viernes, 31 de agosto de 2012

Adiós, agosto. Hola, septiembre

    No lo puedo evitar. Septiembre siempre hace que mi corazón se ensanche. Una pizca de emoción, un puñadito de ilusión, una cucharadita de incertidumbre... septiembre siempre me recuerda que volver a empezar es posible, aunque ya hayamos consumido más de la mitad del año. 
    Septiembre siempre me sabe a nuevos planes, a cuadernos por estrenar, a nuevas expectativas. Sé que tiene que ver con el inicio del curso escolar (siempre me gustó eso de volver al cole)  y, aunque ahora tengo motivos para revivir esa sensación (mi máster y el cole de Lucía), lo cierto es que ese sentimiento de novedad, de ilusión renovada, de nuevos proyectos, nuevas metas, nueva oportunidad no me ha abandonado nunca, ni siquiera cuando pensaba que mi vida académica había acabado para siempre, cuando trabajaba y no pensaba en volver a estudiar. 
    A mis sensaciones de todos los septiembres de mi vida uno este año dos nuevas: acabar el máster (sólo me queda el trabajo de investigación final y ya estoy en ello) y conseguir un empleo. Mi segundo proyecto es muchísimo más difícil que el primero, por la situación económica, porque no depende exclusivamente de mí y de mi esfuerzo y porque después de tres años sin trabajo... mis esperanzas están por los suelos. Espero que septiembre me ayude a enderezar mi rumbo, encontrar nuevos caminos y cambiar mi estado de ánimo. 
    En septiembre siempre me da por comprar bolis, rotuladores, cuadernos... Cosas nuevas que iré usando durante los meses siguientes. Utilizarlos me da ánimos, me da fuerza, porque me recuerdan a cuando los compré, me recuerdan a septiembre. El mes en el que el camino está aún por andar y en el que, todavía, todo es posible.
    Nos seguimos leyendo.

 

jueves, 30 de agosto de 2012

"El verano de los juguetes muertos", de Toni Hill: cuando la infancia nos persigue

   
   No sé porqué pero estoy en un momento de mi vida en que escojo los libros que leo bien por referencias, por reseñas que voy encontrando, por obligación, porque el título me resulta atractivo o por cualquier otro motivo que nada tenga que ver con su argumento. Es más, estoy leyendo los libros a ciegas, haciendo un esfuerzo consciente (y en muchos casos abrumador) por no conocer absolutamente nada de su contenido. Sé que no es la mejor manera de elegir un libro, pero qué quieres que te diga, en este momento de mi vida lectora tengo la manía de dejarme sorprender por la historia, abrir un libro sin haberlo prejuzgado, sin saber qué me va a contar.
    Así que cuando empecé a leer El verano de los juguetes muertos (el título ya era lo suficientemente sugerente como para dejarme seducir y, además, sabía que era novela negra, que me encanta, así que aunque no supiera nada más, ya tenía el éxito asegurado) lo primero que me sorprendió es que estuviera ambientada en Barcelona y que el personaje principal fuese argentino. En mi obsesión por no saber nada, ni siquiera había querido conocer al autor, Toni Hill. Con ese nombre, pensé en novela negra extranjera, así que descubrir a Héctor Salgado me dejó boquiabierta. Pero bueno, es lo que buscaba.
    Me sorprendió menos que los protagonistas fueran un hombre que lleva la voz cantante y una ayudante femenina. Y aunque Leire Castro es una mujer fuerte, que no le teme a la vida, inteligente, sagaz, que toma sus propias decisiones y que no se deja llevar por los tópicos ni del amor ni del trabajo, lo cierto es que ya son muchas las parejas detectivescas mixtas que van apareciendo en la novela policíaca, empezando por mi pareja favorita: Bevilacqua y Chamorro.
    Pero lo que más me sorprendió fue la mezcla de tramas, las investigaciones cruzadas, la multiplicidad de misterios por resolver. Por un lado, el caso principal, el que investigan Salgado y Castro: la muerte de un joven, Marc, tras caerse por una ventana. ¿Accidente? ¿Suicidio? ¿Asesinato?
   La segunda, relacionada con esta: el fallecimiento de Iris, amiga de Marc cuando ambos eran niños. La niña apareció ahogada en la piscina con las muñecas de su hermana rodeándola tétricamente. Esta es la trama que más me ha interesado y más me ha... dolido. 
    Y la tercera: un caso relacionado con el vudú, extraño, en el que está directamente implicado Salgado (le pegó una paliza al médico/sospechoso) y que es el que deja abierta la puerta a futuros libros. Para mí, lo más atractivo de esta trama es introducir la duda acerca de lo sobrenatural, acerca del poder de la mente, del miedo, de la sugestión, de lo que está más allá de los meros datos, pruebas e hipótesis que baraja el investigador de la novela negra. 
    A estas tres tramas principales se unen las historias personales de Salgado y Castro, historias humanas, muy actuales, que anclan la novela a la contemporaneidad.
    No voy a contar más sobre ellas porque, si estoy en una etapa en la que no me gusta conocer el contenido de los libros que leo, mucho menos me gusta desvelarlo a quien tengan interés por él. Solo añadiré que el hecho de que el narrador adopte la tercera persona (y no la primera, como ocurre en muchas otras novelas policíacas) permite cierto distanciamiento con respecto a los hechos, quizá menos reflexión sobre lo que ocurre y la sociedad en la que tiene lugar que en otras novelas del género y, por supuesto, la mezcla de esas tramas.
    En definitiva, un libro bien escrito, bien dosificado, con intrigas sostenibles e historias humanas, muy fácil de leer, muy entretenido y que indaga en las consecuencias de los silencios, en todas esas veces que podemos elegir entre contar o no contar, implicarnos o dejar que las cosas sigan su curso; en la vileza del ser humano, en nuestros miedos, en los sucesos de la infancia que cambian nuestras vidas y en la excesiva permisividad de quienes velan por nosotros.
   Nos seguimos leyendo.

Ficha técnica:



Título: El verano de los juguetes muertos  
Autor: Toni Hill
Editorial: Debolsillo    Género: novela policíaca, negra Páginas: 363  
Publicación  1/7/2011    ISBN: 9788499891040
  
  

martes, 28 de agosto de 2012

¿Hermanito? ¿Y eso para qué sirve?

   Esta es de hace un par de años... pero es que muy buena.
   Situación: Mi abuela y Lucía escribiendo la carta a los Reyes Magos.
  
   Mi abuela (haciendo como que escribe, con Lucía en su regazo): Queridos Reyes Magos. Este año he sido muy buena, así que quiero que me traigáis una muñeca y un hermanito (mi abuela es así)
   Lucía (se gira hacia ella como un resorte, con cara de sorpresa total): ¿Un hermanito??? ¡¡¡NO!!! Un DVD.  
  
   Moraleja: Las prioridades son las prioridades. Y cada uno tiene las suyas.

  Nos seguimos leyendo.

lunes, 27 de agosto de 2012

El erotismo en "Delta de Venus", de Anaïs Nin

  
    Ya conté en la reseña de Cincuenta sombras de Grey que no soy lectora ni de literatura romántica ni de literatura erótica, pero lo cierto es que después de leer a E. L. James y la reseña sobre Delta de Venus que publicó Pep Bruno me picó la curiosidad... y caí. Además, había leído la primera entrega del Diario de Anaïs Nin y, la verdad, me había dejado con ganas de más, de conocer su obra literaria, más allá de sus opiniones que la propia autora o sus amigos tenían sobre ella. Así que no lo dudé y lo incluí en mis lecturas para el Maratón de Lectura de agosto.
    He de decir que me ha sorprendido mucho, algunas cosas para bien y otras... no para tan bien. Quizá sea, ya lo he dicho, por mi inexperiencia en este campo, pero lo cierto es que hay algunos relatos que me han resultado como poco incómodos de leer. Advierto, en cualquier caso, que otros son maravillosos y que todos están muy muy bien escritos. Pero no sé si porque nuestros tiempos son diferentes, la sociedad ha evolucionado, antes era erótico lo que ahora es delictivo (o quizá siga siendo erótico, aunque a mí no me lo parezca en absoluto), porque se asocia la literatura erótica (como también pasa con parte del cine erótico o pornográfico) con cierto grado de perversión o de depravación o con la libertad más absoluta, porque la intención era provocar... o por cualquier otro motivo, lo cierto es que no comparto la visión de lo erótico que presenta Nin en algunos de estos cuentos. Comenzando por el primero, que casi consigue que desistiera de mi impulso de continuar profundizado en la literatura erótica. Seré yo, no digo que no, pero qué quieres que te diga, la pederastia no me resulta estimulante. En absoluto.
   Esa visión del sexo más allá de la convencionalidad de las relaciones matrimoniales típicas trae hasta los cuentos numerosos ejemplos del uso de la violencia o las drogas como potenciador del encuentro sexual. Además, el incesto, los encuentros homosexuales, la infidelidad o las relaciones espontáneas entre desconocidos también están muy presentes en un compendio de cuentos que, como la propia autora explica en su diario (los fragmentos en los que habla de ello aparecen en la edición que he leído, no sé si en todas), están escritos por encargo: durante los años 40, en época de bajos ingresos, Henry Miller y ella escribían cuentos eróticos para un enigmático coleccionista. En un primer momento, Anaïs los rechazo como parte de su propia creación, pero años más tarde, en los 60, descubrió tras una relectura que el hecho de que fueran un encargo, de que fueran eróticos y de que tuviera que plegarse a las exigencias del pagador (que le exigía que  se dejase de poesía y se centrase en el encuentro sexual en sí) no había conseguido eliminar su voz, el estilo propio de la autora. Ese que se filtra a través de todos los relatos, de todas las historias, que consigue presentar ambientes artísticos y exóticos con pinceladas tan certeras como hermosas y que llena la lectura de descripciones sexuales  poéticas, llenas de metáforas y evocaciones, explícitas sin caer en lo procaz, bellas sin caer en la cursilería.
    Pero lo que más me ha sorprendido es, en primer lugar, el protagonismo de la mujer y su actitud en los relatos. La mayoría no son mujeres no pasivas, sino totalmente activas, que desean, provocan el encuentro y disfrutan con él. Su seguridad frente al encuentro sexual tiene como consecuencia, a veces, un hombre paralizado ante mujer con esa iniciativa y que, además, hace gala de su inteligencia. La mujer activa sexualmente e inteligente no es el único modelo de mujer que aparece en la obra. También es frecuente el recurso al mito de la mujer fría, frígida, incapaz de sentir deseo y/o placer así como al mito erótico o sensual de la mujer en su papel de madre.
   En segundo lugar, me ha llamado la atención el análisis del componente psicológico que conlleva el sexo. Anaïs Nin conocía a fondo el psicoanálisis, tanto por ser paciente de psicoanalistas reconocidos (como Oto Rank, discípulo aventajado de Freud) como por estudiarlo y ejercerlo. Por eso, el psicoanálisis aparece en su Diario y también en estos cuentos. Incluso llega analizar el comportamiento sexual de algunos de los protagonistas de los relatos, como es el caso de Elena. Amplía, así, la dimensión meramente sexual del cuento erótico para fundirla con su esencia más humana, con la psique, con el componente mental.
    Hay mucho análisis del comportamiento humano frente al sexo y a los sentimientos en esta obra, superando el puro relato erótico o, incluso, pornográfico. Así, la autora indaga sobre la entrega y el rechazo, sexual pero también amoroso; sobre la obsesión o, invirtiendo el orden convencional, sobre el amor que puede llegar a surgir tras el o los encuentros sexuales, el amor que viene del sexo.
    En definitiva, que se puede ir más allá de la mera descripción de citas eróticas sin dejar de resultar estimulante; que se puede hacer buena literatura por encargo y dentro de un subgénero considerado menor o, incluso, marginal y que se puede ahondar en la esencia del ser humano, sus motivaciones, sus deseos, sus miedos, sus frustraciones, sus logros, sus retos o sus sueños cumplidos también a través del sexo.
   Nos seguimos leyendo.

Ficha técnica:



Título: Delta de Venus (Delta of Venus, 1969)   
Autor: Anaïs Nin 
Editorial: Bruguera    Género: Narrativa, cuentos, literatura erótica    Páginas: 234  
Publicación  Agosto 1983 (7º edición)                      ISBN: 9788402062208




jueves, 23 de agosto de 2012

El teléfono roto

  Situación: En casa, a mediodía. Yo, haciendo la comida. Suena el teléfono. Lo coge Lucía. No la oigo hablar en unos minutos. Después, dice:

   Lucía: Yo soy la hija de Lidia.
   Al otro lado del teléfono: (supongo por contexto) ¿Y no está tu papá?
   Lucía: No, estamos solas mi mamá y yo.
   Al otro lado del teléfono: (supongo, de nuevo) ¿Le puedes decir a tu mamá que se ponga?
   Lucía: No (y cuelga).
   Yo: ¿Quién era, Lucía?
   Lucía: No sé. Una chica.
   Yo: Y si no sabes quién era y no te dice quién es... ¿por qué hablas con ella?
  Lucía: Pues porque estaba escuchando lo que me tenía que decir.
  
   Por la hora, la conversación y la costumbre, deduzco que llamaban de Jazztel, para hacernos alguna super oferta revolucionaria (como hacen un par de veces a la semana). Mi chico y yo no las dejamos ni hablar. Se ve que la operadora aprovechó que tenía oreja disponible para largarle el rollo que tenía que soltar. Moraleja: Casi que voy a dejar que Lucía filtre tooodas las llamadas a mi casa. El desconocido que llame se sentirá escuchado y para cuando descubra que quien está al otro lado es una niña de cuatro años, Lucía ya se habrá cansado y habrá colgado.

  Nos seguimos leyendo.

miércoles, 22 de agosto de 2012

"Entra en mi vida", de Clara Sánchez: una maravillosa proyección literaria sobre los niños robados

     
    De Clara Sánchez me gustan muchas cosas. Me gusta ella, como ya expliqué aquí. Me gusta su capacidad para crear personajes que son, al mismo tiempo, personas normales y seres excepcionales; personajes que se convierten en amigos a medida que avanzamos en su historia. Personajes que, tiempo después de haber cerrado el libro, continúan contigo. Personajes sencillos pero profundos, héroes y villanos del siglo XXI, que corren las mismas aventuras y desventuras con las que a muchos nos toca lidiar hoy en día. Personajes que, dentro de su singularidad, encarnan valores o defectos universales. Personajes, en definitiva, de los que se puede aprender.
    De Clara Sánchez me gusta también su maravillosa manera de entreverar ficción y realidad, como si no existieran fronteras entre una y otra. Las historias que salen de su pluma son producto de su imaginación pero podrían haber ocurrido perfectamente. Quizá hayan ocurrido. Lo más seguro es que alguien haya vivido algo parecido. Porque parte de la realidad, de la actualidad, para dibujar historias tan verosímiles como humanas. Siempre hay un telón de fondo de verdad en sus novelas. Quizá puedan ser consideradas novelas históricas de temática actual. Quizá sean consideradas novelas históricas en un futuro. Lo que sí son, desde luego, es una mirada crítica a la realidad, una mirada profunda, no convencional, no acomodaticia, que trata de mostrar esa realidad con los ojos de quienes la viven.
    Pero lo que más me gusta de Clara Sánchez es que me hace pensar. Cuando acabo sus novelas, siempre se quedan unos días conmigo, me quedo dándole vueltas a la historia, al fondo social y actual, a las virtudes y defectos de los protagonistas, a las situaciones, a esas verdades universales que se esconden tras la normalidad de los personajes. Incluso tiempo después, todavía hay personajes e historias sobre las que vuelvo a pensar, cuando la actualidad o una conversación u otra novela me las recuerdan.
   Con este larguísimo preámbulo ya te habrás ido haciendo una idea sobre cuánto me ha gustado Entra en mi vida, una novela sobre la valentía y la cobardía, sobre la crueldad y la falta de escrúpulos, sobre los secretos que acaban arruinando vidas... y sobre las consecuencias de todo ello.

      Como ya expliqué en Anika entre Libros, en la presentación de la obra, Clara Sánchez contó que la idea de esta novela surgió de una experiencia personal, cuando ella dio a luz a su hija, sin que su marido estuviera cerca. Así, Betty, una de las protagonistas de la historia, dio a luz a su primer hijo sin la compañía ni de sus padres ni de su novio, que luego se convertiría en marido. Madre soltera y sola (solo su amiga Ana estuvo a su lado), fue víctima de las redes de robo de bebés que ahora van saliendo a la luz. Al menos, eso es lo que siempre creyó ella, pálpito que acabó transformándose de esperanza a obsesión y que terminó marcando toda su vida. Betty buscó y buscó a su hija y solo su enfermedad frenó su investigación.
    La hija mayor de Betty, Verónica, ha vivido desde los 10 años guardando el secreto de su madre, sabiendo que ella cree que la niña de una foto que guarda celosamente en su armario es también su hija pero sin confesar que lo sabe. Cuando Betty caiga enferma, Verónica tomará el testigo de su madre, en busca de esa hermana perdida que, mientras tanto, ha llevado una vida propia, con las que ella cree que son su madre y su abuela. Una vida de huídas y secretos, de sobreprotección y silencios.
    La historia está narrada de modo que engancha. Clara Sánchez tiene la habilidad de hacer fácil lo difícil, de conseguir que la historia casi se vaya contando sola, de forma natural, sin recovecos ni alardes de estilo. Y eso, aunque parezca todo lo contrario, cuesta mucho. Cuesta luchar con las palabras, para buscar la mayor precisión; con la estructura, para lograr que se adapte como un guante a la tensión narrativa y a los tempos que exige el contenido; con los personajes, para que resulten verídicos, verdaderos, humanos. Pero el resultado es fantástico: un libro que se lee solo, que te atrapa, que te amarra entre sus páginas y no te deja salir hasta que ha acabado contigo, hasta que has descubierto la verdad, hasta que eres parte de la historia.
    Uno de los aspectos que más preocupaba a Clara Sánchez, según contó en la presentación, era cómo unir ambos mundos, cómo enlazar las vidas de Verónica y de Laura; cómo romper la barrera que las separaba, la barrera de la ignorancia, de las sospechas, de las cosas que pasan pero que tú no aprecias hasta que algo o alguien les da sentido. ¿Hasta qué punto tiene Verónica derecho a entrar en la vida de Laura? ¿Hasta qué punto puede poner patas arriba su modo de entender lo que le rodea? ¿Y qué consecuencias tiene? ¿Vale la pena arriesgar la estabilidad, la seguridad, en beneficio de la verdad, de una duda, de un pálpito, de una intuición?
   Esa es una de las cuestiones que más me han hecho pensar, tanto durante la lectura de la novela como después. Me pongo en la piel de Verónica... y no sé qué haría. Me pongo en la piel de Laura y tampoco sé cómo reaccionaría. Me parece que Clara Sánchez lo resuelve de forma extraordinaria... pero soy incapaz de dejar de pensar en quienes se han visto en esa situación en su vida real, en qué postura eligieron, en cómo reaccionaron, en cómo la verdad cambió sus vidas.
    La otra gran cuestión sobre la que reflexionar, claro está, es la trama de los niños robados. ¿Cómo alguien es capaz de robar un niño, de separarlo de su madre legítima, sin preguntar, sin conocer las circunstancias? ¿Cómo alguien es capaz de creer que tiene la verdad suprema en sus manos, la capacidad de decidir sobre la vida de los demás? ¿Cómo alguien es capaz de creer que existe la verdad suprema? ¿Qué siente las madres? ¿Qué siente los hijos cuando empiezan a intuir la verdad o cuando la descubren? Son cuestiones que me hago pero para las que no encuentro respuesta. Son situaciones que me cuesta imaginar. Son razones (las de los médicos, enfermeras, matronas, monjas, psicólogos y demás implicados en estas redes) que me parecen inconcebibles, inexcusables... totalmente incomprensibles para mí. ¿Solo por el dinero? ¿El dinero es capaz de hacer que personas en las que la sociedad confía por defecto hagan este tipo de cosas? ¿Es la religión, la visión maniquea de las relaciones sentimentales: madre casada, buena; madre soltera, mala? ¿Crueldad gratuita? ¿Falta de empatía? No sé... soy incapaz de encontrar respuestas.
    Y, finalmente, otra gran cuestión sobre la que he pensado, un clásico en mí: las consecuencias que la educación que recibidos, que las circunstancias que rodean a nuestra infancia tienen en nosotros, en nuestra personalidad, en nuestro carácter, en nuestra forma de vivir nuestra propia vida.
    En definitiva, una novela muy muy muy recomendable, por cómo está contada y por lo que cuenta; por la historia y por los personajes; por la ficcionalización de la actualidad y por la reflexión sobre la actualidad misma.
   Si te pica la curiosidad y no tienes el libro a mano, aquí puedes encontrar las primeras páginas de la novela, para ir abriendo boca, además de todos los datos del libro, opiniones, etc.
   Nos seguimos leyendo.

Ficha técnica:

Título: Entra en mi vida  
Autor: Clara Sánchez 
Editorial: Destino         Género: novela     Páginas: 480  
Publicación  20/03/2012    ISBN: 9788423325177

lunes, 20 de agosto de 2012

Maratón de lectura: pequeño balance

  
    De vuelta de vacaciones y después de aprovechar la semanita en la playa para darle un buen empujón a mi lista de libros para el Maratón de lectura, hago un pequeño balance... aunque solo sea para aclararme yo conmigo misma de lo que he leído y lo que me falta. Y, por supuesto, para contarte una primera y pequeña primera impresión de lo que he ido leyendo. Prometo opiniones más amplias de todos.
    A 20 de agosto he leído ya:
  • Blog de madre, de Eva Quevedo. ¡Qué descubrimiento!! Yo no conocía el blog pero me he reído... como una auténtica loca. Es que me he sentido muy muy muy identificada con muchas de las cosas que cuenta jajaja! Lo reseñaré para Anika entre libros... así que cuando ella lo publique enlazo la reseña para que compruebes cuantísimo me ha gustado.
  • Cómo no ser una drama mamá, de Amaya Ascunce. Digo exactamente lo mismo. Tampoco conocía el blog y ahora mismo no sé cómo he podido vivir tanto tiempo sin los consejos de la drama mamá y las consecuencias que tales consejos han tenido para La Nena. La gente me miraba mal en la playa cuando soltaba una carcajada... pero, oye, la risa se va acumulando dentro de una y llega un momento en que explota. Qué le vamos a hacer. También lo reseñaré para Anika.
  • La penúltima oportunidad, de Caroline Vermalle. Una fábula sencilla y que se lee casi casi del tirón para descubrir algunas de las grandes verdades de la vida: a veces perdemos el contacto con seres a quienes queremos sin razón, solo porque sucede. Y siempre nos arrepentimos de ello. Y a veces perdemos la conexión con nuestros propios sueños, también sin motivo aparente. Y también nos arrepentimos. Menos mal que siempre queda una penúltima oportunidad para enmendar nuestros errores. También lo reseñaré para Anika. 
 
  • Entra en mi vida, de Clara Sánchez. ¿Qué decir de Clara Sánchez? Que nunca me defrauda. Es una de mis autoras de cabecera, esas que sabes que te van a gustar, por lo que lees pero también por cómo está escrito. Una pasada de novela que me ha dado mucho que pensar. Tengo la reseña ya medio escrita, así que esta semana la colgaré.
  • Delta de Venus, de Anaïs Nin. He ido leyendo los cuentos con cuentagotas porque, oye, una no es de piedra. También tengo la reseña medio escrita (la cosa no daba para más en la playa) así que intentaré colgarla también esta semana. Adelanto que me han sorprendido muchas situaciones que presenta, que algunas me han echado un poco para atrás pero que todos los cuentos están muy muy muy bien escritos.
   Obviamente, acabé también La casa de Riverton, novela que estaba casi terminando cuando empezó el maratón y que reseñé en este blog. Y ahora mismo estoy a punto de acabar Las desterradas hijas de Eva, de Consuelo G. del Cid (me está gustando mucho pero me parece taaaaan duro que he tenido que compaginar su lectura con otro, porque si no me podía dar un algo de tanta tristeza y tanta indignación y tanta impotencia como se estaba acumulando dentro de mí) y voy por la mitad de El verano de los juguetes rotos, de Toni Hill, que, de momento, va bastante bien.
    En resumen, que me falta acabar estos dos y leer otros dos Cómo encontrar un trabajo satisfactorio, de Roman Krznaric y el primero de Petra Delicado: Ritos de muerte, de Alicia Giménez Bartlett. No va mal la cosa. A ver si acabo con buen pie.
    Nos seguimos leyendo.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Dudas y esperanzas


He tomado prestada la foto de aquí  
    ¿Cuándo empiezan a crecernos los prejuicios? ¿A qué edad se desarrolla el miedo, la desconfianza, el temor, el odio hacia lo diferente, hacia lo desconocido? ¿Hay un momento de la vida en que surgen, sin más, como el vello? ¿O se van cociendo a fuego lento en nuestro interior hasta que el vapor los va sacando a la luz y vamos siendo conscientes de que están ahí?
    Hoy Lucía se ha puesto a jugar con una niña con parálisis cerebral. Todo absolutamente normal. Se ha sentado a su lado, le ha prestado sus juguetes… y ¡a jugar! Sin preguntas, sin extrañezas, con total naturalidad. Disfrutaba con la radiante felicidad que transmitía la niña al ver que otra igual quería jugar con ella, se sentaba a su lado, compartía sus cosas.
    Pasados unos minutos, Lucía se ha dado cuenta de que había algo especial en esa niña. No hablaba, solo gruñía o gritaba; y aplaudía frenéticamente para demostrar la felicidad que sentía. Lucía solo ponía cara rara cuando ella la empujaba para que se sentara a su lado. No le gustaba demasiado que lo hiciera, pero no le importó. No sé qué pensaría, pero no se alejó, no me miró a ver cómo reaccionaba yo, no se sintió herida por los empujones de la niña. Siguió allí, jugando con ella.
    Los padres de la niña estaban con ella y las ayudaban a jugar. Lucía ha entablado una conversación con la madre, como si fueran dos iguales: no con el tono de una niña a una madre ajena, o de alguien que actúa por pena o solidaridad. Como si fueran viejas amigas, Lucía le ha preguntado que en qué idioma hablaba su hija. La madre, con naturalidad, le ha contestado que es una niña especial, que tiene un problema para hablar y para moverse, pero que es una niña normal. Y así lo ha aceptado Lucía, que no ha preguntado nada más sobre ella.
    Viéndolas jugar he pensado en todo eso. En el rechazo que nos produce la diferencia, a veces solo por miedo, a veces solo por pena, a veces solo porque no sabemos cómo reaccionar frente a ella. Y me he preguntado cuándo empieza a ocurrirle eso a uno.
    Quisiera que a mi hija no le pasara. Deseo que sea así toda su vida. Que acepte la diferencia como parte de la igualdad, lo extraordinario como parte de la normalidad. Todos somos iguales y todos somos diferentes. No hay más vueltas que darle.
    Quisiera que no fuera desconfiada, que no tuviera reticencias ante la gente, que fuera amable, simpática y empática con todo el mundo por igual. Pero tampoco quiero que la hieran, que la defrauden, que abusen de su confianza ni de su forma de ser. ¿Cómo enseñárselo? ¿Dónde está la sutil frontera? ¿No se puede ser buena gente sin que te tomen por tonta? ¿Cómo se compagina la bondad y el poner a cada uno en su sitio? Quisiera enseñarle la diferencia, descubrir esa frontera, mostrarle el truco. Pero ni yo lo sé.
    Lucía me gusta ahora tal y como es. No cambiaría nada de ella. Soy su madre, claro; pero quiero pensar que no me ciega el amor cuando pienso que tiene las cualidades que me gusta ver en cualquier persona. Me gusta como es. Me gusta cómo es. Por eso me martiriza pensar en lo que la vida le puede hacer, en las heridas que le irá causando y en cómo irá moldeando su personalidad a fuerza de golpes. Quisiera pensar que su forma de ser no es solo cuestión de la edad. Quiero creer que su personalidad ya está esbozada, aunque quede llenarla de color. Solo deseo que sea de colores plenos y brillantes. El pincel está también en mi mano. ¿Cómo consolidar el brillo para que venza a la oscuridad cuando alguien la aplique a ese dibujo?  
    Nos seguimos leyendo.

martes, 14 de agosto de 2012

Sobre la amistad y sus razones

  Situación: En cualquier lugar.

   Lucía: Hola, niña. ¿Cómo te llamas? 
    
  Moraleja: Hacer amigos nunca volverá a ser tan fácil...

 Nos seguimos leyendo.

domingo, 12 de agosto de 2012

Molinos sin viento

¡Non fuyades, cobarde!
Hoy los molinos solo escapan del visor de la cámara cuando tratas de dispararles. La velocidad es el signo de estos tiempos, amigo Sancho.


jueves, 9 de agosto de 2012

"El rayo dormido" o la verdad que todos llevamos dentro

    Un libro-consejo para estos días de vacaciones. 



Ficha técnica:

Título: El rayo dormido  
Autor: Carmen Amoraga 
Editorial: Destino           Páginas: 448         Género: novela, histórica                  
Publicación  01/06/2012    ISBN: 9788423327133

    La verdad es que me ha gustado mucho. No había leído nada de Carmen Amoraga (aunque tenía El tiempo mientras tanto, finalista del premio Planeta de 2010, pendiente de leer) y lo cierto es que este libro no me ha decepcionado. Después de leerlo y de hacer la reseña para Anika entre Libros le eché un ojo a otras reseñas y opiniones sobre la autora. Hay quien dice que este libro tiene una estructura más sencilla que otros y quien cree que se nota su evolución creativa y que esta novela está más lograda que las anteriores. Yo, de momento, no puedo juzgar su trayectoria, solo puedo juzgar esta obra y, ya digo, me ha hecho disfrutar mucho, que no es poco.
    Además, dos circuntancias han hecho que me guste aun más. La primera: no lo leí sola. Mientras lo hacía, participaba en un club de lectura en Facebook. Era la primera vez que tomaba parte en una iniciativa así y, aunque esperaba un poco más de profundizacion y comentarios por parte de los lectores (aunque hay que entender que, al final, cada uno lo leyó a su ritmo), he descubierto muchas cosas y anécdotas super interesantes. La autora aprovechó el foro para explicar de dónde habían salido los personajes, mostrar fotos de las personas reales en las que se ha basado, colgar documentos relacionados... O sea que fue enriqueciendo la novela con la base real, histórica, sobre la que se asienta y con aportaciones sobre su propio camino creativo, sobre lo que iba a ser la novela y lo que acabó siendo, sobre de dónde sacó el título... En fin, muchos datos interesantes para una amante de la literatura y la creación como yo.
    Me gustó tanto lo que iba colgando y explicando, lo que había escrito y también su carácter... que (y esta es la segunda circunstancia) la entrevisté, también para Anika. En esa entrevista me contó parte de lo que yo ya sabía a través del club de lectura, una información no accesible para todo el mundo, y muchas cosas más.
   Enlazo tanto la reseña como la entrevista que he hecho para Anika sobre la obra. Quizá así puedas entender la razón por la que la recomiendo.

Argumento:


    Natalia Soler investiga la vida de dos hombres que compartieron pueblo y apellido en la época de la II República y la Guerra Civil: Antonio y José Emilio. La relación y los testimonios de los ancianos con los que va hablando para elaborar su libro y el regreso de una amiga de su juventud remueven la solitaria vida de la periodista hasta cambiarla por completo. (seguir leyendo la reseña)

Entrevista:

    Promocionar una novela ya es una tarea dura de por sí… pero si además estás embarazada de ocho meses, las presentaciones, entrevistas, firmas de libros, etc. pueden llegar a ser agotadoras. Aún así, Carmen Amoraga (Picanya, Valencia, 1969) no ha perdido la sonrisa ni la cercanía en ningún momento. Tratando con ella descubre una de dónde saca la inspiración para hacer personajes tan reales, tan cercanos y tan entrañables; personajes como los de su última novela, “El rayo dormido”. (seguir leyendo la entrevista)

    Nos seguimos leyendo. 


lunes, 6 de agosto de 2012

¿Adicción o previsión?

   Situación: En casa, Lucía viendo la tele por la mañana; yo, en la habitación del ordenador. Presto atención a lo que está viendo. ¿Teletienda? Es un anuncio sobre un rodillo de estos que lo limpian todo. Y sigue en el mismo canal, no está haciendo zaping. ¿Cuánto tiempo lleva viéndolo? ¿Cuánto tiempo llevo yo aquí? Unos cinco minutillos. ¿Cinco minutos pendiente de la teletienda????
  
   Yo: Lucía... ¿qué estás viendo?
   Lucía: Lo del cepillo que limpia todo.
   Yo: ¿Y qué haces viendo eso???
   Lucía: Pues que cuando sea mayor me voy a comprar uno.
  
   Moraleja: Hoy tengo dos. 1: La Teletienda engacha a cualquier edad. 2: Hay niñas que planean su boda desde que son pequeñas. Otras toman nota de ideas que les faciliten una tarea que tendrán que hacer sí o sí.

  Nos seguimos leyendo.

jueves, 2 de agosto de 2012

"La casa de Riverton": en todas las familias cuecen secretos

   Tengo la ¿mala? costumbre de darme atracones de autores. No sé si a ti te pasa lo mismo. Ni siquiera sé si es malo. Leer varios libros seguidos o, por lo menos, cercanos en el tiempo del mismo autor me permite poner su trayectoria en perspectiva, ver cómo ha evolucionado, descubrir las técnicas que ha ido aprendiendo, los trucos literarios que ha ido poniendo en práctica. La verdad es que disfruto mucho viendo crecer a un escritor, localizando las técnicas narrativas que va probando, los experimentos que va realizando. Pero esta manía mía también tiene su parte negativa: hay veces que acabo saturada del mismo autor y, después de un atracón de tres, cuatro, cinco libros... acabo por no volver a él hasta muuuuucho tiempo más tarde, por mucho que me haya gustado. Manías lectoras inexplicables que tiene una.
    De momento, no me ocurre con Kate Morton. Ya conté en la reseña de El jardín olvidado que me había gustado mucho y que tenía la intención de continuar leyendo sus novelas... y así ha sido: acabo de terminar La casa de Riverton. Lo malo, en esta ocasión, es que, sin darme cuenta, he invertido el orden: primero escribió La casa y luego El jardín. Y eso se nota. O, por lo menos, yo le echo la culpa de que este último me haya parecido más flojillo a eso, a una cierta inmadurez literaria.
   Vamos a ver, el libro es muy entretenido, pero no me ha resultado tan redondo como El jardín olvidado, ni tampoco me ha enganchado tanto. Puede que sea por la historia en sí: allí donde haya un escritor como personaje literario caigo rendida a los pies de la trama que sea. Pero en La casa de Riverton hay cine, hay narración, hay historias, hay cuentos... ingredientes todos ellos que me parecen muy atractivos como trasfondo para cualquier novela.
    La ambientación es perfecta. Las descripciones de mansiones, jardines, vestidos, música... te meten de lleno en la época, desde poco antes de la I Guerra Mundial hasta 1924. Los felices años 20 quedan perfectamente retratados, tanto por la manera de vestir y comportarse de los personajes como por el choque ideológico que se produce, por ejemplo, entre Hannah y su familia y, más aún, entre la hermana pequeña de esta, Emmeline, y el personal de servicio de la casa Riverton, tras algunos años sin verla. Es el cambio de los tiempos, el fin de una sociedad tradicional y el comienzo de la sociedad capitalista, telón del fondo sobre el que transcurre la historia.
   La novela está contada a través de dos tiempos narrativos que se superponen, a veces con absoluta continuidad, sin ningún tipo de transición ni advertencia gráfica o literaria (y he de decir que ese juego, ese pequeño reto al lector, me ha estimulado mucho): las primeras décadas del siglo XX y el último año del mismo siglo. La voz narrativa es ejercida en primera persona por Grace, una joven que sirvió en la casa Riverton y que en el ocaso de su vida es requerida por una directora de cine que está realizando una película sobre un trágico suceso que tuvo lugar en la mansión. Los recuerdos de Grace se irán mezclando con sus problemas actuales y unirá ambos a través de las cintas que graba a su nieto, en las que le cuenta toda su historia, todos los secretos que ha ocultado hasta ese momento.
   En cierto modo, la mirada atrás funciona como epílogo de la vida de Grace. Su vuelta a una casa Riverton convertida ahora en reclamo turístico recuerda al camino que recorren los elefantes antes de morir. Morir donde uno ha crecido, donde se ha convertido en persona, a donde pertenece.
    Hay algunas sorpresas literarias que se ven venir y eso me ha disgustado por la excesiva simplicidad del planteamiento. Sin embargo, con otras no ocurre lo mismo y pillan realmente desprevenido a un lector ya entregado a los personajes. Y es que el ritmo de la novela va intensificándose a medida que avanza, de modo que al final se condensan no solo la resolución del misterio que nos presenta ya en las primeras páginas del libro, sino un puñado de giros inesperados más. 
   Mi impresión leyendo la novela es que el final mejora la opinión general que produce la obra: al dejarte sin aliento en los últimos capítulos y regalarte un final explosivo, con la resolución de los enigmas propuestos, y una última carta que cierra la historia desde la perspectiva más humana y entrañable, la autora da un giro a la novela que te deja un buen sabor de boca.
    En definitiva, Kate Morton dibuja una historia que mejora a medida que avanza y mantiene la tensión narrativa hasta el final de una novela fácil de leer, muy entretenida y que te hace pensar en todas esas cosas que hacemos buscando el bien de los demás pero que, al final, causan el efecto contrario al pretendido.
    Nos seguimos leyendo.


Ficha técnica:


Título: La casa de Riverton (The house of Riverton, 2006)   
Autor: Kate Morton 
Editorial: Suma de Letras    Género: novela, thriller    Páginas: 520  
Publicación  19/10/2011    ISBN: 9788483650141

miércoles, 1 de agosto de 2012

Lecciones de vida entre fogones

El trabajo del niño es poco pero el que lo rechaza es un loco.

    Estas eran las palabras mágicas que abrían las puertas de la cocina de mi bisabuela, el "ábrete, Sésamo" que me permitía sentarme a su lado y ayudarla a lo que fuera: quitarle la hebra a las judías verdes, batir un huevo, redondear las albóndigas, dar forma a las croquetas... Cualquier cosa que unas manos pequeñas e inexpertas como las mías pudieran hacer. Y mientras, hablábamos de la vida, de la familia, de mis cosas, de los programas de la tele, de recetas de cocina... de todo.
   Con un gesto tan simple como permitir que la ayudara a cocinar, mi bisabuela Chon me hacía sentir mayor, responsable, capaz. Hoy, cuando tantas veces me pregunto cómo debo actuar con mi hija, qué debo hacer para que sea responsable e independiente, cabal y segura de sí misma, respetuosa con los demás y buena persona; hoy, después de leer tantos libros y ver tantos programas de televisión sobre cómo educar a los hijos; hoy que tengo a quien legar la herencia que he recibido de mi familia, hoy... me acuerdo de mi bisabuela. Y de lo que sentía a su lado.
   Pude disfrutarla durante mucho tiempo, aunque el tiempo con las personas a las que quieres siempre se hace demasiado corto cuando mueren. Falleció hace ahora once años. Y últimamente he pensado mucho en ella. Parte de la culpa de esos recuerdos la tiene este libro, que he reseñado para Anika entre Libros:


    Cuenta cómo se refuerza el vínculo entre una abuela y su nieto a través de la comida. No es una maravilla literaria, pero es uno de esos libros que cuenta historias entrañables, historias sencillas que recuerdan al lector la magia que esconde cada día que amanece. Leyendo las aventuras culinarias de Sebastián y Lola me he acordado de algo que nunca había olvidado pero que, a veces, queda adormecido dentro de mí: el vínculo que mi abuela Chon y yo teníamos. A pesar de lo oculta que su historia ha estado siempre para nosotros, los bisnietos, y de que aun hoy no sepa a ciencia cierta cuál fue su pasado, la quiero y la admiro. Por lo que sé y por lo que me imagino.

    Hoy me he vuelto a acordar de ella y del libro. Lucía me ha ayudado a hacer albóndigas. Y sé que se ha sentido mayor, orgullosa de sí misma y satisfecha por haberme ayudado. Y ha comprendido que cocinar también es una forma de decir te quiero, porque cuando ha llegado su padre le ha preguntado qué le ha parecido la comida y cuando él ha respondido que estaba buenísima, ella le ha contestado: "es que lo hemos hecho tus chicas, con mucho amor". Es una lección que quería que aprendiera mi hija y unos sentimientos (la satisfacción, la valía, la felicidad que da hacer algo por alguien) que me gustaría que conservase para siempre. 


   Soy como soy por muchas razones, por muchas de las cosas que me han pasado, por todos los sentimientos y vivencias que he experimentado. Pero un trocito de mí es como es por mi abuela Chon. Sé que a ella y a mi abuela Angelita les debo muchas cosas, sobre todo, mi pasión por la cocina. Cuando se tienen buenas maestras, es difícil no aprender. Espero serlo yo también.
   Nos seguimos leyendo.

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