lunes, 7 de octubre de 2013

Un viaje por las sugerentes V Jornadas de Animación a la Lectura

   Como ya me ocurriera el año pasado, las Jornadas de Animación a la Lectura organizadas por la Biblioteca Almudena Grandes de Azuqueca de Henares han sido una revelación para mí. Han sido cinco jornadas en total y de cada una de ellas he aprendido algo. Algo que se quedará en mí, que ya forma parte de mí.
     Como los 15 dones que los cuentos dan a los niños que nos descubrió el gran Paco Abril. Solo los enumero pero aviso: dan muchísimo que pensar. Ahí van:
  1. Don del afecto
  2. Don del consuelo
  3. Don de la palabra
  4. Don del pensamiento
  5. Don de la identificación
  6. Don de la imaginación
  7. Don de la fuga
  8. Don de la lectura
  9. Don de la empatía
  10. Don de la atención
  11. Don del conocimiento
  12. Don de la verdad
  13. Don de la prevención
  14. Don de la aventura
  15. Don de la justicia
   Pero la gran lección es que leer cuentos a tus hijos es regarles tu tiempo y pasar con ellos tiempo de calidad. Y ese sí que es un gran don, para padres y para hijos.
   Ana Ongil ha sido, para mí, una revelación. Una auténtica inspiración. Y eso era lo que ella pretendía con su charla "La imaginación para motivar". Ana nos enseñó a potenciar costumbres tan olvidadas a veces como la ensoñación, el disfraz, la observación o el hacerse preguntas. Y nos dio dos consejos que me guardo como oro en paño: llevar siempre encima una libreta de ideas y rodearse de gente creativa, gente que te motive, gente con la que conectes y saque de ti tu mejor yo.
    Ana nos invitó a participar en varios juegos creativos. Uno de ellos era este: 
   Primero te daba un recorte sin forma definida y tú tenías que completar con un dibujo lo que esa forma te inspirara. Este fue mi dibujo (nunca se me dio bien dibujar, salta a la vista...):
 

      Después nos dio otra imagen, en mi caso esta, y el juego consistía en crear una pequeña historia uniendo tu dibujo y la segunda imagen. Mi resultado fue este microcuento:

  Al abuelo, que era un poco rancio, le pareció que aquel paraguas rojo era demasiado llamativo, demasiado chillón, casi hiriente: una afrenta para su vieja boina negra. ¿Quién puede llevar un paraguas así? ¿Cómo alguien puede permitirse el lujo de llamar tanto la atención? ¿Qué educación habría recibido esa mujer para exhibirse de aquella manera? Cuando la joven levantó el paraguas, el abuelo abrió la boca, se tragó sus propias palabras y comprendió: su nieta sí es alguien que pueda presumir de poder lucir un paraguas así.

   Ana también nos habló un poco de su rincón lento, una iniciativa que aboga por ralentizar nuestro ritmo de vida para que podamos disfrutar del camino, en vez de obsesionarnos con la meta.
   En la tercera jornada, Blanca Calvo, una de las mujeres más interesantes que conozco, nos habló del camino que conduce al tesoro de la lectura y nos dio un buen puñado de lecturas para guiar a nuestros hijos a la madurez lectora.
   Y en la cuarta jornada llegó la revolución. Isabel Torres se empeñó en demostrarnos que los cuentos son útiles para cualquier edad y momento y que todos podemos volver a disfrutarlos si nos quitamos de encima las ataduras del qué pensarán o de la conformidad. Y así fue como acabamos tirados por los suelos, caminando hacia atrás o con los ojos cerrados, chocándonos, pisándonos, saltando, gritando y explorando las infinitas posibilidades de nuestro yo más niño.
    Y en la última sesión, Estrella Ortiz me hizo ver la poca capacidad de expresarme con el cuerpo que tengo. Es que me sentía como una marciana, como si mi cuerpo no fuese capaz de realizar lo que mi imaginación creaba. Así que, además de apuntarme los consejos que nos dio para utilizar el cuerpo entero para contar cuentos, me dejó una tarea pendiente: hacerme más amiga de mi propio cuerpo.
    Esto es lo que dieron así las jornadas pero, al hilo de la intervención de Ana Ongil, conseguimos una bola extra: una visita a la cueva de la Biblioteca de Guadalajara. Ana nos explicó que la cueva es una habitación mágica que descubrieron cuando convirtieron el Palacio de Dávalos en sede de la biblioteca provincial. No aparecía en los mapas pero allí, en un rincón del almacén, apareció un cuarto alargado para el que nadie había previsto ningún uso. Así que se les ocurrió que podía ser un espacio temático, una cueva mágica que se transformara cada cierto tiempo en algo diferente. Así, en estos años, ha sido Fábrica de Chocolate... y ya no recuerdo que más. Ahora mismo es una cueva dedicada a los cuentos: hay una sugerencia de uno de ellos en cada rincón. Y está muy muy muy bien hecha porque, efectivamente, más que contar o mostrar lo que hace es ofrecer un guiño a una historia, sugerir algo y que sea el visitante el que complete el relato. Me encantó. De nuestra visita surgió esta serie de fotos que colgué en Instagram.
 




En la cueva de la biblioteca de Guadalajara he encontrado la sombra de Peter Pan















En la cueva de la biblioteca de Guadalajara he encontrado un guisante debajo de un millón de colchones














En la cueva de la biblioteca de Guadalajara he encontrado la botas del gato, ahora, sin botas

















En la cueva de la biblioteca de Guadalajara he encontrado el brillante zapato que alguien ha perdido













En la cueva de la biblioteca de Guadalajara he encontrado una bruja que se marchaba volando














En la cueva de la biblioteca de Guadalajara he encontrado una bruja aplastada por una casa

















En la cueva de la biblioteca de Guadalajara, entre el pelo de una trenza larguísima, he encontrado un excelente consejo

















En la cueva de la biblioteca de Guadalajara he encontrado la verdad






   Si de lo que se trataba, como proponía el título de las jornadas, era de despertar la imaginación, el objetivo está más que cumplido. No puedo negar que la experiencia ha sido enriquecedora así que ya estoy deseando repetir el año que viene.
   Nos seguimos leyendo.

5 comentarios:

  1. ¡Que jornadas más interesantes!gracias por contárnoslas, besotes

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  2. Pues me gustan a mi estas jornadas, yo en ese recorte sin forma hubiera dibujado una ballena, mirando tu dibujo inspirador, veía claramente mi ballena... cosas de la imaginación Lidia :)

    Un besito :)

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  3. UAUUU una pasada, me ha gustado mucho y tu microcuento también, además de todo eso que había en la cueva de la biblioteca de Guadalajara. BESOS

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  4. Unas jornadas muy interesantes, educativas y culturales. Gracias por compartir la experiencia con nosotros. Tu cuento es una pasada, tienes mucha imaginación, ¿No te has planteado escribir? La cueva es un lugar mágico.
    Besotes

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  5. Te comprendo, yo tampoco me llevo bien con mi cuerpo. Me vendrían bien unas jornadas como éstas. ¡Y me ha encantado tu microcuento!
    Besotes!!!

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