jueves, 31 de octubre de 2013

ENTREVISTA A MAR MELLA, AUTORA DE “AZUL VERMEER”: “La personalidad de cada uno de los tonos que inician los distintos bloques impregna el desarrollo de los acontecimientos que se van contando, hasta crear ese otro lienzo que constituye la historia en sí”



Hay libros de los que hablar de personajes, de historia, de intriga, de trama, de ambientación, de documentación, de lugares… En esta novela podríamos hablar largo y tendido sobre todos estos aspectos pero si hay algo que marca la diferencia en Azul Vermeer es el final. Así que por ahí habrá que empezar la entrevista.
  • Al cerrar el libro, el lector tiene la sensación de que, a pesar de haber compartido 448 páginas de su vida con Marta, la protagonista de la novela, al final… resulta que no la conoce. De hecho, esa misma duda la expresan otros muchos personajes de la novela. ¿Es que nadie conoce a Marta? ¿Solo ella misma? ¿O usted, que le ha dado vida? 
  • Aunque es cierto que el final puede causar cierta sorpresa,creo que, en realidad, es bastante consecuente con la personalidad de la Marta. Ella es una persona bastante reservada, distante y opaca a veces, invisible otras. Alguien que encuentra más fácil bajar la guardia y dejarse llevar por los sentimientos que le provoca una obra de arte que abrirse hacia otras personas.
  • En cualquier caso, esta construcción de personajes no es habitual en la literatura. Lo normal es que, de alguna manera, lector y protagonista lleguen a ser buenos amigos al final de la novela. ¿Por qué quiso romper con esta máxima o esta costumbre y dibujar un personaje tan opaco como Marta? 
  • Marta utiliza su carácter como un escudo de protección ante un mundo que no siempre ha sido benévolo con ella pero, a la vez, esa misma distancia que  impone la termina acercando al lector de alguna manera. Aunque es cierto que cueste encontrar ese punto de conexión con ella, se llega a entenderla y comprenderla. 
  • En un momento de la literatura en el que una de las estructuras más habituales es la de dos hilos argumentales ubicados en diferentes momentos históricos que, al final, acaban confluyendo, usted apuesta por una estructura diferente y original. Es verdad que al principio, al comenzar la historia en Delft, en 1675 y continuar, en el segundo capítulo, en la actualidad, una llega a pensar “otra vez la estructura de las dos tramas paralelas”… pero en el tercer capítulo confirma que no es así. Aún así, la estructura es peculiar, porque el libro está dividido en cuatro partes y al comienzo de cada una de ellas el narrador viaja en el tiempo y en el espacio para presentar a un personaje diferente a Marta, que es el que centra la mirada de la voz narradora en el resto de los capítulos. ¿Cómo se le ocurrió esta idea? 
  • Creo que las distintas tramas que iban confluyendo en la historia, la pedían. Aunque Marta es, indiscutiblemente, la protagonista de la historia, había algunos personajes secundarios que tenían tanto o incluso más peso que ella. Un pequeño puzle con el que enmarcar su personalidad. 
  • Y cada parte está, además, encabezada por un color, lo que une estructura y contenido…. 
  • El color era un parte tan importante de la obra de Vermeer como la propia composición y se convirtió en mi pequeño homenaje a su genio. Por otro lado, la personalidad de cada uno de los tonos que inician los distintos bloques impregna el desarrollo de los acontecimientos que se van contando, hasta crear ese otro lienzo que constituye la historia en sí. 
  • Hablando del contenido y, sobre todo, de la documentación que requiere una novela así... ¿cómo fue el proceso de armar el telón de fondo de una obra como esta, los escenarios en los que se mueven los personajes?
  • Bastante trabajoso, la verdad, y a la vez muy gratificante. Aunque Vermeer es un pintor mundialmente conocido ahora, los estudios sobre su obra son todos bastante recientes, a diferencia de otros grandes maestros que gozaron de una amplia popularidad mucho antes. Quizás por ello, su figura todavía conserva cierto aire de inaccesibilidad al que contribuye que su obra, o lo que conocemos de ella, no sea demasiado extensa. Recuerdo la visita al departamento de restauración y conservación de un prestigioso museo de Madrid como una experiencia inolvidable. Una oportunidad única de ser testigo de cómo se realizan los delicados procesos de análisis y rehabilitación de una obra de arte.
  • Creo que la parte más documental, más erudita, está muy bien integrada en la novela. Aunque hay auténticos minitratados sobre diferentes materias (como la clase magistral que Ruud da a Marta sobre pigmentos antiguos), el lector no tiene la sensación de que esté metido con calzador, de que sea una excusa del autor para mostrar todo lo que ha aprendido durante el proceso de documentación. Los personajes están tan bien construidos que ese pequeño relato al margen de la trama principal está perfectamente integrado. La felicito por ello. 
  • ¡Gracias, Lidia! Para mí era primordial intentar trasmitir la importancia que muchos pintores conceden a cada paso del proceso de creación de sus obras. Quizás, en este caso, la propia obsesión que el arte despierta en los personajes facilitase que esas partes del libro se integraran mejor en la historia. 
  • Ruud es, sin duda, el personaje más… digamos… amable o benévolo de la novela, a pesar de su apariencia. ¿De dónde surgió el maestro restaurador? 
  • Ruud es un personaje que “decidió” alzar la voz por él mismo. Empezó en una primera versión de la historia con una actuación mucho más secundaria pero su magnetismo irradiaba de forma evidente. Creo que, además, se convirtió en un buen contrapeso a la personalidad de Marta. Alguien más humano, un bálsamo con el que suavizar un poco algunas de sus aristas. 
  • En realidad, todos o casi todos los personajes tienen una doble cara: la que muestran y la que ocultan, lo que son en su relación con los demás y lo que se reservan solo para sí mismos… ¿como todos? 
  • Supongo que sí… Cada uno de nosotros, aunque actuemos de forma más o menos predecible la mayoría de tiempo, siempre nos guardamos una faceta desconocida que suele salir en circunstancias muy particulares o simplemente camufladas tras anhelos que nos cuesta manifestar. Esa también es la grandeza del ser humano y la que, muchas veces, nos empuja a luchar por lo que queremos. 
  • Muchas de esas dobles caras o de esas personalidades hasta cierto punto escindidas tienen que ver con una infancia infeliz y, sobre todo, con un ejercicio de la paternidad, cuanto menos… dudoso. ¿Por qué hay tantos “malos padres” en la novela? 
  • ¡Esa es una reflexión que mis padres también se hicieron (risas)! Yo tuve la suerte de disfrutar de una infancia tranquila, feliz y soy incapaz de disociar mi personalidad adulta de ese clima de confianza, cariño y aceptación en el que crecí. Es cierto que algunas de las figuras parentales que aparecen en el libro no son ejemplares, aunque también los protagonistas cuentan con apoyos determinantes, en otras personas, para lograr suplir esos afectos. 
  • ¿Hay un cierto determinismo, una forma determinista de entender la vida: nadie escapa a las secuelas de una infancia infeliz? 
  • Aunque pueda ser importante para ser de una manera u otra, o tener un carácter específico, creo que también contamos con el regalo de tener opciones y oportunidades para cambiar, crecer y romper con las ataduras de un pasado injusto. 
  • Esta es su primera novela y sin embargo denota una madurez literaria sorprendente… ¿cómo lo ha logrado? 
  • ¡Muchas gracias!  Sólo se me ocurre, de alguna manera, la cantidad de tiempo,  de horas de trabajo que le dediqué han podido contribuir. Probablemente, por una combinación de inexperiencia y cabezonería, tuve que rehacer la novela varias veces, hasta estar contenta con el resultado. 
  • ¿Y cómo lleva los nervios por cómo se tomarán los lectores la novela? ¿Son difíciles de sobrellevar? 
  • ¡Han salido todos al final! Durante su escritura decidí centrarme sólo en disfrutar del proceso y dejarme llevar por lo que me iba dictando la intuición. Creo que, en general y con un poco de distancia, todos somos bastante buenos jueces de nosotros mismos pero no cabe duda que el momento de afrontar las primeras críticas son duras y un buen ejercicio de humildad. Yo tuve la suerte, de recibir muy buenos consejos que me ayudaron a pulir mejor la novela. 
  • Sinceramente, creo que no deba tener nervios. A veces cuando se nos presenta un libro como “la revolución literaria del otoño… o del invierno” o de lo que sea, se generan una expectativas en el lector que luego no se ven satisfechas. Yo creo que eso no ocurrirá con Azul Vermeer… así que le deseo una larga vida al libro y a usted mucha velocidad y constancia para que podamos disfrutar de tu segunda novela lo antes posible. 
  • Gracias por tu apoyo y por esa inmensa labor de soporte a la lectura, autores ya consagrados y a la llegada de autores y obras nuevas. ¡Ha sido un descubrimiento y un placer inmenso conocerte! 
  • ¡Lo mismo digo!

miércoles, 30 de octubre de 2013

"Azul Vermeer", de Mar Mella: una fantástica novela construida a base de personajes, historia, documentación, pulso y estilo

 

Ficha técnica:


Título: Azul Vermeer            Autora: Mar Mella         Editorial: MR            Género: novela        Páginas: 448
Publicación:  02/10/2013    ISBN: 978-84-270-4068-7

Sinopsis (editorial):


  1675. Delft, Países Bajos
«—El panadero no nos fiará más. Ha accedido a llevarse el cuadro que queda en el estudio para terminar de saldar nuestra cuenta. Llevamos casi dos años sin pagarle.
—¿No podías haber buscado otra solución? —La boca de su madre se contrajo en una mueca—. Ya le has entregado uno y sabes que ese lienzo era uno de sus favoritos. Él habría hecho cualquier cosa antes de verlo colgado en la pared del salón de un…
—Si hubiera hecho lo suficiente, no me vería obligada a tener que hacerlo yo ahora.»

Actualidad

Marta Miralles, una brillante restauradora de pintura flamenca, accede a restaurar un antiguo lienzo sin catalogar perteneciente a la familia Medraño, propietaria de una de las casas de subastas más prestigiosas de Europa. Cuando Marta acepta el encargo, vuelve a reencontrarse con algunos de los fantasmas de su pasado, como Javier, su primer amor, y Paddy, el hombre del que estuvo enamorada la mayor parte de su vida. Pronto, la vida de todos terminará por fundirse con la historia de ese misterioso lienzo y con la obsesión de Marta por el famoso maestro Vermeer y su obra…
 Azul Vermeer nos adentra con pulso magistral en el desconocido mundo del arte y los coleccionistas privados, en las intrigas que se esconden tras las galerías más prestigiosas y en el submundo que oculta el mercado negro de obras sin catalogar. Una cautivadora novela que te hará amar el arte y los colores.
  Normalmente, cuando uno lee un libro, va conociendo progresivamente a todos los personajes, sobre todo, al o a los principales. Sin embargo, tras cerrar Azul Vermeer, una tiene la sensación de que no conoce a Marta Miralles, con la que lleva compartiendo 448 páginas de su vida. Y, después del punto final, siento que, en realidad, no sabría definirla, no sabría decir cómo es, no podría retratarla, sobre todo moralmente. Ocurre muchas veces en la vida real pero no tantas en la vida literaria, así que me parece prodigiosa la capacidad de Mar Mella para echar capas y capas de pintura sobre la personalidad de Marta (curioso, me acabo de dar cuenta de la coincidencia de siglas entre la autora y la protagonista) hasta volverla totalmente opaca, impenetrable. Muchos otros personajes hablan de esa enigmática personalidad, de ese muro tras el que Marta se oculta, de lo equívoca que resulta la primera sensación que reciben cuando la conocen, de lo diferente que es su imagen externa de su entrega y su capacidad de trabajo... Nadie la conoce, ni dentro ni fuera del libro. Quizá solo Mar Mella. Habrá que preguntárselo.
   Cimentada en este personaje atípico, la autora construye una historia que te atrapa a pesar de no tener grandes giros (aunque alguno hay, por supuesto) ni estar volviéndote loco todo el rato. Mella dosifica la información que va ofreciendo al lector de manera extraordinaria, manteniendo su interés y permitiendo que los jarros de agua fría caigan sobre su cabeza cuando y donde menos lo esperaba. Junto al personaje de Marta, la estructura de la obra es, pues, para mí otro de los grandes logros de esta novela, primera de la autora. El libro está dividido en cuatro partes, cada una titulada con un color, y tras la imagen gráfica que separa cada una de ellas, la voz narradora (siempre en tercera persona omnisciente) centra su atención en un personaje diferente, todos importantes para la historia: Johannes, Emilia, Ruud y Lola. A partir de ahí, continúa la historia de Marta, siguiendo una numeración correlativa, a pesar de la inserción de estos capítulos que añaden detalles a la historia principal y que se desarrollan en épocas históricas anteriores al presente narrativo.
   Aunque los capítulos en los que el narrador se centra en Marta aparecen numerados de forma correlativa, como digo, no hay una presentación lineal, cronológica, de los hechos que tienen que ver con ella. Hay muchos saltos temporales que añaden emoción a una historia ya de por sí interesante, de ahí que crea que la estructura potencia la emoción y la intriga del propio argumento.

EL MUNDO DEL ARTE


  Si nos centramos en el ambiente y el tema que envuelve la trama, he de decir que me ha encantado bucear en el mundo del arte: el de los pintores, por supuesto, pero también el de la restauración e, incluso, el eslabón de la venta, a través de las subastas. Gracias a todo lo que nos cuenta la autora, el lector puede hacerse una idea de cómo funcionan las cosas en la realidad, de sus luces y sus sombras, de sus éxitos y sus tejemanejes. 
   Me parece que toda la parte, digamos, teórica de la obra está muy bien integrada en la trama. Las explicaciones sobre pigmentos, subastas, métodos de trabajo y demás están perfectamente diluidas en los parlamentos de unos personajes que son expertos en la materia y, por lo tanto, no extraña que en un momento determinado expliquen distintos aspectos de la dimensión más documental de la obra.
   No sé si lo he dicho ya, pero soy una pintora frustrada. Siempre he sentido la necesidad de expresarme mediante la pintura pero jamás he llegado, ni siquiera, a aprender a coger un pincel. En mi cabeza veo imágenes y cuadros pero llega la hora de expresarlos y no, es imposible, mi mano no sigue a mi imaginación. Por eso me encantan los libros protagonizados por pintores (creo que ya lo comenté en la reseña de Habitaciones cerradas) y me parece que esta novela añade un plus al tema, abarcando otras áreas relacionadas con la pintura pero que marcan diferentes ámbitos, como el comercial o el de la conservación y recuperación de determinadas obras.

DETERMINISMO FAMILIAR


  Junto a la pintura en sí, hay un tema que subyace en la novela y que me ha interesado especialmente: el de las relaciones familiares. Dice Marta de sus padres que lo único que compartían era su "absoluta indiferencia hacia ella". Emilia, la madre de Javier, es un personaje brusco y envarado que parece querer más a los cuadros que a las personas, aunque eso no le impide venderlos al mejor postor. Miguel Medraño, padre de Javier, sabe que tampoco ha podido inculcar en su hijo ciertos valores que para él son determinantes para una persona. Y hay otros personajes secundarios que ejercen de padres o madres de manera poco convencional o que han sufrido los rigores de unos padres poco afectivos. 
   El único padre que parece saber lo que se hace es Ruud, pero sus métodos son cuestionados y la voz narradora nos hace pensar que son peculiares. Así pues, el catálogo de padres y madres que nos presenta Mar Mella lleva al lector a reflexionar sobre la responsabilidad de ser padres y las taras o defectos o rasgos del carácter que un determinado ejercicio de la paternidad provoca en quien o quienes lo sufren.
   En este sentido, al final el regusto amargo que te queda en la boca es el de un cierto determinismo familiar: nadie escapa de sus raíces, de su pasado, de las secuelas de una infancia infeliz.
   Creo que se nota lo que he disfrutado de esta novela y el subidón que me dejó al final no pude superarlo en varios días. Me parece una obra muy muy bien escrita, desarrollada con un pulso narrativo genial y una dosificación de la intriga que engrandece la historia que nos cuenta. Mella va soltando cabos a lo largo de la novela y los va recogiendo y atando a medida que el lector va avanzando en la obra para atarlos en un final tan coherente como inesperado. La autora va dando muchas pistas a lo largo de la obra aunque es fácil que el lector no siempre las interprete de la manera que conduce al final. Va dejando un caminito de migas de pan que conducen a una verdad final realmente sorprendente. Pulso, estilo, estructura, documentación, una buena historia de fondo y unos personajes bien construidos (hasta la opacidad es, en este caso, una cualidad de la autora) hacen de esta novela una de las mejores que he leído este año.
   Nos seguimos leyendo.      

      Agradezco a Martínez Roca el envío de este ejemplar.
    Incluyo este libro en los siguientes retos:
  •  Reto Porque sí: 3/5

martes, 29 de octubre de 2013

Booktrailer de la semana: "No te vayas", de Yaiza B.G.

  Hoy te presento el booktrailer de una novela juvenil escrita por una autora prometedora que ganó, con 19 años, el Curso de Creación de Novela Joven de la Galera.

  NO TE VAYAS, DE YAIZA B.G.


 TÍTULO: No te vayas
 AUTORAS:  Yaiza B. G.
 EDITORIAL: La Galera
 A partir de 14 años
  288 páginas
 ISBN: 978842464202
  SINOPSIS:


Logan es el hijo adolescente de una familia inglesa en crisis; se ve obligado a acompañarlos a pasar las vacaciones en la casa familiar, en un pequeño y aislado pueblo de montaña. Justo cuando decide huir, y sin habérselo contado a nadie, Logan encuentra una frase escrita por una mano femenina en la ventana de su habitación: "No te vayas".
              

   Pinta bien esta novela que habla de los cambios de la adolescencia, de la sensación de no encajar y de la búsqueda del propio camino.
    Nos seguimos leyendo.

lunes, 28 de octubre de 2013

"¡Cuántas gotas en la ciudad!", de Eva Montanari: pura poesía



     Ficha técnica:


Título: ¡Cuántas gotas en la ciudad!                                 Texto e ilustraciones: Eva Montanari      Editorial: OQO Género: Álbum ilustrado, infantil (a partir de 5 años)      Páginas: 36 
Publicación:  Mayo 2009      ISBN: 978-84-9871-153-0  

Sinopsis:


  Tras una larga siesta, las gotas acumuladas en las nubes comenzarán a caer sobre la ciudad. En sus calles encontrarán a personajes de todo tipo... pero solo hasta que el sol las caliente y emprendan un nuevo viaje hacia el cielo.
   Un texto sugerente y hasta cierto punto metafórico y unas imágenes llenas de poesía compiten en importancia en esta obra con el poder de los números y las matemáticas. Lo racional y la pura imaginación conviven en las páginas de este libro para mostrar a los pequeños que a veces ciencias y letras pueden ir de la mano. Y que hay muchas cosas más allá de las ciencias y de las letras.
    Eva Montaniri recrea el ciclo integral del agua en una historia llena de magia y sugerencias. Cada gota que cae del cielo (hasta 10) visita a una persona diferente, cada una con un sueño o una decepción, con una ocupación o una tarea vital distinta. Ofrece, así, el fresco de una ciudad donde lo altruista se confunde con lo práctico y donde los ideales se abren paso entre el ruido de las calles de esa urbe ahora mojada. Estas diez visitas son brevísimas, apenas el esbozo de una vida y un modo de vivirla que resulta de lo más sugerente tanto para adultos como para niños.
    Las ilustraciones recrean un trabajo plástico cercano a la escultura, con creaciones realizadas en papel o cerámica. En cualquier caso, la poesía de estas creaciones prolonga la capacidad de sugerir del texto y crea, en su conjunto, una obra evocadora y que permite el vuelo de la imaginación.     
   Nos seguimos leyendo.

domingo, 27 de octubre de 2013

Pasando revista a la semana #28

   ¡Vaya semana que he tenido! Empezó fuerte lunes y martes... y continuó mejor el miércoles cuando mi niña se puso mala. Y luego yo estuve el viernes más para allá que para acá. Y ayer el virus le tocó a mi chico. O sea que todas mis rutinas se ha visto trastocadas. En fin. Me quedo con que mi niña ya está mejor y con que el lunes, oficialmente, terminé el máster, así que ya soy una experta en Investigación y Formación Literaria y Teatral en el contexto europeo. Ahí queda eso.
 

SORTEOS


  •  Xavier Beltrán se supera a sí mismo y nos propone un sorteo de altos vuelos: ¡siete libros, siete destinos! Yo espero embarcar pronto ¿y tú? Los billetes están abiertos hasta el 1 de noviembre. Destinos, horarios e información sobre los viajes, aquí.

  • Serendipia pone en juego un libro que, si te toca y llega a tiempo, puede servirnos para el Mes de los libros de humor: El caso de la pistola y el pastel de chocolate, de Ahsley Miller y Zack Stenz. Así que ya tengo dos motivos para participar: su utilidad y, sobre todo, que despierta mi curiosidad. Tienes todos los datos aquí.




 #RETODEESTA SEMANA


    Esta semana he seguido leyendo Solo un pie descalzo, Kafka en la orilla y Los ojos amarillos de los cocodrilos y he avanzado bastante, aunque no he terminado Grandes esperanzas. Con tanto cambio, al final nada ha salido como quería.
    Esta semana mi reto será acabar todo lo que pueda de los muchos libros que tengo que empezados, a ver si así puedo cuadrar el reto mensual, porque tengo un lío.... Y mi primera lectura de noviembre espero que sea La maestra republicana, de Elena Moya.

ENTRADA MÁS LEÍDA ESTA SEMANA

   
  La entrada más visitada de esta semana es la reseña de La mujer que llora, de Zoé Valdés, seguida por la de Las lágrimas de San Lorenzo, de Julio Llamazares. ¡Qué curioso! Dos libros que me causaron tan diferentes sensaciones en la cumbre de visitas semanales...
    Mañana comienza la última semana de octubre y los primeros días de noviembre, así que toca publicar balance y retos mensuales. Y no te pierdas las entradas que publicaré a partir de mañana porque hablan de dos libros preciosos, además de una entrevista a una de sus autoras.


IMM 


 Por fin se desveló el misterio de la semana pasada y el libro que tenía pendiente de traerme el mensajero era Cuentos clásicos para chicas modernas, de Lucía Extebarria y su hija, un libro al que le tengo muuuuchas ganas y que espero empezar a leer con Lucía en cuanto acabemos el de Ana María Matute. Además, he recibido Mili... ¡milagro!, gracias al sorteo que organizó Raquel Antúnez. Y todavía tengo un aviso de correos más esperando...
  ¡¡Feliz última semana de octubre y primeros días de noviembre!!  
  Nos seguimos leyendo.

Sorteo+lectura conjunta "El asesinato de Pitágoras" en Libros que hay que leer


   Laky vuelve a utilizar sus mejores armas de seducción para embarcarnos en una lectura conjunta con sorteo incluido. La verdad es que hace tiempo que me llama la atención este libro, así que me apunto al sorteo y, si hay suerte, a la lectura conjunta. El plazo está abierto hasta el 2 de noviembre, como puedes ver aquí, junto a todos los demás requisitos para participar tanto en el sorteo como en la lectura conjunta.
   Nos seguimos leyendo.

sábado, 26 de octubre de 2013

Noviembre, Mes de los libros de humor: al mal tiempo, buena cara


   Noviembre siempre es, para mí, un mes tristón. Comienza con el Día de los Santos y al final tengo la sensación de que estoy deseando que pase para estar más cerca de la Navidad, que me encanta. Total, que pasa sin pena ni gloria. Y encima ese frío, que va llegando y aproximándonos al oscuro invierno...
   Noviembre es un mes de manta y sofá, de cafetito calentito y libro. Por lo menos, así ha sido para mí siempre. Menos, por lo que parece, este año. Porque las magas de los meses temáticos (Libros que hay que leer y Momentos de Silencio Compartido) proponen darle un giro a este mes, ponerle al mal tiempo buena cara y dedicar los 30 días de noviembre a reír. No me parece una mala propuesta... así que me sumo a la iniciativa (faltaría más), a ver si yo misma cambio mi manera de ver noviembre. 
    A la convocatoria del mes temático las organizadoras suman un sorteo exprés cuyo límite para apuntarse finaliza hoy, así que ¡a darse prisa! (si quieres participar, claro).
    Como siempre, iré enlazando a continuación las reseñas que vaya publicando.
     Nos seguimos leyendo (¡y riendo!).

   1.- Grandes esperanzas, de Charles Dickens (aunque parezca un sacrilegio, en la reseña explico por qué lo incluyo en el Mes del Humor) (12/11/2013)
    2.- Con la cabeza en otra parte, de André Bouchard y Quentin Blake (20/11/2013)
      3.-  Mili... ¡milagro!, de Sylvia Martín (25/11/2013)
      4.- Tengo tu número, de Sophie Kinsella (28/11/2013)

viernes, 25 de octubre de 2013

BBF#57: "Grandes esperanzas", de Charles Dickens

  
    Llevo desde el lunes leyendo a Dickens y estoy disfrutando mucho de la lectura, aunque no estoy avanzando demasiado, no sé por qué. Es cierto que es un libro muy voluminoso, pero tampoco es difícil de leer. Supongo que será esta semana que estoy teniendo, que no me deja centrarme todo lo que yo quisiera. El caso es que Grandes esperanzas empieza así:

 BBF#57

Como mi apellido es Pirrip y mi nombre de pila Felipe, mi lengua infantil, al querer pronunciar ambos nombres, no fue capaz de decir nada más largo ni más explícito que Pip. Por consiguiente, yo mismo me llamaba Pip, y por Pip fui conocido en adelante. (“Grandes esperanzas, Charles Dickens)
  La verdad es que la edición que estoy leyendo es bastante mala, es la que está gratis en Amazon... pero bueno, voy superando los múltiples errores que tiene. A lo mejor es eso lo que no me deja avanzar... 
   Nos seguimos leyendo.

jueves, 24 de octubre de 2013

Encuentro con Julio Llamazares: "la literatura es lo que te queda de un libro cuando ya te has olvidado de qué iba"

 
    Hace unos meses descubrí un rincón mágico en Alcalá de Henares: la Librería de Javier. Lo conocí a través de las redes sociales y de su web y me quedé maravillada por la cantidad de encuentros con autores que lleva a cabo, por su lucha por la cultura y la literatura. Todavía no había podido asistir a ningún encuentro pero, por fin, el pasado 5 de octubre, pude estrenarme. Y lo hice a lo grande: con una de las sesiones más multitudinarias y con un autor que forma parte de la historia de la literatura española y que tiene las ideas muy claras, Julio Llamazares.
   Es requisito imprescindible de estos encuentros haber leído el libro, para poder charlar con el autor y que este pueda hablar libremente, sin tener que medir sus palabra por si desvelase algún punto básico de la obra. Así que allá que me fui con Las lágrimas de San Lorenzo bien leído, anotado y reflexionado. Tenía la impresión de que había mucho sobre lo que hablar, porque es una novela corta pero muy densa, con mucho jugo, con mucho contenido, con muchos temas sobre los que reflexionar. Cuando Llamazares comenzó a hablar, comprendí el porqué: la literatura sirve para hacer sentir y para hacer pensar, no para entretener. Si entretiene, mejor, pero lo que yo busco es, primero, reflexionar yo sobre un tema y luego hacer que quien conecte conmigo piense sobre ese mismo tema
   En este sentido, Llamazares explicó que cada una de sus novelas trata de responder a una pregunta determinada, en este caso, la que aparece en el último capítulo de la obra. Después de reflexionar sobre el tiempo, sobre el paso de los años y sus consecuencias, sobre la eternidad y la finitud, sobre nuestro paso por el mundo y lo que nos sobrevivirá, el autor lanza, al final, la pregunta que cierra la obra y que, de algún modo, la abre de nuevo e invita a hacer una nueva lectura bajo esa perspectiva.
    La reflexión sobre el tiempo es, pues, el gran tema de esta novela, aunque también recorre toda la obra la idea, que el autor confesó tener desde pequeño, de que aunque nos creamos eternos, la vida de las personas no es más que una estrella fugaz en la noche del tiempo. De hecho, las estrellas fugaces tienen una función múltiple en la novela. Por un lado, ejercen de metáforas o símbolos, tal y como ha ocurrido siempre con ellas, desde el principio de la humanidad. Pero, además, son las que van estructurando la obra: aquí no hay un capítulo 1, seguido de un capítulo 2 y así hasta al final. Esta novela se abre con un "una..." que continúa con un "otra..." y otro "otra..." y así hasta la pregunta final. Las estrellas fugaces que pasan en las dos noches estrelladas que soportan el peso del argumento (la novela comienza con un padre y un hijo viendo las Lágrimas de San Lorenzo, imagen que, en realidad, es el recuerdo de ese niño, ya adulto, mientras contempla la misma lluvia de estrellas cincuenta años después, con su propio hijo) van dejando caer recuerdos y reflexiones en cada capítulo, de manera que esa lluvia de estrellas real que tiene lugar dentro del libro se traduce en una lluvia de ideas para el lector que va recibiendo cada una de esas estrellas fugaces. Las estrellas fugaces te hacen ir, viajar a tus recuerdos, a tus sueños. Leer es soñar despierto, aclaró sobre el tema Llamazares.
     Convertir los capítulos en estrellas fugaces forma parte de lo que el autor llamó arquitectura de la novela y es, para él, uno de los momentos clave a la hora de abordar la escritura de una obra. Cuando empiezo una novela, siempre parto de una imagen, un título y una arquitectura. Tengo una idea general sobre lo que va a ocurrir, un aroma de la novela, pero no sé qué va a pasar en cada capítulo, aseguró el autor, para quien lo de menos en las novelas es lo que cuentan; lo importante es cómo lo cuentan". En este sentido, Llamazares abogó por la poesía como género principal de la literatura, explicando que la novela no es el género superior, aunque el mercado así lo haya establecido. No hay un género superior a otro, solo la poesía es superior, porque debe polinizar a los demás para que la literatura sea literatura, para que las palabra signifiquen más de lo significan. Si no hay poesía, no hay literatura, hay escritura.

EL MERCADO NO DEBE REGIR LA LITERATURA


   Esta no sería la única crítica al mercado que el autor haría a lo largo de la charla. De hecho, se mostró muy duro con la situación actual de la literatura, empezando por una afirmación rotunda: escribir es fácil; escribir bien, no. Llamazares aseguró que escribir es poner en un papel lo que te viene a la cabeza pero cuando uno escribe porque la literatura es un fin en sí mismo, porque es tu manera de ser y de entender el mundo, y no un fin, entonces, escribir consiste en poner junto a cada palabra el adjetivo adecuado, y eso es difícil. Ahondando en esta misma idea, diferenció entre literatura y escritura y lamentó que la actual sociedad de consumo exija más escritura que literatura: El libro se rige hoy por las normas del mercado. Hasta hace unos años, el escritor era una figura marginal porque hacía algo que no servía para nada. En los últimos años, la situación ha dado un vuelco: ahora despierta expectación y todo el mundo escribe, cualquier folclórica que ha superado una depresión escribe un libro. Pero eso no tiene nada que ver con la literatura.
   De igual modo, alabó la labor de Javier y de otros tantos libreros que, como él, luchan por la cultura y hacen que sus clientes vivan la literatura mediante consejos, debates y recomendaciones. El librero es un personaje que habría que defender, como la sanidad y la educación públicas. El libro literario ha entrado en una deriva que puede marcar su fin, tiene muchos factores en contra, como el propio mercado. Muchos libros se venden hoy en grandes superficies comerciales y no en librerías, pero las grandes superficies trabajan con criterios económicos: si no vendes tantos ejemplares a la semana, si no eres rentable, desapareces de sus estanterías. Si seguimos así, acabaremos con cualquier obra que no sea novedad, buscar un libro de hace un año será una labor arqueológica. Las librerías, en cambio, mantienen vivos los libros con su fondo de librería. Si desaparecen los libreros desaparecerá el libro literario. Además, su labor social es impagable y no reciben ningún apoyo. Creo que habría que defenderlos y que, en este caso, el Estado debería corregir los excesos del mercado, aseguró.

¿QUÉ ES LITERATURA? Y TÚ ME LO PREGUNTAS...


   En varios momentos de la charla, Llamazares definió lo que es literatura. Para empezar, explicó (enlazando con la literatura como fin en sí mismo de la que ya hemos hablado) que la literatura no es un oficio, es una manera de estar en el mundo y, en ese sentido, defendió que escribe las novelas que me gustaría leer. Cuando escribo, el único lector en el mundo soy yo. Tras una pregunta sobre el intimismo de sus obras, Llamazares aseguró que la literatura intenta dar explicación a este absurdo que es la vida, se pregunta qué es la vida, qué sentido tiene la vida, por qué pasa el tiempo y por qué pasa tan deprisa y añadió que 'Las lágrimas de San Lorenzo' no cuenta nada que no hayamos pensado todos y esa es, precisamente, la función del escritor: poner en palabras lo que mucha gente piensa.
   Asimismo, Llamazares defendió que hay un número de lectores determinados para cada autor: aquellos que conectan con él, que están en la misma sintonía. Hay una identificación entre el lector y el autor, aseguró, al tiempo que restaba valor a las intenciones de aquellos autores que concurren a premios literarios buscando encontrar nuevos lectores: puede que el libro premiado venda mucho más que cualquier otro de tus libros, pero muchos de esos lectores no se quedarán contigo, porque no conectan contigo. Y en tu próxima obra volverás a tus cifras habituales.
     En cualquier caso, explicó que esta conexión entre lector y autor depende de la forma de entender el mundo del autor y no de su biografía. Así, advirtió que las novelas son mentiras. Pueden tener un componente biográfico y eso hay gente a la que le interesa muchísimo. Pero esa gente se decepciona cuando descubre que lo que cuenta la novela es mentira. Incidiendo en la misma idea aseguró que a veces los lectores se decepcionan cuando me conocen porque creen que voy a ser una persona doliente, melancólica... porque es lo que transmiten muchos de mis libros. Pero yo soy normal. Y soy feliz, quizá porque vacío todo lo que me obsesiona en mis novelas.
   Otro punto de conflicto con sus lectores son, según reveló, los finales de sus obras: a los lectores más tradicionalistas no les gustan los finales de mis novelas porque parece que no acaban. Así como tampoco se sienten satisfechos los que buscan respuestas concretas a las preguntas lanzadas en sus textos: la novela no es un jeroglífico del que yo tengo la respuesta, la única respuesta. Cada lector tiene las claves para resolverlo y una vez recorrido el camino, después haber reflexionado, ese jeroglífico, ya resuelto, se incorpora a su vida, aseguró. La misma reflexión de fondo cabe extraer de la siguiente aseveración del autor: la literatura es lo que te queda de un libro cuando ya te has olvidado de qué iba, es lo que pasa a formar parte de tu identidad.
   Al hablar de la conexión con los lectores, Llamazares hizo referencia a lo que él llamó el chispazo poético. Así, explicó que la literatura tiene que dar calambre. Si no sientes el chispazo, ese libro no es lo que no buscas. Y si no hay chispazo, no hay literatura. Sin chispazo, la literatura es lo que hacemos para pasar el rato, cuando la literatura para lo que debería servirnos es para pasar la vida.
Al encuentro, celebrado en el Salón de Tapices del Círculo de Contribuyentes de Alcalá de Henares, asistieron otros escritores como Julia Montejo o Juan Vilches
  La concurrida charla también dio para reflexionar sobre la memoria, sobre los sentidos y su influencia en nuestro recuerdo, el vigesimoquinto aniversario de La lluvia amarilla o su condición de clásico de la literatura española, estatus sobre el que aseguró que yo me dedico a escribir, no tengo ningún sentido de la trascendencia. Lo que busco no es trascender sino contar lo que siento en cada momento de la manera más cercana posible a cómo lo siento. Lo peor de un escritor es que se tome en serio a sí mismo. Un escritor debe saber que no es más que una gota en el inmenso océano de la literatura. Yo me tomo en serio la literatura
    De esta manera, Llamazares aunaba sus reflexiones personales con uno de los temas principales de Las lágrimas de San Lorenzo: la idea de eternidad o de preeminencia que tenemos los hombres (cada generación cree que es la única, que es la mejor, que todo empieza y acaba con ella, en palabras del autor) frente a nuestra finitud. Este choque entre la importancia que creemos que tenemos y nuestro peso real en el curso de la historia también habla del ciclo de la vida, otro de los grandes temas de la novela. Finalmente, y en este mismo sentido, Llamazares explicó que yo cito mucho a los clásicos porque heredamos una cultura que debemos traspasar a la siguiente generación y qué mejor manera de llevarlo a cabo que haciendo uso de ella.
    Nos seguimos leyendo.

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