Espero no estar pasándome con estos comentarios. A lo mejor me están quedando un poco largos pero es que... ¿cómo no hablar de todo lo que la lectura de El Quijote me produce?
Este tercer capítulo, por ejemplo, es casi teatral, es como una representación que Cervantes pone delante de los ojos del lector de una manera tan clara que, efectivamente, es como si Don Quijote, el ventero y las mozas saltaran de las páginas del libro para representar esa farsa inspirada en las novelas de caballería. Cervantes vuelve a reírse del género y lo hace con ganas a través de ese ventero que le sigue el juego al caballero con tanta socarronería como humor.
Intento meterme en la piel de quienes leyeron El Quijote en su época: ¿qué sentirían cuando leían que el autor se reía con tanto descaro de un género tan extendido en la época como el de caballerías? Me cuesta verlo claro, porque el siglo XX ya se encargó de hacer saltar por los aires toda convención de todo género y ahora estamos acostumbrados a que nada sea sagrado, a que todo sea susceptible de ser modificado, omitido o parodiado. Creo que lo más cercano que he sentido yo a lo que debieron de experimentar los coetáneos de Cervantes son las sensaciones que me despertó la lectura de Los misterios de Madrid, de Antonio Muñoz Molina, con ese detective al que llama Lorencito, ridiculizado y dependiente de mamá, que se ve obligado a investigar en los bajos fondos madrileños, muy a su pesar. Recuerdo que en su momento no daba crédito a lo que leía. Supongo que a muchos les pasó eso con Don Quijote.
Me encanta la manera en la que muchos personajes tratan de poner los pies en el suelo al caballero, aún siguiéndole el rollo. Como el ventero, cuando le dice que, aunque eso no se diga en los libros, todo caballero ha de salir en busca de aventuras con dinerito fresco y camisas limpias. Cuestiones de intendencia de las que la literatura pocas veces se ocupa pero que forman parte de la realidad tal cual es. Nuevamente, el juego entre realidad y ficción del que hablé en el comentario del capítulo 2.
El humor y la ironía son los grandes protagonistas de esta investidura de Don Quijote como caballero, comenzando por los pertrechos de andar por casa, continuando por los fingidos cargos de quienes participan en ella y continuando por el propio Don Quijote, que dice querer ser nombrado caballero por el bien de la humanidad y ataca al primer inocente que se le cruza en el camino solo por ir a tocar sus armas. Pura farsa. Puro doble sentido. Puro Cervantes.
Nos seguimos leyendo.Este tercer capítulo, por ejemplo, es casi teatral, es como una representación que Cervantes pone delante de los ojos del lector de una manera tan clara que, efectivamente, es como si Don Quijote, el ventero y las mozas saltaran de las páginas del libro para representar esa farsa inspirada en las novelas de caballería. Cervantes vuelve a reírse del género y lo hace con ganas a través de ese ventero que le sigue el juego al caballero con tanta socarronería como humor.
Intento meterme en la piel de quienes leyeron El Quijote en su época: ¿qué sentirían cuando leían que el autor se reía con tanto descaro de un género tan extendido en la época como el de caballerías? Me cuesta verlo claro, porque el siglo XX ya se encargó de hacer saltar por los aires toda convención de todo género y ahora estamos acostumbrados a que nada sea sagrado, a que todo sea susceptible de ser modificado, omitido o parodiado. Creo que lo más cercano que he sentido yo a lo que debieron de experimentar los coetáneos de Cervantes son las sensaciones que me despertó la lectura de Los misterios de Madrid, de Antonio Muñoz Molina, con ese detective al que llama Lorencito, ridiculizado y dependiente de mamá, que se ve obligado a investigar en los bajos fondos madrileños, muy a su pesar. Recuerdo que en su momento no daba crédito a lo que leía. Supongo que a muchos les pasó eso con Don Quijote.
Me encanta la manera en la que muchos personajes tratan de poner los pies en el suelo al caballero, aún siguiéndole el rollo. Como el ventero, cuando le dice que, aunque eso no se diga en los libros, todo caballero ha de salir en busca de aventuras con dinerito fresco y camisas limpias. Cuestiones de intendencia de las que la literatura pocas veces se ocupa pero que forman parte de la realidad tal cual es. Nuevamente, el juego entre realidad y ficción del que hablé en el comentario del capítulo 2.
El humor y la ironía son los grandes protagonistas de esta investidura de Don Quijote como caballero, comenzando por los pertrechos de andar por casa, continuando por los fingidos cargos de quienes participan en ella y continuando por el propio Don Quijote, que dice querer ser nombrado caballero por el bien de la humanidad y ataca al primer inocente que se le cruza en el camino solo por ir a tocar sus armas. Pura farsa. Puro doble sentido. Puro Cervantes.
Comentarios de otros capítulos:
- Capítulo 1: Que trata de la condición y ejercicio del famoso hidalgo Don Quijote de La Mancha
- Capítulo 2: Que trata de la primera salida que de su tierra hizo el ingenioso Don Quijote
Buen comentario :)
ResponderEliminarBs.
Jeje, si es que cada capítulo de don Quijote da para mucho!!!! Tienes razón, se ve el lado teatral por donde mires, buena reseña!!!
ResponderEliminarVerdad? es mucho más divertido de loq ue una espera cuando oye hablar de El Quijote
ResponderEliminarMe alegra que lo disfrutes
Besos
Es verdad que se puede considerar a El Quijote como la primera parodia del arte como ahora se hacen películas como Top Secret o Aterriza como puedas. Creemos que es algo nuevo y ha se hizo en la antigüedad. Besos!
ResponderEliminarSi que es verdad que este capitulo es como un vodevil. Muy diveryido
ResponderEliminarBesos