"Nunca me abandones", de Kazuo Ishiguro: una distopía vestida de realidad para reflexionar sobre el alma humana

Título: Nunca me abandones
Autor: Kazuo Ishiguro
Traductor: Jesús Zulaika
Editorial: Anagrama
Género: novela, distopía, novela de aprendizaje, ciencia ficción
Páginas: 360
Publicación: 2005
ISBN: 978-84-339-7274-3

  A primera vista, los jovencitos que estudian en el internado de Hailsham son como cualquier grupo de adolescentes. Practican deportes, tienen clases de arte y descubren el sexo, el amor y los juegos del poder. Hailsham es una mezcla de internado victoriano y de colegio para hijos de hippies de los años sesenta donde los pupilos parecen ser huérfanos. Donde no dejan de repetirles que son muy especiales, que tienen una importante misión en el futuro, y se preocupan por su salud. Las relaciones sexuales están libremente permitidas, pero se han prohibido los libros de Sherlock Holmes por su alto contenido en nicotina.
   Los jóvenes también saben que son estériles y que nunca tendrán hijos, de la misma manera que no tienen padres. Kathy, Ruth y Tommy fueron pupilos en Hailsham, y también fueron un juvenil triángulo amoroso, de vértices cambiantes. Y ahora, Kathy a los treinta y un años, se permite recordar Hailsham y cómo ella y sus amigos descubrieron poco a poco la verdad.
   Y el lector de esta novela, utopía gótica, fábula (in)moral, peculiar ficción científica con ecos de Blade Runner y de Soylent Green, irá descubriendo de la mano de Kathy que en Hailsham todo es una imitación, una parodia de la vida de un colegio normal, una representación donde los jóvenes actores no saben que lo son, y tampoco saben que sólo son el secreto terrible de la buena salud de una sociedad.

  No había oído hablar ni del libro ni de la película hasta que las lideresas de Somos Alianza lanzaron la propuesta del Febrero Cinema Aliado con Nunca me abandones como protagonista. Confieso que lo que más me atrajo fue lo de distopía y que leí la sinopsis como siempre suelo hacerlo, en diagonal y sin fijarme demasiado, así que he ido descubriendo poco a poco la historia, dejándome seducir por la intensidad de lo contado y, sobre todo, preguntándome dónde estaba la dichosa distopía. Y quiero hacer una advertencia antes de seguir: es muy difícil hablar de la novela sin desvelar nada de nada, algún spoiler se me escapa seguro. Así que lee la reseña con plena atención solo si has leído el libro. Siento mucho que esta vez sea así, pero no tiene sentido hablar de esta novela si no vas a decir nada de lo que te ha movido por dentro, de las reflexiones que ha despertado en ti y esas reflexiones van unidas, inevitablemente a lo que ocurre al final de la obra y al secreto que se va desvelando poco a poco, teñido por la realidad.
    Y es que creo que una de las claves de esta novela, uno de los aspectos que más me ha gustado, es que es una distopía disfrazada de realidad. A ver, Ishiguro no te miente: desde el principio te va dando pistas de que en ese mundo algo raro hay, que no es como el que conocemos, a pesar de su apariencia de normalidad. Así, desde el mismo arranque de la novela ya introduce dos conceptos fundamentales para la trama: el de cuidador y el de donante. Y aunque, en principio, puedan parecer dos palabras habituales, en seguida te das cuenta de que hay gato encerrado.
    Lo bueno es que Ishiguro va deshojando la margarita del misterio sobre lo que realmente ocurre en la novela muy muy despacio. Va dejando pistas por aquí, creando rumores por allá, despertando preguntas por acá y desvelando pequeños misterios hasta que el discurso final de uno de los personajes te permite atar todos los cabos.
    Creo que es todo un acierto que el autor tiña de normalidad la historia. Este recurso permite, por un lado, crear un cierto misterio que te mantiene intrigada durante toda la novela pero, al mismo tiempo, contribuye a potenciar la reflexión general de la obra: la de la configuración del alma humana, la educación en valores y ligada a la cultura y al desarrollo de la creatividad y la convivencia, sea en el entorno en el que sea. O impartida al ser que sea.
    En este sentido, en la sinopsis de la editorial se habla de parodia. Yo no estoy de acuerdo. No creo que se trate de parodia sino de disfrazar de normalidad una situación nada normal para fomentar la reflexión del lector. Como mucho, veo cierta relación con el universo de los experimentos científicos que impregna el sentido de la obra.
   Esta apariencia de realidad potencia, como decía, las reflexiones que surgen al final (lee con cuidado las preguntas porque pueden considerarse spoilers): ¿somos todos iguales? ¿Podemos utilizar al ser humano como experimento científico? ¿Qué sociedad permite que algo así ocurra? En el fondo, es volver a la esclavitud en aras de la buena salud de unos pocos.
    También me ha gustado que todas las reflexiones no aparezcan de manera explícita en la obra, solo en forma de pequeñas dudas y al final, porque creo que deja pensar al lector. Él es que se hará todas las preguntas y todas las reflexiones pertinentes. Y llegará a sus propias conclusiones a partir de lo leído.
     Distopía y ciencia-ficción (peculiares, eso sí) al margen, Nunca me abandones nos propone una novela de aprendizaje casi canónica en la que vamos viendo el despertar de Kathy y sus amigos desde los últimos años de la infancia hacia la madurez. Con la peculiaridad de que su trayectoria vital va a ser más corta de lo que podríamos suponer al principio.
    Esta idea también siembra la novela de una reflexión sobre el paso del tiempo, sobre la necesidad de aprovechar la vida, de sacarle todo su jugo. Siempre. A cualquier edad. En cualquier momento y en cualquier lugar. Además de despertar otra pregunta interesante: ¿qué harías con tu vida si supieras que tu tiempo es limitado? Lo cual no deja de ser curioso, porque así lo es para todos. Solo que lo vemos a tan largo plazo que ni nos paremos a pensarlo. O a sentirlo.
    La narración en primera persona, evocadora y nostálgica, de una Kathy que analiza lo vivido tiñe, además, toda la novela de una cierta melancolía que viene a dar aún más sentido a las reflexiones finales.

BUENA ADAPTACIÓN CINEMATÓGRAFICA

    La película, por su parte, potencia aún más esta sensación de nostalgia a través del recurso del narrador (un recurso que no es propio del cine), de la fotografía y de la banda sonora, así como a través del ritmo pausado a través del que la historia va pasando por nuestros ojos.
     Creo que nos encontramos ante una buena adaptación cinematográfica aunque es cierto que reducida, por razones obvias. La eliminación de algunos pasajes y de buena parte del análisis de Kathy hace que los personajes sean menos profundos y, quizá, que su historia sea más convencional, primando sobre todo lo romántico (hay un componente romántico en la historia ineludible, de ahí que también incluya esta reseña en el Mes del Amor).
     Aún así, el golpe final es el mismo y las reflexiones, también. De hecho, algunas sensaciones se potencian más en el filme, como la sensación de utilitarismo y de egoísmo exacerbado que se despierta en el espectador cuando ve a los donantes en los hospitales.
     "Poco verosímil", dijo mi chico cuando acabamos de verla. "Ya, pero es que no tiene que ser verosímil. Es una distopía, lo que pretende es que reflexionemos a través de una historia falsa sobre la sociedad real en la que vimos". Y eso sí que lo consigue, convenimos. 
     Nos seguimos leyendo.

   Incluyo este libro en los siguientes retos:

•  Reto 100 libros: 14/100
•  Reto Genérico: 10 (3/5 narrativa contemporánea)/40
•  Reto Book&Moovie: 2/6
•  Reto Autores de la A a la Z: I 7/24
•  Reto Leemos en digital: 3/12