martes, 21 de enero de 2014

"Un árbol crece en Brooklyn", de Betty Smith: retrato social de la América de la primera mitad del siglo XX

http://www.megustaleer.com/ficha/H416780/un-arbol-crece-en-brooklyn

Ficha técnica:


Título: Un árbol crece en Brooklyn   Autora: Betty Smith    Editorial: Lumen  Género: narrativa contemporánea, novela social  Páginas: 512    Publicación:  Mayo 2008   ISBN: 9788426416780

Sinopsis (editorial):


   El clásico norteamericano sobre la infancia y juventud de una hija de inmigrantes en el Brooklyn de la década de 1920.
   Corren los años veinte del siglo pasado y descubrimos a la pequeña Francie Nolan leyendo sentada en la escalera anti-incendios de su casa, a la sombra de un árbol que solo crece en los barrios más pobres de las grandes ciudades. Poco a poco, la mirada se aleja de la chiquilla para abarcar a la estrafalaria familia Nolan, que malvive en un barrio de Brooklyn. Conoceremos así a sus padres, a su hermano y a la entrañable tía Sissy, que usa a los hombres para aplacar sus instintos maternales.
   Francie crece rodeada de los libros que tanto le gustan y pronto empieza a preguntar y a pedirle a la vida algo más que un triste acomodo en la mediocridad. De esas hermosas y tercas ganas de saber nace Un árbol crece en Brooklyn, una novela donde cualquier detalle de la vida doméstica revela un mundo hecho de apuestas y deseos, donde los personajes son tan próximos que nos duelen sus dolores y donde el sueño americano cobra por fin peso y color.
   Tenía pendiente de publicar la reseña de este libro que leímos en el Club de Lectura de la Biblioteca de Azuqueca de Henares en noviembre y diciembre. Una novela que a algunas (pocas) encantó, que a la mayoría agradó y que otras (también pocas) no encontraron muy jugoso. Si tuviera que buscar un porqué me atrevería a señalar que la razón podría estar en el estilo sin florituras, desnudo y sencillo de la autora y la aparente simpleza de una historia narrada como si de un documental se tratara: con el detallismo que no obvia escenas quizá no demasiado fundamentales para el argumento, ese que va conformando la realidad a fuerza de trazos del día a día, de pequeñas pinceladas de una vida en un momento concreto (los años 20) y un contexto muy determinado (Brooklyn). Además de un final que deja con la miel en los labios.
    Un árbol crece en Brooklyn se parece muchas veces a un libro de Historia, en el sentido de que retrata las vivencias de un colectivo social (los inmigrantes) en un barrio empobrecido y en un contexto histórico determinado. Descubrimos así, gracias a la mirada limpia de la protagonista, Francie Nolan, la pobreza, el contar cada céntimo, la superación, la lucha por comer cada día, por encontrar un trabajo (o dos o tres... los que hagan falta para mantener a la familia); las infancias de esos niños que tiene estudiar y trabajar. 
   Pero Un árbol crece en Brooklyn también es un libro de historias: aunque Francie es la gran protagonista de la novela y suya es la voz que nos va descubriendo su mundo, la obra está plagada de personajes a cada cual más sorprendente, empezando por esa abuela de Francie que recomienda a su hija que lea todos los días a sus hijos una página de la Biblia y otra de Shakespeare (aunque no saben muy bien quién es, pero dicen que es bueno) y terminando por la tía que considera que el matrimonio y el divorcio llegan de forma automática cuando uno quiere o deja de querer a alguien, sin necesidad de papeles ni formalidades.
    Y, sobre todo, Un árbol crece en Brooklyn es la historia de Francie, una niña que lucha por sobrevivir con dignidad en un mundo de hambre y pobreza y, lo más importante, que busca su propio camino, aunque éste esté alejado de las convenciones sociales, de lo que una mujer puede o debe hacer o de los límites que alguien marca para una niña criada en un barrio como Brooklyn. Una historia no sé si biográfica pero que sí cuenta con la veracidad que da el haber vivido situaciones semejantes.
  Uno de los puntos que más debate suscitó en el club de lectura fue el de la situación de la mujer, su papel secundario, su subordinación. Es cierto que era así pero el tratamiento que la autora da a la mujer es bastante cruel: en varios momentos habla de las solteronas como mujeres amargadas, de enfrentamientos entre mujeres, del rechazo a la joven que se queda embarazada... Dentro de la hostilidad general que se vive en el barrio, mi sensación ha sido que la falta de solidaridad era aún mayor entre las mujeres, cosa que no ha dejado de resultarme curiosa.
    Si con algo me quedo de esta novela, además del certero retrato social, de la inocencia con la que Francie va comprendiendo ese mundo tan duro y de la mezcla de crudeza y ternura con la que la autora va dibujando a los personajes y su entorno, es con la vertiente metaliteraria de la obra: Francie es una auténtica devoradora de libros, aunque lo tenga todo en contra (se propone leer un libro al día, para que luego digan que yo leo). Pero su amor por la literatura va más allá, hasta el sueño de querer ser escritora. De ahí que la novela incluya algunas reflexiones sobre lo que es la literatura y lo que debería ser o sobre de dónde surge la inspiración para hacerla posible. En este sentido, me ha encantado cómo Smith lleva hasta el libro el clásico debate entre literatura de evasión o literatura de compromiso, convertido aquí en la discusión entre una Francie que quiere escribir sobre la muerte de su padre y sobre lo que le rodea, por mucho que duela o por muy feo que sea, y su profesora, que solo quiere cosas hermosas sobre el papel. Batalla perdida para Francie en lo académico pero ganada en lo moral: una muestra más de su dignidad y coherencia, dos de sus grandes virtudes.
   En definitiva, una novela cruda y tierna a la vez, que retrata un universo extremadamente hostil pero en el que Francie crece abriéndose camino hacia el mundo como el árbol plantado en medio del patio de ese bloque de edificios de Brooklyn: elegante, imparable, con la seguridad de saber cuál es tu camino. Todo un clásico de la literatura norteamericana, que Lumen rescató 65 años después de su publicación original
    Nos seguimos leyendo.   

14 comentarios:

  1. He visto el libro en un montón de sitios y he leído varias reseñas sobre él, no me decido a hacerme con él, la portada me encanta,pero va pasando....y ya se sabe...

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  2. Tengo este libro desde hace años en la estantería! No tengo perdón…. jeje

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  3. A mí me encantó. Tanto el retrato de la época como los fantásticos perfiles de los protagonistas.

    Un besito.

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  4. Ya había leído alguna reseña y lo tenia apuntado en mi memoria, espero poder leerlo algún día, besotes

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  5. Parece interesante, aunque tengo una pila de libros pendientes intentaré hacerle un hueco, me gusta esa época y lo que nos cuentas. Besos.

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  6. A mi me encantó el libro y de hecho se lo recomiendo a todo el mundo :)
    Besos!

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  7. Esta novela me encantó, aunque su final me pareció un tanto abrupto

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  8. Hace tiempo que la leí y a mi también me gustó mucho, y el personaje de Francie me ganó totalmente. Besos.

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  9. No creo que tarde en saber en qué grupo estoy dentro de las distintas reacciones que ha tenido este libro, porque alguien lo ha propuesto en el reto de Serendipia y me lo he anotado como uno de las posibles lecturas. Me interesa este personaje que nos cuentas, Francie.

    Saludos

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  10. No había oído hablar de él. No sé si lo leeré, pero desde luego es interesante.
    Besos!

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  11. Me gustó mucho este libro. El modo en que su personaje está retratado, la perfecta descripción de la sociedad de la época...
    Besotes!!!

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  12. Yo, como Ana Blasfuemia lo he anotado en el Reto de Serendipia, así que si soy cumplidora este año cae.

    Bs.

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  13. Nunca he escuchado ni leído nada de este libro.Me ha parecido interesante por tu reseña,de momento no lo apunto,tengo varios pendientes....
    Un saludo

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  14. Ya conocía el libro porque es un clásico estadounidense, pero no lo había visto reseñando en español. Empezando la reseña parece que no te hubiera gustado, pero a medida que leía me dio otra impresión. Lo de la falta de solidaridad entre mujeres, me parece que es común de la época.
    Lo voy a considerar para más adelante.
    Besos

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