Si en el capítulo anterior, Cervantes se convertía en crítico de novelas, ahora le toca el turno al teatro, a las famosos comedias que tanto éxito alcanzaron en el Siglo de Oro. Así, hace que el recién encontrado canónigo toledano y nuestro cura de toda la vida departan sobre el teatro de la época en España, con claras alusiones (aunque veladas) a Lope de Vega, el autor más aclamado de aquellos años, y su peculiar manera de entender el género. Para empezar, Lope se salta las convenciones más importantes (el respeto a la tres unidades clásicas: unidad de acción, de tiempo y de lugar) y, para continuar con la liberación casi absoluta del texto, proclamó en su famoso Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo aquello de que
Recordar los versos de Lope (en mi edición, el trabajo lo ha hecho el bueno de Martín Riquer, en nota al pie), me ha hecho pensar en mi siempre admirada Marta Sanz y su No tan incendiario, del que ya hablé en su momento pero que, con cierta frecuencia se cuela en mi blog. Y es que me ha admirado que justo una de las razones que Lope esgrime para dar al vulgo lo que el vulgo quiere (el vulgo paga) sea uno de los argumentos principales que Sanz critica en su ensayo: el lector es tratado como cliente y, en nuestra sociedad capitalista, el cliente siempre tiene razón, así que hay que darle gusto. Lo dicho: el debate viene de largo y mantiene su actualidad. Y no ha perdido pasión por el camino...
Y mientras canónigo y cura intentan arreglar el mundo literario (propuesta de censura incluida), nuestro Don Quijote y nuestro Sancho anda a vueltas con la realidad o el engaño del encantamiento, sin ponerse de acuerdo. En lo que sí se ponen de acuerdo es en las necesidades fisiológicas del caballero, por muy enjaulado o encantado que esté. Un guiño final, escatológico, que enfrenta realidad y ficción y que baja al lector del púlpito de la reflexión sobre lo canónico en literatura a la prosaica humanidad de las aguas mayores y menores.
escribo por el arte que inventaronO sea, que el debate sobre si hay que leer "alta literatura" o con tal de leer cualquier obra es buena es casi tan viejo como la propia literatura. Y que sigue estando de actualidad lo demuestran algunos comentarios que se dejan en los blogs literarios, criticando que se lean novedades (o solo novedades) en vez de contribuir a defender la "buena literatura" (o lo que algunos consideran buena literatura). Yo no voy a entrar en el debate porque creo que mi blog habla a las claras de mi postura al respecto: yo leo de todo e intento leer todos los clásicos que puedo. Mi ritmo de vida no me permite dedicarle todo el tiempo que quisiera (está claro que son libros más exigentes que muchos de los que se publican hoy en día) pero cuando lo consigo siento que me alimentan (o muchos de ellos lo hacen) mucho más que otras novedades que leo y que olvido casi al mes siguiente. Otro debate es quién decide qué es "alta literatura" y (ya sabes, yo siempre barriendo para casa) qué autores (y utilizo el masculino como masculino y no como neutro con toda la intención) están incluidos en esa supuesta literatura buena.
los que el vulgar aplauso pretendieron,
porque, como las paga el vulgo, es justo
hablarle en necio para darle gusto
Recordar los versos de Lope (en mi edición, el trabajo lo ha hecho el bueno de Martín Riquer, en nota al pie), me ha hecho pensar en mi siempre admirada Marta Sanz y su No tan incendiario, del que ya hablé en su momento pero que, con cierta frecuencia se cuela en mi blog. Y es que me ha admirado que justo una de las razones que Lope esgrime para dar al vulgo lo que el vulgo quiere (el vulgo paga) sea uno de los argumentos principales que Sanz critica en su ensayo: el lector es tratado como cliente y, en nuestra sociedad capitalista, el cliente siempre tiene razón, así que hay que darle gusto. Lo dicho: el debate viene de largo y mantiene su actualidad. Y no ha perdido pasión por el camino...
Y mientras canónigo y cura intentan arreglar el mundo literario (propuesta de censura incluida), nuestro Don Quijote y nuestro Sancho anda a vueltas con la realidad o el engaño del encantamiento, sin ponerse de acuerdo. En lo que sí se ponen de acuerdo es en las necesidades fisiológicas del caballero, por muy enjaulado o encantado que esté. Un guiño final, escatológico, que enfrenta realidad y ficción y que baja al lector del púlpito de la reflexión sobre lo canónico en literatura a la prosaica humanidad de las aguas mayores y menores.
Nos seguimos leyendo.
Comentarios de otros capítulos:
- Capítulo I: Que trata de la condición y ejercicio del famoso hidalgo Don Quijote de La Mancha
- Capítulo II: Que trata de la primera salida que de su tierra hizo el ingenioso Don Quijote
- Capítulo III: Donde se cuenta la graciosa manera que tuvo Don Quijote de armarse caballero
- Capítulo IV: De lo que le sucedió a nuestro caballero cuando salió de la venta
- Capítulo V: Donde se prosigue la narración de la desgracia de nuestro caballero
- Capítulo VI: Del donoso y grande escrutinio que el cura y el barbero hicieron en la librería de nuestro ingenioso hidalgo
- Capítulo VII: De la segunda salida de nuestro buen caballero Don Quijote de La Mancha
- Capítulo VIII: Del buen suceso que el valeroso don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento, con otros sucesos dignos de felice recordación
- Capítulo IX: Donde se concluye y da fin a la estupenda batalla que el gallardo vizcaíno y el valiente manchego tuvieron
- Capítulo X: De lo que más le avino a Don Quijote con el vizcaíno y del peligro en que se vio con una turba de yangüeses
- Capítulo XI: De lo que le sucedió a Don Quijote con unos cabreros
- Capítulo XII: De lo que contó un cabrero a los que estaban con Don Quijote
- Capítulo XIII: Donde se da fin al cuento de la pastora Marcela, con otros sucesos
- Capítulo XIV: Donde se ponen los versos desesperados del difunto pastor, con otros no esperados sucesos
- Capítulo XV: Donde se cuenta la desgraciada aventura que se topó Don Quijote en topar con unos desalmados yangüeses
- Capítulo XVI: De lo que sucedió al ingenioso hidalgo en la venta que él imaginaba ser castillo
- Capítulo XVII: Donde se cuentan las razones que pasó Sancho Panza con su señor Don Quijote, con otras aventuras dignas de ser contadas
- Capítulo XIX: De las discretas razones que Sancho pasaba con su amor y de la aventura que le sucedió con un cuerpo muerto, con otros acontecimientos famosos
- Capítulo XX: De la más visto ni oída aventura que con más poco peligro fue acabada de famoso caballero en el mundo, como la que acabó el valeroso Don Quijote de La Mancha
- Capítulo XXI: Que trata de la alta aventura y rica ganancia del yelmo de Mambrino, con otras cosas sucedidas a nuestro invencible caballero
- Capítulo XXII: De la libertad que dio Don Quijote a muchos desdichados que, mal de su grado, los llevaban donde no quisiera ir
- Capítulo XXIII: De lo que aconteció al famoso Don Quijote en Sierra Morena, que fue una de las más raras aventuras que en esta verdadera historia se cuentan
- Capítulo XXIV: Donde se prosigue la aventura de la Sierra Morena
- Capítulo XXV: Que trata de las estrañas cosas que en Sierra Morena sucedieron al valiente caballero de La Mancha, y de la imitación que hizo a la penitencia de Beltenebros
- Capítulo XXVI: Donde se prosiguen las finezas que de enamorado hizo Don Quijote en Sierra Morena
- Capítulo XXVII: De cómo salieron con su intención el cura y el barbero, con otras cosas dignas de que se cuenten en esta grande historia
- Capítulo XVIII: Que trata de la nueva y agradable aventura que al cura y al barbero sucedió en la mesma sierra
- Capítulo XXIX: Que trata del gracioso artificio y orden que se tuvo en sacar a nuestro enamorado caballero de la asperísima penitencia en que se había puesto
- Capítulo XXX: Que trata de la discreción de la hermosa Dorotea, con otras cosas de mucho gusto y pasatiempo
- Capítulo XXXI: De los sabrosos razonamientos que pasaron entre Don Quijote y Sancho Panza su escudero, con otros sucesos
- Capítulo XXXII: Que trata de lo que sucedió en la venta a toda la cuadrilla de Don Quijote
- Capítulo XXXIII: Donde se cuenta la novela del curioso impertinente
- Capítulo XXXIV: Donde se prosigue la novela del curioso impertinente
- Capítulo XXXV: Donde se da fin a la novela del curioso impertinente
- Capítulo XXXVI: Que trata de la brava y descomunal batalla que Don Quijote tuvo con unos cueros de vino tinto, con otros raros sucesos que en la venta le sucedieron
- Capítulo XXXVII: Que trata donde se prosigue la historia de la famosa infanta Micomicona, con otras graciosas aventuras
- Capítulo XXXVIII: Que trata del curioso discurso que hizo don Quijote de las armas y las letras
- Capítulo XXXIX: Donde el cautivo cuenta su vida y sucesos
- Capítulo XL: Donde se prosigue la historia del cautivo
- Capítulo XLI: Donde todavía prosigue el cautivo su suceso
- Capítulo XLII: Que trata de lo que más sucedió en la venta y de otras muchas cosas dignas de saberse
- Capítulo XLIII: Donde se cuenta la agradable historia del mozo de mulas, con otros estraños acaecimientos en la venta sucedidos
- Capítulo XLIV: Donde se prosiguen los inauditos sucesos de la venta
- Capítulo XLV: Donde se acaba de averiguar la duda del yelmo de Mambrino y de la albarda y otras aventuras sucedidas, con toda verdad
- Capítulo XLVI: De la notable aventura de los cuadrilleros, la gran ferocidad de nuestro buen caballero Don Quijote
- Capítulo XLVII: Del estraño modo con que fue encantado Don Quijote de La Mancha, con otros famosos sucesos
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