Título: Leyendas de la Tierra Límite: Las Tierras Blancas
Autora: Ana González Duque
Editorial: autoeditado
Género: novela, fantasía
Páginas: 344
Publicación: 1/11/2014
ISBN: 978-1502863041
Hace años, muchos antes de que Aïa, la Elegida, partiera de la Torre de Piedra en busca de ayuda para intentar curar a la Sanadora Mayor, los Oscuros invadieron las Tierras Blancas. Las Sanadoras unieron, entonces, su poder en el Aura, un escudo que consiguió hacerlos retroceder más allá de las Montañas Oscuras, dividiendo el territorio en dos franjas separadas por la Tierra Límite. Allí, la raza Physii y los Guerreros del Alba unen hoy en día sus fuerzas para mantener libres de oscuridad las Tierras Blancas. Pero la enfermedad de la Sanadora Mayor amenaza con quebrar este equilibrio. La única solución parece estar, inexplicablemente, en un muchacho que trabaja como cocinero y que responde al nombre de Guil de Merabal
No leo grandes cantidades de novelas fantásticas pero sí es un género que me gusta frecuentar de vez en cuando, sobre todo si me enamoran al primer golpe de vista, como es el caso. Participé en el sorteo que organizó Serendipia con muchas ganas y me sentí tremendamente feliz cuando me tocó uno de los ejemplares sorteados. La autora me hizo llegar el libro con una dedicatoria muy cariñosa y pude empezar la lectura conjunta casi a tiempo, solo un día después de lo previsto (la culpa fue de las vacaciones de Navidad, qué se le va a hacer). En cuanto lo abrí, me sentí arrastrada a las Tierras Blancas y entré de lleno en la historia. Y el resultado es que no me ha decepcionado, sino todo lo contrario.
Digo que enseguida me vi trasladada a las Tierra Blancas porque González Duque comienza a desarrollar la acción casi nada más empezar. No da tiempo a explicaciones sobre el mundo que vamos a habitar durante las siguientes páginas ni sobre quiénes son los personajes o especies que lo pueblan. Nada más abrir el libro, comienza el nudo que hay que desentrañar, el problema que hay que resolver. Y así arrastra al lector y lo mete de lleno en la historia.
Las explicaciones, el contexto y la mitología propia de la saga van llegando una vez que estás metido en la trama. González Duque trenza muy bien acción e información, siempre relevante (sobre todo en una obra de fantasía que, por definición, crea un mundo propio, conocido solo por el autor y que obligatoriamente ha de presentar al lector) pero que puede llegar a ralentizar demasiado el desarrollo de la intriga y, por lo tanto, cansar al lector. Otros autores, como George R. R. Martin, utilizan el recurso al diálogo para aligerar la transmisión de información. En este caso, es la propia dosificación la que no interrumpe la agilidad del relato: la autora va contándonos las peculiaridades del mundo que ha creado para el lector en pequeñas dosis y sin olvidar nunca que hay un grave problema que solucionar.
En este sentido, el ritmo de esta novela es muy parecido al del thriller: es trepidante, casi no hay momento para el descanso, siempre está ocurriendo algo. Y, al mismo tiempo, también tiene relación con la novela de aventuras (de la que beben muchas novelas fantásticas): los protagonistas viven un buen puñado de peripecias que les van transformando, que van marcando su evolución.
Una evolución que me ha parecido muy acertada. Tanto Aïa como Guil, los dos personajes centrales, están bien desarrollados y crecen a lo largo de la novela. El lector llega a conocerles bien, tanto en lo que hacen como en lo que piensan (el narrador recoge, en ocasiones, fragmentos de sus pensamientos y los ofrece en cursiva al lector, de forma que este accede directamente a ellos) y sus reacciones no le defraudan, aunque en ocasiones le sorprendan.
Y es que González Duque no ahorra dramatismo en su novela. Hay tensión, hay intriga y hay dramatismo (muertes, engaños, filtros que obnubilan la razón, violaciones...). La autora no se encariña con sus personajes (o, mejor, con algunos de su personajes, por muy importantes que sean para la historia o para la intriga en determinados momentos) y acaba con sus vidas de forma acertada y, creo yo, en el instante que mejor le viene a la trama, cosa que no siempre ocurre.
Eso no significa que los personajes resulten alejados o que el lector no empatice con ellos o les coja cariño. Todo lo contrario. Hasta el personaje más oscuro tiene su lado humano y así lo siente el lector. Quizá por eso los momentos dramáticos se me han hecho realmente emocionantes, porque he sentido esa muerte en ese instante.
Pero no solo drama contiene esta historia que, como la vida misma, tiene un poco de todo. También tiene su dosis de amor (romántico y familiar), su pizquita de sensualidad y su cucharadita de entrega a los demás.
En definitiva, he disfrutado muchísimo con esta novela, bien escrita, perfectamente desarrollada, con una edición muy cuidada y con unos personajes entrañables. Una novela que crea y recrea un mundo diferente, con su luz y su oscuridad, sus héroes y sus villanos, al que estoy deseando volver. Y lo haré, porque habrá un segunda parte, ya en marcha.
Nos seguimos leyendo.
Agradezco a Mónica-Serendipia la organización del sorteo en el que gané este libro y a la autora que me enviara un ejemplar.
Digo que enseguida me vi trasladada a las Tierra Blancas porque González Duque comienza a desarrollar la acción casi nada más empezar. No da tiempo a explicaciones sobre el mundo que vamos a habitar durante las siguientes páginas ni sobre quiénes son los personajes o especies que lo pueblan. Nada más abrir el libro, comienza el nudo que hay que desentrañar, el problema que hay que resolver. Y así arrastra al lector y lo mete de lleno en la historia.
Las explicaciones, el contexto y la mitología propia de la saga van llegando una vez que estás metido en la trama. González Duque trenza muy bien acción e información, siempre relevante (sobre todo en una obra de fantasía que, por definición, crea un mundo propio, conocido solo por el autor y que obligatoriamente ha de presentar al lector) pero que puede llegar a ralentizar demasiado el desarrollo de la intriga y, por lo tanto, cansar al lector. Otros autores, como George R. R. Martin, utilizan el recurso al diálogo para aligerar la transmisión de información. En este caso, es la propia dosificación la que no interrumpe la agilidad del relato: la autora va contándonos las peculiaridades del mundo que ha creado para el lector en pequeñas dosis y sin olvidar nunca que hay un grave problema que solucionar.
En este sentido, el ritmo de esta novela es muy parecido al del thriller: es trepidante, casi no hay momento para el descanso, siempre está ocurriendo algo. Y, al mismo tiempo, también tiene relación con la novela de aventuras (de la que beben muchas novelas fantásticas): los protagonistas viven un buen puñado de peripecias que les van transformando, que van marcando su evolución.
Una evolución que me ha parecido muy acertada. Tanto Aïa como Guil, los dos personajes centrales, están bien desarrollados y crecen a lo largo de la novela. El lector llega a conocerles bien, tanto en lo que hacen como en lo que piensan (el narrador recoge, en ocasiones, fragmentos de sus pensamientos y los ofrece en cursiva al lector, de forma que este accede directamente a ellos) y sus reacciones no le defraudan, aunque en ocasiones le sorprendan.
Y es que González Duque no ahorra dramatismo en su novela. Hay tensión, hay intriga y hay dramatismo (muertes, engaños, filtros que obnubilan la razón, violaciones...). La autora no se encariña con sus personajes (o, mejor, con algunos de su personajes, por muy importantes que sean para la historia o para la intriga en determinados momentos) y acaba con sus vidas de forma acertada y, creo yo, en el instante que mejor le viene a la trama, cosa que no siempre ocurre.
Eso no significa que los personajes resulten alejados o que el lector no empatice con ellos o les coja cariño. Todo lo contrario. Hasta el personaje más oscuro tiene su lado humano y así lo siente el lector. Quizá por eso los momentos dramáticos se me han hecho realmente emocionantes, porque he sentido esa muerte en ese instante.
Pero no solo drama contiene esta historia que, como la vida misma, tiene un poco de todo. También tiene su dosis de amor (romántico y familiar), su pizquita de sensualidad y su cucharadita de entrega a los demás.
En definitiva, he disfrutado muchísimo con esta novela, bien escrita, perfectamente desarrollada, con una edición muy cuidada y con unos personajes entrañables. Una novela que crea y recrea un mundo diferente, con su luz y su oscuridad, sus héroes y sus villanos, al que estoy deseando volver. Y lo haré, porque habrá un segunda parte, ya en marcha.
Nos seguimos leyendo.
Agradezco a Mónica-Serendipia la organización del sorteo en el que gané este libro y a la autora que me enviara un ejemplar.
Incluyo este libro en los siguientes retos:
- Reto Genérico: 2 (1fantasía)/40
- Reto 25 españoles: 2/25
- Reto Autores de la A a la Z: (G) 2/24
Me dio mucha pena no tener la suerte de ganar el sorteo y poder participar en la lectura... Pero espero leerlo pronto de todas formas.
ResponderEliminarBesotes
PUes tiene muy buena pinta. No me importaría leerlo, aunque tardaré en darle una oportunidad, con todo lo que tengo acumulado.
ResponderEliminarBesotes!!!
He leído poca literatura fantástica, hace muchos años que no lo hago. No es la lectura que más me atrae, pero después de lo leído si me encuentro con esta novela le daré una oportunidad. Besos.
ResponderEliminarEs verdad que los personajes es uno de los puntos fuertes de esta novela, ¿verdad? Incluso los más secundarios tienen algo que te atrapa. Creo que es porque Ana los sabe construir muy bien, con paciencia y bagaje emocional personalísimo. Gracias por participar en la lectura conjunta, Lidia. Un besote
ResponderEliminarEstoy completamente de acuerdo en lo de las muertes, me pareció uno de los mejores puntos de la novela. Me gusta no estar segura de que los personajes saldrán con vida de la aventura, y esa es la sensación que llegué a tener.
ResponderEliminarBesos!!