Título: Pez en la hierba
Autor: Ángel Gil Cheza
Editorial: Suma de Letras
Género: novela negra
Páginas: 384
Publicación: abril 2015
ISBN: 9788483654408
Una novela cruda y bella. Una obra sui géneris que desafía al género
Una leyenda local, un misterioso túnel, un club de fútbol femenino y el agua como símbolo de expiación...Miquel Ortells es un editor que regresa a su pueblo natal, Vila-real, para cuidar de su padre, convaleciente tras un ataque al corazón, en la casa que la familia posee en un pequeño bosque junto al río. Allí se enfrenta, catorce años después, a los viejos problemas que le empujaron a marchar; en especial, el divorcio de sus padres enturbiado por el asesinato de dos niñas de trece y diecisiete años.
Ainara Arza es una escritora navarra a la que Miquel ayuda con su última novela. Juntos comienzan a investigar lo que ocurrió a aquellas chicas y, a pesar de sus contradicciones y luchas internas por evitarlo, se enamoran durante aquel frío otoño.
Una leyenda local sobre una gran cueva que atraviesa todo el municipio y llega hasta el río, en el boscaje; un misterioso túnel que forma parte del trazado de la desaparecida acequia del Diablo, de origen romano; y el fútbol femenino, invisible por los intereses ocultos de los más altos estamentos de este deporte, se entrecruzan en el eje de este envolvente relato.
No había leído nada de Ángel Gil Cheza hasta esta Pez en la hierba pero con esta novela se ha colado entre mis preferidos. Tendré que seguir leyendo para confirmar mi buen (inmejorable) pálpito inicial pero la verdad es que en este primer encuentro he conectado tanto con las cosas que nos cuenta como con cómo nos las cuenta.
Y es que si algo me ha gustado de esta novela es su perfecta unión entre fondo y forma, la fusión entre una historia negra, llena de investigación y maldad, y una prosa que no solo fluye sino que incluye pasajes llenos de belleza, incluso poéticos.
Gil Cheza nos lleva a Vila-real y nos hace recorrerlo, casi podríamos decir, por dentro y por fuera. Por fuera, porque la presencia del pueblo, su entorno, sus gentes y su paisaje es constante, envolvente y casi palpable, vivible, a lo largo de la novela. Tanto el entorno geográfico como quienes lo habitan son algo más que un telón de fondo para la historia: son parte fundamental de ella. Sobre todo, ese por dentro del que hablaba al comienzo del párrafo: el autor nos lleva a conocer el municipio también desde sus entrañas, desde una serie de cuevas, túneles subterráneos y acequias que lo recorren y que se convierten en fundamentales para la trama al tiempo que dan una sensación de claustrofobia, de laberinto, de pérdida y desorientación que le sientan muy bien a la ambientación general de la novela.
Esa contraposición (más que contraposición, complementariedad) entre lo externo y lo interno del pueblo se convierte en metáfora, también, del ser humano, de la cara que muestra y de la oscuridad de su fondo, sobre todo en el caso de los personajes implicados en los asesinato de las chicas que centran el argumento.
El propio protagonista principal, Miquel, también tiene su propia parte oscura, aunque no tanto en cuanto a su maldad, como ocurre con los personajes de los que acabo de hablar, sino con sus dudas, con ese momento de cambio que está viviendo y que no sabe hacia dónde le llevará. Como también tiene su zona oscura el padre del protagonista o Ainara, la improvisada compañera de investigación de Miquel.
Los tres confluyen en una trama bien armada que mantiene el suspense a pesar de vislumbrar desde casi el principio quiénes son los autores materiales de los asesinatos; la intriga está en descubrir el cómo y el porqué. Un cómo que incide en esa sensación de oscuridad y claustrofobia de la que ya he hablado y un porqué que me ha resultado francamente interesante (aunque no diré nada más, para no chafar la novela a nadie).
Junto a esta trama principal, otra serie de subtramas relacionadas con la esposa de Miquel, su padre y su madre o la propia Ainara, mantienen y acrecientan el interés del lector al tiempo que suman un componente humano, cotidiano, muy importante en la novela.
Y acabo con un trasfondo que me ha sorprendido y me ha encantado descubrir: el del fútbol en general y el fútbol femenino en particular. Yo no soy nada aficionada al fútbol, creo que incluso me posicionaría del lado contrario, el de los contrarios al fútbol, porque me parece que mueve demasiado dinero, demasiados egos y demasiados intereses que van más allá de lo deportivo. Y me ha encantado todo lo que cuenta Gil Cheza sobre ese universo tan ajeno a mí. Hay mucha reflexión de fondo sobre el tema, hay mucho debate entre quienes sienten la pasión por un deporte que pone un poco de color a sus grises vidas y quienes no creen que sea para tanto, y hay mucha crítica, incluso denuncia, a la cara más oculta de lo que no es más que un mero negocio. ¡Y menudo negocio!
Solo un apunte final para hablar de la cuidada edición y las preciosas ilustraciones de Román Rubert.
En definitiva, una novela francamente interesante en personajes, trama, ambientación, intriga, ritmo y reflexiones escrita con un estilo maravilloso que promete grandes lecturas de libros futuros.
Nos seguimos leyendo.
Agradezco a El universo de los libros, Mimar de Letras, De lector a lector y Libros que hay que leer que organizaran el sorteo en el que gané este ejemplar y la lectura conjunta que tanto he disfrutado, y a la editorial, el envío de este ejemplar.
Y es que si algo me ha gustado de esta novela es su perfecta unión entre fondo y forma, la fusión entre una historia negra, llena de investigación y maldad, y una prosa que no solo fluye sino que incluye pasajes llenos de belleza, incluso poéticos.
Gil Cheza nos lleva a Vila-real y nos hace recorrerlo, casi podríamos decir, por dentro y por fuera. Por fuera, porque la presencia del pueblo, su entorno, sus gentes y su paisaje es constante, envolvente y casi palpable, vivible, a lo largo de la novela. Tanto el entorno geográfico como quienes lo habitan son algo más que un telón de fondo para la historia: son parte fundamental de ella. Sobre todo, ese por dentro del que hablaba al comienzo del párrafo: el autor nos lleva a conocer el municipio también desde sus entrañas, desde una serie de cuevas, túneles subterráneos y acequias que lo recorren y que se convierten en fundamentales para la trama al tiempo que dan una sensación de claustrofobia, de laberinto, de pérdida y desorientación que le sientan muy bien a la ambientación general de la novela.
Esa contraposición (más que contraposición, complementariedad) entre lo externo y lo interno del pueblo se convierte en metáfora, también, del ser humano, de la cara que muestra y de la oscuridad de su fondo, sobre todo en el caso de los personajes implicados en los asesinato de las chicas que centran el argumento.
El propio protagonista principal, Miquel, también tiene su propia parte oscura, aunque no tanto en cuanto a su maldad, como ocurre con los personajes de los que acabo de hablar, sino con sus dudas, con ese momento de cambio que está viviendo y que no sabe hacia dónde le llevará. Como también tiene su zona oscura el padre del protagonista o Ainara, la improvisada compañera de investigación de Miquel.
Los tres confluyen en una trama bien armada que mantiene el suspense a pesar de vislumbrar desde casi el principio quiénes son los autores materiales de los asesinatos; la intriga está en descubrir el cómo y el porqué. Un cómo que incide en esa sensación de oscuridad y claustrofobia de la que ya he hablado y un porqué que me ha resultado francamente interesante (aunque no diré nada más, para no chafar la novela a nadie).
Junto a esta trama principal, otra serie de subtramas relacionadas con la esposa de Miquel, su padre y su madre o la propia Ainara, mantienen y acrecientan el interés del lector al tiempo que suman un componente humano, cotidiano, muy importante en la novela.
Y acabo con un trasfondo que me ha sorprendido y me ha encantado descubrir: el del fútbol en general y el fútbol femenino en particular. Yo no soy nada aficionada al fútbol, creo que incluso me posicionaría del lado contrario, el de los contrarios al fútbol, porque me parece que mueve demasiado dinero, demasiados egos y demasiados intereses que van más allá de lo deportivo. Y me ha encantado todo lo que cuenta Gil Cheza sobre ese universo tan ajeno a mí. Hay mucha reflexión de fondo sobre el tema, hay mucho debate entre quienes sienten la pasión por un deporte que pone un poco de color a sus grises vidas y quienes no creen que sea para tanto, y hay mucha crítica, incluso denuncia, a la cara más oculta de lo que no es más que un mero negocio. ¡Y menudo negocio!
Solo un apunte final para hablar de la cuidada edición y las preciosas ilustraciones de Román Rubert.
En definitiva, una novela francamente interesante en personajes, trama, ambientación, intriga, ritmo y reflexiones escrita con un estilo maravilloso que promete grandes lecturas de libros futuros.
Nos seguimos leyendo.
Agradezco a El universo de los libros, Mimar de Letras, De lector a lector y Libros que hay que leer que organizaran el sorteo en el que gané este ejemplar y la lectura conjunta que tanto he disfrutado, y a la editorial, el envío de este ejemplar.
Incluyo este libro en los siguientes retos:
- Reto Genérico: 27 (4/5 narrativa contemporánea)/40
He leído reseñas positivas y negativas de esta novela pero me sigue llamando mucho la atención.
ResponderEliminarParece que la conjunta estuvo muy bien. Me alegro que te gustara el libro, a mi no me termina de llamar.
ResponderEliminarUn besote.
Cómo me alegra que te haya gustado tanto. Y estoy segura de que las otras dos novelas de Ángel te gustarán de igual forma
ResponderEliminarGracias por participar en la lectura conjunta
Besos
Yo es el primero que leía del autor, y tambien me gustó mucho, asi que espero repetir con otro libro suyo algun dia.
ResponderEliminarBesazos!