Por si se cumplían las profecías y se acababa el mundo, esta semana decidí compatiblizar lecturas para ganarle algo de tiempo al apocalipsis. Por eso, una vez amanecido, este viernes finismundial me pilla leyendo dos libros que me están gustando mucho.
BBF#13
Una manta de calor cubría la tierra. Los cascos de los caballos reverberaban en el Camino Real.
Un hombre enjuto y de rasgos afilados encabezaba el grupo, seguido por dos carros tirados por pencos grises. Dos mozos para cuidar de las bestias y tres ganapanes para cargar con los sacos de trigo iban a bordo de los vehículos. Cerraba la comitiva una recua de mulas, que tragaba estoicamente el polvo que levantaban ruedas y herraduras.
El que lideraba la marcha retorció las riendas entre los dedos. Tenía que hacer grandes esfuerzos para no clavar las espuelas en los ijares del caballo y galopar hacia Écija. Estrenaba aquella jornada el cargo de comisario de abastos del rey, encargado de reunir trigo para la Grande y Felicísima Armada que Felipe II estaba preparando para invadir Inglaterra. Como antiguo soldado que era, aquel encargo llenaba al nuevo comisario de orgullo y responsabilidad. Sentía que iba a contribuir a la gloria que iba a conquistarse en los próximos meses. Si no podía sostener él mismo un mosquete —pues en una batalla librada dieciséis años antes había perdido el uso de una mano— al menos podría alimentar a quienes los empuñase (“La leyenda del ladrón”, Juan Gómez-Jurado)
Me encantan los juegos literarios en los que nos embarca Gómez-Jurado y la historia me está atrapando. Y de Clara Sánchez... ¿qué más decir?
Ya te contaré cómo acaban. Vivíamos relativamente cerca del Híper y un poco más lejos del Zoco Minerva, de dos plantas y techo abovedado de cristal, donde me había montando mucho de pequeño en un Alfa Romeo que funcionaba con veinte duros. Nuestra casa era un chalet con un jardín extremadamente cuidado en la época de mi infancia y algo más salvaje en la adolescencia. Era el número dieciséis de la calle Rembrandt, que hacía un poco pendiente hasta la parada del autobús, allá abajo, al otro lado de la carretera, de donde arrancaba un enorme solar en venta que rodeaba la solitaria y pequeña marquesina roja. A veces la lunas de la marquesina, que servían para proteger del viento y la lluvia, aparecían hechas añicos, regando toda la acera de piedrecilas de cristal. Así que los viajeros se refugiaban echando pestes entre los inclementes hierros sin protección hasta que llegaba el 77. Detrás de los pobres viajeros y detrás del enrome solar se recortaba la sierra, nevada en invierno y azulada en verano. Al principio, hasta que los llanos y las pequeñas colinas se llenaron de chalets, casi todo era un gran solar donde el verano era verano y el invierno era invierno. (“Últimas noticias del paraíso”, Clara Sánchez)
Nos seguimos leyendo.
Madre mía este mes me pilla con el mismo libro que al principio, mi tiempo es 0 a ver si al acabar el mes puedo tener el libro terminado y reseñado, y lo digo a falta de 25 páginas para el final... En cuanto al primer libro que nos presentas lo tengo en la estanteria y ya me mira mal, y el segundo no me he estrenado con la autora y tengo en la estantería su ultimo libro
ResponderEliminarMe apetece mucho La leyenda del ladrón
ResponderEliminarBesos
El primero ya lo leí y me gustó mucho, espero que tú también lo disfrutes. Al segundo le tengo muchas ganas. A mí este viernes de fin del mundo me pilla leyendo "La última noche" de Francisco Gallardo y voy a empezar "La amenaza del caballo oscuro", una novela fantástica que compré en la feria de viejo. A ver qué tal :)
ResponderEliminarUn beso shakiano!!
Me llaman los dos, así que estaré muy atenta a tus reseñas.
ResponderEliminarBesotes!!!
Atenta quedo, como Margari, ambos me resultan llamativos. Besos
ResponderEliminarAmbos parecen interesantes, estaré pendiente de tus reseñas. Besos guapa y Feliz Navidad!
ResponderEliminarLa leyenda del ladrón es uno de mis favoritos de este año, me lo pasé en grande leyéndolo. Besos
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