martes, 25 de septiembre de 2012

Persiguiendo un sueño

Foto de Thomas Leuthard
    ¿Tú qué crees? ¿Los sueños son un tipo de guía que te va marcando el destino o una mera liberación de tu cerebro? ¿Son como un Pepito Grillo que te dicta lo que tienes que hacer o, más bien, como el vapor que sale disparado de una olla a presión? Lo pregunto porque esta noche he vuelto a tener un sueño de esos que te hacen dudar, que te obligan a elegir entre una opción u otra, de esos que, cuando abres los ojos, es imposible que no pienses ¿estoy obsesionada con el tema o es que algo dentro de mí me está diciendo por dónde ir y yo llevo años sin hacerle caso?
   Te pongo en antecedentes. Verás: a la vista está que me encanta la literatura; me gusta mucho leer pero también me gusta mucho escribir. De hecho, durante una época de mi vida soñé con ser escritora. Incluso en la facultad, un profesor (que entonces yo creía escéptico pero que hoy veo que es el profesor más sincero que he tenido jamás) que siempre nos decía que solo un pequeño porcentaje de los alumnos que tenía sentado delante acabaría ejerciendo el periodismo, nos explicaba: un tanto por ciento, no acabará la carrera; otro cree que quiere ser periodista pero en cuanto conozca un poco más este mundillo lo dejará; otro estudia periodismo porque realmente le gusta la información y el análisis del mundo en el que vivimos y otro se ha matriculado en esta carrera porque no existe otra para ser escritor, lo que de verdad le gusta es escribir, pero como no hay (más bien, no había en ese tiempo) una institución académica para hacerlo, opta por el periodismo para pulir su redacción y aprender los rudimentos del manejo del lenguaje. A mí se me inflamaba el corazón cuando mencionaba el tercer grupo, el de los periodistas de verdad, pero no podía evitar pestañear soñadoramente cuando hablaba del último grupo.
    En esta época de cambio en mi vida, me he planteado escribir algo en serio... pero he acabado desechándolo porque: 1.- me parece muy difícil, 2.- el mercado está saturado y es complicado abrirse camino, 3.- lo que necesito es una profesión que me guste y me motive, sí, pero que me sirva para traer dinero a casa todos los meses; 4.- ¿pero qué me creo? ¿Dónde voy yo, soñando con ser escritora? Así que he vuelto a descartarlo (a pesar de que algunas experiencias con la autopublicación a través de Amazon me han abierto un poco el apetito).
    Preguntaba lo de los sueños porque durante buena parte de mi vida he tenido sueños que me empujaban a ser escritora, a contar historias. Recuerdo perfectamente el final de uno de ellos: después de un viaje en tren, yo me apeaba del vagón en una estación y, como en las películas, desde la puerta de atrás del último vagón la anciana que me había acompañado durante todo el viaje agitaba la mano despidiéndose de mí y gritándome: "Recuerda que te he contado todo esto para que lo escribas, para que construyas una buena historia con ello. Es tu camino, búscalo hasta que lo encuentras y da a conocer mi historia. No puede morir ni contigo ni conmigo". Conmovedor, ¿verdad? El problema es que al abrir los ojos no tenía ni repajolera idea de lo que me había contado la buena señora. Total, que llevo media vida acordándome del sueño, intentando recordar lo que me estuvo diciendo durante el viaje, para ver si doy con la historia... pero nada de nada. 
    Y ese es el problema: sé que sueño historias, historias que tienen muy buena pinta, pero están olvidadas al abrir los ojos. Hoy me he vuelto a pasar. Y en vez de recordar la historia, me he cuestionado la mayor: ¿para qué sirven estos sueños? ¿Para animarme a escribir o para liberar toda la tensión literaria que acumulo dentro de mí? Y en vez de escribir una novela, escribo este post.
    Me gustó mucho una novela de Clara Sánchez que habla sobre los sueños. Reflexiona sobre ellos, su significado y el efecto que causan en nosotros (si les hacemos caso o creemos que son basura del cerebro) pero también ofrece muchos datos científicos, biológicos, médicos sobre ellos y su función dentro del organismo. Presentimientos, la novela de la que hablo, cuenta dos historias paralelas pero unidas: la de Julia y la de Félix. Han ido de vacaciones, con su hijo de seis meses, pero al llegar, ella se da cuenta de que no ha metido en la maleta comida para el bebé, así que coge el coche y va a la farmacia a comprarla. Pero tiene un accidente por el camino y queda en coma. La novela se construye, por un lado, con la angustia y las decisiones de Félix (cuidar del niño, sacar a Julia del coma, acudir al hospital...) y las tribulaciones de Julia, quien, en su coma, sueña que se ha perdido en ese lugar de vacaciones y no logra encontrar el camino de vuelta al apartamento en el que la esperan su marido y su hijo. En su sueño, Julia arregla cuentas con su vida real. Tiene un asunto pendiente (que no voy a desvelar para no fastidiar la trama de la novela), al que da solución durante el coma. Para ella, pues, los sueños sí una guía para la vida, una oportunidad para poner en orden tu destino. En el caso de Félix (que durante el coma, sueña en ocasiones con Julia), su percepción sobre la función de los sueños fluctúa a lo largo de la novela: primero no les da importancia, cree que no son más que basura del cerebro, una válvula de escape que libera al cerebro de la tensión acumulada por la situación que está viviendo. Pero, a medida que va avanzando el argumento, su idea original va cambiando, empieza a abrirle la puerta a la percepción de los sueños como mapa de la vida e, incluso, pregunta a los médicos sobre esta posibilidad.
    Sin embargo, por mucho dato científico que te puedan aportar, creo que, al final, es una cuestión personal. Una cuestión de intuición, de pálpito, de corazón. Creo. Calderón de la Barca les quitó importancia con aquello de "toda la vida son sueños y los sueños, sueños son". Quizá, a lo mejor, de lo que se trata (y hablo ahora de mi caso) es, simplemente de atreverse. Tal vez debería dejar de intentar recordar la historia de la anciana y contar, sencillamente, su encuentro conmigo y el efecto que ha tenido en mí. El efecto que se mantiene durante años.
    Nos seguimos leyendo.
  
photo credit: <a href="http://www.flickr.com/photos/thomasleuthard/6106276491/">85mm.ch</a> via <a href="http://photopin.com">photo pin</a> <a href="http://creativecommons.org/licenses/by/2.0/">cc</a>

4 comentarios:

  1. Una pena Lidia... que tu misma te cortes las alas de los sueños y te pongas las barreras.
    En el fondo estas condenando a tus futuros seguidores y lectores de tu libro a no poder leerlos, tienes un don, mucho que contar e historias que harán reflexionar a los que lean tus libros, a los que desearan enterarse del día que firmas... Y siempre anden pendiente de cuando saca libro Lidia Casado.

    ¿Quién?

    No has leído nada de ella, te la recomiendo, escribe fenomenal, mira te dejo el libro!

    Los sueños no hay que destruirlos sino creer en ellos, y luchar para que se materialicen, me gustaría poder tener la barita mágica y el poder para darte la fuerza y el empuje, para que creyeras en ti y en tu libro, ese que aún tiene las páginas en blanco.

    Un beso fuerte Lidia y venga ya... empieza a dar vida a tus personajes ;D

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    Respuestas
    1. Jajajajaj! Gracias, Nieves, siempre me haces sonreír...

      Tienes razón: soy mi mayor enemigo. Sabiéndolo, debería aprender a luchar contra mis propios gigantes y vencerlos. Debería ser más fácil, no?? Por lo menos, sabes de dónde te vienen las tortas y las zancadillas jajajaj.

      Te haré caso, volveré a escribir... Quizá cuelgue algo por aquí, a ver qué te parece... ;)

      Besos!!!

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  2. Tira para adelante con el sueño. Tengo la suerte de tener trabajo, de trabajar en lo que me pasiona, la prensa escrita diaria, pero no veo las cosas nada claras. También he soñado con ser escritora y ahora estoy casi convencida de que cuando esto se acabe iré a por ese sueño. Ahora llego a casa y lo último que me apetece es volver a concentrarme y volver a ponerme delante del ordenador durante horas. Pero cuando ya no tenga este trabajo y esté sirviendo cafés o vendiendo ropa, llegaré a casa deseando escribir. Y perseguiré el sueño. Salga o no. Tú tienes la maravillosa oportunidad de hacerlo ya.

    Un beso

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    1. La verdad es que sí que me planteé utilizar mi paro para escribir... pero al final me agobié y pensé en dedicar el tiempo a cosas supuestamente más productivas. Pero quizá sea una señal (¿otra??).

      Pues nada, que me pongo! jajajaja. Ya os iré mostrando los resultados!

      Gracias por los ánimos y por los sueños compartidos.

      Besos!

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