Por mucho que haya quien se empeñe en defender que sólo la familia tradicional merecer ser llamada como tal, lo cierto es que la realidad demuestra que familia hay más que una y que sus tipologías se multiplican con el paso de los años. Y dentro de estas transformaciones que experimenta, más que el concepto, la vivencia de las familias actuales, mención aparte merecen los cambios que pueden observarse en el papel que juegan los padres.
Dado que cada vez son más las mujeres que apuestan por una maternidad
responsable y en solitario y las facilidades que la ciencia ha puesto en manos
de ellas para hacerlo, son muchos los que abogan por una ‘desaparición’ o, al
menos, minimización del papel del padre.
En contra de esta corriente de opinión se encuentran, entre otros, las
administraciones públicas, que idean propuestas, dentro de sus iniciativas para
conciliar la vida laboral y la vida familiar, para implicar a los hombres en la
crianza de sus hijos. De igual modo, cada vez son más los hombres que solicitan
excedencias para cuidar de su prole, los que se implican en la educación y
mantenimiento de ella y los que ven que los hijos no son sólo cosa de las
madres.
Junto a ellos se encuentran también los hombres que reivindican sus
derechos como padres. Y, entre ellos, los separados o
divorciados que exigen un cambio en las decisiones judiciales que otorgan
la custodia a las madres, abogando por una custodia compartida que les permita
disfrutar de sus hijos más de dos días a la semana.
Está
claro que los padres de hoy poco tienen que ver, para bien o para mal, con los
padres de ayer. La pregunta por resolver es cómo serán los padres de mañana.
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