jueves, 31 de enero de 2013

"La gran novela latinoamericana", de Carlos Fuentes: un diálogo entre la literatura de todos los tiempos y casi todos los rincones

   Entre las asignaturas que ofertaba el máster que estoy acabando ya, había una sobre la literatura latinoamericana que me llamaba mucho la atención. Su título ya era toda una sugerencia: De la novela de la revolución a la revolución de la novela. Pero, al final, encontré otras que me gustaban más y completaban mejor la formación que yo quería tener y decidí no cursarla. Sin embargo, me quedó ahí la espinita de no saber más sobre una literatura que siempre me ha gustado como lectora. Así que cuando al equipo de Anika entre Libros nos ofrecieron este ensayo, pensé que podría ser una buena manera de curar esa heridita. Y lo fue. Me resultó una lectura interesantísima y aprendí muchísimo de ella. De hecho, aún la tengo a mano y la consulto bastante a menudo.

LA GRAN NOVELA LATINOAMERICANA (La gran novela latinoamericana, 2011)
Carlos Fuentes

Editorial Alfaguara
© Carlos Fuentes, 2011
© Santillana Ediciones Generales, S.L., 2011
1ª Edición, Septiembre 2011

Género y tags: Ensayo, historia, teoría de la literatura, crítica literaria, literatura latinoamericana
ISBN: 9788420407647
439 Páginas

   
Argumento:

     El escritor mexicano Carlos Fuentes utiliza la excusa que le brinda hacer un amplio repaso por los autores y obras más importantes de la literatura latinoamericana a lo largo de la historia para realizar un compendio de buena parte de los saberes y preocupaciones de la humanidad: la historia, la filosofía, la política, la psicología, la naturaleza, el uso del lenguaje, los sentimientos, la creación de la sociedad… y, por supuesto, el arte de la palabra. 

Opinión:

   Este libro no es lo que parece. Si uno lee su título puede pensar dos cosas: o que se trata de una ambiciosa pretensión por parte del autor (escribir la gran novela latinoamericana, la más importante, la más genial, el Quijote de la otra orilla –cosa que sí podría conseguir un escritor como Carlos Fuentes-) o que nos encontramos ante un repaso histórico, de carácter ensayístico, de todas las novelas que forma parte de la literatura latinoamericana, en busca de una definición, o caracterización, o sistematización, de lo que podría ser la novela (magnífica, grandiosa, de ahí el gran) surgida de escritores del sur de América. Pero, la verdad, es que no es ni una cosa ni la otra.
    No es la primera opción porque la ficción no es el objetivo, en este caso, de Carlos Fuentes. Tampoco es la segunda porque este ensayo va mucho más allá. Pero mucho mucho, mucho más allá. Sí, es cierto: hay un repaso histórico por las grandes obras novelísticas nacidas en Latinoamérica. Pero no sólo. En las 439 páginas de este libro, Fuentes presenta un asombroso compendio de saberes: desde la propia literatura, hasta la historia, pasando por la filosofía o la política. Más que una obra ensayística, el libro parece recoger, transcribir, el inmenso e intenso diálogo que se establece entre la literatura universal de todos los tiempos (a través de la historia y con el apoyo que siempre le ha brindado la filosofía) puesto en boca de Carlos Fuentes.
   El propio autor lo reconoce en el capítulo que cierra la obra, epílogo aclaratorio de todo lo leído antes y declaración de intenciones de Fuentes, quien califica a esta obra (y con mucho acierto) de ensayo personal. Y así es. Es un ensayo porque expone hechos probados (la historia, la literatura) que se encaminan a probar la tesis fundamental del libro: no hay creación sin tradición. Y es personal, muy personal, porque, además del estilo literario (siempre espléndido) del creador mexicano, la obra saca a la luz todas sus lecturas, todo su saber, todos sus centros de preocupación, sus obsesiones como escritor y como ser humano. Fuentes no esboza (ni siquiera lo intenta) la historia de la literatura latinoamericana (y así lo advierte en sus “palabras finales”) sino que perfila una historia de la literatura latinoamericana a través de sus propias lecturas e interpretaciones de ellas, con una perspectiva muy personal. Y, para mí, ésa es la gran diferencia, el valor añadido, de este texto, referencia para los estudiosos de la literatura.
   Fuentes entreteje la historia del continente (desde la llegada de los españoles) con la literatura generada desde entonces, comprobando cómo historia y novela van, en muchísimas ocasiones, de la mano, ya sea contando los hechos desde la distancia (una vez pasado un determinado tiempo) o desde la rabiosa actualidad; seleccionando la ficción (con base real) como cimiento de la obra o amagando un informe pericial o crónica periodística, pretendidamente objetiva. Así, la reflexión entre los límites de la realidad, la verdad, la mentira y la ficción es continúa en las páginas de la obra.
   El gran personaje de esta “gran novela latinoamericana” es, además del propio género analizado, Cervantes (el primer gran novelista en lengua española) y su Quijote, personaje que cambiaría el mundo literario… y el mundo real. Como dice Fuentes, la literatura en general y la novela en particular ya no serían lo mismo después de su invención. Pero tampoco el mundo (nuestra manera de interpretar las cosas que nos ocurren, nuestras ideas, nuestros arquetipos, nuestros sueños y nuestras luchas) volvería a ser igual después de conocer a Don Alonso Quijano.
  Las reflexiones sobre la literatura, los límites y componentes del género novelístico o el quehacer del escritor también son constantes en la obra, engarzadas en ese fluido diálogo (inagotable y tremendamente rico) que utiliza a Fuentes como medio para poner en contacto a Proust con Machado y con García Márquez y con Joyce y con Cervantes y con Onetti y con Cortázar y con Ovidio y con Vargas Llosa y con Flaubert y con Dostoievski…  y con tantos y tantos escritores que a lo largo de la historia han dado un nuevo rumbo a la humanidad a través de personajes que van más allá de la literatura, que forman parte de nuestra propia cultura, de nuestra forma de nombrar y comprender el mundo. Y es que no hay creación sin tradición, ni tradición si no se crean obras nuevas, dice Fuentes, abogando por el enriquecimiento que supone el mestizaje literario tanto para un escritor como para el lector y las sociedades presentes y futuras, en el encuentro mutuo de las culturas del mundo.
   Un lector que ocupa un lugar fundamental en el proceso de escritura/lectura que supone la literatura: es quien acota los significados de una obra. De todas las interpretaciones posibles, de todas las lecturas virtuales, de todos los significados potenciales de una novela, el lector se queda con una, la suya, personal e intransferible. El propio Carlos Fuentes se convierte en ejemplo perfecto de la importancia del receptor al mostrar en esta obra el compendio y la interpretación de todas sus lecturas, no sólo literarias, sino también filosóficas, políticas, antropológicas, históricas y, por supuesto, sobre crítica y teoría de la literatura. El Fuentes lector se muestra con toda su riqueza y su maestría en las numerosísimas reseñas críticas que realiza de algunas (sólo algunas) de las obras latinoamericanas más importantes.
   También son constantes las referencias al mito, a la epopeya y a la novela, como géneros literarios que sirven para interpretar la realidad, la historia, a través de la ficción, pero con matices bien diferentes. El Macondo de García Márquez ejemplifica a la perfección estos tres niveles de reproducción de una realidad (ya sea literaria o histórica).
   Pero, como decíamos al comienzo, no sólo de literatura vive este libro. La historia también está muy presente, la historia de la conquista y de la revolución, las consecuencias de ambas, los dictadores, las revueltas, la riqueza y la pobreza de un continente que, en pleno Renacimiento, se convirtió en la utopía de Europa. Fuentes relaciona constantemente lo ocurrido históricamente con las propuestas literarias, filosóficas y políticas de Moro, Erasmo y Maquiavelo, preguntándose qué hubiese ocurrido si la historia hubiera sido diferente.
    Una historia que llega hasta nuestros días y que también le sirve a Fuentes para analizar aspectos tan variopintos como la evolución de las ciudades más importantes, de la idiosincrasia latinoamericana, la relación entre la América hispanoparlante y la América lusófona, el mercado editorial, las lecturas, los escritores, las escritoras, las grandes personalidades del continente… todo ello salpimentado con anécdotas personales que retratan al propio Carlos Fuentes y que lo sitúan dentro de la historia literaria que está dibujando. Una historia que, como señala el autor, no ha terminado. Afortunadamente.
   Enlace a la publicación original en Anika entre Libros. 
   Nos seguimos leyendo.

miércoles, 30 de enero de 2013

"La siesta de los Enormes", de Pep Bruno y Natalie Pudalov: un libro que cuenta, que imagina y que hace volar... o nadar

    Ficha técnica:


Título: La siesta de los Enormes                                      Texto: Pep Bruno              Ilustraciones: Natalie Pudalov Editorial: OQO                                                         Género: Álbum ilustrado, infantil (a partir de 8 años)      Páginas: 56 
Publicación:  Febrero 2011 ISBN:  978-84-9871-308-4

Sinopsis (editorial):


  Los Enormes fueron a pasar el día en la playa. Después de saltar las olas, hacer castillos de arena, buscar conchas y jugar con la cometa, llegó la hora de la comida. Los cinco se sentaron bajo la sombrilla y dieron buena cuenta de los bocadillos.
   Entonces Padre dijo: —Niños, a dormir la siesta.
   Grande, Mediano y Pequeño se tumbaron en las toallas.
  Pequeño protestó: —No podemos dormir si no nos cuentas un cuento..
     Hay libros que son como muñecas rusas: abres una pero dentro hay otra y otra y otra... hasta que llegas a la esencia. Este libro es así: abres una historia y dentro hay otra y luego empieza otra y luego otra y luego otra... y al final, hay mucho más de lo que cuenta. 
      Pep Bruno nos pone en contacto en esta obra con uno de los hábitos que más suelen gustar a los niños y que más deberíamos luchar por conservar y afianzar los padres: la hora del cuento. En este caso, el autor traslada ese rato de fantasía, previo, aquí, a la siesta, hasta la orilla del mar. Esa elección le dará pie a que los cuentos que Padre cuenta a sus hijos Grande, Mediano y Pequeño para lograr que el sueño les visite estén inspirados en el mundo marino. Pero no es el mundo marino que todos conocemos, es un mundo marino mágico, habitado por gigantes que son amigos de la familia Enorme y capaz de guardar secretos tan inaccesibles para el común de los mortales como cómo se fabrican las olas o por qué los peces son de colores.
       Pep Bruno no sólo inventa las historias que Padre cuenta a sus hijos, sino que nos ofrece a los padres con minúsculas un buen método para idear y contar cuentos: si el cerebro de los niños es un baúl mágico que atesora ideas y preguntas nacidas de la ignorancia, de la inocencia, la mirada limpia y de una imaginación que aún no conoce límites, aprovechémonos de esos cerebritos y viajemos con ellos a través de un mundo que sólo sea suyo y nuestro. A partir de una pregunta de cada uno de sus hijos (y de una Madre capaz de cuestionarse la realidad que ve), Padre inventa una historia que responda a esa pregunta y que incluya al niño que la ha formulado entre sus protagonistas. Una buena sugerencia para dejarse llevar por la fantasía, valorar la propuesta o la inquietud de un hijo y potenciar su capacidad crítica, su facultad para preguntarse por lo que sus ojos perciben.
     Bruno es un hábil constructor de historias y entreteje las cuatro que sostienen este relato con el cuento marco que sirve de excusa para los demás. Además, echa mano de recursos típicos de la narración, como las fórmulas repetitivas que atrapan al pequeño lector en lo ya sabido e impiden que se escape de la historia, los juegos de palabras o esos fantásticos nombres que dicen mucho más de lo que a simple vista parece.
   El maravilloso texto de Pep Bruno se completa con las extraordinarias imágenes creadas por Natalie Pudalov, ilustraciones que no apoyan el texto, sino que lo hacen crecer. En ellas, la autora mezcla los dos planos (real y ficticio, o ficticio dentro de lo ficticio; día en la playa y cuentos para dormir la siesta, en cualquier caso) sin transición, sin distinción, potenciando aún más la sensación de mezcla, de fronteras difusas, de exaltación de la fantasía y de identificación entre quien escucha el cuento y quien lo protagoniza. Pero para descubrir el mundo que nos propone Pudalov será necesario agudizar los sentidos y fijarse bien en lo que nos muestra, porque hay guiños que sólo se pueden ver si uno pone toda su atención.
      La siesta de los Enormes es, pues, un hermoso álbum ilustrado, una historia preciosa... pero es mucho más. Es una invitación a jugar, una sugerencia para continuar creando historias y una manera de inculcar un tipo de mirada en nuestros hijos: una mirada que recorre bien lo que ve para no obviar ningún detalle, que no se cansa de hacer preguntas, que disfruta conociendo realidades alternativas, que no ahoga la imaginación y que, al mismo tiempo, es capaz de afrontar el mundo con una capacidad crítica siempre necesaria.
     Nos seguimos leyendo.   

     Te dejo el enlace a la página de la editorial en la que se habla de la obra (y que cuenta parte del proceso creativo, que me parece interesantísimo) y el enlace tanto a la web de Pep Bruno, un gran creador y contador, como a su blog.

   Incluyo este libro en el Reto Libros Ilustrados (2/5). 

martes, 29 de enero de 2013

¿Qué quiero ser de mayor?

Foto: photoraidz
“Sin trabajo, toda la vida se pudre, pero cuando el trabajo no tiene alma, la vida se tensa y se muere” (Albert Camus, citado por Roman Krznaric en Cómo encontrar un trabajo satisfactorio)

     Ayer escuchaba a Lucía hablar con una niña sobre su futuro. Era la típica conversación del "cuando sea mayor quiero ser...". No pude evitar pensar qué quería yo ser de mayor, qué soy... y qué quiero ser cuando siga creciendo.
    Lo malo y lo bueno de esta crisis que a muchos ya se nos hace demasiado larga es que nos ha obligado a reinventarnos... para bien o para mal. Hay sectores que han quedado tan tocados por la recesión (como el mío, el del periodismo), que sus trabajadores han tenido que echarle imaginación, o ganas, o valentía, o han tenido que renunciar a su vocación, a lo que querían ser, a lo que les gusta hacer para dedicarse a lo que puedan, a lo que les dé algo de dinero para sobrellevar el día a día. 
   Otros hemos tenido la suerte de poder aprovechar la ocasión para intentar, si no cambiar de profesión, sí, al menos, buscar nuevos caminos dentro de lo que nos apasiona. Yo he invertido los tres años que llevo en el paro en preparar unas oposiciones para Educación Secundaria, en hacer un máster en literatura y en ir completando mi formación con cursos sobre materias que siempre me han llamado la atención. Lo malo es que no parece que nada de lo que he hecho hasta ahora sirva para nada. Ya he ampliado tanto la búsqueda que con cualquier trabajo que tenga que ver con leer, escribir o dar clase me conformo. Pero ni por ésas.
   Siempre he creído que hay que trabajar en algo que te guste. Que trabajar ya es lo suficientemente duro como para que encima no te motive lo que haces. Hay gente que no opina igual, que separa a la perfección su trabajo de su vida y de sus gustos, y va a trabajar porque hay que hacerlo y punto, sin esperar que su empleo les satisfaga, les haga sentirse realizados, les apasione, les haga levantarse cada día con fuerzas renovadas, les involucre hasta olvidar otras facetas vitales. Después de tres años en el paro, confieso que a veces me gustaría ser así. A veces deseo poder tragarme la insatisfacción y lanzarme a realizar cualquier trabajo. Y, si esto sigue así, será lo que tenga que hacer. Hasta ahora he sido una privilegiada (y ya me da coraje tener que considerarme privilegiada por ello, pero así están las cosas) por poder formarme y esperar una oportunidad laboral que me pueda resultar satisfactoria, pero el tiempo va pasando y esa oportunidad no llega. Y en mi casa tenemos la mala costumbre de comer todos los días.
   Si soy sincera... he de confesar que me siento estafada. Estudia, me dijeron; y yo estudié. Esfuérzate para sacar buenas notas, para quedar por encima de la media; y yo lo hice. Trabaja, trabaja, trabaja, en tu sector, pero en lo que sea, da igual lo que cobres, lo que hagas, trabaja y gana experiencia, mete la cabeza, luego ya habrá tiempo de escalar; y yo lo hice. Sigue esforzándote, échale horas, ponle ilusión, implícate, demuestra lo que vales; y yo lo hice, poniendo mi trabajo por encima de otras muchas cosas. Y... ¿ahora qué? Sigue estudiando, sigue formándote, aprende idiomas, enriquece tu currículum, aprovecha el tiempo; y yo lo hago. Pero sigo sin alcanzar el objetivo que ya cumplí un día: meter la cabeza.
   A veces siento que he vuelto atrás en el tiempo. A veces me siento como si tuviera otra vez 22 años y estuviera buscando mi primera oportunidad. Sólo que ya no los tengo y cuento con un bagaje y unas cargas que no tenía entonces. A veces me siento encerrada, sin caminos, sin opciones. 
   "Escoger una profesión ya no es solo una decisión que tomamos -con frecuencia, horriblemente mal informados- cuando somos unos adolescentes llenos de granos, o unos veinteañeros asombrados. Hoy se ha convertido en un dilema al que nos enfrentamos repetidamente a lo largo de nuestra vida profesional", dice Roman Krznaric en Cómo encontrar un trabajo satisfactorio. Y creo que, por muy mal que vayan las cosas, tiene razón. Antes de la crisis, ya pensé en un cambio de orientación, de profesión. Pero al final el día a día te va absorbiendo y no tienes tiempo ni para plantearte un futuro más allá de la semana en la que estás viviendo. Ahora sí he tenido tiempo. Tiempo para pensar y para formarme. Ahora lo que me falta es experiencia y oportunidades. Pero sin oportunidades no hay experiencia y sin experiencia no hay oportunidades.
   Una de las frases que más he escuchado durante estos años es que las crisis son una oportunidad, que hay que tomárselo como una invitación al cambio, no como una ocasión para la pérdida. Lo creo y quiero hacer de ello una llave para mi vida futura. Sólo que, ahora mismo, creo que ya he perdido la perspectiva y no sé ni dónde está la cerradura para abrir esa puerta. ¿Qué quiero hacer? ¿Qué quiero ser de mayor? ¿Alguien tiene alguna pista?
    Nos seguimos leyendo.

lunes, 28 de enero de 2013

"Irse de casa", de Carmen Martín Gaite: siguiendo la pista de los personajes por toda la ciudad

Ficha técnica:


Título: Irse de casa       Autor: Carmen Martín Gaite
Editorial: Anagrama   Género: novela        Páginas: 352
Publicación:  2012    ISBN: 9788433976888

Sinopsis (editorial):


   Amparo Miranda, una exitosa diseñadora de modas con sede en Nueva York, vuelve a la ciudad de provincias que abandonó cuarenta años atrás. Amparo, de origen humilde e hija de soltera, no ha regresado corroída por la nostalgia ni tampoco para exhibir sus triunfos ante aquellos que nunca la aceptaron. Quiere, por el contrario, pasar desapercibida: viene a mirar, a intentar recomponer a solas un discurso que quedó interrumpido, a introducir palabras en una historia de silencios. Pero durante la semana que pasa en la ciudad, allí están ocurriendo otras muchas cosas, desarrollándose otras conversaciones, trenzándose el destino de otras gentes...
    Hay veces en las que estás leyendo un libro pero, en realidad, no tienes la impresión de estar leyendo, sino de estar haciendo otra cosa. Eso es lo que me ha pasado a mí con esta novela de Carmen Martín Gaite en la que la ciudad es tan protagonista que me ha dado la sensación de estar dentro de ella e ir cruzándome con unos personajes y otros, charlando con ellos, escuchando lo que hablan con otros, verlos pasar absortos en su mundo, descubrir cómo se reencuentran tras muchos años sin verse... Porque Irse de casa es una novela coral en la que cada capítulo está construido a través de los pensamientos, recuerdos, conversaciones o acontecidos de varios personajes y es el lector el que debe ir reconstruyendo tanto la tela de araña que une a unos con otros como la personalidad e historia de cada uno de ellos.
    He disfrutado mucho jugando con este libro, descubriendo los lazos que unían a los personajes y las casualidades que van poniendo a unos en el camino de otros, mientras que el mismo destino esquiva o retrasa el encuentro de quienes deseamos que se vean de una vez. Me ha resultado muy  motivante pero he de decir que he tenido que ir apuntando qué personajes iban apareciendo y qué relación tenían unos con otro porque Martín Gaite va sumando nuevos caracteres hasta el último capítulo. 
    A pesar de que son muchos los personajes (de todas los sexos y orientaciones sexuales, todas las clases sociales, todas las suertes y todas las situaciones económicas) que van desfilando por el libro, la historia principal la protagoniza Amparo Miranda, una afamada diseñadora de moda que reside en Nueva York pero que, en un pálpito, en uno de esos impulsos que a veces te regala la vida, regresa a su ciudad natal (ciudad de provincias no especificada) tras 40 años de ausencia, sin saber muy bien por qué ni qué busca con ese viaje. Decía la autora en una entrevista que le hicieron en 1998, cuando se publicó la novela, que pretendía reflejar ese momento en la vida de algunas personas en el que entienden que para cambiar de vida deben cambiar de casa. Y sí, hay mucho de búsqueda personal, de ajuste de cuentas con el pasado y de husmear un nuevo futuro en esta obra.
    Un futuro que bien podría estar en el cine. Por eso, Amparo lee el guión que ha escrito su hijo Jeremy con la sensación de descubrirse, de redescubrirse en la mujer que es y que fue. Más que leer, Amparo vive el guión, da cuerpo y movimiento a la mujer sobre el papel. Y la varita de escritora mágica de Martín Gaite está tan bien agitada en esta ocasión que hay momentos de la narración en los que realmente te parece estar viendo una película en vez de leyendo un libro. Esa capacidad de mimetizar artes diferentes (a través de las referencias explícitas de películas y del guión de Jeremy, pero también a través de la técnica narrativa elegida por la autora), junto con maravillosas metáforas e imágenes, en ocasiones surrealistas, pero tan certeras como las puntadas que sostienen los vestidos que diseña Amparo, convierten a este libro en algo más. En una auténtica joya, recomendable para todo aquel que se divierta poniendo su granito de arena en la construcción de lo que lee y que disfrute de la buena literatura.
    Nos seguimos leyendo.

domingo, 27 de enero de 2013

Domingo de sorteos #16, IMM semanal y #retodeestasemana



    Son muchos los blogs que en estos días de enero están celebrando cumpleaños y lo están haciendo compartiendo esa celebración con sus seguidores... en forma de sorteos, que siempre son bienvenidos. Esta semana me apunto a dos:

SORTEOS

  • Gatos en la sombra celebra su primer aniversario (¡enhorabuena!!) con un megasorteo en el que que pone en juego seis lotes de libros que suman un total de 14 ejemplares para seis ganadores. Se puede participar hasta el 20 de febrero, tal y como puedes comprobar aquí.
  •  El universo de los libros, por su parte, celebra su segundo año en la blogosfera (¡¡muchas felicidades!!) y lo hace tirando la casa por la ventana: organiza cinco sorteos con muchos libros en juego. De momento, me apunto al segundo, en el que se puede participar hasta el 10 de febrero. En las bases de este sorteo puedes ver también los enlaces a los otros cuatro.


 #RETODEESTASEMANA

   Esta semana se me ha dado bien, aunque he incluido un pequeño cambio. Bueno, en realidad, como la semana pasada dejé el reto un poco abierto, a expensas de que llegara El coraje de Miss Redfield, pues tampoco hay tanto cambio. El caso es que sí llegó y lo leí completo (hasta tengo ya hecha la reseña que publicaré el 15 de febrero) y he avanzando en 1Q84 hasta el 80% Y, además, como extra, me llegó La larga noche, de Carmen Amoraga, que había pedido para el Equipo de Redactores de Momentos de Silencio Compartido, libro y autora a los que tenía muchas ganas y no me he podido resistir. Y como es un libro que se lee rapidito, rapidito... pues también ha caído entero.
   Total que con esto, y hasta aquí, doy por superado el reto de enero, que consistía en leer 10 libros y 3.403 páginas (aunque he tenido que hacer un ajuste, porque en la página oficial de Espasa dice que El coraje de Miss Redfield tiene 416 páginas, cuando en realidad, tienen 310), así que el reto se quedaría, finalmente, en 3.297 páginas, como actualicé en la barra del #retoenero de la columna izquierda del blog. No he leído Pecadores: obsesión, porque no me ha llegado, pero en su lugar, he añadido ya La larga noche y prácticamente el tercer libro de 1Q84.
   Y, además, como aún quedan cuatro días para que acabe enero, espero que me dé tiempo a acabar alguno de los libros que me propongo como #retodeestasemana, a caballo entre enero y febrero: además de acabar 1Q84, quiero leer El capitán Alatriste, Los buenos suicidas y El lejano país de los estanques. Si no puedo acabarlos los tres, pues avanzar todo lo que pueda, que los tres forman parte de retos y del Mes de la Novela Negra, Policíaca y de Misterio de Kayena. Veremos qué tal se nos da (aunque teniendo en cuenta que mañana lunes la niña no tiene cole... no sé por dónde saldremos).  

 #IMM

   He visto en muchos blogs que hacen una recopilación de los libros que van recibiendo. Como este blog no colabora con ninguna editorial para recibir novedades, la verdad es que los que me van llegando vienen para reseñar en Anika entre Libros, en Momentos de Silencio Compartido, gracias a sorteos o comprados, así que no me parece significativo incluir esa sección en este rincón de la blogosfera. Pero he pensado que a lo mejor podía añadir un pequeño balance en este post resumen semanal y como esta semana he recibido varios y me hace especial ilusión... pues allá van sus fotitos. Por cierto, que han llegado tres... y ya he leído dos. Creo que tengo que hacérmelo mirar.
    Nos seguimos leyendo.
  




sábado, 26 de enero de 2013

Mi propuesta para elegir las mejores novelas de 2012 a través del Club Creatio y lista final de elegidas por los blogeros

   Como ya comenté aquí, Club Creatio invitaba a todos los blogueros que así lo desearan a elegir las mejores novelas de 2012. Según constaba en las bases, había que seleccionar un máximo de diez novelas (cinco españolas y cinco extrajeras), ordenarlas colocando en el primer puesto a la que (para cada bloguero) es la mejor novela de 2012 y publicar una entrada con el listado entre el 23 y el 31 de enero. He de decir que tuve que modificar la propuesta que envié a Shaka Lectora porque, después de hacerlo, leí otros dos libros publicados el año pasado y que merecen estar entre los mejores. Así que mi lista (sufriendo mucho por tener que ponerlos en orden, porque me parecen todos libros excepcionales) quedó así (enlazo las reseñas publicadas para que les eches un ojo, si te interesa):

NOVELAS ESCRITAS EN ESPAÑOL:
  1.- Entra en mi vida, de Clara Sánchez (5 puntos)
  2.- La ciudad de los ojos grises, de Félix G. Modroño (4 puntos)
  3.- La bibliotecaria de Auschwitz, de Antonio G. Iturbe (3 puntos)
  4.- La leyenda del ladrón, de Juan Gómez Jurado (2 puntos)
  5.- El rayo dormido, de Carmen Amoraga

NOVELAS ESCRITAS POR AUTORES EXTRANJEROS:
  1.- La luz en casa de los demás, de Chiara Gamberale
  2.- Baila, baila, baila, de Haruki Murakami

   Suelo leer pocas novedades de autores extranjeros, así que mi lista es más reducida.
  Tras contabilizar los votos, al final la ganadora (honor merecidísimo, sin duda) ha resultado ser La ciudad de los ojos grises. ¡Enhorabuena, Félix! Y en la categoría de novelas extranjeras, la primera posición la ha ocupado Ken Follet, con El invierno del mundo. La lista final queda así:

Las diez mejores novelas de la categoría A

 1 – La ciudad de los ojos grises. Félix G. Modroño.
  2 – Las tres heridas. Paloma Sánchez-Garnica.
  3 – El lector de Julio Verne. Almudena Grandes.
  4 – La saga de los longevos: la vieja familia. Eva García Sáenz.
  5 – La bibliotecaria de Auschwitz. Antonio G. Iturbe.
  6 – Palmeras en la nieve. Luz Gabás.
  7 – La tabla esmeralda. Carla Montero.
  8 – Entra en mi vida. Clara Sánchez.
  9 – Los principes azules también destiñen. Megan Maxwell.
  10 – El coraje de Miss Redfield. Ana R. Cañil.


Las diez mejores novelas de la categoría B

  1 – El invierno del mundo. Ken Follet.
  2 – Un beso en París. Stephanie Perkins.
  3 – El sueño de la montaña del oro. Zhang Ling.
  4 – Bajo la misma estrella. John Green.
  5 – El lenguaje de las flores. Vanessa Diffenbaugh.
  6 – Danza de Dragones. George R.R. Martin.
 7 – Cazadores de sombras: Ciudad de las almas perdidas. Cassandra Clare.
  8 – El circo de la noche. Erin Morgenstern.
  9 – Una oración por Katerina Orovitzová. Arnost Lustig.
  10 – Algún día este dolor será útil. Peter Cameron.

  
Puedes consultar todos los datos a través de este enlace.
    Nos seguimos leyendo.  
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...