Título: Bajo los tilos
Autora: María José Moreno
Editorial: Vergara
Género: novela intimista, familiar
Páginas: 208
Publicación: enero 2014
ISBN: 978-84-15420-70-5
Elena fallece en el avión que la traslada de Madrid a Nueva York. Su familia no sabía que había emprendido ese viaje. Elena guardaba un gran secreto. Cuando su hija María recibe la trágica noticia, se ve envuelta en una espiral de preguntas sin respuesta. ¿Qué hacía su madre en ese avión?, ¿por qué iba a Nueva York?, ¿por qué no se lo había contado a nadie?... Preguntas que la sumen en una difícil y tenaz búsqueda en el pasado de su madre hasta conocer sus más íntimos, oscuros y dolorosos secretos. Una novela de sentimientos encontrados, dolor, angustia, felicidad, esperanza, reconciliación... Una novela de intriga, una novela real, posible. ¿Qué sabemos en realidad de nuestros padres? Solo lo que nos cuentan.
Hace tiempo que sigo a María José Moreno en las redes sociales pero, por hache o por be, no me había puesto a leer sus libros. Y no porque no tuviera ganas, la verdad. Pero ya sabes cómo es esto de alimentar un blog: a veces te metes en tantos líos que acabas retrasando lecturas que te apetecen hasta que algo ocurre y te sumerges en ellas. Ese algo fue que María José tuvo la amabilidad de enviarme un ejemplar de su novela, casi casi como regalo navideño. Fue el empujón definitivo para no retrasar más este Bajo los tilos que tanto me ha gustado. Y que ha hecho que tenga unas ganas horribles de ponerme ya con La caricia de Tánatos, del que he leído tantas buenas cosas y que me espera ya en el Kindle.
Moreno indaga en un tema que no es nuevo en literatura: ¿realmente conocemos a nuestros padres? ¿Sabemos de sus vidas, de sus miedos, de sus fracasos, de quienes fueron antes que nosotros? Pero lo hace con una sensibilidad y un pulso narrativo que no permite que la trama caiga ni en la excesiva reflexión ni en lo sensiblero, aunque, por supuesto, reflexión hay.
Es María, la hija de Elena, la que nos guía a través de un argumento narrado en primera persona y con predominio de los tiempos verbales presentes. Tenemos, así, la impresión de ir descubriendo la verdad de lo que le ocurrió a Elena (de lo que fue y de lo que vivió) al mismo tiempo que María, lo que nos involucra de lleno en la historia, en la investigación de la hija, y nos hace sentir los golpes que irá descubriendo como si los recibiéramos nosotros mismos.
Me ha intrigado la elección de este punto de vista y me ha hecho pensar en qué hubiera pasado si la historia hubiera estado narrada por la madre. Me ha gustado la decisión de la autora y creo que es interesante centrar el foco en la hija, aunque sea a costa de la profundidad del personaje de la madre, personaje que vamos reconstruyendo a través de los testimonios de otros personajes, que vamos descubriendo, pues, a través de terceras personas, excepto al final de la obra, cuando oímos su propia voz. Me ha gustado, digo, porque creo que llama la atención, precisamente, sobre la reflexión de fondo que plantea la novela: ¿qué sabemos de quienes nos dieron la vida? ¿Los juzgamos correctamente o nos dejamos llevar por unos sentimientos que, hasta cierto punto, pueden cegarnos y no dejarnos ver su auténtica personalidad? ¿Qué heredamos de nuestros padres? ¿Por qué los hijos olvidamos o, mejor, obviamos deliberadamente que nuestros progenitores existían antes que nosotros, tuvieron una vida anterior, hicieron cosas de las que se sentirán o no orgullosos y que también crecieron y se conformaron o se arriesgaron o se rindieron, quizá incluso por nuestro propio bien?
Creo que, además, el hecho de que María esté embarazada nos deja en el subconsciente la idea de que todo continúa, del ciclo de la vida, de que el calendario no se detiene y sigue su curso, aunque determinados sucesos detengan nuestro tren en la tristeza o la obsesión por descubrir las raíces de esos sucesos durante meses o incluso años.
Unos sucesos que, como tantas veces ocurre en la literatura y en la realidad, hunden sus raíces en el pasado, en este caso, en un pasado tremendamente injusto y doloroso que nos habla de otros modelos familiares, de otras maneras de entender la vida y, también, de la maldad que muchos encierran en sus corazones y que acaba pudriéndoles y afectando a quienes le rodean.
Y es que la reflexión sobre la propia familia, sobre su esencia y sus dinámicas, también está muy presente en esta novela, corta pero completa. A través del ejemplo que nos brindan las tres familias que la protagonizan (la de los padres y hermanas de Elena, la de Elena y María y la de María, su marido y su hija), Moreno profundiza en las maneras de vivir y convivir con padres, esposos y hermanos y abre la puerta a la esperanza, al progreso, a la superación del dolor y la construcción de unas relaciones familiares sanas y positivas.
En definitiva, María José Moreno nos regala una historia deliciosa, tejida con un magnífico pulso narrativo y apoyada en imágenes y metáforas tan bellas como la del propio título.
Nos seguimos leyendo.
Agradezco a la autora el envío de este ejemplar.
Moreno indaga en un tema que no es nuevo en literatura: ¿realmente conocemos a nuestros padres? ¿Sabemos de sus vidas, de sus miedos, de sus fracasos, de quienes fueron antes que nosotros? Pero lo hace con una sensibilidad y un pulso narrativo que no permite que la trama caiga ni en la excesiva reflexión ni en lo sensiblero, aunque, por supuesto, reflexión hay.
Es María, la hija de Elena, la que nos guía a través de un argumento narrado en primera persona y con predominio de los tiempos verbales presentes. Tenemos, así, la impresión de ir descubriendo la verdad de lo que le ocurrió a Elena (de lo que fue y de lo que vivió) al mismo tiempo que María, lo que nos involucra de lleno en la historia, en la investigación de la hija, y nos hace sentir los golpes que irá descubriendo como si los recibiéramos nosotros mismos.
Me ha intrigado la elección de este punto de vista y me ha hecho pensar en qué hubiera pasado si la historia hubiera estado narrada por la madre. Me ha gustado la decisión de la autora y creo que es interesante centrar el foco en la hija, aunque sea a costa de la profundidad del personaje de la madre, personaje que vamos reconstruyendo a través de los testimonios de otros personajes, que vamos descubriendo, pues, a través de terceras personas, excepto al final de la obra, cuando oímos su propia voz. Me ha gustado, digo, porque creo que llama la atención, precisamente, sobre la reflexión de fondo que plantea la novela: ¿qué sabemos de quienes nos dieron la vida? ¿Los juzgamos correctamente o nos dejamos llevar por unos sentimientos que, hasta cierto punto, pueden cegarnos y no dejarnos ver su auténtica personalidad? ¿Qué heredamos de nuestros padres? ¿Por qué los hijos olvidamos o, mejor, obviamos deliberadamente que nuestros progenitores existían antes que nosotros, tuvieron una vida anterior, hicieron cosas de las que se sentirán o no orgullosos y que también crecieron y se conformaron o se arriesgaron o se rindieron, quizá incluso por nuestro propio bien?
Creo que, además, el hecho de que María esté embarazada nos deja en el subconsciente la idea de que todo continúa, del ciclo de la vida, de que el calendario no se detiene y sigue su curso, aunque determinados sucesos detengan nuestro tren en la tristeza o la obsesión por descubrir las raíces de esos sucesos durante meses o incluso años.
Unos sucesos que, como tantas veces ocurre en la literatura y en la realidad, hunden sus raíces en el pasado, en este caso, en un pasado tremendamente injusto y doloroso que nos habla de otros modelos familiares, de otras maneras de entender la vida y, también, de la maldad que muchos encierran en sus corazones y que acaba pudriéndoles y afectando a quienes le rodean.
Y es que la reflexión sobre la propia familia, sobre su esencia y sus dinámicas, también está muy presente en esta novela, corta pero completa. A través del ejemplo que nos brindan las tres familias que la protagonizan (la de los padres y hermanas de Elena, la de Elena y María y la de María, su marido y su hija), Moreno profundiza en las maneras de vivir y convivir con padres, esposos y hermanos y abre la puerta a la esperanza, al progreso, a la superación del dolor y la construcción de unas relaciones familiares sanas y positivas.
En definitiva, María José Moreno nos regala una historia deliciosa, tejida con un magnífico pulso narrativo y apoyada en imágenes y metáforas tan bellas como la del propio título.
Nos seguimos leyendo.
Agradezco a la autora el envío de este ejemplar.
Incluyo este libro en los siguientes retos:
- Reto Genérico: 17 (2/3 familiares)/40
- Reto 25 españoles: 17/25
Yo también lo tengo pendiente desde hace tiempo.
ResponderEliminarSaludos!
Me encantó. Una novela como bien dices, deliciosa.
ResponderEliminarBesotes!!!
Este lo tengo pendiente, además he leído un montón de reseñas super positivas!
ResponderEliminarBesotes
Lo tengo pendiente de lectura, a ver cuando le toca...
ResponderEliminarpues seguro había leído algo sobre el libro, pero tu reseña me anima a leerla pronto. Un beso,
ResponderEliminarAle.