Título: Sobre Grace
Autor: Anthony Doerr
Editorial: Suma de letras
Género: novela contemporánea, drama, intriga
Páginas: 580
Publicación: abril 2016
ISBN: 9788483658970
Desde su niñez en Alaska, David Winkler ha vivido obsesionado por la nieve. Además, David tiene un don: a veces puede ver cosas antes de que ocurran. Sus premoniciones le permiten saber que un vecino será atropellado por el autobús o que se enamorará de una mujer en un supermercado. Pero cuando David sueña que su hija se va a ahogar en una inundación sin que él pueda salvarla, toda su vida se desmorona. Huir de su familia, de su casa y de su propio futuro parece el único modo de negar el sueño que lo atormenta.
Solo, sin medios y sin saber si su hija ha sobrevivido o si su mujer ha conseguido perdonarlo, David tendrá que comenzar una nueva vida. Hasta el día en que deba enfrentarse a la decisión de buscar a las personas que dejó atrás.
Haciendo uso de una prosa luminosa, Doerr ha creado una inolvidable novela sobre el poder del amor y la belleza de la naturaleza, y sobre los pequeños milagros que transforman nuestras vidas.
Desde siempre he creído que no hay nada más subjetivo (aleatorio, casi, si se quiere) que el hecho de que un libro nos llegue al corazón o no. Hay tantas lecturas como lectores, no me canso de repetirlo, incluso más, porque uno puede releer una obra 20 años después de hacerlo la primera vez y sentir una conexión diferente con la misma novela, porque uno ya no es el mismo que fue y lo que entonces le dijo, hoy no tiene sentido; o viceversa. Con Anthony Doerr siento que he ido al revés que todo el mundo (y de ahí esta reflexión): La luz que no puedes ver (novela de la que he leído y escuchado maravillas) a mí me dejó un poco a medias (me gustó su prosa, pero, no sé, me faltó algo. Intenté explicarlo mejor aquí) y, sin embargo, Sobre Grace, de la que he leído que es lenta, que no avanza, que uno no sabe a dónde va, que no tiene interés... me ha encantado. Misterios de la literatura.
Por eso digo que, quizá, todo tenga que ver con uno mismo (más allá de los méritos o deméritos del autor y su obra). Con el momento en el que se encuentra con una determinada novela, con la urgencia o la serenidad con la que lee, con lo que pasa a su alrededor en el momento en el que está leyendo... También, en mi caso, tiene que ver con quién la lee (ay, las lectura conjuntas; cuánto bien le hacen a mis valoraciones. Aunque solo sea por el hecho de sentirse acompañada, de compartir avances y descubrimientos, por soportar la carga del dramatismo de algunos pasajes o, en los casos en los que se produzca -que a mí en este libro no me lo ha parecido- la excesiva lentitud de algunas páginas) y con las ideas preconcebidas que se había hecho sobre ella. Yo partía de un horizonte de expectativas muy bajo y, por eso, casi que me obligué a leer Sobre Grace junto a Mundos de lectura. Y quizá por eso me ha sorprendido agradablemente, porque esperaba poco y encontré mucho.
Encontré mucho porque la prosa de Doerr me encanta. Ya me ocurrió con su novela galardonada con el Pulitzer, pero es que creo que en esta he sentido ese flechazo aún más. No sé, su forma de escribir me mueve por dentro, me derrite, me convence, me toca. Es sensible, luminosa, poética, llena de imágenes preciosas y reflexiones certeras. Y creo que, en este caso, este estilo tan bello se ve potenciado por el uso de los sueños y de la nieve (y el agua y la naturaleza, en general) como telón de fondo que cobra muchísima importancia en la novela. El autor nos muestra la poesía que reside en un copo de nieve a través de la poesía de su prosa, nos hace ver la magia que se esconde detrás de los sueños gracias a la magia de su estilo.
Además, el tema de los sueños es una de mis obsesiones personales. Yo nunca he tenido sueños premonitorios, como sí le ocurre a David Winkler, protagonista de la obra, pero sí me ha pasado muchas veces que sueño cosas sobre alguien que luego son realidad o que están relacionadas con algo que ocurre o va a ocurrir. Y tengo sueños tan vívidos que muchas veces me ha pasado que, al cabo del tiempo, no sé si lo soñé o lo viví en realidad. Así que siempre me ha atraído todo lo que tiene que ver con el mundo de los sueños y el inconsciente, así que todo lo que tiene que ver con el don (o el castigo) de David y sus sueños me ha interesado muchísimo.
Y he empatizado mucho con este pobre hombre que huye de sí mismo y de sus familias que, 25 años después, ha de deshacer el trayecto de su huída para saber qué fue de lo que dejó atrás. Será por las reflexiones sobre la paternidad, será por esa hija de repuesto que se busca tras su huída (y esa familia al completo postiza, en realidad), será por ese anteponerlo todo al bienestar de su hija (ojo, y no digo que comparta su reacción, pero sí la entiendo), será por ese hálito de malditismo, de tristeza, de fracaso que irradia; será porque en el fondo me parece un buen hombre, será por el sufrimiento con el que ha cargado toda su vida, será porque me dio pena que su primer intento de ser feliz se quedara en eso, un mero intento; será porque ha hibernado durante 25 años hasta despertar y tratar de buscar el presente de esa Grace bebé que dejó atrás y que se convierte en una suerte de hilo conductor de toda la novela.
Me ha dado mucho que pensar la historia de Winkler. ¿Qué haría yo en su situación? ¿Qué harías tú si te sabes un potencial peligro para tus hijos? Mientras leía, me debatí entre la impresión de que David era un cobarde por salir huyendo en vez de afrontar los hechos de otra manera y la de que, en realidad, era un héroe, porque no es fácil separarse de lo que amas, anteponer el bien del otro a tu propio amor egoísta. Y el amor, por definición, debería ser generoso.
Son muchas las reflexiones y, sobre todo, los sentimientos que ha despertado en mí esta novela evocadora y hermosa. Unos sentimientos potenciados, creo yo, por el tono general de la obra: poético, mágico, nostálgico. El carácter resignado y triste de Winkler no me ha separado de él sino que me ha acercado aún más a sus peripecias y me ha servido de acicate para seguir a su lado, para luchar junto a él por enderezar su vida, por buscarle un final feliz (o, al menos, todo lo feliz que pueden ser los finales en una vida real en la que siempre están pasando cosas, buenas y malas; una vida que no termina con el punto final y cuyos personajes desaparecen al cerrar el libro).
En definitiva, me ha encantado esta novela de Doerr por lo que cuenta, por su magia, sus referencias a la naturaleza y al agua, por sus oposiciones y reflexiones, por su poesía y su estilo y porque me ha conquistado ese Winkler que es como un copo de nieve: frágil y resistente al mismo tiempo. Perfecto en sí mismo. Aunque a muchos les pueda parecer exactamente igual a los demás.
Nos seguimos leyendo.
Agradezco a la editorial que me enviara este ejemplar para su reseña.
Por eso digo que, quizá, todo tenga que ver con uno mismo (más allá de los méritos o deméritos del autor y su obra). Con el momento en el que se encuentra con una determinada novela, con la urgencia o la serenidad con la que lee, con lo que pasa a su alrededor en el momento en el que está leyendo... También, en mi caso, tiene que ver con quién la lee (ay, las lectura conjuntas; cuánto bien le hacen a mis valoraciones. Aunque solo sea por el hecho de sentirse acompañada, de compartir avances y descubrimientos, por soportar la carga del dramatismo de algunos pasajes o, en los casos en los que se produzca -que a mí en este libro no me lo ha parecido- la excesiva lentitud de algunas páginas) y con las ideas preconcebidas que se había hecho sobre ella. Yo partía de un horizonte de expectativas muy bajo y, por eso, casi que me obligué a leer Sobre Grace junto a Mundos de lectura. Y quizá por eso me ha sorprendido agradablemente, porque esperaba poco y encontré mucho.
Encontré mucho porque la prosa de Doerr me encanta. Ya me ocurrió con su novela galardonada con el Pulitzer, pero es que creo que en esta he sentido ese flechazo aún más. No sé, su forma de escribir me mueve por dentro, me derrite, me convence, me toca. Es sensible, luminosa, poética, llena de imágenes preciosas y reflexiones certeras. Y creo que, en este caso, este estilo tan bello se ve potenciado por el uso de los sueños y de la nieve (y el agua y la naturaleza, en general) como telón de fondo que cobra muchísima importancia en la novela. El autor nos muestra la poesía que reside en un copo de nieve a través de la poesía de su prosa, nos hace ver la magia que se esconde detrás de los sueños gracias a la magia de su estilo.
Además, el tema de los sueños es una de mis obsesiones personales. Yo nunca he tenido sueños premonitorios, como sí le ocurre a David Winkler, protagonista de la obra, pero sí me ha pasado muchas veces que sueño cosas sobre alguien que luego son realidad o que están relacionadas con algo que ocurre o va a ocurrir. Y tengo sueños tan vívidos que muchas veces me ha pasado que, al cabo del tiempo, no sé si lo soñé o lo viví en realidad. Así que siempre me ha atraído todo lo que tiene que ver con el mundo de los sueños y el inconsciente, así que todo lo que tiene que ver con el don (o el castigo) de David y sus sueños me ha interesado muchísimo.
Y he empatizado mucho con este pobre hombre que huye de sí mismo y de sus familias que, 25 años después, ha de deshacer el trayecto de su huída para saber qué fue de lo que dejó atrás. Será por las reflexiones sobre la paternidad, será por esa hija de repuesto que se busca tras su huída (y esa familia al completo postiza, en realidad), será por ese anteponerlo todo al bienestar de su hija (ojo, y no digo que comparta su reacción, pero sí la entiendo), será por ese hálito de malditismo, de tristeza, de fracaso que irradia; será porque en el fondo me parece un buen hombre, será por el sufrimiento con el que ha cargado toda su vida, será porque me dio pena que su primer intento de ser feliz se quedara en eso, un mero intento; será porque ha hibernado durante 25 años hasta despertar y tratar de buscar el presente de esa Grace bebé que dejó atrás y que se convierte en una suerte de hilo conductor de toda la novela.
Me ha dado mucho que pensar la historia de Winkler. ¿Qué haría yo en su situación? ¿Qué harías tú si te sabes un potencial peligro para tus hijos? Mientras leía, me debatí entre la impresión de que David era un cobarde por salir huyendo en vez de afrontar los hechos de otra manera y la de que, en realidad, era un héroe, porque no es fácil separarse de lo que amas, anteponer el bien del otro a tu propio amor egoísta. Y el amor, por definición, debería ser generoso.
Son muchas las reflexiones y, sobre todo, los sentimientos que ha despertado en mí esta novela evocadora y hermosa. Unos sentimientos potenciados, creo yo, por el tono general de la obra: poético, mágico, nostálgico. El carácter resignado y triste de Winkler no me ha separado de él sino que me ha acercado aún más a sus peripecias y me ha servido de acicate para seguir a su lado, para luchar junto a él por enderezar su vida, por buscarle un final feliz (o, al menos, todo lo feliz que pueden ser los finales en una vida real en la que siempre están pasando cosas, buenas y malas; una vida que no termina con el punto final y cuyos personajes desaparecen al cerrar el libro).
En definitiva, me ha encantado esta novela de Doerr por lo que cuenta, por su magia, sus referencias a la naturaleza y al agua, por sus oposiciones y reflexiones, por su poesía y su estilo y porque me ha conquistado ese Winkler que es como un copo de nieve: frágil y resistente al mismo tiempo. Perfecto en sí mismo. Aunque a muchos les pueda parecer exactamente igual a los demás.
Nos seguimos leyendo.
Agradezco a la editorial que me enviara este ejemplar para su reseña.
Incluyo este libro en los siguientes retos:
- Reto 100 libros: 69/100
Tengo ganas de leerlo, a ver si me hago con él =)
ResponderEliminarBesotes
¡Qué bien que te gustara a ti también! Creía que iba a ser la única, porque a mí me encantó. Ahora tengo que leer La luz que no puedes ver, a ver qué me parece...
ResponderEliminar¡Besos!
De todas las reseñas que he leído, solo esta ha hecho que me plantee leer esta novela. Lo cierto es que la Luz que no puedes ver me pareció muy sobrevalorada, sí, es cierto, la historia era muy emotiva pero yo no llegué ni a considerarla como mis mejores lecturas del año anterior. Y es por eso simplemente por la que no me he planteado leer la novela que reseñas, tampoco me llama el argumento para qué mentir, pero quizás gracias a tu reseña le de una oportunidad. Un saludo!
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