Título: Yo maté a Kennedy
Autor: Manuel Vázquez Montalbán
Editorial: Planeta
Género: novela policíaca, experimental
Páginas: 182
Publicación: 1972
ISBN: 978-84-08-05030-8
En Yo maté a Kennedy asistimos al nacimiento de Pepe Carvalho como personaje literario, en el marco de una novela que abrió espacios a la libertad de leer y escribir en España. Presentada como una aparente novela de aventuras, es un ajuste de cuentas a todos los tópicos que formaron parte de la educación moral, política, sentimental de los españoles progres. Aquí, Pepe Carvalho es un guardaespaldas de origen gallego que ha sido miembro del Partido Comunista de España y ahora lo es de la CIA.
En todas las asignaturas que he estudiado sobre literatura contemporánea se habla de Manuel Vázquez Montalbán como el autor que dignificó la novela policíaca española, el autor que fue capaz de sacarla de la subliteratura para convertirla en un producto literario de primera calidad que, además, sirviera para analizar y criticar la sociedad en la que nace, en la que se mueve o la que refleja. Siendo una amante del género negro, policíaco o de suspense, está claro que tenía que conocer a Pepe Carvalho en algún momento y, una vez más, ha sido la Yincana Criminal de Kayena Negro sobre blanco y De tinta en vena la que me ha permitido sacar atrasos.
También es verdad, lo confieso, que no esperaba encontrarme lo que me he encontrado en esta novela, la primera en la que aparece Carvalho. La culpa la tiene la ignorancia y mi manía de intentar llegar lo más limpia posible a los libros, sin saber demasiado de su propósito o contenido. Y así, no sabía que esta novela tiene un componente experimental muy muy importante. También es verdad que lo podía haber adivinado por su fecha de publicación, 1972, pero ni eso llegué a mirar antes de comenzar mi lectura.
Y así fue cómo me vi inmersa en una novela en la que me costó entrar. Esperaba una trama policíaca al uso y lo que encontré fue una sucesión de párrafos reflexivos, algunos de ellos incluso casi casi enciclopédicos por la cantidad y la magnitud de los conceptos expuestos, que no sabía por dónde coger. ¿Será un prólogo a la historia? ¿Será una suerte de epílogo final que cierre el caso pero colocado al principio? Entonces fue cuando me vi obligada a investigar algo sobre la novela que estaba leyendo y me encontré con este artículo de Juan Diego Moya Bedoya que circula por la red y que me puso sobre la pista de qué era lo que estaba leyendo. Y así fue cómo cambié mi horizonte de expectativas respecto al libro (no era una novela negra al uso, era experimental y, por lo tanto, exigía de mí otro modo de lectura) y empecé a disfrutarlo.
Así pues, lo que encontramos en esta novela es un monólogo del personaje central que poco nos cuenta sobre el asesinato de Kennedy (solo en la última parte de la obra, cuando los hechos se precipitan) y que nos habla (casi sin descanso) sobre la sociedad en la que está viviendo: la América de la década de los 60 y el entorno concreto del presidente estadounidense. Este monólogo, salpimentado con algún diálogo y una ligera dosis de acción, está lleno de ironía, incluso de sarcasmo, y de una crítica mordaz a esa sociedad, su idiosincrasia y su ideología.
Y hablando de ideología: Vázquez Montalbán habla largo y tendido sobre ideologías, sobre todo de izquierdas, lo que supone no solo un análisis social, económico o incluso político de la realidad que refleja sino también una amplia variedad y cantidad de referencias a textos míticos sobre el mismo tema. De ahí que dijera antes que la novela me pareció un poco enciclopédica en algunos momentos.
La voz del protagonista va mezclando teorías, realidad política histórica y memoria personal para mostrar un paisaje decadente, una perversión de los ideales o una libre interpretación de los mismos. Con este recurso literario, Vázquez Montalbán transmite una sensación de mezcolanza entre lo íntimo y lo público, lo personal y lo histórico, la teoría y la práctica, la realidad y la conciencia.
En definitiva, Vázquez Montalbán nos propone una obra complicada, con mucha crítica y mucho sustrato y que se aproxima más a los parámetros de la novela experimental que a los de la novela negra. En cualquier caso, una novela curiosa de leer (aunque no recomendable para todos los lectores) y que me ha abierto el apetito de más Carvalho.
Nos seguimos leyendo.
También es verdad, lo confieso, que no esperaba encontrarme lo que me he encontrado en esta novela, la primera en la que aparece Carvalho. La culpa la tiene la ignorancia y mi manía de intentar llegar lo más limpia posible a los libros, sin saber demasiado de su propósito o contenido. Y así, no sabía que esta novela tiene un componente experimental muy muy importante. También es verdad que lo podía haber adivinado por su fecha de publicación, 1972, pero ni eso llegué a mirar antes de comenzar mi lectura.
Y así fue cómo me vi inmersa en una novela en la que me costó entrar. Esperaba una trama policíaca al uso y lo que encontré fue una sucesión de párrafos reflexivos, algunos de ellos incluso casi casi enciclopédicos por la cantidad y la magnitud de los conceptos expuestos, que no sabía por dónde coger. ¿Será un prólogo a la historia? ¿Será una suerte de epílogo final que cierre el caso pero colocado al principio? Entonces fue cuando me vi obligada a investigar algo sobre la novela que estaba leyendo y me encontré con este artículo de Juan Diego Moya Bedoya que circula por la red y que me puso sobre la pista de qué era lo que estaba leyendo. Y así fue cómo cambié mi horizonte de expectativas respecto al libro (no era una novela negra al uso, era experimental y, por lo tanto, exigía de mí otro modo de lectura) y empecé a disfrutarlo.
Así pues, lo que encontramos en esta novela es un monólogo del personaje central que poco nos cuenta sobre el asesinato de Kennedy (solo en la última parte de la obra, cuando los hechos se precipitan) y que nos habla (casi sin descanso) sobre la sociedad en la que está viviendo: la América de la década de los 60 y el entorno concreto del presidente estadounidense. Este monólogo, salpimentado con algún diálogo y una ligera dosis de acción, está lleno de ironía, incluso de sarcasmo, y de una crítica mordaz a esa sociedad, su idiosincrasia y su ideología.
Y hablando de ideología: Vázquez Montalbán habla largo y tendido sobre ideologías, sobre todo de izquierdas, lo que supone no solo un análisis social, económico o incluso político de la realidad que refleja sino también una amplia variedad y cantidad de referencias a textos míticos sobre el mismo tema. De ahí que dijera antes que la novela me pareció un poco enciclopédica en algunos momentos.
La voz del protagonista va mezclando teorías, realidad política histórica y memoria personal para mostrar un paisaje decadente, una perversión de los ideales o una libre interpretación de los mismos. Con este recurso literario, Vázquez Montalbán transmite una sensación de mezcolanza entre lo íntimo y lo público, lo personal y lo histórico, la teoría y la práctica, la realidad y la conciencia.
En definitiva, Vázquez Montalbán nos propone una obra complicada, con mucha crítica y mucho sustrato y que se aproxima más a los parámetros de la novela experimental que a los de la novela negra. En cualquier caso, una novela curiosa de leer (aunque no recomendable para todos los lectores) y que me ha abierto el apetito de más Carvalho.
Nos seguimos leyendo.
Incluyo este libro en los siguientes retos:
- Reto Libros Olvidados: 5
- Reto Autores de la A a la Z: V 19/25
Lo que he leído hasta ahora del autor me ha gustado mucho, igual me animo con este también
ResponderEliminarun besote
Yo no pude con este libro, lo reconozco. Pero me animé con el segundo y el tercero y el personaje de Carvalho me ha conquistado por completo.
ResponderEliminarBesotes!!!
Para mi sigue pendiente. Algo he leído de él en el pasado, pero aún con las buenas críticas, sigo sin decidirme a retomarlo. Saludos.
ResponderEliminarVaya. El artículo que citas, de Juan Diego Moya Bedoya, me recuerda mucho el capítulo 68 de" Rayuela" (Julio Cortázar). Está también escrito en glíglico
ResponderEliminarMe pasó casi lo mismo. Ya había leído un par de aventuras de Carvalho y pensé que sería bueno leer la primera aparición de tan singular personaje.
ResponderEliminarEn la página 22 o 23 ni había visto a Pepe ni estaba leyendo una novela policíaca, así que me puse a buscar en internet, donde encontré tu blog y el link al artículo del Sr. Moya Bedoya.
¡Muchas gracias! Ahora continúo leyendo con más interés :)
Para mí un tostón! No se si llegar al final del libro,se me hace pesadísima!
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