Recuerdo que mi padre y mi abuela me compraron unas horquillas nuevas y me llevaron a comprar un gran ramo de flores. Lo pusieron en la bandeja de atrás del coche y me dijeron: "vamos a ver a mamá y a conocer a tu hermana". Me acuerdo de los nervios que me entraron. ¿Mi hermana? ¿Qué será eso? Llevábamos nueve meses hablando de ella, pero no acababa de hacerme a la idea de qué supondría que un bebé llegar a nuestra casa. "Podrás jugar con ella y será tu mejor amiga", me había dicho. Bueno, habrá que verlo.
Papá llamó a la puerta y a mí empezaron a sudar las manos. No quería entrar. Que pasen ellos primero y a lo mejor no se dan cuenta de que yo no entro, pensé. Siempre me ha pasado lo mismo. Cuando me ponía mala y faltaba unos días a clase. Cuando llevaba algún tiempo sin ver a una amiga, por muy buena que fuera. El reencuentro me ponía nerviosa. Me daba vergüenza. Aun me pasa.
Me quedé a la puerta, asomándome para ver qué había dentro. "Pasa", me dijo mi madre. "¡Qué guapa estás con tus horquillas nuevas! ¡Y qué flores más bonitas has elegido para mí!". Mmmmm. Mi madre en la cama, pálida. Y un montón de carne envuelto en una sabanilla en algo parecido a una caja transparente a su lado. "Es tu hermana", me dijo mi madre. ¿Mi hermana es esto?, pensé. ¿Y cómo quieren que juegue con esto? Me asomé a la caja llena de curiosidad. ¡Qué raro! ¿Podré tocarla? Miro a los adultos que están en la habitación. Aparentemente nadie me mira. Alargo la mano. Despacito. Con mucho cuidado. Extiendo el dedo índice y toco su manita. Ella no dice nada. No se mueve. Será que no pasa nada. Lo muevo y tocos sus deditos. ¡Qué pequeñitos! Y si los muevo un poquito... ¿se despertará? Voy a ver. Lentamente voy separando sus dedos de la palma de su mano. Y de repente:
- ¡¡¡Aaaaayyyy!!!
- ¿Qué ha pasado? -mi madre me mira angustiada, pensando que le he hecho algo al bebé.
- Nada -balbuceo-. Sólo que.... me ha cogido mi dedito -susurro sorprendida.
- Eso es que te quiere.
Y una gran sonrisa de satisfacción dejó todos mis miedos atrás. Sí, me quiere. O sea que seremos grandes amigas. O sea que jugaremos juntas. O sea que le contaré mis secretos y ella los guardará. O sea que me acompañará cuando tenga miedo y me dará la mano por las noches. O sea que hará lo que yo quiera. O sea que me ayudará cuando yo no sepa hacer algo. O sea que soportará mis neuras. O sea que me consolará cuando algo no me salga bien. O sea que podré hablarle de lo que no le hablo a nadie más. O sea que compartiremos un montón de cosas a lo largo de los años. O sea que será mía. Mi hermana.
Papá llamó a la puerta y a mí empezaron a sudar las manos. No quería entrar. Que pasen ellos primero y a lo mejor no se dan cuenta de que yo no entro, pensé. Siempre me ha pasado lo mismo. Cuando me ponía mala y faltaba unos días a clase. Cuando llevaba algún tiempo sin ver a una amiga, por muy buena que fuera. El reencuentro me ponía nerviosa. Me daba vergüenza. Aun me pasa.
Me quedé a la puerta, asomándome para ver qué había dentro. "Pasa", me dijo mi madre. "¡Qué guapa estás con tus horquillas nuevas! ¡Y qué flores más bonitas has elegido para mí!". Mmmmm. Mi madre en la cama, pálida. Y un montón de carne envuelto en una sabanilla en algo parecido a una caja transparente a su lado. "Es tu hermana", me dijo mi madre. ¿Mi hermana es esto?, pensé. ¿Y cómo quieren que juegue con esto? Me asomé a la caja llena de curiosidad. ¡Qué raro! ¿Podré tocarla? Miro a los adultos que están en la habitación. Aparentemente nadie me mira. Alargo la mano. Despacito. Con mucho cuidado. Extiendo el dedo índice y toco su manita. Ella no dice nada. No se mueve. Será que no pasa nada. Lo muevo y tocos sus deditos. ¡Qué pequeñitos! Y si los muevo un poquito... ¿se despertará? Voy a ver. Lentamente voy separando sus dedos de la palma de su mano. Y de repente:
- ¡¡¡Aaaaayyyy!!!
- ¿Qué ha pasado? -mi madre me mira angustiada, pensando que le he hecho algo al bebé.
- Nada -balbuceo-. Sólo que.... me ha cogido mi dedito -susurro sorprendida.
- Eso es que te quiere.
Y una gran sonrisa de satisfacción dejó todos mis miedos atrás. Sí, me quiere. O sea que seremos grandes amigas. O sea que jugaremos juntas. O sea que le contaré mis secretos y ella los guardará. O sea que me acompañará cuando tenga miedo y me dará la mano por las noches. O sea que hará lo que yo quiera. O sea que me ayudará cuando yo no sepa hacer algo. O sea que soportará mis neuras. O sea que me consolará cuando algo no me salga bien. O sea que podré hablarle de lo que no le hablo a nadie más. O sea que compartiremos un montón de cosas a lo largo de los años. O sea que será mía. Mi hermana.
Hoy hace 32 años de esta escena. Y sí, todo eso se ha cumplido. Todo eso... y mucho más. Con sus altos y sus bajos, sus discusiones y sus faltas de acuerdo, sus momentos felices y sus frustraciones... mi hermana siempre ha sido mi mejor amiga. Hoy es profesora María Jesús, la tía Popi y un montón de cosas más. Pero, sobre todo, para mí y por siempre... es mi HERMANA. Con todas las mayúsculas y el amor del mundo.
Nos seguimos leyendo.
Muchas gracias ha sido uno de los mejores regalos de mi vida,tu tambien eres una gran amiga parA mi
ResponderEliminarQUÉ BONITO LIDIA!!!!
ResponderEliminarEntrañables pensamientos de una niña, resulta curioso como recordamos lo que pensábamos tan pequeñas verdad?
Todas las que tenemos hermanas sabemos lo importante que es, yo no recuerdo la llegada de la mía porque solo tenía año y medio.
Felicidades por tu felicidad y sobretodo FELICIDADES María Jesús!!!! que cumplas muchos mas!!!
Un beso a las dos :)
Popi: porque tú lo vales ;)
ResponderEliminarNieves: me alegro de que te haya gustado. Cuando escribo con el corazón me salen cosas así jajajaj.
Besos!