martes, 18 de junio de 2013

"El sol de Breda", de Arturo Pérez-Reverte: entre la gloria del héroe y el fango de la batalla







Ficha técnica:


Título: El sol de Breda (Las aventuras del Capitán Alatriste 3)                    Autor: Arturo Pérez-Reverte Editorial: Alfaguara                                                        Género: novela, novela histórica, novela de aventuras      Páginas: 264
Publicación:  Enero 1999      ISBN: 9788420483122

Sinopsis (página del autor):


  Tercera entrega de Las aventuras del capitán Alatriste, El sol de Breda escenifica las batallas y el asedio de la ciudad de Breda en 1625 por los Tercios españoles en Flandes. El joven vasco Íñigo de Balboa es el narrador, como siempre, pero ahora adquiere en este relato un papel más protagonista: es mochilero del tercio viejo de Cartagena, donde sirve de ayudante a su amo el capitán Alatriste, y empuña por primera vez las armas en el combate. Íñigo será, en esta aventura, testigo del sometimiento de la ciudad por las tropas españolas, y describirá años más tarde al pintor Diego Velázquez, para que los inmortalice en un famoso cuadro, los rostros de los participantes en la batalla: el general Ambrosio Spínola, un respetado guerrero con dotes de político, que abortará el conato de un motín de las tropas, hartas de pelear sin que vean recompensados sus esfuerzos con una paga que nunca llega, y que el general les adelantará de sus acaudaladas arcas o el maestre de campo Pedro de la Daga, despreciativo con sus tropas hasta la crueldad, o el dubitativo capitán Carmelo Bragado y el valiente soldado Sebastián Copons, veteranos todos de las pasadas guerras en Nápoles y camaradas del capitán Alatriste.

   Vaya por delante que nunca me ha interesado nada la guerra, que no veo cine bélico y que creo que hasta el momento no había leído ningún libro en el que se describiese una guerra (o una batalla, o un motín, o un asedio) como se hace en este. La guerra no me interesa, no le veo por ningún lado ese punto de fascinación que otros sí le encuentran. Los libros sobre guerras que había leído hasta ahora estaban contextualizados en algún conflicto, lo tocan de pasada o profundizaban en sus consecuencias para la gente (y eso es lo único que me interesa de la guerra, la parte humana, la reflexión sobre el drama). Pero nunca me había metido, como ahora, en las trincheras, ni manejado un arcabuz, ni blandido una espada, ni empuñado una daga. Y ha tenido que ser el capitán Alatriste el que haya tenido el dudoso honor de llevarme a la guerra. El capitán... y su fiel Íñigo Balboa, conductor de este viaje, narrador que va más allá de describir: con su riqueza de detalles y sus análisis de lo que sienten quienes la viven, agarra tu mano y te mete de lleno en el fragor de la batalla. Y no hay quien se resista.
    Creo que este es el gran mérito de este libro: hacerte vivir una guerra sin moverte del sofá de tu casa (o donde quiera que leas; para gustos, los colores). Pérez-Reverte describe, a través de las palabras de Íñigo, los olores, la textura, el color, la oscuridad, la suciedad, la humedad, el tacto de la batalla; el calor del combate cuerpo a cuerpo, la viscosidad de la sangre, el olor del miedo, la valentía del que sabe que está en su sitio, la irracionalidad de algunas excusas para declarar la guerra, el pánico del asedio e incluso la humanidad que se disfraza y parece inhumana, aunque no lo sea. O tal vez sí, quién sabe. Las guerras tienen sus códigos de comportamiento, de honor y de cobardía. Íñigo nos descubre, con los ojos del chico de 15 años que abre los ojos a la vida, pero con las manos curtidas en las batallas que ya le conocemos hasta ahora, el tono general de la guerra. Y lo hace desde fuera (describiendo encontronazos, traiciones, batallas, motines, asedios, encerronas, victorias y derrotas) y también desde dentro, y esta parte es la que tiene, para mí, más valor.
   Íñigo se pregunta por las razones personales para empuñar la pistola y el acero, por el Dios y la patria que sustentan los estandartes, aunque solo sea a la hora de gritar consignas para vencer del miedo; el deber, la obligación, de defender tu país o de contribuir a hacerlo más grande y poderoso. Íñigo reflexiona sobre el miedo, sobre el vencido, sobre el que pasa hambre, sobre el que roba para comer y el que mata porque es lo que es lo que hay que hacer en una guerra. Íñigo destripa las guerras para hablarnos de las pequeñas traiciones y las grandes lealtades de quienes luchan cuerpo a cuerpo y han de repartirse lo poco que les mantiene con vida (algo de comida, quizás algún trago de esa cerveza que Lope llamó "orín de asno", tal vez alguna mujer); del que acaba de matar y aun pretende salvarle la vida al primer moribundo que encuentra en el camino; de esas veces en las que evitar una agonía es más humano que tratar de restañar una herida.
   Y lo que más me ha gustado de la novela: Íñigo se cuestiona la historia que nos cuentan, los episodios y nombres que pasan a la Historia a costa del olvido de quienes sí blandieron espadas y arcabuces y arriesgaron su vida en pos de quién sabe qué. Íñigo profundiza en la verdad de un arte (la pintura y la literatura, en este caso; hoy podríamos hablar del periodismo) que sacrifica la honestidad de los hechos en aras de la belleza, o de la composición, o de la rima, o de la luz, o de la perspectiva; de un arte que sustituye los rostros de quienes ganaron batallas por las caras de quienes deben aparecer en la foto (en el cuadro, en este caso), aunque el barro no haya ensuciado nunca sus botas ni la sangre sus manos. Íñigo piensa en los que libran las guerras desde lejos, desde el calor de sus despachos y la autoridad de sus órdenes y compara ese combate con el que se libra cuerpo a cuerpo, el que te hace palpar a tu enemigo, respirar su aliento, oler sus humores, restregar tu carne con su carne, tu sangre con su sangre; ese combate cuerpo a cuerpo que es una apuesta a doble o nada, una apuesta a vida o muerte: matar o morir.
     Pérez-Reverte vuelve a ofrecernos una prosa cuidada, en la que brilla su particular estilo narrativo (ese que mezcla la ironía y la humanidad, que saca punta a cada palabra y que parafrasea dichos conocidos del presente y del pasado para arrancar unas gotitas de humor, aunque sea negro, entre tanta sangre) y que tampoco olvida, en esta ocasión, la grandeza del arte del Siglo de Oro: su literatura, su pintura. En un escenario distinto y con una historia diferente Pérez-Reverte vuelve a conseguir lo de siempre: hacerte pasar un buen y un mal rato al mismo tiempo y hacerte pensar en las razones de la guerra, las falsedades de la Historia y el contenido del corazón de un hombre  de ojos glaucos que tiene tantos remiendos en la piel de su cuerpo como en la de sus botas.
    Nos seguimos leyendo.

   Incluyo este libro en los siguientes retos:
  •  Desafío100 libros: 61/100
  • Reto Sumando: 15/2013
  • Reto Genérico: 2/2 guerreros
  • Reto Capitán Alatriste 3/7





6 comentarios:

  1. De este autor solo he leído "La reina del sur" y aunque me gustó lo ciertos es que no termino de conectar con él, no tenemos química Arturo y yo... ;)

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  2. Tengo pendiente a Alatriste. Tendría que sacarle tiempo porque me apetece bastante
    Besos

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  3. Acabo de terminar con este libro. En realidad es un paréntesis bélico en las aventuras de Íñigo y Alatriste, que bien pudiera haberse publicado en cualquier otro orden.
    Un alegato antibelicista con el que he disfrutado

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  4. Creo que también fue este libro el primer libro que leí donde las batallas estuvieran tan bien descritas. Donde casi un poco más recibes tú misma un espadazo. Porque como te mete Pérez Reverte en las batallas... Pero sí, lo que más me gustó fue todas esas reflexiones de Iñigo, de Alatriste, esa ironía y esa carga crítica tan presente siempre en este autor.
    Besotes!!!

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  5. Ya sabes que soy fan de esta serie, así que sólo puedo decirte que me encantó esta historia precisamente por el cambio que va sufriendo Íñigo y que continuará más adelante.

    Besos

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  6. Me encanta tu reseña, eso de ir "de guerra" desde el sofá está muy bien, como dices, cómoda es al menos. Y me gusto atrae ese cuestionarse a los vencedores y honores varios...
    Besines y muchas gracias por seguir adelante con el reto!! Yo llevo una reseña de retraso. Una vergüenza siendo la organizadora, jeje.

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