Título: ¿Qué hay para cenar?
Autora: Claire Freedman
Ilustrador: Nick East
Editorial: Beascoa
Género: álbum ilustrado
Páginas: 32
Publicación: Febrero 2014
ISBN: 9788448837808
«¡SOCORRO!», cacareó Gallina. «¡Zorro ha venido a COMERNOS!»
Es la primera vez que el zorro de ciudad va al campo y tiene mucha hambre.
«¿Qué hay para cenar?», gruñe mientras se relame.
Los animales de la granja, muertos de miedo, idean un disparatado plan para engañarlo. ¿Conseguirán ser más astutos que él?
Esta divertida historia con ilustraciones fabulosas te hará reír a carcajadas.
A Lucía y a mí nos encanta contar este cuento y lo hemos hechos muuuchas veces, tanto para mi taller Cuentos para comérselos como para las sesiones de los talleres de animación veraniegos. Y es que es un libro francamente divertido en el que los animales de la granja le echan astucia a eso de librarse de ser comidos por el zorro.
Freedman invierte el tópico (mira que me gusta a mí eso de invertir las cosas) y transforma al astuto zorro que estamos acostumbrados a ver en otros cuentos en un zorro bastante mal informado (estos zorros de ciudad...) que constantemente tiene que consultar su libro de cocina para ver si el animal con el que se topa es comestible o no. Así está claro que es bastante fácil darle gato por liebre.
Y eso será justo lo que hagan los animales de la granja visitada por el zorro: los comestibles se disfrazarán de no comestibles y el gran toro, obviamente no comestible, se vestirá de gallina para retar al zorro a que se lo coma. Al zorro, claro está, no le queda más remedio que salir corriendo de esa granja con semejantes especímenes.
Con estos mimbres, Freedman teje una historia de ingenio y humor que siempre hace reír a los niños. Si lo cuentas con un poco de gracia (y es muy fácil hacerlo, porque los animales y los niños se llevan estupendamente), puedes triunfar lo cuentes donde lo cuentes.
Además, las ilustraciones de Nick East no le van a la zaga: son grandes, coloridas y mantienen el puntito de absurdo y juego del texto.
En definitiva, una buena obra para pasar un buen rato, fomentar la imaginación dándole la vuelta a los roles tópicos de ciertos animales en los cuentos tradicionales y, por qué no, reflexionar sobre lo que comemos y las diferencias entre vivir en el campo o en la ciudad.
Freedman invierte el tópico (mira que me gusta a mí eso de invertir las cosas) y transforma al astuto zorro que estamos acostumbrados a ver en otros cuentos en un zorro bastante mal informado (estos zorros de ciudad...) que constantemente tiene que consultar su libro de cocina para ver si el animal con el que se topa es comestible o no. Así está claro que es bastante fácil darle gato por liebre.
Y eso será justo lo que hagan los animales de la granja visitada por el zorro: los comestibles se disfrazarán de no comestibles y el gran toro, obviamente no comestible, se vestirá de gallina para retar al zorro a que se lo coma. Al zorro, claro está, no le queda más remedio que salir corriendo de esa granja con semejantes especímenes.
Con estos mimbres, Freedman teje una historia de ingenio y humor que siempre hace reír a los niños. Si lo cuentas con un poco de gracia (y es muy fácil hacerlo, porque los animales y los niños se llevan estupendamente), puedes triunfar lo cuentes donde lo cuentes.
Además, las ilustraciones de Nick East no le van a la zaga: son grandes, coloridas y mantienen el puntito de absurdo y juego del texto.
En definitiva, una buena obra para pasar un buen rato, fomentar la imaginación dándole la vuelta a los roles tópicos de ciertos animales en los cuentos tradicionales y, por qué no, reflexionar sobre lo que comemos y las diferencias entre vivir en el campo o en la ciudad.
Nos seguimos leyendo.
¡Qué historia más simpática! Me lo apunto sin duda.
ResponderEliminar¡Un beso!
Que libro tan chulo, me lo llevo apuntado, besotes
ResponderEliminarQué divertido! Ya tengo regalo!
ResponderEliminarBesotes!!!