Título: La hondonada
Autora: Jhumpa Lahiri
Traductora: Gemma Rovira Ortega
Editorial: Salamandra
Género: novela contemporánea, histórica
Páginas: 416
Publicación: 2014
ISBN: 978-84-9838-570-0
Desde la publicación de su primera colección de relatos —ganadora del Premio Pulitzer el año 2000—, la trayectoria literaria de Jhumpa Lahiri ha ido en continuo ascenso, hasta el punto de que hoy ocupa un lugar incuestionable en el selecto grupo de los autores contemporáneos más destacados en lengua inglesa. Si su anterior obra, Tierra desacostumbrada, multiplicó el número de sus entusiastas lectores —fue considerado mejor libro de 2008 por The New York Times y se vendieron más de 700 mil ejemplares sólo en Estados Unidos—, esta nueva novela ha vuelto a concitar la admiración de la crítica y ha sido finalista del Premio Booker y del National Book Award. Con sus minuciosos retratos de emigrantes indios marcados por un abrupto choque cultural, que los aboca a un inevitable conflicto de identidad, Lahiri teje un delicado y complejo tapiz de las emociones humanas que fascina por su profundidad y carácter universal.
Los hermanos Subhash y Udayan viven en un humilde barrio de Calcuta donde, durante la temporada de lluvias, un lecho seco entre dos lagunas se transforma en un gran espejo de agua. Allí, en la hondonada, transcurre su infancia, jugando al fútbol o nadando, a merced de la naturaleza. Pero la hondonada es algo más que un pedazo de tierra. Es el vacío en el corazón de los hermanos cuando empiezan a crecer y sus caminos se separan de forma inexorable, uno en la India y el otro en Rhode Island. Años después, cuando la tragedia irrumpe en sus vidas, Subhash regresa a su país con la esperanza de recomponer una familia desgarrada a consecuencia de los actos de Udayan, que afectarán a los destinos de su joven esposa, de sus padres y de su hermano mayor.
Este es uno de esos libros que jamás hubiera leído si no fuera porque ha sido una de las lecturas del club de lectura de este año. Y me hubiera perdido una gran novela, aunque a mí (como a varias en el club) me costó entrar.
Me costó entrar porque me parecía que los personajes iban quedando solo esbozados, que no acaba de profundizar ni en sus decisiones, ni es su reacciones ni en los sentimientos que les iban provocando las desgracias que les iban a ocurriendo. Me daba la sensación de que estaba dejando que la historia se diluyera, que se le escurriera entre los dedos, mientras iban contando detalles pequeños, cotidianidades que parecía que no iban a ninguna parte. Según las solapas de la novela, en The New York Times destacaron de Lahiri "su habilidad para invocar la textura cotidiana de la vida de las personas, la comprensión de cómo sus expectativas individuales y culturales conforman sus decisiones, y un talento para cartografiar los estados de ánimo y las emociones incipientes con una precisión puntillosa" y creo que es una forma de describir su estilo más que acertada. Es verdad que es puntillosa y que "invoca la textura cotidiana de la vida" (hasta, ya digo, describir acontecimientos nimios). Y es cierto que va compaginando las expectativas individuales y colectivas de los personajes, contraponiendo dos fuerzas opuestas o mostrando qué ocurre en una pareja cuando uno apuesta por lo colectivo y el otro por lo privado. Todo eso es verdad. Pero bien pasada la mitad de la novela sentía que me faltaba profundidad, que se quedaba en la superficie de la tormenta que había ideado para agitar las tranquilas aguas de los personajes.
Pero todo cambió en el tramo final. En él, Lahiri vuelve a explicar acontecimientos del principio, en una suerte de estructura circular que da respuesta a muchas de las cuestiones que yo llevaba planteándome durante toda la lectura y que otorga esa profundidad a los personajes que yo andaba buscando. Por fin entendí. Por fin supe de qué hablaba la novela: de insatisfacción, de incomprensión, de golpes no superados, de expectativas reventadas, de la asunción de deberes (propios e, incluso, ajenos), de la familia y del amor y el cariño que debe primar en sus relaciones, por encima de otras muchas circunstancias o taras personales; la superación de los traumas...
Lahiri nos lleva de la mano en un viaje a través del tiempo y el espacio: con tino, casi como sin querer pero queriendo, nos habla de la historia de India durante la convulsa década de los 60, de tradiciones que se van superando y de otras que se mantienen a través de los siglos. Y también contrasta este escenario con el de Estados Unidos en la misma época, sobre todo a través del personaje de Gauri, la esposa de los dos hermanos protagonistas. Creo que Lahiri describe perfectamente la extrañeza de Gauri, su sentimiento de desubicación, sus dudas sobre de qué forma vivir. Creo que son sentimientos muy propios de los emigrantes y que Lahiri sabe no solo captarlos sino también transmitirlos de forma certera, cercana y efectiva.
En definitiva, una novela sutil y elegante, con un estilo precioso, en la que el contexto es tan importante como la propia trama y en la que la estructura consigue sorprender al lector y regalarle una novela casi casi diferente a la que estaba leyendo.
Nos seguimos leyendo.
Me costó entrar porque me parecía que los personajes iban quedando solo esbozados, que no acaba de profundizar ni en sus decisiones, ni es su reacciones ni en los sentimientos que les iban provocando las desgracias que les iban a ocurriendo. Me daba la sensación de que estaba dejando que la historia se diluyera, que se le escurriera entre los dedos, mientras iban contando detalles pequeños, cotidianidades que parecía que no iban a ninguna parte. Según las solapas de la novela, en The New York Times destacaron de Lahiri "su habilidad para invocar la textura cotidiana de la vida de las personas, la comprensión de cómo sus expectativas individuales y culturales conforman sus decisiones, y un talento para cartografiar los estados de ánimo y las emociones incipientes con una precisión puntillosa" y creo que es una forma de describir su estilo más que acertada. Es verdad que es puntillosa y que "invoca la textura cotidiana de la vida" (hasta, ya digo, describir acontecimientos nimios). Y es cierto que va compaginando las expectativas individuales y colectivas de los personajes, contraponiendo dos fuerzas opuestas o mostrando qué ocurre en una pareja cuando uno apuesta por lo colectivo y el otro por lo privado. Todo eso es verdad. Pero bien pasada la mitad de la novela sentía que me faltaba profundidad, que se quedaba en la superficie de la tormenta que había ideado para agitar las tranquilas aguas de los personajes.
Pero todo cambió en el tramo final. En él, Lahiri vuelve a explicar acontecimientos del principio, en una suerte de estructura circular que da respuesta a muchas de las cuestiones que yo llevaba planteándome durante toda la lectura y que otorga esa profundidad a los personajes que yo andaba buscando. Por fin entendí. Por fin supe de qué hablaba la novela: de insatisfacción, de incomprensión, de golpes no superados, de expectativas reventadas, de la asunción de deberes (propios e, incluso, ajenos), de la familia y del amor y el cariño que debe primar en sus relaciones, por encima de otras muchas circunstancias o taras personales; la superación de los traumas...
Lahiri nos lleva de la mano en un viaje a través del tiempo y el espacio: con tino, casi como sin querer pero queriendo, nos habla de la historia de India durante la convulsa década de los 60, de tradiciones que se van superando y de otras que se mantienen a través de los siglos. Y también contrasta este escenario con el de Estados Unidos en la misma época, sobre todo a través del personaje de Gauri, la esposa de los dos hermanos protagonistas. Creo que Lahiri describe perfectamente la extrañeza de Gauri, su sentimiento de desubicación, sus dudas sobre de qué forma vivir. Creo que son sentimientos muy propios de los emigrantes y que Lahiri sabe no solo captarlos sino también transmitirlos de forma certera, cercana y efectiva.
En definitiva, una novela sutil y elegante, con un estilo precioso, en la que el contexto es tan importante como la propia trama y en la que la estructura consigue sorprender al lector y regalarle una novela casi casi diferente a la que estaba leyendo.
Nos seguimos leyendo.
Incluyo este libro en los siguientes retos:
- Reto Genérico: 30 (3/3 familiares)/40
- Reto Mujeres laureadas: 3/5