lunes, 21 de octubre de 2013

"Memento mori", de César Pérez Gellida: un cóctel mortal de psicología, literatura, música y violencia







 

Ficha técnica:


Título: Memento mori         Autor: César Pérez Gellida  Editorial: Suma de Letras     Género: novela negra Páginas: 588
Publicación:  13/02/2013    ISBN: 9788483654538

Sinopsis (editorial):


  Septiembre de 2010. Aquella mañana de domingo nada le hacía presagiar al inspector de homicidios de Valladolid Ramiro San­cho que acababa de dar comienzo una pesadilla que lo dejaría marcado para el resto de sus días.  La investigación del asesinato de una joven ecuatoria­na a la que le han mutilado los párpados y cuyo cuer­po han encontrado unos versos amenazantes, ocupa las primeras páginas de esta novela negra narrada con un dinámico y atrevido lenguaje cinematográfico. Sin embargo, el autor nos arrastra por un camino inespe­rado al describir los hechos desde la perspectiva del propio asesino: un sociópata narcisista influenciado por la música más actual y por las grandes obras de la literatura universal.  La evolución frenética de los acontecimientos desem­boca en la intervención de uno de los especialistas más reconocidos en el comportamiento de los ase­sinos en serie. Este complejo triángulo emocional, unido a la intriga que envuelve al siniestro cómplice del asesino, hace que Memento mori se convierta en un profundo thriller de acción con banda sonora que atrapará al lector de principio a fin.
   Si te gusta la novela negra, pero negra de verdad, esta es tu novela. Porque profundiza en las razones de la maldad, desde un punto de vista familiar, social, psiquiátrico y psicológico. Y porque también ofrece la perspectiva de la investigación policial, o sea que puedes ahondar en las dos caras de la misma moneda por el precio de una única novela. Bueno, en realidad, de una no... porque Memento mori solo es el principio, la primera entrega de la trilogía que César Pérez Gellida ha titulado (con mucho acierto y no poca socarronería) Versos, canciones y trocitos de carne.
   Quizá lo primero que habría que decir de esta novela es que es una obra brutal, en todos los sentidos. Es brutal porque la trama te atrapa y no te suelta (incluso se cuela en las pesadillas de los menos intrépidos, como es mi caso). No hay tregua, una vez que entras en la novela. Además, la fecha exacta (día, mes, año y hora) que ubica espaciotemporalmente cada capítulo en su comienzo ha sido, para mí, un acicate más para continuar la lectura. Entiendo que esta exacta localización de cada capítulo tiene que ver con el orden de una investigación policial pero también con la forma en la que funciona la mente de Augusto, el asesino poeta (entre otras muchas cosas). Sea como fuere, lo cierto es que cada capítulo te lleva al siguiente, cada suceso te abre el apetito de más, cada frase te anima a continuar leyendo.  
   Así que también es brutal por cómo está dosificada la intriga. El autor va disponiendo las diferentes piezas en el camino para que el lector vaya mordiendo el anzuelo y entrando cada vez más en el complicado universo de Augusto. Es cierto que hay algunas cosillas previsibles, pero el hecho de verlas venir no resta, para nada, dramatismo ni intensidad a la historia ni al golpe de efecto que suponen. Porque por mucho que tú intuyas por dónde van los tiros, Pérez Gellida siempre supera tus expectativas. Más y mejor. Y más brutal, claro está.


UNOS PERSONAJES QUE SALTAN DEL PAPEL Y SE HACEN CARNE Y HUESO


   Memento mori también es brutal por la caracterización de los personajes.  En la nota final, el autor agradece a Urtzi su colaboración para ayudarle a ver a Ramiro Sancho, el investigador del caso, como una persona y no como un personaje y creo que, en general, ese es la clave de los personajes de la obra: son muy humanos. Por eso, es fácil llegar a ellos, empatizar, coger confianza. Es fácil que el lector empatice hasta con determinados momentos de la vida del asesino. Y eso le pone en el dilema moral de tratar de entender o de justificar o de encontrar una explicación a su compartamiento actual. Creo que uno de los grandes éxitos de esta novela es su capacidad para mostrar las dos caras de la moneda, el bien y el mal (aunque los dos tengan sus matices), el asesino y su némesis o el investigador y la horma de su zapato. 
   La profundidad con la que Pérez Gellida retrata a unos (el cuerpo policial y los colaboradores que ayudan en el caso) y a otro nos hace adentrarnos en la mente de los dos protagonistas principales y sus contextos. Hay quien dice que la narrativa del autor es muy cinematográfica y yo no lo pongo en cuestión pero yo, más que ver una película, he estado viendo dos series de televisión (que me encantan) al mismo tiempo: Memento mori es como ver un crossover de Dexter y Mentes criminales.
    Pero además de estar profundamente retratados, los personajes de la novela están caracterizados a la perfección. El lector no tiene problemas para imaginarlos, no solo por la descripción física que el autor pueda hacer de ellos en un momento determinado, sino por su forma de hablar, de moverse, por sus tics y manías. Pérez Gellida logra algo que a otros autores resulta muy complicado: caracterizar al personaje no solo por lo que el narrador cuenta al lector sobre él, sino también por qué hacen y cómo lo hacen, por lo que dicen y por cómo lo dicen. Cada personaje habla diferente dependiendo de su función en la novela, de su formación académica, de su trayectoria y de su bagaje y de esta forma aparecen perfectamente individualizados dentro de la novela, lo que potencia esa personificación de la que hablaba antes, ese salto del papel a la piel.
   Y en este sentido, Memento mori me parece brutal, también, por la exhibición de saberes diferentes, por las frecuentes citas en latín y por el carácter enciclopédico de una novela en la que hay lecciones magistrales sobre literatura, sobre psicología, sobre vodka o sobre rugby. Estas disertaciones sobre diferentes aspectos de la realidad, desde los más cultos a los más populares, es cierto que rompen el ritmo de la intriga, que la retardan y aparcan, pero también es verdad que cumplen una función primordial a la hora de caracterizar a los personajes: es tremendamente significativa, por ejemplo, la labia de Carapocha y su afán por mostrar la cantidad de saberes que acumula, lo que lo sitúa en un nivel de narcisismo que lo acerca al asesino y que se confirma en el final de la novela. Con todas sus intervenciones, Armando va sentando una imagen en la mente del lector, imagen que se revela al completo en el último tramo de la obra. 
   Y, por supuesto, todo esta erudición, que a alguien le puede resultar pedante o pesada, un mero alarde de sabiduría, para mí ha sido la excusa perfecta para aprender sobre diferentes temas, aunque confieso que la parte del rugby la he leído solo por encima. Por fortuna, y para lectores que no sabemos tanto o no nos hemos documentado tanto como el autor y como los personajes, la novela incluye utilísimas notas a pie de página que aclaran las citas en latín pero también términos informáticos, entre otros aspectos.


LITERATURA, CANCIONES Y VIOLENCIA


  Memento mori también es brutal por la mezcla de canciones, literatura y muerte. La literatura cobra mucho peso en la novela porque el asesino es un gran amante de las letras. Tanto que su firma consiste (entre otras cosas) en dejar un poema dedicado a sus víctimas. Esto propiciará la entrada en la investigación de Martina, una profesora de psicolingüística que aportará la dosis más sentimental de la novela. Ni que decir tiene que toda la parte metaliteraria de la novela me ha encantado.
   Pero no solo la poesía vuelve loco a Augusto. También (o quizá sobre todo) la música lo hace. Y eso se nota casi en cada página del libro. Porque esta es una novela con banda sonora, de igual modo que cada asesinato tiene su canción. Pérez Gellida incluye fragmentos de canciones, citas, referencias y hasta debe los títulos de cada capítulo a alguna canción. La música suena constantemente en la novela: en el local al que le gusta ir a Augusto, en su iPod, en los vídeos, en los títulos... Una música muy determinada con ritmos y letras poderosas que casa a la perfección con el tono general de la obra.
   Porque esta novela también es brutal por el estilo bronco y violento que, en general, mantiene a lo largo de todas sus páginas. Muchos diálogos, muchos monólogos, el propio argumento, muchos de los gestos de los personajes, reacciones, adicciones... todo el tono general de la obra es terriblemente hosco. Una violencia que viene dada por el género de la novela y por su contenido pero que, al mismo tiempo, potencia esa sensación de negrura, de maldad, de marginalidad, de oscuridad que caracteriza a esta novela en particular y a la novela negra en general.
   A pesar de esa violencia, o quizá debería decir potenciándola, querría destacar el estilo literario del autor. Pérez Gellida ha cuidado muchísimo la forma de la novela, la manera de narrar y describir, de tal modo que llega a crear frases realmente bellas e imágenes muy visuales, potentes y expresivas, aunque muchas de ellas, como decía, refuercen el tono violento general de la obra al apoyarse en la ironía, la rabia, la decepción por el sinsentido de la vida o las contradicciones de nuestra sociedad.
    Y, por supuesto, es brutal por la descripción de los asesinatos y la indagación en la capacidad del ser humano para hacer daño a los demás. No hay medias tintas, no hay eufemismos, no hay un intento por evitar dramatismo ni por ahorrar sensaciones negativas al lector. Pérez Gellida se demora en los detalles de los crímenes e idea una serie de peculiaridades y firmas que potencian esa sensación de brutalidad. De igual modo, tampoco ahorra explicaciones sobre la psique humana, sobre los trastornos que conducen al asesinato, sobre la disociación que se produce dentro de una persona para llegar a lo que llega Augusto. En este sentido, y a pesar de la violencia con la que lo expresa, me ha encantado la advertencia de Armando, el psicólogo criminalista: no caigamos en el error de pensar que un asesino en serie es un enfermo porque eso nos conducirá a tenerle lástima, a justificarle, a quitarle importancia a sus actos poniéndole una humanidad de la que él carece.
     La única pega que le puedo poner a esta novela cinco estrellas es el haber creado un universo excesivamente masculino. Todos los personajes de peso son hombres: el asesino, los investigadores, el psicólogo forense. La única mujer importante para la novela acaba convertida en víctima, como todas las demás féminas que aparecen en la obra. Excepto Violeta, pero su papel es bastante secundario, aunque clave al final. Entiendo que al tono bronco general y al argumento le van muy bien los hombres. E incluso puedo llegar a aceptar que refleje una realidad social y policial (hombres investigadores, mujeres víctimas)... pero he echado de menos más importancia real en algún personaje femenino que no acabe pasando por las mortales garras de Armando porque al final se refuerza el estereotipo hombre=fuerte (aunque esté trastornado) y  activo, mujer=débil y pasiva que tanto daño ha hecho social y literariamente.
   Nos seguimos leyendo.      
  
   Agradezco a Laky que nos haya propuesto que #leemosjuntos durante octubre esta novela tan impactante y recomendable.

8 comentarios:

  1. Como siempre tu reseña: magnifica;lo tengo apuntadisimooo, besotes

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  2. Me quedo con tu adjetivo para calificar esta novela "brutal" en todos los sentidos. Un beso.

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  3. Chapó por tu reseña, enhorabuena guapa, me ha encantado, y me ha dado una envidia tremenda el cómo nos lo has contado.

    Comparto todas y cada una de tus opiniones.

    Tengo ya la segunda parte en casa, y me la estoy guardando para noviembre pero no sé si llegaré...

    Un besazo guapa

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  4. Que super reseña!! A mi me ha gustado mucho, ya sabes ;)Saludos

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  5. Lo reconozco: he leído muy por encima tu reseña, y sé que volveré para leerla más adelante, pero es que empezaré la novela esta misma semana, y aparte de la sinopsis, no quiero llevar ninguna idea preconcebida!
    Este mes de las sagas nos está dando grandes lecturas, verdad?
    Un besazo

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  6. Lo leí y estoy deseando leer la segunda parte. En cuanto a los personajes, es cierto que no hubiera mujeres de peso, algo raro en la literatura.

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  7. Tengo muchas ganas de leerlo, en estos días no sé la cantidad de reseñas positivas que he visto del libro =)

    Besotes

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  8. No para de ver reseñas muy positivas de esta novela. Así que no la dejaré escapar.
    Besotes!!!

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