Ficha técnica:
Título: La hija de la criada Autora: Barbara Mutch
Editorial: Alianza Género: novela Páginas: 496Publicación: Junio 2013 ISBN: 978-84-206-7565-7
Sinopsis (editorial):
La difícil elección entre el amor y el sentido del deber, entre la amistad y las convenciones sociales en las áridas llanuras de Suráfrica. Corre el año de 1919. Cathleen se traslada a Suráfrica, al duro y desértico Karoo, para casarse con su prometido al que no ha visto en cinco años. Pero el matrimonio no va a resultar como había soñado. Aislada en un entorno inhóspito, Cathleen encuentra consuelo en escribir su diario y en criar a sus dos hijos, Philip y Rose. También a Ada, la hija de su criada, a la que enseña a leer y a tocar el piano, a amar a Chopin. Todo se verá alterado cuando Ada descubre que está embarazada, que espera un hijo mulato en un país que no admite las relaciones entre blancos y negros. Ada se escapa al sentir que ha traicionado a Cathleen. Despreciada y marginada por ambas comunidades, tiene que luchar por su supervivencia y la de su hija. La música, y Cathleen, serán sus refugios. “La hija de la criada” es una deliciosa y emotiva novela, cargada de sentimientos, que retrata con hondo detalle el drama y la desolación de dos mujeres de inquebrantable valor cuya profunda amistad les lleva a superar las inhumanas convenciones sociales de una época y los peligrosos límites de la segregación. Una historia que nos enseña que más allá de la crueldad humana perdura el amor y la esperanza.
La amistad es un tipo de amor. Una forma de amor a veces más sincera, más significativa, más profunda y más duradera que el amor romántico. De esa manera de querer habla este libro, con el valor añadido de que se trata de una amistad interracial y, por lo tanto, prohibida o socialmente mal vista, dependiendo de la época y del lugar. Desde luego, en el sur del sur de África (en Karoo, una zona semidesértica situada al sur de Sudáfrica) y en los años del apartheid... lo era.
Barbara Mutch dibuja la evolución de esa amistad, la que une a la hija de la criada, Ada, y a la señora de la casa, Cathleen, a lo largo de los años que compartieron en Cradock House. Una amistad siempre polémica, que tuvo que ir disfrazándose de otros muchos sentimientos y roles para continuar viva: empezó con la excusa de enseñar algo de música a la curiosa hija de la criada, siguió con el diálogo secreto y no correspondido que se produce cuando Ada empieza a leer el diario de la señora, continuó con un profundo cariño mutuo disimulado entre el respeto, la atención, el cuidado y las buenas formas; superó la traición y el abandono y resucitó con mayor fuerza con la protección y el deber para acabar convirtiéndose en algo que no se puede ocultar, que se siente y se comparte. Y quien no quiera verlo, que no mire.
En este sentido, Cathleen es el personaje más valientes y con los valores morales y humanos más sólidos de la historia. Llegada de Irlanda para casarse con Edward, la señora de la casa tendrá que acostumbrarse a un mundo nuevo y asumir que nunca volverá a ver a quienes hasta entonces habían sido su vida. La soledad que experimentará al llegar hará que se apoye en Miriam, la madre de Ada, y en sus propios hijos para construir su nuevo entorno de amor y seguridad. Ante una hija caprichosa y egoísta y un hijo quizá algo malcriado, Cathleen se volcará en Ada y en su talento musical para ir construyendo las bases de la sólida amistad que las unirá durante toda la vida. Una amistad proscrita que, sin embargo, ella luchará por mantener y afianzar, aún a costa de amigos, conocidos y de su propio círculo social.
Ada es la hija de la criada, la voz narradora de esta novela escrita en primera persona, a excepción de los pequeños fragmentos del diario de Cathleen incluidos y alguna que otra carta. Su mirada infantil, al principio; su forma de entender el mundo sin las dobleces de la sociedad blanca que la rodea, después; y la evolución de su capacidad de razonar y su inteligencia irán mostrando al lector las distorsiones que se producen en un mundo dividido por el color de la piel, las contradicciones de la filosofía de vida occidental y la pureza de los sentimientos de Ada por la familia de la casa, sobre todo, por la señora y por Phil, el hijo de Cathleen.
Me han encantado muchas de las reflexiones que propone Ada y su manera de exponerlas al lector, con una inocencia o una capacidad de cuestionar la realidad por la que está rodeada que da que pensar y, a veces, incluso descoloca. Pero el hecho de escuchar en exclusiva la voz de Ada en esta novela me ha hecho creer en ocasiones que se me estaba hurtando una parte de la realidad, que había dimensiones de los otros personajes que eran desconocidas para mí, que no sabía lo que pensaban otros protagonistas en momentos de conflictos y, por tanto, que no entendía su manera de actuar. La voz narradora es, para mí, el gran acierto pero también el gran pero de esta novela. El único pero, diría yo.
Porque, por lo demás, La hija de la criada es una novela voluminosa pero ágil, bien construida y dosificada, que propone una reflexión sobre las diferencias raciales, sobre el orgullo o el castigo que supone un hecho tan arbitrario como el color de la piel, la lucha, la discriminación, el racismo, el rechazo, el problema que supone estar en medio, en esa zona que no es de nadie y que nadie quiere. Una novela que nos descubre rincones remotos de la tierra en los que la vida no es como la conocemos, en los que la fuerza de la naturaleza decide por las personas. Una novela, en definitiva, que descubre y hace pensar y que dibuja los contornos de una amistad de esas que llenan el corazón.
Barbara Mutch dibuja la evolución de esa amistad, la que une a la hija de la criada, Ada, y a la señora de la casa, Cathleen, a lo largo de los años que compartieron en Cradock House. Una amistad siempre polémica, que tuvo que ir disfrazándose de otros muchos sentimientos y roles para continuar viva: empezó con la excusa de enseñar algo de música a la curiosa hija de la criada, siguió con el diálogo secreto y no correspondido que se produce cuando Ada empieza a leer el diario de la señora, continuó con un profundo cariño mutuo disimulado entre el respeto, la atención, el cuidado y las buenas formas; superó la traición y el abandono y resucitó con mayor fuerza con la protección y el deber para acabar convirtiéndose en algo que no se puede ocultar, que se siente y se comparte. Y quien no quiera verlo, que no mire.
En este sentido, Cathleen es el personaje más valientes y con los valores morales y humanos más sólidos de la historia. Llegada de Irlanda para casarse con Edward, la señora de la casa tendrá que acostumbrarse a un mundo nuevo y asumir que nunca volverá a ver a quienes hasta entonces habían sido su vida. La soledad que experimentará al llegar hará que se apoye en Miriam, la madre de Ada, y en sus propios hijos para construir su nuevo entorno de amor y seguridad. Ante una hija caprichosa y egoísta y un hijo quizá algo malcriado, Cathleen se volcará en Ada y en su talento musical para ir construyendo las bases de la sólida amistad que las unirá durante toda la vida. Una amistad proscrita que, sin embargo, ella luchará por mantener y afianzar, aún a costa de amigos, conocidos y de su propio círculo social.
Ada es la hija de la criada, la voz narradora de esta novela escrita en primera persona, a excepción de los pequeños fragmentos del diario de Cathleen incluidos y alguna que otra carta. Su mirada infantil, al principio; su forma de entender el mundo sin las dobleces de la sociedad blanca que la rodea, después; y la evolución de su capacidad de razonar y su inteligencia irán mostrando al lector las distorsiones que se producen en un mundo dividido por el color de la piel, las contradicciones de la filosofía de vida occidental y la pureza de los sentimientos de Ada por la familia de la casa, sobre todo, por la señora y por Phil, el hijo de Cathleen.
Me han encantado muchas de las reflexiones que propone Ada y su manera de exponerlas al lector, con una inocencia o una capacidad de cuestionar la realidad por la que está rodeada que da que pensar y, a veces, incluso descoloca. Pero el hecho de escuchar en exclusiva la voz de Ada en esta novela me ha hecho creer en ocasiones que se me estaba hurtando una parte de la realidad, que había dimensiones de los otros personajes que eran desconocidas para mí, que no sabía lo que pensaban otros protagonistas en momentos de conflictos y, por tanto, que no entendía su manera de actuar. La voz narradora es, para mí, el gran acierto pero también el gran pero de esta novela. El único pero, diría yo.
Porque, por lo demás, La hija de la criada es una novela voluminosa pero ágil, bien construida y dosificada, que propone una reflexión sobre las diferencias raciales, sobre el orgullo o el castigo que supone un hecho tan arbitrario como el color de la piel, la lucha, la discriminación, el racismo, el rechazo, el problema que supone estar en medio, en esa zona que no es de nadie y que nadie quiere. Una novela que nos descubre rincones remotos de la tierra en los que la vida no es como la conocemos, en los que la fuerza de la naturaleza decide por las personas. Una novela, en definitiva, que descubre y hace pensar y que dibuja los contornos de una amistad de esas que llenan el corazón.
Nos seguimos leyendo.
Agradezco a Albanta, de Adivina quien lee, que organizara el sorteo en el que me tocó esta novela con la que he podido participar en su lectura conjunta.
Incluyo este libro en los siguientes retos:
- Desafío100 libros: 74/100
- Reto Sumando: 20/2013
La verdad es que pinta muy bien, por las reseñas que vais haciendo cada vez me gusta más, besotes
ResponderEliminarA mi también me gustó mucho. Es una historia de amistad preciosa y Ada y Cathleen son inolvidables yo la reseño mañana
ResponderEliminarBesos
Hasta ahora todas las reseñas son muy positivas. Me estáis dejando con muchas ganas de leer esta novela.
ResponderEliminarBesotes!!!
Muchas gracias por tu participación y me alegra que hayas disfrutado con la novela.
ResponderEliminarA mi también me gustó mucho esta novela. El hecho de conocer la historia sólo desde el punto de vista de Ada a mi me pareció un acierto, puesto que su inocencia o desconocimiento del mundo es lo que lo hace especial.
ResponderEliminarNo me llamaba del todo...pero a base de reseñas estoy cambiando de opinión.
ResponderEliminarUn beso!
Pero qué buena pinta tiene esta novela!! =)
ResponderEliminarBesotes
Ya lo tengo, ahora falta leerlo, me están gustando muchos las reseñas que os voy viendo. Un besote!!
ResponderEliminarLe tengo muchas ganas, no sabía que mi querida socia ya lo tenía, qué veloz!! Me alegra ver que también te ha conquistado :) Besos
ResponderEliminarNo me apunté a la lectura conjunta porque llevo un verano atascada con varios libros.
ResponderEliminarLa novela en si me llama la atención y por las críticas que estoy leyendo merece la pena su lectura.
Besos.