Siempre me ha dado mucho que pensar la cita célebre archiconocida que dice que la vida es lo que te pasa mientras tú te empeñas en hacer otros planes. No sé si Murakami la tendría en la cabeza cuando escribió Baila, baila, baila pero yo la he tenido en mente casi en cada página del libro. Y ha sido así por dos razones. En primer lugar, porque la novela es lo que va pasando mientras tú andas buscando el gran misterio que va apareciendo y desapareciendo a lo largo de sus páginas. Vas avanzando en ella, esperando desvelar el enigma (el misterio del hotel Delfín, del hombre carnero, de por qué todo está conectado), mientras el protagonista te va contando su vida más anodina: qué cocina, dónde desayuna, qué lee, qué compra, qué escucha, qué sueña, qué piensa, dónde come... En un momento dado, dice que la declaración que presta a la policía podría ser considerada como un tesoro antropológico, un testimonio que aclara a los investigadores del futuro el modo de vida del Tokio de finales de los 80, con todo lujo de detalles. Y, en el fondo, eso es también la novela: un cúmulo de cotidianeidades sólo interrumpidas por la aparición de lo mágico y por los acontecimientos insólitos y los personajes extravagantes que se van cruzando en el camino del protagonista.
Y, en segundo lugar, la vida es lo que te va pasando mientras tú haces otros planes podría ser también la tesis que subyace en toda la novela: da igual las decisiones que tomemos, porque la vida, al final, nos va llevando por donde quiere. Las circunstancias, las personas que vas conociendo, los trabajos que vas realizando... son los que van llevándote de un suceso a otro, de una etapa a otro, de un estadio a otro.
Hay por tanto una reflexión sobre el ser humano, el pasado y el presente, el modo de enfrentarse a la vida, la honestidad, los valores propios y la fidelidad hacia ellos con la que caminamos por el tiempo que nos ha sido dado. Pero, más allá del intimismo, del análisis sobre el ser y el moverse por el mundo del protagonista y sus congéneres, también he encontrado reflexiones que me ha interesado muchísimo sobre el capitalismo, el ser humano como homo consumidor, el consumismo y el dinero que todo lo pueden en el mundo actual. Hasta el amor, hasta el cariño, hasta la paternidad.
Y es que, de entre todos los personajes extraordinarios (extraordinarios por lo bien construidos que están y, también, porque se escapan, en muchos casos, de la lógica, de lo ordinario) que Murakami presenta, me ha interesado esa familia totalmente disfuncional, esa familia tóxica, cuyos miembros son incapaces de compatibilizar vivir juntos y ser felices. Una familia compuesta por el escritor cuyo nombre recuerda al del propio autor (Hiraku Makimura), que padece la imposibilidad de convivir con su mujer y su hija, esa nieve y esa lluvia (las traducciones de Yuki y Ame) que le han absorbido la energía, la vitalidad, el pozo de las ideas, la capacidad para escribir; Ame, la madre artista, fotógrafa de talento, capaz de ver lo que nadie ve, de ver más allá de la realidad pero que se abstrae hasta el punto de olvidarse de comer, de atender a su hija, de vivir; y Yuki, la hija de ambos, la adolescente silenciosa capaz de leer entre líneas los sentimientos de los demás, de percibir las vibraciones invisibles que emiten nuestras preocupaciones y nuestras frustraciones, de sentir la huella de un crimen en el lugar en el que se ha cometido. El protagonista encaja en esa familia como la pieza del puzle capaz de dar sentido al conjunto o, por lo menos, de cuidar de Yuki como ninguno de sus progenitores es capaz de hacerlo. El hecho de que intenten pagar con dinero ese cariño, ese cuidado que el protagonista regala a Yuki (porque el cariño y la preocupación por el otro se regala, no se vende, ni se compra, ni se intercambia), da una buena idea de la concepción materialista de la vida sobre la que Murakami reflexiona en esta obra.
Y, en segundo lugar, la vida es lo que te va pasando mientras tú haces otros planes podría ser también la tesis que subyace en toda la novela: da igual las decisiones que tomemos, porque la vida, al final, nos va llevando por donde quiere. Las circunstancias, las personas que vas conociendo, los trabajos que vas realizando... son los que van llevándote de un suceso a otro, de una etapa a otro, de un estadio a otro.
Hay por tanto una reflexión sobre el ser humano, el pasado y el presente, el modo de enfrentarse a la vida, la honestidad, los valores propios y la fidelidad hacia ellos con la que caminamos por el tiempo que nos ha sido dado. Pero, más allá del intimismo, del análisis sobre el ser y el moverse por el mundo del protagonista y sus congéneres, también he encontrado reflexiones que me ha interesado muchísimo sobre el capitalismo, el ser humano como homo consumidor, el consumismo y el dinero que todo lo pueden en el mundo actual. Hasta el amor, hasta el cariño, hasta la paternidad.
Y es que, de entre todos los personajes extraordinarios (extraordinarios por lo bien construidos que están y, también, porque se escapan, en muchos casos, de la lógica, de lo ordinario) que Murakami presenta, me ha interesado esa familia totalmente disfuncional, esa familia tóxica, cuyos miembros son incapaces de compatibilizar vivir juntos y ser felices. Una familia compuesta por el escritor cuyo nombre recuerda al del propio autor (Hiraku Makimura), que padece la imposibilidad de convivir con su mujer y su hija, esa nieve y esa lluvia (las traducciones de Yuki y Ame) que le han absorbido la energía, la vitalidad, el pozo de las ideas, la capacidad para escribir; Ame, la madre artista, fotógrafa de talento, capaz de ver lo que nadie ve, de ver más allá de la realidad pero que se abstrae hasta el punto de olvidarse de comer, de atender a su hija, de vivir; y Yuki, la hija de ambos, la adolescente silenciosa capaz de leer entre líneas los sentimientos de los demás, de percibir las vibraciones invisibles que emiten nuestras preocupaciones y nuestras frustraciones, de sentir la huella de un crimen en el lugar en el que se ha cometido. El protagonista encaja en esa familia como la pieza del puzle capaz de dar sentido al conjunto o, por lo menos, de cuidar de Yuki como ninguno de sus progenitores es capaz de hacerlo. El hecho de que intenten pagar con dinero ese cariño, ese cuidado que el protagonista regala a Yuki (porque el cariño y la preocupación por el otro se regala, no se vende, ni se compra, ni se intercambia), da una buena idea de la concepción materialista de la vida sobre la que Murakami reflexiona en esta obra.
Una obra, por lo demás, invadida por las brumas de lo onírico, lo irreal, lo fantasioso, ese realismo mágico oriental del que habla Xula en su reseña sobre la obra. Ese ambiente de misterio, que trae al primer plano de la novela lo extrasensorial, la dimensión oculta, la posibilidad abierta de que el mundo no sea tan tangible como creemos sino que esté construido de un material poroso que comunique la vida y la muerte, lo que sabemos y lo que ignoramos, lo que creemos y lo que dejamos atrás, lo que somos, lo que fuimos y lo que seremos; ese ambiente de misterio, decía, puede desencantar a muchos potenciales lectores pero, para mí, añade un punto de magia, de posibilidad, a la reflexión sobre la realidad, a ese retrato del Japón de finales de los 80 que refleja Murakami. No creo, pues, que sea una novela que pueda gustar a todo el mundo, pero a mí sí lo ha hecho. Por la narración, por esa dimensión mágica, por la reflexión sobre la realidad, por la banda sonora que va sonando a lo largo de toda la obra, por unos personajes fascinantes y por esa plasmación literaria del círculo, de esa teoría que dice que en ocasiones hay que dar dos pasos atrás para avanzar uno hacia adelante, que a veces hay que volver a lo que fuimos para reencontrarnos, ubicarnos, saber quién somos y poder seguir andando nuestro camino.
Mi estreno con el autor japonés ha sido prometedor. Dicen que esta no es una de las mejores obras de Murakami, así que me veo compartiendo horas de felicidad con él en el futuro.
Nos seguimos leyendo.
Esta reseña se enmarca en la elección del mejor libro de 2012 propuesta por PriceMinister
#unblogunlibro
Ficha técnica:
Título: Baila, baila, baila (Dansu, dansu, dansu)Autor: Haruki MurakamiEditorial: Tusquets Género: novela Páginas: 464 ISBN: 978-84-8383-425-1
A mí me gustó aunque no tanto. Me parece que abusó un poco de ese recurso de relatar lo cotidiano, algunas veces vale pero a veces se repetía demasiado. Me dio la sensación de que faltaba por pulir. A mí también me gustó la parte onírica y mágica.
ResponderEliminarSí se hace un poco pesado pero yo creo que lo hace conscientemente: es una manera de que el lector comprenda (sin pensarlo, solo sintiéndolo) la pesadez de la cotidianidad del ocioso, la repetitividad de nuestros días, la cantidad de tiempo "desperdiciado", omitible en nuestra biografía, con el que construimos nuestro día a día. Es un poco lo que he dicho al principio de la reseña: la vida es lo que te pasa mientras tú esperas algo más. Es mi lectura... pero también puede ser que esta interpretación me la esté inventado yo y que tú tengas razón y que, en el fondo, el texto esté poco trabajado jajajaja. Asistí a una conferencia en la que un estudioso de la literatura hablaba maravillas sobre lo que había detrás de un libro aparentemente sencillo y el autor, que estaba delante, lo miraba con cara de pez. Cuando intervino en el turno de preguntas dijo: "No tenía ni idea de que había escrito todo eso". Quiero decir que a veces interpretamos más de lo que hay que un libro (por nuestro propio bagaje personal y cultural) pero que otras veces el propio autor no ve lo que ha escrito, la parte de su subconsciente y de su propio bagaje que ha reflejado en su obra.
EliminarY vaya rollo que te he soltado, Norah! Lo siento...
Mil besos para compensarte!
A pesar de la excelente y trabajada narrativa de Murakami, a mi no me termina de llegar. Me gustaría que pasaran más cosas y no se fuera tanto por las ramas, es algo que siempre me pone un poco nerviosa. Los dos libros que he leído de él, Tokio Blue y After Dark, aunque me han gustado, el final de ambos me han dejado bastante fría, ¿ya? ¿ya se ha terminado? ¿así? Le tengo muchas ganas al título Kafka en la orilla, pero no sé si atreverme después de mi experiencia. Y es que estoy empeñada en que me guste, en que me llegue y a lo mejor tarde o temprano uno de sus títulos termina por convencerme, quien sabe. Besos desde locura de lectura
ResponderEliminarNo a todo el mundo nos gustan las mismas cosas. Realmente a mí no me importa que no sucedan cosas o que al final el autor no te haya llevado a ninguna parte. Disfruto mucho con el viaje y con eso me quedo. Pero entiendo que no todos somos iguales y que hay gente que quiere estructuras claras y finales diáfanos (que no digo que esto sea lo que te pase a ti)... Cada uno es como es y yo creo que nos gustan los libros también de acuerdo a cómo somos, a nuestra personalidad. Necesitamos que los libros refrenden nuestra personalidad o, todo lo contrario, que sean lo opuesto. Como dice Dita, "La bibliotecaria de Auschwitz" (ahora que la tengo tan a mano): "los libros multiplican la vida", ensanchan nuestros horizontes.
EliminarCreo que hay darle una oportunidad a los libros y a los autores... Pero también creo que no todos recibimos esos libros y esas historias de la misma manera. Si no llegan, no llegan. Aunque sean unos maestros de la pluma, un éxito de ventas o un autor canónico. Nuestra sensibilidades son diferentes y creo que hay que leer para disfrutar, para aprender y para pensar, no para sufrir.
¡Pues sí que estoy rollista hoy! En fin.
Un beso!
Lo chévere de Murakami y lo que me ha sorprendido más es que suele terminar su libro capítulos antes de su capítulo final y a veces el final está en medio de una conversación o un pensamiento. Mi libro favorito de él es al sur de la frontera al oeste del sol. Un escrito bastante complicado, más de lo que aparenta a simple vista. Ánimo con eso o te das una pasadita por sus cuentos :)
EliminarAquí estoy.... Con mi iniciación a Murakami pendiente... Con respeto y ganas al mismo tiempo!
ResponderEliminarMuchas gracias por tu reseña, realmente es un autor que me llama mucho la atención!
Besos!!!
Yo espero poder leer en breve "1Q84" y los que los blogueros creen que son fundamentales en su bibliografía. Reto Murakami personal para 2013 ;)
EliminarBesos
Yo aún no me he estrenado con este autor. Me da respeto la literatura oriental en general. Creo que empezaré por "1Q84" que dicen que es lo mejor que ha escrito :)
ResponderEliminarUn beso shakiano!!
Aún no me he estrenado con este autor y ya va siendo hora. Y viendo tu reseña, me parece que lo voy a disfrutar mucho.
ResponderEliminarBesotes!!!