Título: Operación dulce
Autor: Ian McEwan
Editorial: Anagrama
Género: novela, intriga, espías
Páginas: 400
Publicación: octubre 2013
ISBN: 9788433978745
Inglaterra, 1972. En plena Guerra Fría la joven estudiante Serena Frome es reclutada en Cambridge por el MI5. Su misión: crear una fundación para ayudar a novelistas prometedores, pero cuya verdadera finalidad es generar propaganda anticomunista. Y en su vida dominada por el engaño entra Tom Healy, joven escritor del que acabará enamorándose. Hasta que llega el momento en que tiene que decidir si seguir con su mentira o contarle la verdad... Esta deslumbrante narración atrapa y sorprende al lector con sucesivas vueltas de tuerca en las que realidad y ficción se funden y confunden. Con extraordinaria sutileza psicológica, una trama trepidante y momentos de fina ironía, Ian McEwan demuestra una vez más que es un maestro consumado del arte de la novela.
«Una novela que es una enorme y maravillosa muñeca rusa... Es una novela irónica y una novela de ideas, pero a diferencia de otros libros de ese estilo, es también intensamente emocionante» (Julie Myerson, The Observer).
«De una agudeza absoluta... Una novela sublime» (Lucy Kellaway, The Financial Times).
«Extremadamente inteligente. Es, de lejos, su libro más jovial» (Kurt Andersen, The New York Times Book Review).
Este es uno de esos libros que te dejan con la boca abierta. Uno de esos libros con los que hay que tener paciencia y esperar hasta el final (pero el final... final de verdad) para apreciarlo en todo su esplendor (y todo su humor). Confieso que al principio se me hizo lento y que no acababa de entender a qué venía el alboroto de los comentarios que figuraban en la contraportada (y que he reproducido en la sinopsis). ¿Lúdico? ¿Divertido? ¿Muñecas rusas? ¿Traiciones? De verdad que no lo veía por ninguna parte. Pero, ya digo, hay que se perseverante y, al final, obtienes tu recompensa.
Y he de decir que es una recompensa muy muy gratificante. Cuando lees el último capítulo y descubres la verdad de lo que has estado leyendo (que poco tiene que ver con lo que crees que has estado leyendo) el primer sentimiento es de sorpresa. Pero nada más reponerte de la incredulidad, empiezas a ver toooodo lo que has leído desde la perspectiva que te ofrece este capítulo final y entonces... ¡ocurre la magia! Y entonces sí descubres el humor, los juegos que el autor ha querido incluir, se aclaran algunas cosillas que me habían chirriado un poco a lo largo del relato y hasta eres capaz de encontrar el final de la historia, que no aparece explícitamente en ella.
La verdad es que es el final lo que convierte esta novela en magistral, en un juego divertidísimo y en una auténtica prueba de inteligencia e ingenio.
Ya antes de ese final, me habían gustado mucho (muchísimo) los guiños metaliterarios que se incluye en la obra. El hecho de que la protagonista se enamore de un escritor da pie a todo tipo de juegos metaliterarios, desde la historia dentro de la historia (en varios momentos se da cuenta de relatos escritos por el personaje) hasta el gran ardid final, pasando por diferentes reflexiones sobre el proceso de escritura, la recepción de una obra, el mundo literario o los premios.
Y también reside en la novela una reflexión mucho más profunda: la de la literatura como agente transformador de la sociedad y su ideología y la de, por tanto, las manipulaciones (conscientes o inconscientes) que se pueden llevar a cabo a través de la literatura.
Porque si de algo habla este libro (además de literatura y de amor) es de ideología. Y de espionaje (de ahí que lo incluya en la Yincana Criminal esta semana). Hay muchísimo contenido que tiene que ver con la situación del mundo en los años 70, con la mentalidad de la época, la Guerra Fría, los acontecimientos políticos que tuvieron lugar en aquellos años, el IRA y el comunismo.
También me ha interesado mucho, aunque se toque solo de forma tangencial, el tema de la mujer en el espionaje y, más en este caso, de un mujer que es inteligente y también hermosa. Hay una cierta crítica a la visión patriarcal del mundo (según la cual las mujeres dan más problemas de los que ayudan a resolver) y varias referencias a las labores que las mujeres desempeñaban y por qué realizaban esas y no otras. Y digo "cierta" crítica porque, al final, tampoco el autor se moja demasiado y, creo yo, se limita a poner ante nuestros ojos una serie de hechos que luego el lector juzgará.
Y acabo con mi confesión final: si me quedé en el libro hasta el final no fue por la historia (el tema de los espías no empieza hasta que llevas leído una cuarta parte de la novela, y el del escritor, hasta casi la mitad), ni por el tema ni por las reflexiones. Me quedé simple y llanamente porque me gustaba cómo escribía McEwan, un autor al que no había leído hasta ahora pero por el que seguiré apostando. Su prosa elegante y fluida, su estilo particular y su manera de ver el mundo me gustaron tanto como para no dejar el libro a la mitad. ¡Y menos mal que no lo hice!
Así pues, he descubierto con este Operación dulce a un autor que seguiré leyendo y, sobre todo, una manera de contar y de tramar que no olvidaré jamás.
Nos seguimos leyendo.
Y he de decir que es una recompensa muy muy gratificante. Cuando lees el último capítulo y descubres la verdad de lo que has estado leyendo (que poco tiene que ver con lo que crees que has estado leyendo) el primer sentimiento es de sorpresa. Pero nada más reponerte de la incredulidad, empiezas a ver toooodo lo que has leído desde la perspectiva que te ofrece este capítulo final y entonces... ¡ocurre la magia! Y entonces sí descubres el humor, los juegos que el autor ha querido incluir, se aclaran algunas cosillas que me habían chirriado un poco a lo largo del relato y hasta eres capaz de encontrar el final de la historia, que no aparece explícitamente en ella.
La verdad es que es el final lo que convierte esta novela en magistral, en un juego divertidísimo y en una auténtica prueba de inteligencia e ingenio.
Ya antes de ese final, me habían gustado mucho (muchísimo) los guiños metaliterarios que se incluye en la obra. El hecho de que la protagonista se enamore de un escritor da pie a todo tipo de juegos metaliterarios, desde la historia dentro de la historia (en varios momentos se da cuenta de relatos escritos por el personaje) hasta el gran ardid final, pasando por diferentes reflexiones sobre el proceso de escritura, la recepción de una obra, el mundo literario o los premios.
Y también reside en la novela una reflexión mucho más profunda: la de la literatura como agente transformador de la sociedad y su ideología y la de, por tanto, las manipulaciones (conscientes o inconscientes) que se pueden llevar a cabo a través de la literatura.
Porque si de algo habla este libro (además de literatura y de amor) es de ideología. Y de espionaje (de ahí que lo incluya en la Yincana Criminal esta semana). Hay muchísimo contenido que tiene que ver con la situación del mundo en los años 70, con la mentalidad de la época, la Guerra Fría, los acontecimientos políticos que tuvieron lugar en aquellos años, el IRA y el comunismo.
También me ha interesado mucho, aunque se toque solo de forma tangencial, el tema de la mujer en el espionaje y, más en este caso, de un mujer que es inteligente y también hermosa. Hay una cierta crítica a la visión patriarcal del mundo (según la cual las mujeres dan más problemas de los que ayudan a resolver) y varias referencias a las labores que las mujeres desempeñaban y por qué realizaban esas y no otras. Y digo "cierta" crítica porque, al final, tampoco el autor se moja demasiado y, creo yo, se limita a poner ante nuestros ojos una serie de hechos que luego el lector juzgará.
Y acabo con mi confesión final: si me quedé en el libro hasta el final no fue por la historia (el tema de los espías no empieza hasta que llevas leído una cuarta parte de la novela, y el del escritor, hasta casi la mitad), ni por el tema ni por las reflexiones. Me quedé simple y llanamente porque me gustaba cómo escribía McEwan, un autor al que no había leído hasta ahora pero por el que seguiré apostando. Su prosa elegante y fluida, su estilo particular y su manera de ver el mundo me gustaron tanto como para no dejar el libro a la mitad. ¡Y menos mal que no lo hice!
Así pues, he descubierto con este Operación dulce a un autor que seguiré leyendo y, sobre todo, una manera de contar y de tramar que no olvidaré jamás.
Nos seguimos leyendo.
Qué buena reseña! Y un autor con el que aún no me he estrenado. Y desde luego, tengo que ponerle remedio!
ResponderEliminarBesotes!!
Lo dejé cuando llevaba unas 50 páginas y ahora, al leer tu reseña, veo que debí aguantar algo más. Lo haré, que me intriga ese final.
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