Título: La mejor de las vidas
Autor: David de Juan Marcos
Editorial: HarperCollins
Género: novela, prosa poética
Páginas: 320
Publicación: 06/04/2016
ISBN: 9788416502417
"La verdad es que no tengo mucho que contarte. Llegaste tarde. Paseabas con tu bicicleta holandesa a un lado. Tus tacones golpeaban el suelo como gorriones suicidándose contra la ventana. Me sonreíste con media boca. No lo olvidaré. En tu boca lo imposible tenía razones para existir. Agachaste con cierto rubor la cabeza. Tuve el preámbulo de una lucidez: ya no estaba solo en aquella tierra extraña".
Nico se ha ido a estudiar a Cambridge para escapar de una dolorosa situación familiar. Allí conoce a Pierre, un parisino admirable miembro del equipo de remo de la universidad, y a Ella, una danesa inquietante y hermosa que custodia un secreto que cambiará la vida de los tres.
En un recorrido emocional por Roma, Ámsterdam, París y el continente africano, se revelarán las cargas y grilletes afectivos que arrastran Nico, Pierre y Ella. Un peso que sin embargo no les impide encontrar aliento e ilusión para ser fieles a sí mismos. A través de una sola voz y de un solo oyente, el lector se convertirá en espía de las bondades y miserias de estos jóvenes que soñaban con cambiar el mundo.
Con un estilo sencillo y rebosante de imágenes líricas, David de Juan analiza el lastre que supone la ausencia del ser querido, la inexplicable fuerza de la maternidad, y las enmarañadas relaciones familiares en las que nadie llega a la vez al mismo sitio. La mejor de las vidas es una exaltación de la juventud, el presente y la amistad.
"Qué gran milagro. La vida es algo de lo más extraño, no te parece. Crece hasta en los riscos más oscuros y escarpados. Todo es un milagro".
Conozco a David de Juan Marcos desde que era un niño. Estudió con mi hermana toda la EGB y también fue al instituto con ella (y, por lo tanto, al mismo centro que yo). Llevaba años sin saber de él cuando contactó conmigo para decirme que publicaba su primera novela, El baile de las lagartijas, y para pedirme un poco de orientación sobre cómo dar a conocerla al mundo. Me alegró mucho saber que le gustaba escribir y, sobre todo, descubrir que lo hace tan bien. Algo que confirma con esta segunda novela que me ha encantado (y no por mi relación personal con él, que conste; a veces somos más críticos con quienes conocemos que con quienes no sabemos nada de ellos).
La mejor de las vidas es un libro sorprendente por varios motivos. Lo es por el narrador, Nico, que habla en primera persona de su experiencia vital pero que también lo hace en segunda persona dirigiéndose a un narratario que tendremos que descubrir.
También lo es por esa prosa brillante y llena de poesía que colorea el libro con mil tonos diferentes. Seguro que a algún lector potencial le echará para atrás eso de la "prosa poética" pensando en uno de esos libros truños que no hay por dónde coger. No es el caso. La poesía de esta novela reside en la forma de contárnosla (con cierta nostalgia, hablando de sentimientos, preñándola de emociones) y en algunas frases que no solo no molestan ni tergiversan la lectura sino que te llegan, te tocan el corazón desde el fondo de su mensaje pero también desde su belleza formal. Yo he terminado con el libro lleno de subrayados y notas, porque no quería olvidar ninguna de esas frases magníficas ni tampoco los pensamientos y sensaciones que han despertado en mí. Para que te hagas una idea de lo que hablo, transcribo una cualquiera:
La cita anterior también da una idea del tono reflexivo que impregna el relato. De hecho, toda la novela podría asimilarse a una novela de aprendizaje, no desde la infancia del protagonista (aunque se nos habla de esta a través de flashbacks), sino desde el momento en el que viaja a Cambridge para estudiar, en su más tierna juventud. Allí conocerá gente diferente, abrirá su mente, sus expectativas, su visión del mundo. Y, por supuesto, se enamorará. Y toda esa experiencia (alegre pero también dramática) le hará crecer, conseguirá que vea las cosas de otro modo. Le hará madurar.
El viaje externo cuenta con varias paradas de lo más interesantes. Desde España, Nico viaja a Cambridge para estudiar. Pero, de allí, y siguiendo la estela de la narrataria, de ese amor que conoce en su primera estación, viajará hasta Roma, Ámsterdam y París, lo que llena esta novela de un cosmopolitismo, de una apertura de miras y de una riqueza cultural que me han encantado. La metáfora del viaje que nos cambia es algo más que una metáfora aquí y el autor es capaz de transmitirnos las diferencias y similitudes entre unas ciudades que son más que un telón de fondo y que dan a la novela un aire general de bohemia, de gusto por la cultura y las culturas.
Este gusto por la cultura se transmite también a través de las múltiples referencias que encontramos en la novela. Referencias literarias y cinematográficas, principalmente, que nos sitúan en un universo cultivado y proclive a las producciones culturales. Unas referencias que van llenando la obra de otros autores, otros estilos y otras historias que, de algún modo, tienden puentes hasta La mejor de las vidas.
De hecho, algunas referencias van más allá de la mera cita de un título o un autor. Algunas referencias calan tan hondo que recuperas el sabor, el olor, el color y la textura de otros autores. Ocurre, por ejemplo, con Rayuela, texto que no se me ha ido de la cabeza mientras leía esta novela. No es que estén relacionadas (aunque algunos puntos en común tienen ambos argumentos)... Es más una sensación, una conexión, quizá un diálogo con la obra de Cortázar.
Me ha enamorado el estilo, me ha encantado la historia (que gana a medida que lees y que conduce a un final inesperado, al menos para mí) y me ha encandilado ese Nico, maestro de ceremonias, que juega con el lector, que le engaña a veces como uno se engaña a sí mismo en no pocas ocasiones.
Y a todo ello sumo lo mucho que me han gustado algunas de las reflexiones que el autor plantea en la novela. David de Juan Marcos nos hace pensar en la inocencia loca de la juventud, en el tiempo que pasa y nos convierte en otra cosa, en el poder del amor y de la amistad, en la gente y los hechos que nos van cambiando, que van haciendo que seamos otros; en lo que esperan de nosotros nuestros padres y en lo que nosotros esperamos de ellos; en el futuro que se ve lejano y, sin embargo, se nos echa encima sin darnos cuenta; en los sueños heredados y en su pugna con nuestros propios sueños. También nos pone frente a inquietudes más dramáticas como las decisiones que se van aplazando (y las consecuencias de tales demoras), esas veces en las que la vida nos da un bofetón y nos quedamos anclados en ese momento y ese dolor, sin avanzar, sin crecer, sin sobreponerse; o en la degradación que sufre cualquier ser humano cuando se queda atascado en la desgracia, en esa podredumbre que lo invade todo: a uno mismo y también a sus relaciones con los demás.
Y un tema que planea durante toda la obra a través de varias subtramas: ¿hasta dónde llegarías por proteger a quien amas? ¿Qué darías por pasar (o por poder haber pasado) unos días más con esa persona? No digo que sean felices, solo pasar, estar, compartir. Una reflexión que nos hace pensar sobre la delgada fina que separa, en ocasiones, la solidaridad y el egoísmo y en las cosas que creemos que hacemos por los demás y, en realidad, hacemos por nosotros mismos.
Así pues, David de Juan Marcos nos ofrece una novela preciosa en forma, con un estilo, un enfoque y un tono maravillosos y que, además, está llena de cuestiones, de preguntas, de reflexiones, de cuestiones, de experiencias, de emociones, de recuerdos, de nostalgia, de futuro, de dolor y de juventud. De esa juventud que es siempre un tesoro, aunque no siempre nos demos cuenta de ello mientras la vamos sacando adelante.
Nos seguimos leyendo.
La mejor de las vidas es un libro sorprendente por varios motivos. Lo es por el narrador, Nico, que habla en primera persona de su experiencia vital pero que también lo hace en segunda persona dirigiéndose a un narratario que tendremos que descubrir.
También lo es por esa prosa brillante y llena de poesía que colorea el libro con mil tonos diferentes. Seguro que a algún lector potencial le echará para atrás eso de la "prosa poética" pensando en uno de esos libros truños que no hay por dónde coger. No es el caso. La poesía de esta novela reside en la forma de contárnosla (con cierta nostalgia, hablando de sentimientos, preñándola de emociones) y en algunas frases que no solo no molestan ni tergiversan la lectura sino que te llegan, te tocan el corazón desde el fondo de su mensaje pero también desde su belleza formal. Yo he terminado con el libro lleno de subrayados y notas, porque no quería olvidar ninguna de esas frases magníficas ni tampoco los pensamientos y sensaciones que han despertado en mí. Para que te hagas una idea de lo que hablo, transcribo una cualquiera:
Solo se puede empezar de cero si se huye. Sin equipaje ni identidad. No hay otro modo. Nos pasamos la vida creyendo que sí, que se puede retomar lo que se perdió, que se puede comenzar de nuevo a pesar del lastre Que se pueden pegar las piezas de lo que se rompió y con un perdón o un beso todo quedará igual. No es cierto. Lo que se hace añicos nunca vuelve a ser igual. Nunca. Uno no olvida y sigue adelante lo mismo que si comprar un nuevo boleto. Por mucho que nos empeñemos las miradas no se olvidan, ni se reparan las piezas rotas. Por mucho que tratemos de engañarnos, las segundas oportunidades acarrean un peaje en forma de duda. Y las dudas, ya lo sabes son una condena, una amenaza continua.Este es solo uno de esos pensamientos que me han hecho reflexionar pero entre los comentarios que hicimos en Twitter en el marco de la lectura conjunta que organizamos Libros que hay que leer, Entre mis libros y yo, De lector a lector y yo misma (y cuya primera reseña es, precisamente, esta que hoy publico) hay muchas más. Te dejo el enlace por si quieres leer alguna de ellas.
La cita anterior también da una idea del tono reflexivo que impregna el relato. De hecho, toda la novela podría asimilarse a una novela de aprendizaje, no desde la infancia del protagonista (aunque se nos habla de esta a través de flashbacks), sino desde el momento en el que viaja a Cambridge para estudiar, en su más tierna juventud. Allí conocerá gente diferente, abrirá su mente, sus expectativas, su visión del mundo. Y, por supuesto, se enamorará. Y toda esa experiencia (alegre pero también dramática) le hará crecer, conseguirá que vea las cosas de otro modo. Le hará madurar.
UNA HISTORIA COSMOPOLITA
La mejor de las vidas nos cuenta, pues, la historia de un viaje. Un viaje exterior que también se convierte en un viaje interior, en un camino de crecimiento.El viaje externo cuenta con varias paradas de lo más interesantes. Desde España, Nico viaja a Cambridge para estudiar. Pero, de allí, y siguiendo la estela de la narrataria, de ese amor que conoce en su primera estación, viajará hasta Roma, Ámsterdam y París, lo que llena esta novela de un cosmopolitismo, de una apertura de miras y de una riqueza cultural que me han encantado. La metáfora del viaje que nos cambia es algo más que una metáfora aquí y el autor es capaz de transmitirnos las diferencias y similitudes entre unas ciudades que son más que un telón de fondo y que dan a la novela un aire general de bohemia, de gusto por la cultura y las culturas.
Este gusto por la cultura se transmite también a través de las múltiples referencias que encontramos en la novela. Referencias literarias y cinematográficas, principalmente, que nos sitúan en un universo cultivado y proclive a las producciones culturales. Unas referencias que van llenando la obra de otros autores, otros estilos y otras historias que, de algún modo, tienden puentes hasta La mejor de las vidas.
De hecho, algunas referencias van más allá de la mera cita de un título o un autor. Algunas referencias calan tan hondo que recuperas el sabor, el olor, el color y la textura de otros autores. Ocurre, por ejemplo, con Rayuela, texto que no se me ha ido de la cabeza mientras leía esta novela. No es que estén relacionadas (aunque algunos puntos en común tienen ambos argumentos)... Es más una sensación, una conexión, quizá un diálogo con la obra de Cortázar.
UNA NOVELA CUAJADA DE REFLEXIONES
Me ha enamorado el estilo, me ha encantado la historia (que gana a medida que lees y que conduce a un final inesperado, al menos para mí) y me ha encandilado ese Nico, maestro de ceremonias, que juega con el lector, que le engaña a veces como uno se engaña a sí mismo en no pocas ocasiones.
Y a todo ello sumo lo mucho que me han gustado algunas de las reflexiones que el autor plantea en la novela. David de Juan Marcos nos hace pensar en la inocencia loca de la juventud, en el tiempo que pasa y nos convierte en otra cosa, en el poder del amor y de la amistad, en la gente y los hechos que nos van cambiando, que van haciendo que seamos otros; en lo que esperan de nosotros nuestros padres y en lo que nosotros esperamos de ellos; en el futuro que se ve lejano y, sin embargo, se nos echa encima sin darnos cuenta; en los sueños heredados y en su pugna con nuestros propios sueños. También nos pone frente a inquietudes más dramáticas como las decisiones que se van aplazando (y las consecuencias de tales demoras), esas veces en las que la vida nos da un bofetón y nos quedamos anclados en ese momento y ese dolor, sin avanzar, sin crecer, sin sobreponerse; o en la degradación que sufre cualquier ser humano cuando se queda atascado en la desgracia, en esa podredumbre que lo invade todo: a uno mismo y también a sus relaciones con los demás.
Y un tema que planea durante toda la obra a través de varias subtramas: ¿hasta dónde llegarías por proteger a quien amas? ¿Qué darías por pasar (o por poder haber pasado) unos días más con esa persona? No digo que sean felices, solo pasar, estar, compartir. Una reflexión que nos hace pensar sobre la delgada fina que separa, en ocasiones, la solidaridad y el egoísmo y en las cosas que creemos que hacemos por los demás y, en realidad, hacemos por nosotros mismos.
Así pues, David de Juan Marcos nos ofrece una novela preciosa en forma, con un estilo, un enfoque y un tono maravillosos y que, además, está llena de cuestiones, de preguntas, de reflexiones, de cuestiones, de experiencias, de emociones, de recuerdos, de nostalgia, de futuro, de dolor y de juventud. De esa juventud que es siempre un tesoro, aunque no siempre nos demos cuenta de ello mientras la vamos sacando adelante.
Nos seguimos leyendo.
Incluyo este libro en los siguientes retos:
- Reto 100 libros: 79/100
Vaya, con esta reseña imposible no sentir curiosidad por esta novela. Tengo muchísimo pendiente, pero me la anoto por si acaso cae, me gustan las novelas que tratan de un viaje vital. Un saludo!
ResponderEliminarMuy de acuerdo contigo. Me ha parecido una novela preciosa con una prosa exquisita y muy poética. Todo un descubrimiento!
ResponderEliminarLa prosa de David es para quitarse el sombrero, de esas para leer despacito saboreándola.
ResponderEliminarBesos.
Totalmente de acuerdo contigo, ha sido un placer leer esta novela tan intensa y bien escrita.
ResponderEliminarBesos
Todos coincidís en que está muy bien escrito. ¡Habrá que darle una oportunidad al autor!, a ver si me sumo a su grupo de seguidores.
ResponderEliminarUn besito.
Simplemente maravillosa, una de las mejores lecturas de este año. Rocío
ResponderEliminarComo leerás en mi reseña para mi en esta novela la verdadera protagonista es la palabra. Besos.
ResponderEliminar