lunes, 6 de junio de 2016

"Sarna con gusto (Refranes, canciones y rastros de sangre #1)", de César Pérez Gellida: gustoso reencuentro con Ramiro Sancho



Título: Sarna con gusto (Refranes, canciones y rastros de sangre #1)
Autor: César Pérez Gellida
Editorial: Suma de letras
Género: novela negra, policíaca, intriga
Páginas: 212
Publicación: 07/04/2016
ISBN: 9788491290056


  Lastrado por los efectos nocivos que le ha dejado la obsesiva persecución de Augusto Ledesma, el pelirrojo inspector de homicidios de Valladolid, Ramiro Sancho, vuelve al Cuerpo con la esperanza de retomar las riendas de su vida anterior. Nada más lejos de la realidad.
  Una adolescente ha desaparecido en el marco de las ferias patronales de la ciudad. Se trata de la hija de un importante empresario y las primeras pesquisas apuntan a que podría tratarse de un secuestro.
  César Pérez Gellida aborda su novela más negra desde una óptica global con el objeto de ofrecer al lector una visión 360º sobre un delito sumamente cruel como es la privación de libertad. Y lo ejecuta de una forma tan real que compartirá la angustiosa incertidumbre de la familia, tan estremecedora que saboreará el miedo desde la oscuridad de un lugar desconocido, tan veraz que se ajustará el pasamontañas para meterse en la piel del secuestrador y, cómo no, tan cercana que participará en el proceso de negociación e investigación en primera persona.

Sarna con gusto es la evidencia irrefutable de que existe un género singular en nuestro país que se define como narrativa audiovisual. Vuelve el género Gellida.
   sar Pérez Gellida le ha cogido la medida a las novelas policíacas y de intriga que acaban convirtiéndose en auténticos thrillers... ¡y qué bien lo hace, el jodío! Te confías, porque ya sabes lo que vas a encontrar (después de la trilogía Versos, canciones y trocitos de carne, te sientes segura respecto a lo que va a pasar) y como, encima, el libro avanza al principio con relativa calma... pues te pones a leer a tus anchas, con la guardia baja, y casi sin darte cuenta, ya estás metida hasta el cuello en una historia que no te suelta y que casi te lleva al límite en sus trepidantes y llenas de emociones páginas finales. Un genio del thriller. Lo que decía.
    Quienes disfrutamos con su primera trilogía tenemos aquí, pues, la promesa de otras tres novelas, como mínimo, tan buenas como las anteriores. O mejores porque he notado más madurez como escritor, menos alardes, menos clases magistrales, una escritura mucho más directa, más intensa, más certera. Eso sí, la trama continúa estando tan bien urdida como en las obras anteriores (en este caso también hay dos subtramas que se van trenzando a lo largo de la novela, una de las cuales es un jugoso aperitivo para próximas entregas), la intriga está perfectamente construida, la historia fluye, los personajes te cautivan y, en general, la obra cumple al pie de la letra con su cometido: hacer pasar un buen y un mal rato al mismo tiempo. ¡Y lo que nos gusta!
   Pérez Gellida recupera a Ramiro Sánchez como hilo conductor de la trama principal de esta entrega. Un Ramiro que es igual al que conocemos pero al que su encuentro con Augusto Ledesma ha transformado, de manera que parece haber crecido su amargura y su sentimiento de culpabilidad pero también su afán por salvar vidas y evitar sufrimientos. Una evolución lógica que le sienta muy bien al personaje, que hace que te sientas (aún más) cerca de él, que le comprendas y hasta que apruebes algunas de sus decisiones, a pesar de saber que no son muy buenas.
    Esta trama principal no está ligada a un asesinato sino a un caso de secuestro, lo cual me ha interesado mucho. Estamos acostumbrados a leer novelas negras y policíacas en las que la víctima directa está muerta o muere a las pocas páginas y me ha encantado cómo Pérez Gellida se mete en la mente tanto de esa víctima (una adolescente) como de sus captores. En este sentido, creo que la elaboración de los personajes es brillante. Margarita, la víctima, tiene materia prima de sobra para hacer una novela con ella sola y lo que muestra el autor de ella en esta obra te deja perpleja. Es un personaje con muchos matices, sorprendente, que ofrece una perspectiva diferente (más allá de la mera víctima) y abre muchas cuestiones en tu cabeza. Los secuestradores no son menos interesantes, sobre todo el Chimuelo (¡vaya mente retorcida la suya!) y el Chupao (no menos retorcido, todo hay que decirlo...) y el conjunto que nos ofrecen da una visión global muy interesante de todos los personajes implicados en casos así.
    Además, Pérez Gellida también recupera a dos personajes que ya nos conquistaron en la trilogía anterior: Erika Lopategui (¿quién no es fan de Erika?) y Ólafur Olafssson (¿a quién no se le parte el alma viéndole?), que participan en la trama secundaria en esta novela pero que, como decía, promete grandes páginas venideras, además del juego que ya da aquí.
    Un subtrama ligada a la Congregación de los Hombres Puros de la que ya oímos hablar en Mutatis Mutandi y que es capaz de ponerme los pelos de punta y sacar todo lo malo que hay en mí. Así ya estoy deseando ponerme con las dos próximas entregas de la trilogía y ver qué nos depara esta pandilla de degenerados.
    Otra de las cosas que me gustan de los libros de Pérez Gellida es que suenan, van más allá de la lectura y de las palabras y nos proponen un montón de referencias que nos entran por los oídos, lo que hace que la experiencia vaya más allá de pasear nuestros ojos por las hojas de sus obras. Bien sea a través de la música o, como es el caso, de los acentos y formas peculiares de hablar de algunos personajes, el autor consigue que el libro hable, resuene en tu cabeza. Y es una experiencia fabulosa.
    Y creo que en esa experiencia también tienen que ver, en esta ocasión, los refranes que dan título a la trilogía y a los capítulos de la novela. Me parece fabuloso (siempre me ha llamado la atención la fuerza de los refranes, su saber ancestral, su acierto y cómo nos conectan con la sabiduría del día a día que heredamos, casi sin darnos cuenta, de quienes vivieron antes que nosotros) y creo que aquí no son un mero adorno, sino que son un recurso muy bien utilizado. Y digo que para mí también están relacionados con la experiencia sonora que nos propone Pérez Gellida porque suenen en mi cabeza como si fuera Sancho Panza el que los pronunciara para abrir cada capítulo, un Sancho Panza que, dentro de mí, tiene una voz bien parecida a la de Alfredo Landa. En fin, es lo que tenemos los lectores: que nos dan pie y acabamos quién sabe dónde.
      Así pues, no puedo dejar de recomendar (una vez más) a César Pérez Gellida como maestro de la novela negra, del thriller, de la indagación psicológica en los personajes, de las historias que te rajan por dentro y de los libros que hablan. ¡Menudo cóctel! ¡Y qué bien le sale!     
     Nos seguimos leyendo.

 Agradezco a Mundos de lectura que organizara el sorteo en el que me tocó este libro y a la editorial que me lo enviara.
   Incluyo este libro en los siguientes retos:
  •  Reto 100 libros: 51/100
  •  Reto Genérico: 30 (2/2 thriller)/40
  •  Reto 25 españoles: 24/25
  •  Reto Sabuesos: 5
  •  Reto Ciudades con Libro: 5

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