¡¡Ayyy!!! Pero qué rematadamente mal llevo la semana y, con ella, el mes. ¡¡¡Ayyy!!! Otro mes que no cumplo objetivos ni queriendo. Si es que entre vueltas al cole, bodas, nuevos proyectos, readaptación a la normalidad... Uff. Demasiadas cosas. Así que, a estas alturas de la semana, todavía arrastro los dos libros que tenía empezados de la anterior: Rayela y La mujer que llora. Como ya conté cómo comenzaba el primero la semana pasada, hoy transcribo el primer párrafo del segundo.
BBF#52
Observaba desde la terraza el tránsito de los automóviles, mi mirada descendió hacia el bando del bulevar Bourdon, donde una pareja de jóvenes se besaba; probablemente el mismo banco en el que Bouvard y Pécuchet conversaron, bajo un calor de treinta y siete grados, en la novela de Gustave Flaubert. No hay nada más placentero y hechizante que deleitarse observando los besos que se dan los jóvenes en París: besos de tornillo, de pura lengua; Robert Doisneau supo retratar el beso parisino como nadie. (“La mujer que llora”, Zoé Valdés)
Y otra vez que estoy en París. Yo no sé qué me pasa últimamente, que viajo literariamente a París cada dos por tres. Voy a acabar conociendo sus calles sin haberlas visto nunca (lo de Eurodisney no cuenta). Ya te contaré qué tal.
Nos seguimos leyendo.
Nos seguimos leyendo.
Pues espero que los disfrutes! yo no he leído ninguno de los dos!
ResponderEliminarUn beso!
París bien vale una misa
ResponderEliminarEsta semana seguro que lo logras!
ResponderEliminarBesotes!!!
Tengo ganas de conocer tus impresiones acerca de ambas novelas. Veo que ya has pubilcado la reseña de Rayuela, así que en cuanto pueda me paso a leerla!
ResponderEliminar1beso:)