Título: Se prohíbe mantener afectos desmedidos en la puerta de la pensión
Autora: Mamen Sánchez
Editorial: Espasa
Género: novela, romántica, humor
Páginas: 304
Publicación: 2014
ISBN: 9788467041910
En este nuevo libro, la autora se supera a sí misma y desde la primera página el humor, la empatía hacia los personajes, las sorpresas y la variedad de registros se alían para conseguir una lectura absorbente y absolutamente satisfactoria.
De nuevo, se trata de una novela coral, pero protagonizada por una mujer que no tiene más remedio que:
a) Reconstruirse casi desde cero después de un divorcio demoledor.
b) Reformar la casa de sus abuelos, un chalecito en bastante mal estado en la ribera del Manzanares.
c) Buscar huéspedes, no porque necesite el dinero, que también, sino, sobre todo, porque es la mejor manera que se le ocurre para evitar tener que vivir sola.
Pero como a pesar de todo es una mujer sensata, decide imponerse e imponer unas reglas que, partiendo de la amarga experiencia, faciliten la convivencia. Por ejemplo:
• SE PROHÍBE AFLIGIRSE POR CAUSAS AJENAS AL SENTIDO COMÚN.
• SE PROHÍBE MOSTRAR COMPASIÓN HACIA QUIEN NO LA DESEA.
El que ella y sus huéspedes sean capaces o tengan ganas de cumplirlas ya será otro cantar...
Me quedé con tal sonrisa en la boca después de leer La felicidad es un té contigo que en cuanto pude me hice con este título, el siguiente que publicaba Mamen Sánchez tras aquel. Aproveché que, como cada febrero, Libros que hay que leer nos invita a leer libros con un toque de amor y en cuanto empecé el mes me puse a leerlo. Y me duró un nada (y eso que era el libro que tenía para leer en ratos muertos).
Sánchez me ha vuelto a conquistar con una historia sin complicaciones pero que, aún así, tiene su toque de romance, de intriga y, si me apuras, hasta de denuncia. Porque la autora indaga en una serie de universos tan diferentes (todos los que confluyen en la pensión de Cecilia, la protagonista) que es capaz de hablarnos de inmigración ilegal, de madres castrantes, de matrimonios fallidos, de accidentes que te parten la vida, de embarazos no deseados, de la claustrofobia que dan en ocasiones las ciudades y los pueblos pequeños, de las adopciones, de los orfanatos y hasta de fantasmas. Todo en el mismo libro.
Engarzar todos estos temas en una trama que resulte amena y, sobre todo, divertida, no es tarea fácil. Pero creo que es una de las grandes bazas de Sánchez: hacernos reflexionar sobre determinados temas pero sin dramatismos, aceptándolos como parte de la vida, como reveses que a veces nos vienen pero de los que hay que saber aprender, reponerse y seguir adelante, a poder ser, con una sonrisa en la cara.
Porque ese, el buen humor, el optimismo y el intentar ver siempre el lado positivo de las cosas, es otro de los mensajes que nos trasmite esta novela de título kilométrico (un título que ya por sí mismo nos despierta una sonrisa). Por eso, la novela está llena de frases y situaciones entre tiernas y divertidas que nos harán sonreír, reír y hasta soltar alguna carcajada. Y, sobre todo, que dejan una sensación de felicidad, de estar a gusto, de satisfacción que a veces viene muy bien para desengrasarnos de otras lecturas más densas o dramáticas.
Todos los personajes resultan entrañables, es muy fácil empatizar con ellos, aunque no hayan tenido una vida feliz o se dediquen a actividades de dudosa legalidad o moralidad y, en una obra como esta, consiguen su final feliz, amor incluido (de ahí que lo incluya en el mes del amor: sin ser una obra romántica en puridad, sí habla del amor, de muchos tipos de amores, y de la felicidad que dan al cuerpo).
Pero si algo me ha gustado de manera especial han sido los títulos de los capítulos, las prohibiciones de la pensión de Cecilia porque son una contradicción en si misma (son prohibiciones, algo negativo por sí mismo, pero inciden en el tono optimista y positivo general de la obra) y porque constituyen todo un manual de la vida feliz.
En definitiva, una obra amena, divertida, entrañable que sienta tan bien como un chocolate calentito en pleno invierno.
Nos seguimos leyendo.
Sánchez me ha vuelto a conquistar con una historia sin complicaciones pero que, aún así, tiene su toque de romance, de intriga y, si me apuras, hasta de denuncia. Porque la autora indaga en una serie de universos tan diferentes (todos los que confluyen en la pensión de Cecilia, la protagonista) que es capaz de hablarnos de inmigración ilegal, de madres castrantes, de matrimonios fallidos, de accidentes que te parten la vida, de embarazos no deseados, de la claustrofobia que dan en ocasiones las ciudades y los pueblos pequeños, de las adopciones, de los orfanatos y hasta de fantasmas. Todo en el mismo libro.
Engarzar todos estos temas en una trama que resulte amena y, sobre todo, divertida, no es tarea fácil. Pero creo que es una de las grandes bazas de Sánchez: hacernos reflexionar sobre determinados temas pero sin dramatismos, aceptándolos como parte de la vida, como reveses que a veces nos vienen pero de los que hay que saber aprender, reponerse y seguir adelante, a poder ser, con una sonrisa en la cara.
Porque ese, el buen humor, el optimismo y el intentar ver siempre el lado positivo de las cosas, es otro de los mensajes que nos trasmite esta novela de título kilométrico (un título que ya por sí mismo nos despierta una sonrisa). Por eso, la novela está llena de frases y situaciones entre tiernas y divertidas que nos harán sonreír, reír y hasta soltar alguna carcajada. Y, sobre todo, que dejan una sensación de felicidad, de estar a gusto, de satisfacción que a veces viene muy bien para desengrasarnos de otras lecturas más densas o dramáticas.
Todos los personajes resultan entrañables, es muy fácil empatizar con ellos, aunque no hayan tenido una vida feliz o se dediquen a actividades de dudosa legalidad o moralidad y, en una obra como esta, consiguen su final feliz, amor incluido (de ahí que lo incluya en el mes del amor: sin ser una obra romántica en puridad, sí habla del amor, de muchos tipos de amores, y de la felicidad que dan al cuerpo).
Pero si algo me ha gustado de manera especial han sido los títulos de los capítulos, las prohibiciones de la pensión de Cecilia porque son una contradicción en si misma (son prohibiciones, algo negativo por sí mismo, pero inciden en el tono optimista y positivo general de la obra) y porque constituyen todo un manual de la vida feliz.
En definitiva, una obra amena, divertida, entrañable que sienta tan bien como un chocolate calentito en pleno invierno.
Nos seguimos leyendo.
Incluyo este libro en los siguientes retos:
- Reto 100 libros: 8
- Reto Genérico: 7 (1/3 amorosos)/40
- Reto españoles: 6/25
- Reto Autores de la A a la Z: S 4/24
- Reto Leemos en digital: 2/12
Pues me apetece este libro después de leer tu reseña, algo que me anime y me deje con una sonrisa en la boca.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
A mí este libro no me gustó, igual no era el momento de leerlo, no sé...
ResponderEliminarUn beso!
Me lo recomendaron tras una resaca lectora y, a pesar de no ser mi género favorito, me lo pasé genial. Una historia bonita de las que te deja una sonrisa en los labios, a veces es lo único que se necesita :)
ResponderEliminarBesos
A mi también me gustó mucho la anterior novela de Mamen Sánchez. Esta la tengo todavía pendiente, pero Beatriz no hace más que decirme que la lea. Besos.
ResponderEliminarTodavía no he leído nada de esta autora. Por lo que cuentas, no me importaría estrenarme con este libro.
ResponderEliminarBesotes!!!
Todavía no me he estrenado con esta autora, y esta novela en concreto me parece una muy buena opción para hacerlo, me gusta la idea de terminar con una sonrisa :)
ResponderEliminarNo me importaría leerlo, sí me estreno con la autora =)
ResponderEliminarBesotes