a través de un mundo que sólo sea suyo y nuestro. A partir de una pregunta de cada uno de sus hijos (y de una Madre capaz de cuestionarse la realidad que ve), Padre inventa una historia que responda a esa pregunta y que incluya al niño que la ha formulado entre sus protagonistas. Una buena sugerencia para dejarse llevar por la fantasía, valorar la propuesta o la inquietud de un hijo y potenciar su capacidad crítica, su facultad para preguntarse por lo que sus ojos perciben.
Bruno es un hábil constructor de historias y entreteje las cuatro que sostienen este relato con el cuento marco que sirve de excusa para los demás. Además, echa mano de recursos típicos de la narración, como las fórmulas repetitivas que atrapan al pequeño lector en lo ya sabido e impiden que se escape de la historia, los juegos de palabras o esos fantásticos nombres que dicen mucho más de lo que a simple vista parece.
El maravilloso texto de Pep Bruno se completa con las extraordinarias imágenes creadas por Natalie Pudalov, ilustraciones que no apoyan el texto, sino que lo hacen crecer. En ellas, la autora mezcla los dos planos (real y ficticio, o ficticio dentro de lo ficticio; día en la playa y cuentos para dormir la siesta, en cualquier caso) sin transición, sin distinción, potenciando aún más la sensación de mezcla, de fronteras difusas, de exaltación de la fantasía y de identificación entre quien escucha el cuento y quien lo protagoniza. Pero para descubrir el mundo que nos propone Pudalov será necesario agudizar los sentidos y fijarse bien en lo que nos muestra, porque hay guiños que sólo se pueden ver si uno pone toda su atención.
La siesta de los Enormes es, pues, un hermoso álbum ilustrado, una historia preciosa... pero es mucho más. Es una invitación a jugar, una sugerencia para continuar creando historias y una manera de inculcar un tipo de mirada en nuestros hijos: una mirada que recorre bien lo que ve para no obviar ningún detalle, que no se cansa de hacer preguntas, que disfruta conociendo realidades alternativas, que no ahoga la imaginación y que, al mismo tiempo, es capaz de afrontar el mundo con una capacidad crítica siempre necesaria.
Nos seguimos leyendo. Pep Bruno nos pone en contacto en esta obra con uno de los hábitos que más suelen gustar a los niños y que más deberíamos luchar por conservar y afianzar los padres: la hora del cuento. En este caso, el autor traslada ese rato de fantasía, previo, aquí, a la siesta, hasta la orilla del mar. Esa elección le dará pie a que los cuentos que Padre cuenta a sus hijos Grande, Mediano y Pequeño para lograr que el sueño les visite estén inspirados en el mundo marino. Pero no es el mundo marino que todos conocemos, es un mundo marino mágico, habitado por gigantes que son amigos de la familia Enorme y capaz de guardar secretos tan inaccesibles para el común de los mortales como cómo se fabrican las olas o por qué los peces son de colores.
Pep Bruno no sólo inventa las historias que Padre cuenta a sus hijos, sino que nos ofrece a los padres con minúsculas un buen método para idear y contar cuentos: si el cerebro de los niños es un baúl mágico que atesora ideas y preguntas nacidas de la ignorancia, de la inocencia, la mirada limpia y de una imaginación que aún no conoce límites, aprovechémonos de esos cerebritos y viajemos con ellos a través de un mundo que sólo sea suyo y nuestro. A partir de una pregunta de cada uno de sus hijos (y de una Madre capaz de cuestionarse la realidad que ve), Padre inventa una historia que responda a esa pregunta y que incluya al niño que la ha formulado entre sus protagonistas. Una buena sugerencia para dejarse llevar por la fantasía, valorar la propuesta o la inquietud de un hijo y potenciar su capacidad crítica, su facultad para preguntarse por lo que sus ojos perciben.
Bruno es un hábil constructor de historias y entreteje las cuatro que sostienen este relato con el cuento marco que sirve de excusa para los demás. Además, echa mano de recursos típicos de la narración, como las fórmulas repetitivas que atrapan al pequeño lector en lo ya sabido e impiden que se escape de la historia, los juegos de palabras o esos fantásticos nombres que dicen mucho más de lo que a simple vista parece.
El maravilloso texto de Pep Bruno se completa con las extraordinarias imágenes creadas por Natalie Pudalov, ilustraciones que no apoyan el texto, sino que lo hacen crecer. En ellas, la autora mezcla los dos planos (real y ficticio, o ficticio dentro de lo ficticio; día en la playa y cuentos para dormir la siesta, en cualquier caso) sin transición, sin distinción, potenciando aún más la sensación de mezcla, de fronteras difusas, de exaltación de la fantasía y de identificación entre quien escucha el cuento y quien lo protagoniza. Pero para descubrir el mundo que nos propone Pudalov será necesario agudizar los sentidos y fijarse bien en lo que nos muestra, porque hay guiños que sólo se pueden ver si uno pone toda su atención.
La siesta de los Enormes es, pues, un hermoso álbum ilustrado, una historia preciosa... pero es mucho más. Es una invitación a jugar, una sugerencia para continuar creando historias y una manera de inculcar un tipo de mirada en nuestros hijos: una mirada que recorre bien lo que ve para no obviar ningún detalle, que no se cansa de hacer preguntas, que disfruta conociendo realidades alternativas, que no ahoga la imaginación y que, al mismo tiempo, es capaz de afrontar el mundo con una capacidad crítica siempre necesaria.
Te dejo el enlace a la página de la editorial en la que se habla de la obra (y que cuenta parte del proceso creativo, que me parece interesantísimo) y el enlace tanto a la web de Pep Bruno, un gran creador y contador, como a su blog.
Incluyo este libro en el Reto Libros Ilustrados (2/5).
La cubierta es preciosa y el título muy original. Los libros ilustrados cada vez me gustan más. Besos.
ResponderEliminarQue bonito se ve...y ya llevas dos libros! ;D
ResponderEliminarAdoro los libros ilustrados, sobre todo si llevan una bonita historia en su interior. Besos
ResponderEliminarCómo me gustan a mi estos libros...
ResponderEliminarCuriosamente siempre los compro para regalar, pero cuando voy a casa de "los regalados" siempre los leemos juntos un rato.
Éste sin duda lo voy a tener en cuenta.
Un besote Lidia :)
Ohhhhh!!! Pero cómo me gustan los álbumes ilustrados. Cada vez más. Muchas gracias por dar a conocer este título que tiene una pinta buenísima y no conocía. Besos
ResponderEliminarQué bonito, me lo apunto, creo que voy a montarme una sección de la estantería solo para estos libros ilustrados :P Besos
ResponderEliminar¡Qué bonito! Y no conocía este libro, pero me lo llevo bien apuntadito que es la clase de libro que seguro disfruto con mi pequeñaja.
ResponderEliminarBesotes!!!
Qué bonito!!! No había oído hablar de él, ni de su autor, pero me lo llevo apuntado, para cuando mi sobrina tenga la edad suficiente, mientras tanto, lo disfrutaré yo :)
ResponderEliminarun beso shakiano!!
Ya solo por el título y la portada llama la atención!!!!
ResponderEliminarNo lo conocía, así que gracias por enseñarnos estos libros tan especiales!!!
Salduso
Pero qué cosa más mona!!!
ResponderEliminarLo buscaré, me encantan las ilustraciones de la portada =)
Besotes