Título: Mujeres que compran flores
Autora: Vanessa Montfort
Editorial: Plaza&Janés
Género: novela, intimista, feelgood, femenista, contemporánea
Páginas: 448
Publicación: octubre 2016
ISBN: 9788401017308
En un pequeño y céntrico barrio de la ciudad hay cinco mujeres que compran flores. Al principio ninguna lo hace para sí misma: una las compra para su amor secreto, otra para su despacho, la tercera para pintarlas, otra para sus clientas, la última... para un muerto. La última soy yo y ésta es mi historia.
Después de la pérdida de su pareja, Marina se da cuenta de que está totalmente perdida: había ocupado el asiento del copiloto durante demasiado tiempo. Buscando empezar de cero acepta un trabajo provisional en una curiosa floristería llamada El Jardín del Ángel. Allí conocerá a otras mujeres muy diferentes entre sí, pero que, como ella, se encuentran en una encrucijada vital con respecto a su trabajo, sus amantes, sus deseos o su familia. De la relación entre ellas y Olivia, la excéntrica y sabia dueña del local, surgirá una estrecha amistad de la que dependerá el nuevo rumbo que tomarán sus vidas.
Las mujeres que compran flores son:
Marina
Sufre el síndrome del copiloto: siempre ha dependido de que su pareja le marque el rumbo de su vida. Su flor es la violeta , que simboliza la humildad y la timidez, pero también la confianza en sí misma que debe ganarse.
Casandra
Padece el síndrome de la superwoman: antes que depender de nadie se aplicaría la eutanasia activa. Prioriza su éxito profesional sobre su vida personal, en el caso de tenerla. Su flor es la orquídea azul, símbolo del relax que le falta.
Gala
Representa el síndrome de Galatea: cree firmemente que la mujer tiene hoy todos los derechos. Todos salvo el de envejecer. Su flor es el lirio blanco, símbolo de una coquetería que no se marchita hasta morir.
Aurora
Encarna el síndrome de la bella sufriente: confunde el amor con la obsesión. Es decir, cuanto más dolor más enamorada se siente. Su flor es la caléndula, la flor de la pena. Pero también es símbolo de la crueldad que no se atreve a devolver, ni siquiera en pequeñas dosis, para defenderse.
Victoria
Una de esas mujeres que han decidido poder con todo -la mejor madre, la mejor trabajadora, la mejor hija-, o dicho de otro modo, las que tienen el síndrome de la omnipotente. Su flor es la del membrillo, la flor de la tentación. La tentación de romper con todo y liberarse.
Después de conocerla en persona en una mesa redonda en la que participaba junto a otros escritores, tenía muchas ganas de leer algo de Vanessa Montfort. Tengo en casa, aún pendiente, Mitología de Nueva York (novela que fue Premio Ateneo de Sevilla en 2010), pero, por circunstancias, he comenzado por este Mujeres que compran flores que, no puedo negarlo, me ha encantado.
Creo que lo que más me ha gustado de la novela es su mezcla de profundidad y no sé si banalidad o intrascendencia. Me explico: la sinopsis y el comienzo de la obra hacen pensar en esas novelitas que hablan de grupos de mujeres que se cuentan sus penas y superan los problemas juntas. A mí, por ejemplo, el planteamiento me recordó mucho a El grupo de lectura, aunque la excusa para juntar a las mujeres fuera diferente. Pero, afortunadamente, no tiene nada que ver con esa lectura y, en este caso, Montfort (como decía) le da muchísima profundidad, mucha reflexión y una buena dosis de feminismo a las trama planteadas. Así, a medida que iba leyendo, sentía que me iba alejando de El grupo de lectura y me iba acercando más a El edificio de las mujeres que renunciaron a los hombres o, aún mejor, a Mientas no digas te quiero.
Porque la autora va confrontando la historia de cada una de esas mujeres que compran flores con conversaciones conjuntas en las que se reflexiona (y mucho) sobre la mujer, su condición, su manera de ver el mundo y las relaciones que establece con quienes la rodean. Se crean, así, una suerte de foros de debate en los que el lector puede participar (aunque sea sin capacidad de intercambio) muy interesantes y que van más allá de los tópicos para profundizar en la radiografía de la mujer de hoy en día.
Junto a estos debates, no menos interés despiertan las propias historias de las protagonistas. Montfort sabe equilibrarlas, hacerlas diferentes (pero no tanto como para que no fuera creíble que se hicieran amigas) y capaces de generar una intriga que le sienta muy bien a la novela y que le da un toque de misterio que anima a continuar leyendo. A pesar de que en la sinopsis las mujeres que compran flores aparecen, quizá, demasiado tipificadas y encajonadas en las categorías o los modelos de mujer de los que la autora quiere hablarnos, lo cierto es que en la lectura todo es mucho más natural, está muy bien trenzado para que los personajes parezcan personas de verdad, con sus defectos y sus virtudes, sus aciertos y sus errores, y no solo ejemplos de esas tipologías psicológicas o sociales.
Marina será la mujer que, más que comprar, vende flores y que ejerce de narradora y, en su relato, va mezclando el pasado reciente en el que conoció al resto de protagonistas y el presente en el que ella misma supera sus miedos. Alterna, así, la narración más pura y dura y la transcripción de las conversaciones de las que antes hablaba con una serie de capítulos más reflexivos e introspectivos en los que aborda sus propios miedos, su relación con su marido y el análisis de la condición de la mujer, en general.
Mujeres que compran flores tiene, además, un toque feelgood que le sienta muy bien y que deja un sabor muy dulce en la boca tras la lectura.
En definitiva, Vanessa Montfort nos regala una novela que se lee muy bien, que toca temas muy interesantes sobre la situación de la mujer y que presenta a una serie de personajes entrañables y humanos, de esos que se quedan en ti aunque hayas terminado de leer sus aventuras.
Nos seguimos leyendo.
Creo que lo que más me ha gustado de la novela es su mezcla de profundidad y no sé si banalidad o intrascendencia. Me explico: la sinopsis y el comienzo de la obra hacen pensar en esas novelitas que hablan de grupos de mujeres que se cuentan sus penas y superan los problemas juntas. A mí, por ejemplo, el planteamiento me recordó mucho a El grupo de lectura, aunque la excusa para juntar a las mujeres fuera diferente. Pero, afortunadamente, no tiene nada que ver con esa lectura y, en este caso, Montfort (como decía) le da muchísima profundidad, mucha reflexión y una buena dosis de feminismo a las trama planteadas. Así, a medida que iba leyendo, sentía que me iba alejando de El grupo de lectura y me iba acercando más a El edificio de las mujeres que renunciaron a los hombres o, aún mejor, a Mientas no digas te quiero.
Porque la autora va confrontando la historia de cada una de esas mujeres que compran flores con conversaciones conjuntas en las que se reflexiona (y mucho) sobre la mujer, su condición, su manera de ver el mundo y las relaciones que establece con quienes la rodean. Se crean, así, una suerte de foros de debate en los que el lector puede participar (aunque sea sin capacidad de intercambio) muy interesantes y que van más allá de los tópicos para profundizar en la radiografía de la mujer de hoy en día.
Junto a estos debates, no menos interés despiertan las propias historias de las protagonistas. Montfort sabe equilibrarlas, hacerlas diferentes (pero no tanto como para que no fuera creíble que se hicieran amigas) y capaces de generar una intriga que le sienta muy bien a la novela y que le da un toque de misterio que anima a continuar leyendo. A pesar de que en la sinopsis las mujeres que compran flores aparecen, quizá, demasiado tipificadas y encajonadas en las categorías o los modelos de mujer de los que la autora quiere hablarnos, lo cierto es que en la lectura todo es mucho más natural, está muy bien trenzado para que los personajes parezcan personas de verdad, con sus defectos y sus virtudes, sus aciertos y sus errores, y no solo ejemplos de esas tipologías psicológicas o sociales.
Marina será la mujer que, más que comprar, vende flores y que ejerce de narradora y, en su relato, va mezclando el pasado reciente en el que conoció al resto de protagonistas y el presente en el que ella misma supera sus miedos. Alterna, así, la narración más pura y dura y la transcripción de las conversaciones de las que antes hablaba con una serie de capítulos más reflexivos e introspectivos en los que aborda sus propios miedos, su relación con su marido y el análisis de la condición de la mujer, en general.
Mujeres que compran flores tiene, además, un toque feelgood que le sienta muy bien y que deja un sabor muy dulce en la boca tras la lectura.
En definitiva, Vanessa Montfort nos regala una novela que se lee muy bien, que toca temas muy interesantes sobre la situación de la mujer y que presenta a una serie de personajes entrañables y humanos, de esos que se quedan en ti aunque hayas terminado de leer sus aventuras.
Nos seguimos leyendo.
Incluyo este libro en los siguientes retos:
- Reto 100 libros: 66/100
He leído otras reseñas de este libro, pero con ninguna de ellas me había interesado tanto como con la tuya. Es inevitable, así como las describes, pensar cuál de ellas serías. Yo lo tengo bastante claro, aunque para asegurarme tendré que leer la novela. Eso de la banalidad o la frivolidad... Me he encontrado muy pocas novelas de este tipo que no tengan algo de fondo, de ir más allá.
ResponderEliminarBesines
Pues no me hubiera fijado en este libro y ahora me has picado la curiosidad.
ResponderEliminarBesotes!!!
Su anterior libro también era muy bueno. Este lo tengo pendiente en casa.
ResponderEliminarMe alegro que te haya gustado pero lo voy a dejar pasar, que no me termina de convencer.
ResponderEliminarSaludos
LA verdad no lo he leído pero lo tengo apuntado
ResponderEliminara ver si me animo más pronto que tarde
un besito