Título: El cuento de la criada
Autora: Margaret Atwood
Editorial: Salamandra
Género: novela, distopía
Páginas: 416
Publicación: 2017
ISBN: 978-84-9838-801-5
Amparándose en la coartada del terrorismo islámico, unos políticos teócratas se hacen con el poder y, como primera medida, suprimen la libertad de prensa y los derechos de las mujeres. Esta trama, inquietante y oscura, que bien podría encontrarse en cualquier obra actual, pertenece en realidad a esta novela escrita por Margaret Atwood a principios de los ochenta, en la que la afamada autora canadiense anticipó con llamativa premonición una amenaza latente en el mundo de hoy.
En la República de Gilead, el cuerpo de Defred sólo sirve para procrear, tal como imponen las férreas normas establecidas por la dictadura puritana que domina el país. Si Defred se rebela —o si, aceptando colaborar a regañadientes, no es capaz de concebir— le espera la muerte en ejecución pública o el destierro a unas Colonias en las que sucumbirá a la polución de los residuos tóxicos. Así, el régimen controla con mano de hierro hasta los más ínfimos detalles de la vida de las mujeres: su alimentación, su indumentaria, incluso su actividad sexual. Pero nadie, ni siquiera un gobierno despótico parapetado tras el supuesto mandato de un dios todopoderoso, puede gobernar el pensamiento de una persona. Y mucho menos su deseo.
Los peligros inherentes a mezclar religión y política; el empeño de todo poder absoluto en someter a las mujeres como paso conducente a sojuzgar a toda la población; la fuerza incontenible del deseo como elemento transgresor: son tan sólo una muestra de los temas que aborda este relato desgarrador, aderezado con el sutil sarcasmo que constituye la seña de identidad de Margaret Atwood. Una escritora universal que, con el paso del tiempo, no deja de asombrarnos con la lucidez de sus ideas y la potencia de su prosa.
Desde que inauguré el Reto Mujeres Laureadas tenía ganas de leer esta novela, fruto de la pluma (y la cabeza pensante) de Margaret Atwood, Premio Príncipe Asturias de las Letras en 2008, entre otros muchos reconocimientos. Pero (siempre pasa lo mismo) lo vas dejando, lo vas dejando... hasta que a HBO se le ocurre hacer una serie con cuyas promos no deja de ponerte los dientes largos y hay que leerlo a toda prisa para no tropezar por ahí con ningún spoiler que te destripe la novela.
Y menos mal que lo hice porque ¡menuda novela! Desde el primer momento tuve una sensación de incredulidad, de dolor, de miedo, de... casi me atrevería a decir de agresión. Atwood te mete de lleno en un mundo distópico que, para qué vamos a engañarnos, da mucho miedo. Un mundo distópico ultraconservador en el que las mujeres hemos vuelto a ser meros portadores de la semilla de la vida y como tal se nos trata (aunque soy consciente que decir "hemos vuelto a ser" es mucho decir, de eso hablaré más adelante). Un mundo distópico en el que las mujeres no tienen derecho ni a tener nombre propio y solo toman el del hombre que las posee (DeFred, DeGlen...). Un mundo terrorífico que, como todo régimen, también tiene sus corruptelas y sus subterfugios legales.
La narradora nos va desvelando poco a poco los entresijos de ese universo pavoroso sin demasiados aspavientos. La autora juega con los tiempos narrativos (presente y pasado) para introducir la reflexión de Defred en el relato y para jugar con los sentimientos del lector en los momentos en los que habla en presente y nos va mostrando casi en vivo y en directo lo que va ocurriendo. Al final, uno descubre la justificación de ese cambio de tiempos narrativos aunque esa justificación se queda más en el ámbito de la propia historia; la verdadera razón ya la hemos sentido mientras leíamos.
Además del pasado que se refiere a ese mundo distópico, hay un pasado que nos habla de un mundo bien parecido al nuestro. Un mundo en el que las mujeres se maquillaban, se bañaban en biquini, iban a la peluquería y leían revistas femeninas. De alguna manera, hay una crítica a esa frivolidad, a esas superficialidad que a veces sentimos como impuesta y a veces pensamos que nos define. Pero también a una defensa feroz de esa manera de vivir a través del pánico que se nos muestra cuando las perdemos.
Hay crítica y hay reflexión en esta novela pero buena parte de ellas corre a cargo del lector. De hecho, me parece que sería un libro excelente para un club de lectura, porque puede dar lugar a interpretaciones diferentes y, por lo tanto, a debates muy interesantes. Por ejemplo, me encantaría hablar sobre la maternidad obligatoria que se propone en la novela: la infertilidad es, en ese mundo distópico, casi una plaga y las mujeres fértiles están "condenadas" a tener hijos, sin opción. Mi reflexión al respecto me ha llevado a pensar en todas las sociedades en las que, en el fondo, así es, la maternidad es una imposición, algo que no es que la mujer pueda o no pueda hacer, sino que debe hacer. Pero, en el fondo, he pensado que eso ocurre en todas las sociedad, con más radicalidad o menos, y que todas hemos tenido que oír el "¿y vosotros para cuándo?" o el "¿y cuándo vais a por la parejita?" como si una no pueda elegir no tener hijos o quedarse solo con uno.
Esta reflexión me lleva al pensamiento que dejaba colgado al principio de la reseña. Es cierto que las mujeres hemos avanzado muchísimo pero... hasta cierto punto o determinadas cuestiones no seguimos ancladas en el patriarcado. He leído comentarios tildando esta novela de inverosímil, por estar ambientada en Estados Unidos y no he podido por menos que pensar en la ingenuidad de quienes los escribieron. ¿Que no podemos volver a una sociedad así? Yo de este mundo me lo creo todo y viendo la involución que estamos sufriendo en muchas cuestiones... yo no me atrevería a decir que este libro no sea una advertencia en vez de ciencia ficción.
En definitiva, me ha entusiasmado esta historia que, sí, deja mal cuerpo (muy mal cuerpo) pero que abre las puertas a muchas reflexiones interesantísimas sobre el papel de la mujer, el sexo, las normas dictatoriales y las corrupciones que subyacen a todo régimen cerrado y castrante y como este.
Nos seguimos leyendo.
Y menos mal que lo hice porque ¡menuda novela! Desde el primer momento tuve una sensación de incredulidad, de dolor, de miedo, de... casi me atrevería a decir de agresión. Atwood te mete de lleno en un mundo distópico que, para qué vamos a engañarnos, da mucho miedo. Un mundo distópico ultraconservador en el que las mujeres hemos vuelto a ser meros portadores de la semilla de la vida y como tal se nos trata (aunque soy consciente que decir "hemos vuelto a ser" es mucho decir, de eso hablaré más adelante). Un mundo distópico en el que las mujeres no tienen derecho ni a tener nombre propio y solo toman el del hombre que las posee (DeFred, DeGlen...). Un mundo terrorífico que, como todo régimen, también tiene sus corruptelas y sus subterfugios legales.
La narradora nos va desvelando poco a poco los entresijos de ese universo pavoroso sin demasiados aspavientos. La autora juega con los tiempos narrativos (presente y pasado) para introducir la reflexión de Defred en el relato y para jugar con los sentimientos del lector en los momentos en los que habla en presente y nos va mostrando casi en vivo y en directo lo que va ocurriendo. Al final, uno descubre la justificación de ese cambio de tiempos narrativos aunque esa justificación se queda más en el ámbito de la propia historia; la verdadera razón ya la hemos sentido mientras leíamos.
Además del pasado que se refiere a ese mundo distópico, hay un pasado que nos habla de un mundo bien parecido al nuestro. Un mundo en el que las mujeres se maquillaban, se bañaban en biquini, iban a la peluquería y leían revistas femeninas. De alguna manera, hay una crítica a esa frivolidad, a esas superficialidad que a veces sentimos como impuesta y a veces pensamos que nos define. Pero también a una defensa feroz de esa manera de vivir a través del pánico que se nos muestra cuando las perdemos.
Hay crítica y hay reflexión en esta novela pero buena parte de ellas corre a cargo del lector. De hecho, me parece que sería un libro excelente para un club de lectura, porque puede dar lugar a interpretaciones diferentes y, por lo tanto, a debates muy interesantes. Por ejemplo, me encantaría hablar sobre la maternidad obligatoria que se propone en la novela: la infertilidad es, en ese mundo distópico, casi una plaga y las mujeres fértiles están "condenadas" a tener hijos, sin opción. Mi reflexión al respecto me ha llevado a pensar en todas las sociedades en las que, en el fondo, así es, la maternidad es una imposición, algo que no es que la mujer pueda o no pueda hacer, sino que debe hacer. Pero, en el fondo, he pensado que eso ocurre en todas las sociedad, con más radicalidad o menos, y que todas hemos tenido que oír el "¿y vosotros para cuándo?" o el "¿y cuándo vais a por la parejita?" como si una no pueda elegir no tener hijos o quedarse solo con uno.
Esta reflexión me lleva al pensamiento que dejaba colgado al principio de la reseña. Es cierto que las mujeres hemos avanzado muchísimo pero... hasta cierto punto o determinadas cuestiones no seguimos ancladas en el patriarcado. He leído comentarios tildando esta novela de inverosímil, por estar ambientada en Estados Unidos y no he podido por menos que pensar en la ingenuidad de quienes los escribieron. ¿Que no podemos volver a una sociedad así? Yo de este mundo me lo creo todo y viendo la involución que estamos sufriendo en muchas cuestiones... yo no me atrevería a decir que este libro no sea una advertencia en vez de ciencia ficción.
En definitiva, me ha entusiasmado esta historia que, sí, deja mal cuerpo (muy mal cuerpo) pero que abre las puertas a muchas reflexiones interesantísimas sobre el papel de la mujer, el sexo, las normas dictatoriales y las corrupciones que subyacen a todo régimen cerrado y castrante y como este.
Nos seguimos leyendo.
Incluyo este libro en los siguientes retos:
- Reto 100 libros: 31/100
- Reto Olvidados: 9
- Reto Leemos en digital: 9/12
Si tu reseña me ha hecho darle vueltas a muchas cosas no quiero ni pensar en lo que me hará pensar el libro. Ya lo he anotado en mi libreta de libros pendientes. En realidad, por desgracia, aún hay muchos que nos consideran simples "portadoras de la semilla" o meros objetos de disfrute.
ResponderEliminarAbrazos.
Margaret Atwood es una mis autoras preferidas. Leí "El cuento de la criada" hace algunos años, pero ahora que Salamandra ha sacado una nueva edición en castellano me entran ganas de volverlo a leer :-) Si te ha gustado, te recomiendo otro de Atwood un poquito más divertido aunque igual de crítico, "Penélope y las doce criadas". Bss
ResponderEliminarMe gustaría leerla pero me han hablado maravillas de la serie, y lo mismo me animo con la serie antes. Besos
ResponderEliminarLa verdad es que no me llama mucho, no termina de ser de mi estilo, así que creo que lo voy a dejar pasar.
ResponderEliminarUn besito.
Uf, pues sinceramente no estoy para dramas, pero me llama mucho. Creo que me la apunto como pendientes. Gracias por tu reseña. Saludos desde locura de lectura
ResponderEliminarLo tengo pendiente y tu fantástica reseña me anima un montón.
ResponderEliminarBesotes!!!